Contra la tendencia de hacerse arcaico: Ortega y Gasset





¿Qué es filosofía?
Espasa-Calpe, S. A. Colección Austral, España, 1973

“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”

Dentro de ciertos límites se puede seguir siendo joven,  sin necesidad de venderle el alma al diablo, dice este filósofo español.
Está parado en medio del  mundo que empieza a destruirse, en el principio del segundo tercio del siglo veinte,  y así seguirá el planeta  el proceso irreversible hasta la ruina. La solidaridad se hunde, la economía también y el éxodo es de todas partes hacia todas partes. Desaparece el ganado en los campos y los perros en las ciudades…

Aparecen las novelas y las películas  del pesimismo y le seguirán los conciertos musicales  multitudinarios con alegría artificial. El pesimismo se vuelve una moda.  El modo laico de consumir drogas y alucinógenos no puede aprehender el modo religioso de los huicholes  y los jóvenes citadinos actúan según su ego y acaban reventando sus neuronas.
 
José Ortega y Gasset
Se descubren, en la segunda posguerra, cuevas que contienen esqueletos humanos y pergaminos que hicieron pensar en una teología antropocéntrica. Al hambre brutal seguirá un hartazgo y  las penalidades espartanas desembocarán en el abandono de la vida muelle y el sedentarismo. El mundo se perdió en las secuencias de la guerra caliente y ahora sigue un mundo loco en las consecuencias de la  guerra fría.

Se buscan soluciones. Ortega escribe: “Es el siglo en el que una música - la de Wagner- no se contenta con ser música  sino sustituto de la filosofía y hasta de la religión. Es el siglo en el que la física quiere ser metafísica y la filosofía quiere ser física, y la poesía, pintura y melodía, y la política no se contenta con serlo sino que aspira a ser credo religioso y, lo que es más desaforado, a hacer felices a los hombres.”

El hombre quiere olvidar, se encierra en su casa, se prepara sus sándwiches (emparedados), tacos, tortas, (hot dogs) perros calientes, hamburguesas, papitas, palomitas o lo que tenga a la mano, enciende la televisión y, considerándose de una generación ya pasada, enciende su televisor... Es la época en la que se empiezan a escuchar palabras hasta entonces reservadas a la medicina tales como hipertensión, triglicéridos, colesterol…

 Y como la costumbre se va extendiendo, el contagio agarra dimensiones de epidemia. El contagio es importante, ya sea en sentido patológico o bien en el terapéutico. Es en este contexto en el que tiene que leerse a José Ortega y Gasset cuando pregunta a través del título de su libro ¿Qué es filosofía?

Algunos de los viejos filósofos presocráticos encontraron el modo, para  cuando querían salirse de este planeta,  y era sólo dejar de respirar. Es un modo bárbaro para la gente moderna del siglo veintiuno. Ésta ha encontrado una mejor manera y es envejecer pronto por medio del sedentarismo.

Necesario ir en la dirección contraria. Cuando ¿Qué es filosofía? cayó en nuestras manos ya teníamos los montañistas mexicanos el libro de técnica alpina de Ernesto Mallafré titulado: Escalada. Hablaba de la técnica de escalar pero sobre todo de un contexto vigoroso de caminar por las montañas, lejos de las sabrosas patologías de la ciudad.

Tanto Ortega como  Mallafré parecen decirnos: “agarren su mochila y váyanse a caminar por los bosques, antes que sea tarde y, pujando bajo el peso de la mochila  y sudando la gota gorda,  olvidarán que pertenecen a la generación pasada”.


Mallafré lo hace sobre las cumbres pirenaicas y Ortega, como filósofo que es, aborda el tema de la manera teórica y dice en la obra citada: “hay tendencia a hacerse poco apoco arcaico. Parejamente, cuando llega a los cincuenta años el hombre que ha cultivado los ejercicios físicos tiende a abandonarlos y reposar. Si lo hace está perdido. Sus músculos perderán elasticidad y pronto la decrepitud de ellos será inevitable. Pero sí, resistiendo a las delicias del descanso, salva ese primer deseo de abandono y continúa el pleno ejercicio, verá con asombro que sus músculos poseían aún un imprevisto capital de juventud. Quiere esto decir que en vez de abandonarnos a la fatalidad que nos aprisiona en una generación, es preciso reobrar contra ella, renovándose en el modo juvenil de la vida que sobreviene. No se olvide que es característica de todo lo vital la contaminación. Se contagia el vicio y la virtud, se contagia la vejez y la mocedad. Como es sabido, no hay capítulo más lleno de promesas en la biología de hoy  como el estudio experimental del rejuvenecimiento. Cabe, dentro de ciertos límites, con una higiene determinada física y moral, prolongar la juventud sin vender  el alma al diablo. El que envejece pronto es porque quiere, mejor dicho, porque no quiere vivir.”



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