CUATRO EPIGRAMAS DE BALTASAR GRACIÁN




Agudeza y Arte de Ingenio
Baltasar Gracián
Universidad nacional Autónoma de México-1997


Componen su obra, llena de espiritualidad y cultura, estos epigramas de diversos autores.

En ella analiza y propone  que “la agudeza es una dialéctica del ornato, o una forma estética en cuya médula  prevalece un argumento.” En ocasiones una frase es el meollo de toda la pieza. Con frecuencia pone las primicias y deja al lector que deduzca  el efecto. O viceversa, por eso la obra se llama Agudeza y Arte de Ingenio.

Por ejemplo, se abstiene de entrar en detalles, respecto  de la corrupción que padecen, en el principio del siglo diecisiete, numerosas sociedades. Sólo dice: “Mirad cual está ya el mundo.”

Para los que, en nombre de un “idioma vivo”, gustan de escribir  modismos, y abusar de los neologismos, hasta hacer del idioma  casi un argot o lunfardo, dice:

Si aspiras al laurel, muelle poeta,
La docta antigüedad tienes escrita,
La de Virgilio, y la de Horacio imita,
Que el jugar del vocablo es triste seta.

Para los que se afanaron en acumular, en lugar de vivir:

Todos viven penando si se advierte,
Éste por no perder lo que ha ganado,
Aquel, porque jamás se vio premiado.

Para los que, por necesidad profesional o por vanidad, no aceptan que el tiempo pasa:

Elisa, ya el preciado
Cabello, que del oro escarnio hacía,
La nieve ha variado.
¿Ay!, ¿yo no te decía,
Recoge, Elisa el pie, que vuela el día?


Y para cuando el yo, el ego y el ello han pasado:

Cuatro dientes te quedaron,
 si bien me acuerdo, más dos,
Elia, de una tos volaron.,
los otros dos de otra tos.
Segura puedes toser,
 Elia, ya todos los días,
pues no tiene en tus encías,
Baltasar Gracián
la tercera tos ,qué hacer.

“Baltasar Gracián y Morales (Belmonte de Gracián, Calatayud, 8 de enero de 1601-Tarazona, Zaragoza, 6 de diciembre de 1658) fue un escritor español del Siglo de Oro que cultivó la prosa didáctica y filosófica. Entre sus obras destaca El Criticónalegoría de la vida humana— que constituye una de las novelas más importantes de la literatura española, comparable por su calidad al Quijote o La Celestina.”





WHITEHEAD Y LAS CONDICIONES PARA LA EXPERIENCIA ESTÉTICA



El devenir de la religión
A.N.Whitehead
 Editorial NOVA,Buenos Aires


La estética busca el sentimiento puro, en los valores, frente al fenomenalismo. O bien busca expresarse, la estética, a través del fenómeno.

Coloquialmente, saber combinar los recursos materiales con los espirituales, para poder construir lo mismo una casa que comprar un tractor como  escribir un poema o una novela, todo en la búsqueda de un mundo mejor para todos, dentro de la finalidad creadora.

Para tal efecto es preciso proceder  como  los alpinistas cuando ascienden una montaña que no cuenta con albergues ni refugios de altas cotas. Establecer su campamento base y desde ahí ir ganando altura. La manera es instalar campamentos de altura, cada vez más altos. Si se sabe conservar el campamento base, allá arriba pueden azotar las más  crueles tempestades. Siempre habrá un campamento base desde donde volver a empezar.

 Y al final está la cumbre, motivo de todos los afanes. Pero la cumbre es sólo un vacío  metro cuadrado de rocas como cualquier lugar. Pero que no significa lo que en cualquier lugar. Es un  lugar, vacío, tan estrecho, y tan codiciado, que por llegara él los humanos están dispuestos a dar la vida misma.

 Es así porque  en ese lugar vive la estética. Lo que esto signifique para cada quien en particular.  Pero ni preservar los campamentos de altura, ni alcanzar el lugar donde vive la estética, sería posible si no se conserva el campamento base.

Un símil de acá abajo, del valle, de lo que Whitehead  nos dice, con su idea de conservar, para edificar, es en relación a lo que se viven todos los días en el mundo laboral. En dialogo con el patrón. En el real y vigoroso  sindicalismo, ese que se discute libremente en las asambleas y también libremente se decide por su voto depositado en las urnas.

La síntesis de lo que se debate  se llama contrato colectivo de trabajo. Quítese ese documento estabilizador y todo se convierte tarde o temprano en caótico en las relaciones obrero-patronales.  Será el mundo de la dialéctica laboral en el que nadie se queda con todo ni nadie se lleva el cien por cien. A ambas partes, pues, interesa conservar su CCT. 

Querer quedarse con todo, recientemente, apenas en el siglo pasado, costó la vida de doscientos  millones de humanos.

Conservar es la palabra clave en esta parte de la filosofía de Whitehead. Este pensador es considerado como “el más importante de todos los metafísicos ingleses contemporáneos precisamente porque nace como científico” (Ramón Xirau, Introducción a la historia de la filosofía).

También para Leibniz la idea del orden es punto central en su filosofía. A la metafísica Leibziana se le conoce como doctrina del orden.

 En otra escala, conservar la estabilidad del mundo es lo que  piensa el filósofo para que pueda darse una nueva experiencia estética y empieza su obra, reiteramos, con la palabra conservación:

“La conservación a través de las edades de la historia, de un tipo dado de experiencia como sucesivos ejemplos de ocasiones separadas requiere, el orden estable del mundo actual.”

Y más adelante dice:

“El nacimiento de una nueva experiencia estética depende de la conservación de los principios en la finalidad creadora.”
 
