C. S. LEWIS Y LA EXPERIENCIA DE LEER




La experiencia de leer
C.S. Lewis
Leer sin prejuicios, y con sensibilidad literaria, es más difícil que aprender chino.

Clive Staples Lewis (Belfast, Irlanda del Norte, 29 de noviembre de 1898Oxford, Inglaterra, 22 de noviembre de 1963), popularmente conocido como C. S. Lewis, y llamado Jack por sus amigos, fue un medievalista, apologista cristiano, crítico literario, académico, locutor de radio y ensayista británico. Es también conocido por sus novelas de ficción, especialmente por las Cartas del diablo a su sobrino, Las crónicas de Narnia y la Trilogía cósmica.

 “La mayoría nunca lee algo dos veces. Otros en cambio leen un mismo libro diez, veinte o treinta veces a lo largo de su vida”, dice este autor.

Lewis nos comunica cuál es, a su parecer, la manera más efectiva de abordar la lectura. Algunos leen porque están aburridos. Otros, antes que impusieran la arbitraria costumbre de poner películas cuando se viaja en autobús foráneo, para no ver el paisaje. Otros más para obtener mayor aceptación social. Para poder dormir. Porque se está esperando a alguien. Al terminar su lectura poco podrían recordar del contenido de su contenido. El punto es que la lectura es altamente formativa y así, según los casos mencionados, no va más allá de un pasatiempo.
C.S.Lewis

“Cada quien llena su día como puede”, es un dicho de los griegos del tiempo de Aristofanes. Pero si tiene repercusiones sociales positivas, mejor. Las personas con sensibilidad literaria  siempre están buscando tiempo y silencio para entregarse a su lectura y concentrar en ella toda su atención. Para ellas el acto de leer es tan importante que deja una marca en su vida como uno de los mayores sucesos que pueden vivirse: “la primera lectura de una obra literaria suele ser una experiencia tan trascendente que sólo advierte comparación con las experiencias del amor, la religión o el duelo. Su conciencia sufre un cambio. Ya no son los mismos.”

Lee para desarrollar sus potencialidades y llegar a un ser más pleno. Cuando ha alcanzado  una cierta cultura, y conoce lo que en literatura se mueve en el planeta, sabe lo que en cada país, o hasta en escala  continental, no es más que un juego perverso de sectas literarias. Y aprende a distinguir cuando el mercado de los libros ofrece “lo mejor que se ha pensado y dicho en el mundo.” O de aquellas novelas tan “profundas” que se agota su medio millón de  ejemplares  antes de salir a la venta su primera edición...

Lewis se detiene en  las personas que militan en alguna corriente religiosa fanática y por lo mismo están casi impedidas para abrirse a las corrientes de pensamiento de todos lados.

 Nosotros ponemos, como ejemplo de lo anterior, a Raf Waldo Emerson, ministro de una iglesia cristiana heterodoxa. Cuando sintió necesidad de abrirse a la cultura universal  su mundo religioso le resultó tan estrecho como fanático, y tuvo que decirle adiós. Y así pudo llegar a ser uno de los  grandes pensadores del país  llamado Estados Unidos de Norteamérica. De hecho fue uno de los forjadores de lo que  mejor tiene esta nación. Lo anterior es una realidad histórica no obstante el parecer en contrario de algunas sectas literarias.

“Si se trata, dice Lewis, de un joven agnóstico, de ascendencia puritana, el estado mental a que le lleva esa educación es muy deplorable. La conciencia puritana sigue funcionando sin la teología puritana, como piedra de molino sin grano que moler, con jugos digestivos en un estómago vacío, que produce úlceras.”

Por eso dice respecto de la experiencia de leer: “Estamos criando una raza de jóvenes tan solemnes como los animales…Hombres solemnes, pero no lectores serios: incapaces de abrirse lisa y llanamente su mente, sin prejuicios, a los libros que leen.”





















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