J.WAHL, DE REGRESO A LOS PRESOCRÁTICOS


Cruzamos caminando, y con mochila al hombro, la  llanura-desierto de la parte norte del Estado de Chihuahua (sólo la mitad norte son 124 000 kilómetros cuadrados)  y creemos conocerla.

Es una manera de decir. Si la cruzamos veinte veces siempre descubriremos cosas, situaciones y sensaciones en las que no habíamos reparado las veces anteriores.

Pero aun, si los tres del grupo escribimos de la manera  en que vemos el desierto, tendremos tres relatos o  maneras de percibir ese mundo que, de tan brutalmente real y bello, parece casi  fantástico.

Y, si pasado cincuenta años, otro grupo vuelve a cruzarlo, esa generación lo verá todavía más diferente que nosotros lo conocimos, aunque sea la misma ruta del  desierto que nosotros seguimos.

En el terreno de las ideas sucede lo mismo, asegura Wahl: “en filosofía no hay progreso, pareciendo el pasado cada vez más profundo a medida que vamos hacia el futuro.”

Si queremos poner orden entre tanto subjetivismo, pensaríamos en volver a empezar desde antes de las puntas de piedra clovi, cuando éramos criaturas del Plioceno. Sin tantas marañas de interpretaciones intelectuales que parecen decir mucho nuevo pero que no se alejan gran cosa de lo original.

El Popocatepetl, la segunda cumbre en altitud  de México (antes del actual periodo de actividad volcánica  tenía 5,452 m.s.n.m.) fue plasmado en la tela por dos grandes pintores Gerardo Murillo y Diego Rivera. Dos concepciones por demás diferentes

¿Qué de extraño  es cuando nos encontramos con la concepción que se tiene de la palabra filosofía, la comúnmente aceptada que  es “ amor a la sabiduría”,  para Aristóteles “el estudio del Ser qua Ser”, Alexander la llama “ co-presencia con las cosas”, Whitehead le dice “prehensión”, Heidegger “Ser en el mundo”, etc.

Siempre encontramos algo nuevo o diferente. Sucede lo mismo  con la lectura de la novela que tanto nos gusta. Diez veces la hemos leído y nunca falta algo interesante que no habíamos visto antes.

¡Y, el colmo! Si yo mismo escribo un tema al atardecer, cuando voy a tomar una taza de café, es increíblemente diferente que si lo escribo a las cinco de la mañana…

Así es como dice Wahl, destacado filósofo marsellés, que se está en el campo intelectual. Las grandes filosofías clásicas, apenas las conocemos, aunque creemos conocerlas bien. Las hemos enredado de tal manera que los grandes recursos dialecticos, para la armonía humana, los convertimos en barricadas desde las que enviamos cañonazos a la barricada de enfrente.

 La complejidad de los temas en ocasiones  así lo exige pero,  el espíritu de secta, sobre todo, hace lo suyo y el asunto acaba más enmarañado pero ahora artificialmente.

A base de abstracciones esos filósofos, como hacen muchos historiadores, esos que venden un millón de ejemplares en tres días, acaban logrando que hasta el  Minotauro se pierda en su laberinto.

Refiriéndose a Descartes, Wahl anota: “fue este un problema en toda filosofía derivada de Descartes. Se habían separado demasiado tajantemente las sustancias materiales de las  espirituales.”

Algunos pensadores, al estilo de Nietzsche y su abuelo intelectual, Schopenhauer, pone distancia de por medio ante tanta maraña  y se van por la libre en la soledad intelectual.

“Todas estas opciones y tensiones, junto con el esfuerzo de alcanzar una unidad viviente, son las razones de la rebelión de muchos filósofos de los últimos tiempos, en particular desde Nietzsche, contra las grades filosofías  clásicas. Vemos a Nietzsche, James, Bergson, Kierkegaard, Heidegger, Jasper, y Whitehead, criticar a Descartes: a James criticar a Spinoza, etc.

Pero como sólo muy pocos  pueden jugar el deporte de ping pong en solitario, es cuando  se piensa que  es mejor regresar a la comunidad. Regresar a los sofistas y, mejor aún, a los Presocráticos.

Wahl: “Muchos de estos filósofos abogan por una vuelta a los sofistas e incluso- con mejores razones- a los Presocráticos. “

Por eso decir  que, un viaje hacia el futuro regresando al pasado, no es una expresión tan loca si leemos en Wahl cuando se refriere a los Presocráticos: 

“aquellos filósofos tan antiguos estaban de hecho más cerca de la verdad que nosotros hoy.”






“Jean Wahl nació en Marsella, en  1888. Falleció en París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos, Filosofías   pluralistas de Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).” Wikipedia.















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