Ovidio y Chilam Balam, dos modos de crear el universo

Ovidio Las metamorfosis
Popol Vuh (Libro del consejo)

En Ovidio el origen del universo, del planeta, la vida y la aparición del humano, se dan en un escenario geográfico caótico. Es la región situada en  el NE del Mediterráneo, entre el Mar Egeo, Mar de Marmara y  el Mar Negro, entre Grecia y los asentamientos de Troya y Bizancio-Constantinopla- Estambul. Zona sísmica muy activa y de fuertes vientos encontrados: “Antes que el mar, la tierra y el cielo, que lo cubre todo, en la totalidad del universo aparecía un único aspecto de la naturaleza, al que llamaron caos, masa informe, confusa, un peso inerte en el que se encontraban los elementos de las cosas en discordante amalgama”.

 Para que  se diera la vida los dioses tuvieron que poner orden en el caos. La primera de Las Metamorfosis de Ovidio consiste en trasformar el caos en orden: “Un dios y una naturaleza en progreso ponen fin a esta lucha, pues separa el cielo de la tierra, y de la tierra, las aguas asignando un dominio al cielo límpido y otro al aire denso”. Hasta entonces aparece el hombre: “De este modo, la tierra, que antes era árida e informe, se cubrió, por esta metamorfosis, de figuras de hombres, desconocidos hasta entonces “.

El  hombre construía con espíritu emprendedor, no obstante, sus filósofos observarían  que es el azar, el caos, el que rige le vida humana, y no las leyes de la causalidad.   De ahí que sus dioses vean por la preservación de la vida pero a través de manifestar una disposición caprichosa y con frecuencia trágica hasta la incomprensión por el humano.

Y sin embargo, esos mismos dioses, como es frecuente en las tragedias de Eurípides, acuden a rescatar a los individuos y  vuelven a hacerlos dueños de las cosas y llegan a vivir existencias felices.

¿Los hombres escogieron a sus dioses muy a doc del terreno geográfico que habitaban? ¿O los dioses escogieron esa región, como campo didáctico, para ir enseñando a los humanos a ser cada vez más  humanos, menos subhumanos?

Porque cuando los hombres han alcanzado la felicidad, otra vez, de pronto, para que no se vuelvan blandengues, para que no prolifere lo dionisiaco, llega lo inesperado, el cataclismo, la sombra de la tragedia…

En la edad de Hierro, cuando los humanos se abandonan y la vida y la tierra toman el camino de la degradación, los dioses deciden terminar con todo eso e inundan la tierra. Todo perece excepto una pareja (Decaulión y Pirra) que se encargará de volver a repoblar todo y Febo, el Sol, calentará la tierra y crecerán toda clase de  animales y plantas. Para que no crezcan con temor, Júpiter les dice que: “Les prohíben que teman nada y les promete una raza distinta a la anterior y de origen maravilloso.”


En cambio el origen de la vida en el Popol Vuh, para los mayas, los epicentros sísmicos están lejos, en el oeste, en el pacifico, en las costas de Oaxaca y Guerrero. Las placas tectónicas, que llevan islas caribeñas para allá o para acá, parece que se mueven en otro ritmo.

Aquí los dioses mayas del Quiché (Mesoamérica: sur de México y Centroamérica) crearon la vida a partir de la inmovilidad. De la quietud empezó el devenir. Entonces todo empezó a moverse.

“He aquí el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo apacible, todo silencioso, todo vacío, en el cielo, en la tierra. He aquí la primera historia, la primera descripción. No había un solo hombre, un solo animal, pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra, caverna, barranca, selva. Sólo el cielo existía. La faz de la tierra no aparecía. Sólo existían la mar limitada, todo el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. Todo era invisible, todo estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Nada existía, Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche…Entonces se mostraron, meditaron, en el momento del alba. Decidieron (construir)  al hombre  mientras celebraban consejo sobre la producción, la existencia de los árboles, de los bejucos, de la producción de la vida, de la existencia, en las tinieblas, en la noche…”

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