ARISTIPO: LA EDUCACION ES CARA Y HAY QUE PAGARLA





Conozco a los dioses porque te oigo que los niegas.

Vidas de los filósofos más ilustres
Diógenes Laercio
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos…Núm.427,año 2003
Primera edición en español: Basilea 1553

“Arístipo (435 a. C. - 350 a. C.) fue un filósofo griego fundador de la escuela cirenaica que identificaba el bien con el placer. Nació en Cirene en 435 a. C. Atraído por la fama de Sócrates, fue a encontrarle y se hizo su discípulo. Muerto el maestro, se volvió a su patria, donde en los últimos años de su vida enseñó filosofía para subvenir a su sustento. Fue el fundador de la escuela cirenaica, propugnadora del Hedonismo.”


Aristipo es del bando de los epicúreos  (más bien hedonistas), ya que tienen en lugar central el deleite de los sentidos. Pero no tanto como esto se entiende en el siglo veintiuno, de bacanales, borracheras y comilonas sin fin. Es el deleite de los sentidos pero en relación a tener conciencia de estar sanos.

Nos damos cuenta del inmensurable valor de la salud hasta que la hemos perdido. Esto hace que en plena inconsciencia de la salud, no la apreciemos y cuidemos como es necesario hacerlo. Lo que ahora la ciencia médica llama “preventivo”, prevenir. Me sentía bien a los cincuenta años de edad, y comía un huevo diario por la mañana y carne roja en la comida, hasta que el médico me dijo que tenía un colesterol  de pronósticos reservados.

 Aristipo pertenecía a la secta que   llamaban cirenaica. Decían que acomoda más a nuestra naturaleza el deleite que el dolor, y por esto tenemos más cuidado del uno que del otro.

Las  conclusiones  filosóficas de Aristipo  son numerosas y originales. Mencionaremos algunas.

Alguien le pidió a Aristipo que se hiciera cargo de la instrucción de su hijo para lo cual, desde luego, estaba dispuesto a pagar. Se destaca esto último porque en esos lejanos días dominaba la idea entre filósofos, Sócrates incluido, o sobre todo Sócrates, de no cobrar  por su labor de enseñar, ya fuera la instrucción personalizada o la comunitaria.

Este episodio que sucedió hace casi veinticinco siglos, tiene que ver, y de manera importante, con el estado que guardan en la actualidad  los presupuestos para las universidades públicas de muchos países. En especial los países llamados del tercer mundo. Consideran que esos presupuestos son un gasto cuando debería considéreseles una inversión. En otras palabras, están en el tercer mundo por ser miserables con los presupuestos para educación. Por más materia gris que haya en esos países su labor de docencia, investigación y difusión de la cultura,  condena a su pueblo a ir a la zaga de los países que más invierten en educación.

Sólo para dar una idea de cómo anda la cosa en la actualidad del mundo, en eso de los presupuesto para las universidades, hace poco, en el primer tercio del siglo veintiuno, Luis García escribió,  en una publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México, que  Letonia ha reducido a la sazón casi la mitad su presupuesto de universidades, el Reino Unido en un cuarenta por ciento y Grecia e Italia un treinta y uno, y un veinte,  por ciento, respectivamente. En el caso británico, además, se ha acompañado la medida con una subida de tasas a los estudiantes tal  que ha provocado protestas. Sólo Francia y Alemania escapan a esta tendencia. Alemania hasta ha aumentado el presupuesto en ochocientos millones y ha reservado dos mil setecientos adicionales para su plan de excelencia universitaria.

Aristipo le dijo que cobraría quinientas dracmas por la instrucción del niño. El padre se escandalizó. Comentó que con esa cantidad hasta podía comprar un esclavo.   La respuesta de Aristipo fue: “Cómpralo, tendrás dos.”


Otro tema que ofrece la filosofía de Aristipo es algo que golpea fuertemente las puertas de nuestras costumbres en cuanto a relaciones sexuales con una  mujer. Aristipo no está en la perspectiva de Platón (en La República) ni de Aristofanes (en La Asamblea de las Mujeres) en cuanto a socializar, comunitariamente, las relaciones hombre-mujer. Todas para todos y todos para todas. Aristofanes en su comedia citada demostró que tal promiscuidad acaba implosionado a la sociedad.

El asunto se maneja en un nivel que es propio de la cultura occidental. Uno para una y una para uno. Pero que, él o ella, la vida los puso en situación de tener o haber tenido, relaciones exteriores (divorciadas, madres solteras, viudas, violaciones, sexo servidoras por necesidad, etc.). San Agustín, con relación al tema, se hizo esta pregunta hace diecisiete siglos. “Pedimos virginidad en la mujer, ¿si ella me pidiera lo mismo?”

Siete siglos antes que San Agustín, Aristipo se encontró con la situación que, teniendo costumbre de visitar a una meretriz, algún conocido le echó en cara tal actitud porque prefería tomar una casa donde han habitado muchos. Aristipo respondió con una pregunta: “Qué diferencia hallas entre navegar en una embarcación en que han navegado muchos  y una en que nadie?”

Lo que sigue, de este mismo tema, se refiere  a algo que distingue a una mera posesión pulsional a otra afectiva. Tenía relaciones con la prostituta Leyda y otro entrometido, también se  lo echó en cara. Aristipo respondió: “Yo poseo a Leyda, pero no ella a mí. No dejarse arrastrar de los deleites es laudable, más no el privarse de ellos absolutamente.”


Aristipo también se refiere a la necesidad que tiene la gente de ejercitarse constantemente en las cosas buenas “por los grandes afectos viciosos que nos son naturales.” En estas pocas palabras nos relata la lucha del bien y del mal. O, dicho en términos laicos, los hábitos higiénicos antes de hundirse en lo que la ciencia médica llama cuadros patológicos.

Y Mitro, tesorero de Lísimaco, también  le echa en cara a Aristipo su ignorancia respecto de las cuestiones de los dioses. Mitro era furibundo enemigo de la idea que los dioses existieran. Lo negaba con tanta pasión que más parecía que los veneraba.

Aristipo contestó: “¿Cómo puedo no conocer a los dioses, cuando te tengo a ti por su enemigo?”.















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