La libertad, según Kant- Platón




Para Schopenhauer la libertad es como el obrero que actúa bajo el espíritu del contrato colectivo de trabajo con el que cuenta la fabrica. Puede hacer y decir lo que desee, en nombre de su libertad, siempre y cuando no rebase lo estipulado en las cláusulas del contrato.

Sólo es un modo de ejemplificar la ley de la causalidad,"la regla según la cual los estados se suceden unos a otros". Para escapar a esa ley, en buena parte al menos, el individuo tendría que permanecer lejos de los deseos de posesión. Esto para un habitante de la ciudad moderna parece una utopía propia de campesinos, filósofos o místicos.  Como no somos nada de eso, entonces tenemos que vérnosla con la ley de la causalidad, que infiere directamente en nuestro panorama de libertad.

La definición que Schopenhauer hace de la libertad es “el poder de obrar, es decir, la falta de obstáculos físicos  capaces de dificultar los actos.”
La libertad, Arthur Schopenhauer, Ediciones  Coyoacán, México, 2007

La libertad absoluta no existe en “este mundo” pero sí existe en “aquel  mundo”. Así lo expresa él hombre común. Los filósofos tienen otra manera de decirlo. No existe en el mundo de la causalidad, pero sí fuera de ella: “la voluntad es libre, pero solamente en sí misma y fuera del mundo de los fenómenos” dice Schopenhauer en su obra La libertad.

Sonaría extraño si decimos  que, a menor riqueza monetaria, más libertad. Parece que es mejor decirlo con un símil: a menor gordura, más salud corporal.

Estamos acostumbrados al dicho que “el dinero lo puede todo”. Menos la libertad. El millonario puede salir de la cárcel, pero  no ser libre. El punto es que se tendrá más libertad  en la medida que se  tenga menos necesidad. Habría que distinguir la necesidad básica de la  necesidad inventada. El asalariado ahora no tiene para pagar el teléfono mensual, pero puede caminar solo, libremente, a la luz del sol,  por el boulevard o por donde s e le pegue la gana. Considérese si  el capo más acaudalado puede hacer lo mismo. O el político más exitoso o el cantante que vende millones de discos al año.

 Ni siquiera el Papa puede ser tan libre para andar por ahí, en la calles y en los mismos pasillos del Vaticano, sin la Guardia Suiza.

El pobre asalariado no es consciente que posee un  tesoro. No es consciente porque sueña con tener todo y ser poderoso...Es decir, sueña con perder la libertad.

Pero hacer más o hacer menos es cosa de carácter no de habilidad o circunstancia. Schopenhauer señala tres tipos de libertad: la física, la intelectual y la moral. Cada una de estas  tiene  sus particularidades.

Señala que la  libertad no debe ser confundida con el libre albedrio. Si el individuo  está en el mundo de la causalidad, ¿de dónde sale con que puede decidir fuera de la cadena de acontecimientos?  A lo largo de todo un capítulo declara que el libre albedrio es un trasto viejo y por demás inservible. Hay aquí una animadversión con la posición teológica católica dada su subyacente inclinación protestante. Más inclinado a considerar el asunto bajo un inflexible  encadenamiento de la causalidad y no de la cosa en sí.

Para sostener su tesis Schopenhauer se enfrenta con uno de sus filósofos más queridos como es Kant. Kant le pone el cascabel al gato y dice que el agua y el aceite  pueden estar juntos pero que no se revuelven. Kant distingue la mecánica del fenómeno, de la cosa en sí.” El hombre, dice este filosofo, es solamente un fenómeno. La cosa en sí  está situada fuera del tiempo. Kant aplicó su profunda distinción  entre el fenómeno y la cosa en sí, que es el carácter dominante de toda su filosofía  y constituye su mérito principal…la cosa en sí que le sirve de substratum, es, como situada fuera del tiempo y del espacio, una e inmutable, y está emancipada de la sucesión de la pluralidad.”

Lo enfrenta para enseguida hacerle el más brillante de los cumplidos señalando cómo Kant concilió la necesidad (causalidad) con la libertad: “Esta doctrina de Kant sobre la coexistencia de la libertad y la necesidad, me parece lo más imponente y profundo producido por el ingenio humano. Esa dictina y la estética trascendental son los dos diamantes de la corona de la filosofía kantiana, que resplandecerá con fulgor eterno.”

El tema de la libertad, como lo presentan Schopenhauer  y Kant,  es como asistir a un duelo de espadachines entre el carácter empírico (terrenal y humano) y el carácter  inteligible (fuera del tiempo y del espacio). Gustavo Flaubert también creía en esta intemporalidad al decir, en su obra La pasión de escribir: “ Estoy seguro de no perder jamás esta capacidad de emoción que la pluma me da por sí misma, sin que yo intervenga para nada, y esta emoción sobreviene a pesar mío”.

Al final parece que entre el fenómeno y la cosa en sí hay continuidad: “el carácter empírico y  la razón última de éste, inaccesible a la experiencia, es el carácter inteligible, es decir, la esencia en sí de ese objeto”. Y nos imaginamos que Schopenhauer tiene que ceder: “ cada ser en el mundo obra según su esencia ,en la cual están contenidas en potencia ya todas sus manifestaciones activas, pero no pasan al acto más que cuando las causas exteriores las determinan, y esas manifestaciones mismas dan a conocer la esencia  de la cual emanan”. Y enseguida lo corrobora: “La libertad no es atributo de carácter empírico, sino de carácter inteligible”

Es  a Platón, nos dice el mismo Schopenhauer, que se le debe esta idea del carácter “fuera de este mundo” y el carácter “dentro de este mundo”: “esta doctrina de Kant, sobre el carácter inteligible  y empírico, es una idea que ya se le había ocurrido  a Platón, pero que Kant ha sido  el primero en elevar a la claridad abstracta y verdaderamente filosófica.”










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