Demócrito y la megalomanía

Demócrito de Abdera (460 a C)

“En todo, lo igual es bello; más no me parece serlo ni el exceso ni el defecto.” Escribió Demócrito.-

Demócrito ( nació en Abdera,460 a C) es contemporáneo de Sócrates. No obstante se le sitúa entre los filósofos Presocráticos. Término que se aplica a los  filósofos anteriores  a Sócrates. Los más importantes de los presocráticos fueron Anaximandro, Heráclito, Parménides, Empédocles, Pitágoras, Anaxagoras y Demócrito.

El pensamiento de Demócrito se mueve en una dimensión muy ajena al modo de vivir del habitante de la ciudad.  Se le rechaza porque incomoda a nuestro antropocentrismo. Uno de sus pensamientos dice: “Conoce (el animal) lo que le es necesario y cuánto. Por el contrario (el hombre) no conoce lo que le es necesario”.  Quiere decir, como Sócrates: “La ciudad está llena de cosas que no se necesitan pero todos compran”.

Es sano que se busque lo mejor. El bienestar. Con relación al momento en el que se está viviendo. Es lo que se llama “moverse”, movimiento, devenir en algo mejor. Demócrito s e pregunta ¿qué se entiende por lo mejor? Lo contrario del malestar emocional. Pero un excesivo bienestar emocional es siempre sospechoso. Se confirma porque a la postre lleva al malestar.

La “bella medianía” es lo que pregona Demócrito.

Si decimos que, en términos pecuniarios, es necesario que el pobre tenga  más dinero, se entenderá. Si decimos que, por voluntad propia, el rico tenga menos dinero, parecerá un absurdo. Nadie quiere tener menos dinero. Y, repetimos, esa es la cuestión que defiende Demócrito. Que no se e tenga poco pero que tampoco se tenga mucho. Cualquiera de los extremos es peligroso.

Si no se tiene dinero llega la desnutrición, la tuberculosis y la muerte. Si se tiene en exceso puede llegar la megalomanía. Peor, el complejo llamado de Hestia, que es un retroceso mental  hacia la niñez. Probablemente la psiquiatría lo tomó de Demócrito cuando escribe: “Desear sin mesura es cosa de niños, no de varón.”

Aristóteles va a hacer un postulado de esta idea. La desarrollará. Es el famoso término medio aristotélico.  Demócrito había empezado a trabajar en ello. Le llama “prevención”. ¿Se lucha para alcanzar bienestar o para llegar a la megalomanía? Algunos atletas corren para conservar la salud. Otros de competencia para ganar el premio.  Aquellos viven en la “bella medianía”. Estos viven con su trofeo  y con sus rodillas ya inservibles. Todo depende de lo que se persiga. Lo primero requiere prevención. Lo segundo…

La imagen de la comida es la que  arroja luz sobre el tema. Ante una mesa bien preparada, y abundante, ¿por qué comer  dos o tres platillos, que me aconseja mi dietista, si puedo comer diez? Es ante la  autodestrucción  a lo que Demócrito antepone la “prevención”.

Es momento de aclarar que hay ideas mal digeridas que se tiene de Nietzsche y de  Ingenieros respecto de la mediocridad. Cuando fustigan la mediocridad, que se confunde con la medianía. En el centro de los extremos. Lo primero es ignorancia, producto del analfabetismo emocional. Lo  segundo requiere un proceso vivencial elaborado.

Otros pensadores han expresado esta idea de diferentes maneras tales como “de nada en exceso”, “Sin contrarios no hay contrarios”, “Cada línea tiene sus extremos”. Si en la Antártica hay hielo y en Hawái hay fuego, lo más sensato es ir a vivir a Cuernavaca “lugar de la eterna primavera”. Cada país tiene su Cuernavaca.

 ¿Cómo pregonar la prevención en un mundo que se muere de hambre? Es lo contrario. Se muere de gula. Véanse las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud en lo que se refiere a enfermedades causadas por la sobrealimentación. Sobre peso, obesidad… El término más amable de gula, inventado por la mercadotecnia, es “consumismo.” Miles de toneladas de comida  se arrojan  cada día  a la basura del mundo. Y por todas las ciudades hay “bazares de pasillo” que prácticamente te regalan  la mercancía  ahí expuesta con tal que te la lleves. Llegan otras modas,  se necesita echar todo a la calle y tener espacio para las nuevas adquisiciones.

No hubo mesura en la adquisición en una parte  y eso provocó un desequilibrio de miseria  en otra parte.

Lo anterior no lleva la intención de quitarle mérito al genuino esfuerzo. Lo que sucede es que siempre se desconfía del proceder de las grandes fortunas: “No hay manera de que sea justo el que está rendido incondicionalmente a las riquezas.”

Sin embargo Demócrito no se refiere a lo pecuniario, a la economía. Lo pecuniario para él fue sólo una metáfora. Metáfora de la filosofía vivencial del individuo con repercusiones sociales: “Quien pretenda el bienestar  preciso es que no emprenda  muchas cosas ni en público ni en privado; y, en las que por acaso emprendiere, no se deje llevar  a más de lo que dan sus propias fuerzas y naturaleza. Guarde por el contrario, esta prevención: que, aun en el caso de que la buena suerte le levante y aun parezca conducirle  al colmo, deponga pretensiones  y no se deje arrebatar  por sobre sus posibilidades; que, en lo material, la bella medianía  es más segura que la megalomanía.”

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