SARAMAGO EN LA CAVERNA

Lo que queda de todo este desastre, provocado por las leyes del mercado global, es el amor. Pueden permanecer los individuos en su lugar de origen ( y procurarán hacerlo a toda costa) o ser unos desarraigados en contra de su voluntad. De alguna manera la obra nos recuerda a “Viñas de Ira” de Steinbeck o "Atormentada Tierra" del mismo autor. Y al Pentateuco y a los dioses del Popol Vuh.

Las artesanías son desplazadas por los productos industriales. La tradición milenaria, en realidad millonaria, de la alfarería, deja de ser requerida por el “Centro” y en su lugar vende platos y vasos de plástico. Todo un ambiente de diseño, modelado, vaciado y fabricado, con barro  en el horno que se calienta con leña, se va a la basura. Y junto con ello se va también la gente que hasta entonces vivía de eso y para eso. Su modus vivendi y su filosofía. Su manera de llenar el día y conciliar el sueño por las noches. ¡Se acabó! Ahora es obligada a cambiar de giro. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos y a las recientes técnicas, dicen en el enorme Centro comercial que es donde compran o rechazan los productos de los artesanos. Millones de individuos no podrán sostener el ritmo...

Cipriano Algor, el alfarero, y su hija Marta, hacen otro esfuerzo por ponerse al día. En lugar de fabricar cazuelas y ollas de barro, modelan figuras antropomorfas. Inicialmente les hacen un pedido de varios miles de piezas. Pero más de la mitad se les quedan en el horno cuando están en la etapa de cocimiento. Es cuando les dicen en el Centro que no quieren el pedido..

Son figuras que se quedan a medio hacer. Incompletas. Así debió ser Dios, como el alfarero, dice Cipriano Algor. Y en efecto, la novela se llama La Caverna pero bien pudo llamarse “la Casa del Alfarero”, como se conoce al Dios de los judíos de los tiempos de Moisés. O también pudo llamarse con algún nombre de la región del Quiché. También los dioses mayas  crean cosas y en más de una vez las desechan porque van en busca de algo diferente. ¿ Quien sabe si ya las encontrarían o nosotros mismos seamos intentos dejados de lado?...


Cipriano Algor, Marta y su yerno Marcial Gacho no se contarán entre los bien logrados... Ellos son material del intento ese que acaba de ser abandonado, desechado, como las figurillas inconclusas dentro del horno. No son los personajes de la Caverna de Platón que ya están casi en el exterior y los cuales son inundados de la luz del exterior. O de la sabiduría o la plenitud. Las fuerzas del mercado han convertido a la familia Algor en criaturas del fondo de la cueva, esos que se mueven en la oscuridad.

En el panteón Cipriano Algor conoce a Isaura Estudiosa, que también, como él, es viuda. Al final deciden vivir juntos. Así es como llega el día que los cinco echan algunas cosas en la vieja furgoneta y abandonan todo. Ahí ya no hay trabajo ni esperanza de sobrevivir. Echan a andar sin rumbo. No lo dicen pero tal vez sean suramericanos que se vienen a México. O mexicanos que se vana Estados Unidos. O, como en la novela de Steinbeck, desocupados del oeste que se van al este...

Al final hay algo que los conserva como grupo y es el amor entre todos y con sus respectivas parejas. El quinto elemento es un perro. Le pusieron por nombre Encontrado porque, al igual que ellos ahora hacen, vagaba sin rumbo y ellos acabaron adoptándolo como parte de la familia...

Marta Algor va embarazada. Es así como el mundo obsoleto se renueva a través del tiempo. Pero las finanzas globales del mercado ya esperan a esa criatura para hacerlo que también consuma. Ser filósofo o científico o poeta  no sirve de nada. Seres obsoletos. Lo importante es que consuman...

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