ALPINISMO, PREVENTIVO SOCIAL: A. CARREL





El confort (exagerada comodidad y descanso) de la ciudad puede incubar peligrosos narcisismos, anota Alexis Carrel, premio Nobel en medicina en 1912, autor del celebrado libro La Incógnita del Hombre. La gente ha olvidado ir a las montañas y se alejó de los formativos factores ambientales que dan los panoramas de la naturaleza.

 La manera  empírica de constatar lo anterior es observar en qué medida se han incrementado los centros de adaptación social y los hospitales psiquiátricos, las notas rojas de los asesinatos múltiples en colegios y universidades, y el incremento exponencial de las adicciones a drogas, ya sean  autorizadas por  la ciencia médica, ya por las drogas  prohibidas.

“El dolor es sano y el bienestar negativo.”Lo anterior parece una loca inversión de los valores dicha por Schopenhauer. Se refiere a que no somos conscientes de la salud cuando estamos sanos. Nos damos cuenta cuando ya hemos perdido la salud. Y entonces  el dolor se vuelve positivo porque nos obliga a buscar la salud.

Sólo un ejemplo de tantos  que se pueden citar. A los  60 ó 70 años de edad (en especial en las mujeres por eso de la descalcificacion por las menstruaciones)  las  rodillas están por demás deterioradas. Se dan cuenta que, con mucha anticipación, de manera preventiva, debieron  de informarse con la ciencia médica de substancias para prevenir la degeneración de los cartílagos (la glucosamina, por ejemplo). El dolor, al igual que la positiva  alarma del reloj despertador, nos hará buscar la solución que debimos haber buscado décadas atrás: “Así pues- insiste  Schopenhauer-, el bienestar y la dicha son enteramente negativos, sólo el dolor es positivo.” Y Carrel recomienda el alpinismo como medida preventiva, no sólo del individuo sino también, como consecuencia lógica, de la sociedad.
Alexis Carrel

Y tanto  Carrel, como Schopenhauer, nos advierten que hay una enfermedad más peligrosa que el cáncer, la diabetes y la hipertensión juntas, si esto fuera posible: se llama tedio.

Las mayores patologías personales y sociales aparecen porque alguien estaba aburrido. Hay varios orígenes del aburrimiento. Schopenhauer se refiere al que ya no tiene  necesidad de nada:

“Pero si todos los deseos se viesen colmados apenas se formulan, ¿con qué se llenaría la vida humana?, ¿en qué se emplearía  el tiempo? Pongan a la humanidad en el país de Jauja, donde todo creciera  por sí mismo, donde volasen  asadas las alondras al alcance de la mano, donde cada uno encontrara al momento a su amada y la consiguiese sin dificultad, y entonces se vería  a los hombres morir de aburrimiento o ahorcarse: a otros reñir, degollarse, asesinarse y causarse mayores sufrimientos de los que ahora  les impone la naturaleza.”

La palabra “aburrimiento” es sólo la costra que tapa la herida. En realidad es una patología compleja que requiere ser atendida por la ciencia psiquiátrica.

Puede empezar por un simple bostezo el domingo por la tarde. Es cuando Carrel dice que es hora de agarrar la mochila e irse a caminar por los bosques montañosos. El encuentro con la naturaleza, sus vientos helados, sus densas y misteriosas sombras nocturnas, y sus cálidas  luces brillantes del amanecer, insospechadamente bellas, nos despejarán el componente narcisista que andamos cargando.
El confort de la ciudad puede dar individuos muy cuidadositos consigo mismos. Es ahí donde empiezan a incubarse los peligrosos narcisismos cuyos resultados   solemos ver  manifestados en las notas rojas de los medios de información masiva.

Caminar por las montañas.

Siempre tendríamos un mundo mejor
en conducta y  sano por el ejercicio.
 Foto tomada del libro

Los Pirineos

de Patrice de Bellefon
 

 Otros pensadores parecen ir en la misma dirección. El español Juan Valera  le decía a Rubén Darío, el nicaragüense, refiriéndose a “los insensatos hermoseados por la industria e inventiva humana, que la molicie y el regalo de la vida moderna, los ha hecho muy descontentadizos.”

Y Zaratustra (el de Nietzsche), aprovechó que la gente se había reunido en la plaza para ver al bailarín caminar sobre  la cuerda, y decirle al pueblo: “¿Qué dice tu cuerpo de tu alma? ¿No es tu alma pobreza, suciedad y conformidad lastimosa…¿Qué es lo más grande que les puede acontecer? Que llegue la hora del gran menosprecio, la hora en que les hastíe la felicidad misma.”


El alpinismo (andinismo, montañismo) en la realidad persigue horizontes estéticos y filosóficos (no busco la cumbre para morir, la busco para vivir). Pero en algunos casos, como este del peligroso aburrimiento, puede ser terapéutico. Puede ser correctivo y, si se hace, de manera preventiva, con mucho tiempo, mejor.























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