La injusticia y otros temas los trata Sócrates en tres libros que son el Protágoras, el Gorgias y el Menon, escritos por Platón.
De los variados temas que se ven en el Gorgias uno es el que destaca: que es más malo hacer una injusticia que sufrirla. El que la hace no la olvidará mientras viva. Y éste será su castigo. En el primer libro, el Protágoras, Sócrates dice a alguien: yo te disculpo de lo que me has hecho ¿pero cómo puedo disculparte de lo que te has hecho a ti mismo?
Gorgias, el personaje del libro del mismo nombre, era natural de Leontinos y considerado uno de los creadores del movimiento sofístico. ¿Para qué sirve la retórica? Para persuadir, dice Gorgias. Es propio de los políticos. Sócrates dice que en Atenas no se ha dado la circunstancia de que un verdadero político vuelva mejor a los ciudadanos.
Cuando los primeros cristianos llegaron a Grecia, con Pablo a la cabeza, escucharon voces muy parecidas a las que iba propagando el cristianismo, pero que en la Helade ya se habían dicho quinientos años antes.
Casi al final Sócrates hace una recapitulación de los diversos puntos desarrollados en este diálogo del Gorgias. Son tan diversos que el lector puede desorientarse. Por eso no pierde de vista que el fin en todas estas polémicas es la justicia: “Que se debe antes sufrir una injusticia que hacerla. Que en todo caso es preciso procurarse no parecer hombre de bien, sino serlo en realidad, tanto en público como en privado, y que si alguno se hace malo en algo es preciso castigarlo. Que después del bien de ser justo, el segundo bien consiste en volver a serlo, recibiendo el castigo que sea merecido. Que es preciso huir de toda adulación, tanto respecto de sí mismo como respecto de los demás, sean muchos o pocos .Que jamás s e debe hacer uso de la retórica, ni de ninguna otra profesión, sino con vistas a la justicia”. L a justicia, según veremos en seguida, es parte de la virtud.
Interrogado por Sócrates en qué consiste el arte que Gorgias enseña éste dice que la retórica y pasa a explicar su esencia:”el poder persuadir mediante sus discursos a los jueces en los tribunales, a los miembros del consejo y a los asistentes a la asamblea: en una palabra, convencer a todos los que componen cualquier clase de reunión”.
Es un dialogo entre Sócrates y Gorgias. Para que sea posible un dialogo de altura se necesitan interlocutores de altura. Que sepan interrogar y que acepten ser interrogados. D e otra manera el intercambio no será otra cosa que duelo de egos que degenerará en meras exposiciones neuróticas de taberna. Sócrates lo dice de esta manera: “Soy de aquellos a los que les gusta que se le refute cuando no dicen la verdad. De los que les gusta también refutar a los demás cuando los demás se separan de lo verdadero, y que tienen, por consiguiente, igual complacencia en verse refutados que en refutar”.
El poder y lo que se cree ventajoso sólo sirve si se sigue el buen sentido. En otro caso es una mala cosa y un poder raquítico. No siempre ganan los que cantan victoria. Todo depende si de por medio hubo justicia o injusticia. Sócrates reitera (lo reitera en los tres libros mencionados) que el mayor de los males es cometer injusticia. La injusticia es una marca indeleble para el que la comete: “Yo no querría ni lo uno ni lo otro, pero si fuera absolutamente preciso cometer una injusticia o sufrirla, preferiría sufrirla a cometerla”. Si el agresor es castigado por su crimen puede contar con algún alivio, de lo contrario no: “Es un mal mayor cometer una injusticia que sufrirla, así como el no ser castigado por sus crímenes lo es también más que el ser castigado por ellos”.
Salvo casos de perversidad patológica en el nivel genético, normalmente el agresor buscará la solución terapéutica tarde o temprano. Cuando el verdugo asestaba el segundo golpe en la otra mejilla que ponía el cristiano, en el Foro Romano, el cristiano estaba seguro de haber conquistado un seguidor de su causa en el agresor. Así fue como los muertos del Foro Romano conquistaron el Imperio Romano. Poniendo la otra majilla antes de alimentar con la carne de su cuerpo a los leones. Era el mecanismo de conciencia que Sócrates había resaltado tanto en sus diálogos con Protágoras, con Gorgias y con Menon.
Víctor Hugo hace los mismo con el ex convicto Jean Valjean. Cuando éste roba la vajilla de plata del obispo que le había dado posada por una noche, no lo reporta con la policía, sólo exclama: “Es el precio que pago por recuperar su alma”.
En el Gorgias el diálogo inicial es entre Sócrates y el propio Gorgias. Después toman parte en el mismo Polo y Calicles. Sócrates dialoga, polemiza con el que se le ponga enfrente. Y estamos hablando de filósofos reputados de Atenas. Calicles es de los que no aceptan los mejores argumentos en contra. Cuando ya no tiene salida simplemente dice: “¡No te creo Sócrates!”.
Y cuando la polémica parece que ha perdido la brújula de tanto argumentar, Sócrates pone una premisa: “Que en todas las cosas se debe obrar en vista del bien”.
Sócrates sale vencedor pero es una victoria como diríamos ahora: “Vencedor entre comillas”. La virtud es de los temas que desembocan en una aporía. Sin solución. Para decirlo con una metáfora de nuestro tiempo es como el cáncer o el sida. Sabemos que están ahí, se les conoce mucho por la ciencia médica que los han estudiado en los laboratorios de investigación y han sido comentados en miles de conferencias magistrales pero, hasta ahora no tienen solución. La medicina también tiene sus aporías.
Sin embargo tal vez estemos aquí ante un tema como novela de Faulkner. Sin final feliz porque lo importante ya quedó dicho en el desarrollo del texto. En una parte del Menon Sócrates refiere algunos atributos de lo que se compone la virtud: “a lo que parece es absolutamente necesario que la justicia, o la sensatez, o la santidad, o cualquiera otra parte de la virtud, se muestren en esta adquisición, sin lo que no será virtud, aunque nos procure bienes”. Y para que no quede duda en seguida define lo contrario de virtud: “Lo que s e hace con justicia es virtud, y por el contrario, lo que no tiene ninguna cualidad de este género, es vicio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario