RECORDANDO A HEGEL DESDE LA BASURA


“Este domingo 22 de abril (2014), México y el mundo celebrarán el Dia Mundial De La Tierra o “Día Internacional de la Madre Tierra”, una iniciativa que promueve el reconocimiento de las sociedades de que la Tierra y sus ecosistemas proporcionan el sustento para la existencia de la vida.”

Si la naturaleza es Dios mismo, como veremos con Hegel y con Spinoza, cabe la pregunta: ¿Por qué la encochinamos?

Desacralizar a la naturaleza tiene un precio muy elevado, ahora lo sabemos, sino preguntemos a Greenpeace.

El primer paso lo dieron las religiones espirituales. Pusieron inusitado empeño en combatir los viejos mitos que vivían en el bosque y las montañas, desiertos y ríos.

Luego vino, desde el viejo Parménides, el pensamiento laico agresivo que reclamaba su lugar en el centro del universo, el antropocentrismo. Su divisa se llama “prosperidad”. Uno de sus grandes afluentes es el consumismo. Lo demás es una historia que todos conocemos:un millón de toneladas de basura al día. 

El progreso, que de otra  manera se le llama Humanismo, con su laicismo cultural, que clama el respeto por la naturaleza, ahora sólo parece una exigencia de los boy scouts de la que nadie hace caso.

Prosperidad,consumismo,basura.

Ni los países en ascenso que explotan los recursos hasta el desbordamiento de lo racional. Ni los países en descenso que, faltos de cultura suficiente, lo ensucian todo, lo queman todo y lo desforestan todo.

Basta mirar el retroceso, hacia arriba, inusualmente acelerado de los glaciares en las montañas para comprobar que el deterioro mundial no es una fantasía. Igual en el Monte Blanco, McKinley, Pico de Orizaba, Everest, Aconcagua…

Este es el contexto atmosférico patológico en el que cabe traer a la memoria el pensamiento de dos filósofos que, de otra manera, parecería que se ocupan de temas meramente académicas con mucha lejanía de la gente de la calle. Es una manera de decir porque el aire atmosférico contaminado, con alta dosis de plomo, azufre, etc. se mete hasta las alcobas de las lujosas mansiones de los apartados fraccionamientos.

Benedictus   Spinoza y G. W. Friedrich Hegel buscan con afán la presencia de Dios en la naturaleza. ¿La naturaleza, como creían los antiguos, es el mismo Dios? ¿O Dios habla por medio de la naturaleza? 

Prosperidad, consumismo,basura.

Hubo un tiempo que se encerraba  en manicomios  a los que creían en dioses, ahora todos estamos quedando  encerrados en  hospitales para tuberculosos, elegantemente roturados como: “instituto de investigaciones de las vía respiratorias”.

Spinoza escribía, ya en el siglo diecisiete, una manera  directa y sencilla de conocer a Dios y es ver que la naturaleza es el efecto de la causa. Dios sería la causa. Pero la naturaleza no  como una creación  salida de las manos de Dios, que es como tradicionalmente  dicen las religiones, sino la naturaleza  como un reflejo de Dios, al estilo de cuando nos vemos en el espejo.

 “sin Dios nada puede ser ni concebirse, es indudable que todo lo que hay en la naturaleza, considerada con su ciencia y perfección, envuelve y supone el concepto de Dios, de donde resulta que a medida que conocemos más las cosas naturales, mayor y más perfecto conocimiento adquirimos de Dios, y en otros términos, puesto que conocer el efecto por la causa no es más que conocer una de las propiedades de esa causa, a medida que conocemos más las cosas naturales, conocemos con mayor perfección la esencia de Dios que es causa de todo lo demás.”(Tratado Teológico-Político)

Todo es Dios en la concepción hegeliana, montañas, cielo, lo material y lo inmaterial. Y como en la naturaleza material todo está en constante cambio, para guardar el equilibrio, Dios mismo está en constante cambio.

En esto está la diferencia de la concepción hegeliana de Dios que la que tiene el cristianismo, como una teología perenne en desarrollo y no una cuestión estática.

En el cristianismo ya  todo está  hecho, es decir, Dios  es la  cosa en sí, desde antes del tiempo porque está fuera del tiempo y por lo tanto fuera de la causalidad.

Dios en el  concepto hegeliano tiene una historia y que por lo mismo se desarrolla. Deviene y tiene lugar la dialéctica. Es una especie de evolución del espíritu en lo de Hegel: “Su concepto filosófico fundamental es que Dios mismo tiene una historia, que   da pasos para el desarrollo de todo su ser.”
Prosperidad, consumismo,basura.

Todo tendría lugar en una especie de causalidad metafísica. Esto lo anota W. Weischedel en su obra Los filósofos entre bambalinas (Fondo de Cultura Económica, México, 1974):

“Su pensamiento es una filosofía vital que surge de las preguntas  concretas de la existencia y que, tal como se desarrolló en un sistema, se convirtió precisamente en la última gran metafísica del espíritu occidental.”

Hegel quiere ser preciso y no dejar dudas para los manipuladores y ventajistas de la historia: “Si el mundo es la forma en que se manifiesta Dios, de ello se desprende  necesariamente que también el mundo, a fin de cuentas, es de naturaleza espiritual. Todo lo que vemos ante nosotros: no sólo el hombre  y las creaciones de su espíritu, sino también las cosas, las montañas, los animales, y las plantas, en resumen toda la naturaleza es, en el fondo, espíritu. Es sólo nuestro punto de vista limitado y finito el que nos lleva a creer que las cosas tiene una naturaleza material…Quien lo examina en verdad, debe considerarlo como un espíritu que se ha hecho visible. Porque sólo lo espiritual es lo real.”

En términos generales este pensamiento de Hegel se identifica con la filosofía nahuatl, donde los dioses deviene eternamente, encontrando de esa manera, en el equilibrio, su dialéctica. Este respeto por la naturaleza vive aun en las más de cincuenta etnias de México.

Weischedel escribe, refiriéndose al pensamiento de Hegel en este punto: “Así pues, lo que vemos como cosas, como naturaleza, es en realidad Dios mismo.”

 
Hegel
“Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Wurtemberg, recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Wurtemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Le fascinaron las obras de Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Kant, Rousseau, así como la Revolución Francesa, la cual acabó rechazando cuando esta cayó en manos del terror jacobino. Se le considera el último de los grandes metafísicos[cita requerida]. Murió víctima de una epidemia de cólera, que hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831.”















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