Whitehead
“Alfred North Whitehead, OM (Ramsgate, 15 de febrero de 1861 - Cambridge, Massachusetts, 30 de diciembre de 1947), fue un matemático y filósofo inglés. Nació en Ramsgate, (Kent, Inglaterra), y falleció en Cambridge, Massachusetts, (Estados Unidos). Publicó trabajos sobre álgebra, lógica, fundamentos de las matemáticas, filosofía de la ciencia, física, metafísica, epistemología y educación. El trabajo más conocido, del que es coautor con Bertrand Russell, es Principia Mathematica. En ese tiempo partiendo de una teoría relacionista (o más bien relativista) del espacio centró su epistemología en la naturaleza de las cosas. Mantuvo tal postura hasta la década de 1930. A partir de entonces su obra tomó visos más metafísicos. Whitehead fue profesor en las universidades de Londres y de Cambridge, donde destacó por sus estudios lógico-matemáticos. Luego en Estados Unidos fue director de la cátedra de filosofía en la Universidad de Harvard, y tuvo entre sus discípulos a Quine.”





FICHTE Y SU NECESIDAD VITAL



El destino del hombre
J.G.Fichte

¿Con relación a qué las cosas se mueven?

Observar las cosas, en su constitución física y en sus traslaciones, es lo que hace pensar a Fichte  en que todo esto es en relación a algo inmutable y eterno:

“Yo necesito que exista algo fuera de la mera representación, algo que sea, que haya sido y siga siendo independiente de la representación; algo de lo cual la representación no sea sino mera espectadora, sin producirlo sin poder cambiar la menor de sus partes.”

El antropocentrismo le parecía de importancia extraordinaria pero no razón suficiente que explicara la presencia de fuerzas vitales. Estaba convencido que los átomos siguen reglas pero que no hacen juicios subjetivos. Y en ocasiones ese antropocentrismo se acerca a un narcisismo auto contemplativo, por más redundante que esto parezca.
En la acción, con contenido moral, veía la solución. Decía para sí mismo:

“Tú no existes para una mera observación  o expectación de tí mismo, ni para incubar eternamente tus propias  impresiones, sino para la acción, la acción y sólo la acción determina tu valor.”

Sus habilidades cognitivas le proporcionaban fluidez para la especulación pero, frente a la belleza, resultaban una camisa de fuerza que no iba más allá de la causalidad de billar en  una partida de tres bandas.

Se preguntaba a qué se debía esa motivación que lo impulsaba tan vivamente, desde su individualidad, a hacer cosas con y parar el mundo. De algún modo percibía que era motivado por algo que no  pertenecía al mundo atómico de Heráclito:

“algo existente fuera del conocimiento, por su naturaleza completamente independiente fuera de él…Este algo existe, lo sé intuitivamente pero he perdido la pista por medio de la especulación… ¿De dónde nace aquella voz que en mí interior resuena, y que me lanza fuera de la representación?”

Es un acto de libertad mediante el yo que me defino y  afirmo.

“La fuerza real debe estar fuera de ellos, y como tal, existir por sí misma”

Por momentos parece encontrar de dónde le viene esa necesidad de creer en una razón vital que no puede encontrar en el mero chocar de los átomos:

“Toda mi convicción es fe, y no es otra cosa, y proviene de mis sentimientos, no de mi inteligencia…Si sólo ejercito la inteligencia descuidando la voluntad, no conseguiré sino la posibilidad de perderme en el vacío  de las sutilezas y los sofismas.”

Al final Fichte va  al recurso de la intuición. Acepta, intuye, la existencia de la razón vital sin cortapisas pues no intelectualiza el hecho sino que lo siente. Pero la intuición no se queda ahí sino que exige un mayor acercamiento a una fuerza exterior a él:

“Estoy firmemente persuadido  que no lo percibo, sino mediatamente por sus manifestaciones; sin embargo le atribuyo  una existencia  independiente de mí.”

 
Fichte
“Johann Gottlieb Fichte (Rammenau, 19 de mayo de 1762Berlín, 27 de enero de 1814) fue un filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.”




















ORTEGA Y GASSET: ALGO SOBRE LA IGNORANCIA DE SÓCRATES



¿Qué es filosofía?
José Ortega y Gasset
Espasa-Calpe,S.A. Madrid nüm. 1551-1973

El animal no sabe que no sabe. Dios lo sabe todo y no necesita saber. El humano es el que sí sabe que no sabe y además siente una enorme necesidad de saber.

El conocimiento es cuestión de datos: “todo problema supone datos…Para que el pensamiento actué tiene que haber un problema delante y para que haya un problema tiene que haber datos.”

Sabemos algo e intuimos que todavía queda algo por saber: “Y tal fue, en rigor, el sentido profundo del ´saber el  no saber´ que Sócrates se atribuía como único orgullo.”

Ortega añade:

“Por eso se pregunta Platón. ¿Qué ser es capaz de actividad cognoscitiva? No lo es el animal porque lo ignora todo, inclusive su ignorancia, y nada puede moverle a salir de ella. Pero tampoco es Dios, que lo sabe ya todo de antemano y no tiene por qué esforzarse. Sólo un ser de intermisión, situado entre  la bestia y Dios, dotado de ignorancia pero a la vez sabedor de esta ignorancia, se siente empujado a salir de ella y va en dinámico disparo, tenso, anhelante, de la ignorancia hacia la sabiduría. Este ser intermedio es el hombre. Es, pues, la gloria específica del hombre  saber que no sabe –esto hace de él la bestia divina cargada de problemas.”


El pueblo de Jódar, Jaén, a Ortega y Gasset, octubre de 2012


José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores