KANT BUSCA LO IRREAL DE LO REAL


Decir de entrada que la obra filosófica de Kant  va en la perspectiva de enaltecer la fe por encima de la razón pura.

La razón es conocimiento referido al mundo de la ciencia y la fe se refiere  a los imperativos morales que conducen a Dios.

Esa es la cancha de futbol en la que juegan los dos equipos, desde  Parménides y Platón, hasta Nietzsche y  Leibniz.

Cuatro asuntos llegan de manera recurrente a nuestro pensamiento, así estemos en medio de un ruidoso festín, escalando una montaña, cruzando el desierto de Altar, viendo el partido de futbol o en  jacuzzi haciendo el amor con una chica: Dios, la realidad, la libertad y la inmortalidad.

Nadie sabe con certeza cuándo aparecieron esos temas en la mente humana, o si esos temas fueron los que hicieron humana a la bestia, pero el caso es que tales temas siguen llegando.

¿Cómo es el mundo? No lo sabemos. Es otra de las conclusiones de Kant. Creemos como cada uno en particular lo ve.

 En la construcción de una casa el arquitecto, el albañil y el experto en la mecánica de suelos, ven perspectivas diferentes.

 Un geólogo, un escalador y un campesino ven al enorme  volcán nevado de distinto modo.

En su obra, Los filósofos entre bambalinas, W. Weischedel anota  lo siguiente: “La consecuencia más importante que saca Kant de todo ello es que la realidad no se muestra al hombre  tal y como puede ser en sí misma, sino sólo  tal como le parece a él que es, de acuerdo con el tipo particular de su capacidad de conocimiento.”

La libertad es otro tema que llama a Kant. Se  puede decidir sólo cuando hay libertad  Y cuando hay libertad se da cuenta que esto de la libertad existe nada más entre comillas. El individuo es parte de un orden establecido. Aun si viviera solo, en el desierto, esa soledad geográfica le impondría reglas de cómo deberá comportarse.

El individuo   neurótico que va manejando su automóvil se da cuenta que hay otros que también quieren  la calle en exclusiva, que hay semáforos…

Este “debe comportarse de cierta manera” no significó nada para muchos que ahora están en la cárcel. Y hay cárceles que miden más de una hectárea…

Kant aprueba-escribe W. Weischedel- que “cuando el hombre desea sinceramente saber cómo comportarse, se enfrenta a una orden absoluta, a un imperativo categórico que le impide actuar de manera arbitraria y caprichosa. En esa forma se asegura, por encima de todas las consideraciones racionales, de que debe comportarse  así y no de otro modo.”

Y una vez que tengo conciencia y que veo el mundo como yo lo puedo ver, Kant se pregunta qué hay más allá de la realidad visible. De todo el amplio espectro electromagnético sólo puedo ver una pequeña rendija. ¿Será así para lo demás?

En Aurora, Nietzsche  se queda parado en este punto. Dice que al humano no le es dado ir más allá. Las leyes del universo no pueden hacer una excepción para el humano, como no la pueden hacer para una hormiga cuando muere.

Pero Kant sí da ese paso. Se pregunta qué es lo ilimitado de lo limitado: “eso indica que el pensamiento de Kant-escribe  W. Weischedel-iba dirigido, sobre todo, hacia lo que se conoce como metafísica desde la antigüedad: hacerse preguntas  sobre los datos directos e investigar el primero  y el último de los fundamentos de la realidad.”

En la dicotomía de estos dos pensadores se reafirma que sólo se puede decidir si  hay libertad. Lo ilimitado de lo limitado es el balón que está en la cancha. 

Pero se juega porque hay libertad de jugar. 

Si juega sucio o juega limpio, ya se las verá con su conciencia...

 
Kant
 “Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de 1724Königsberg, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.”


















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