MONTAIGNE BUCEA ENTRE LOS VERBOS LEER Y HACER


Ensayos escogidos
Cap. De la enseñanza de los hijos

Felicidad es lo que proporciona la filosofía.

Buscar y rebuscar en filosofía es sólo el devenir cuya cima es la felicidad pero, como toda cima alcanzada por el alpinista, hay que saber conservarla a través de un devenir sin fin.

“las máximas de la filosofía alegran y regocijan a los que de ella tratan, en lugar de ponerlos  graves y de entristecerlos”, dice Montaigne.

Lo que Montaigne anota no es  la voz apresurada sino la sabiduría autorizada por los siglos. Hay un puente que une espiritualmente al Séneca del imperio romano con el Montaigne del siglo dieciséis.

Ver una película de alpinismo no es lo mismo que hacer alpinismo. Leer y hacer son dos verbos a los que George Santayana llama la insobornable prueba  de la idea operante.

Los dos grandes sistemas del pensamiento humano, la teología y la filosofía, caben en una sola palabra, cada una de ellas por separado.

Sintetiza en una palabra la Biblia, preguntó alguien en el trascurso de un vivac en la pared  del Abanico, lado norte del volcán Popocatepetl, en los 4,900 m.s.n.m. Teníamos diez horas por delante de inactividad con quince grados bajo cero y había tiempo para charlar. Se cree que las bajas temperaturas congelan las ideas pero el otro desmintió ese dicho al contestar de inmediato: amor. ¿Y la filosofía? Felicidad.

¿Cómo entonces la teología y la filosofía, es decir, la religión y la laicidad, han causado tantos destres en la humanidad? Los hombres son los responsables no esas disciplinas del pensamiento. Se les ha agarrado en el sentido contrario, como la palanca del diablo, para causar la confusión, no para procurar la concordia.

A semejanza de lo que hacen los historiadores, que hurgan en grandes textos para justificar abstracciones, lo conveniente unilateral, sacrificando la visión dialéctica de conjunto.

Puedes leer veinte veces la Biblia de cabo a rabo y serás un erudito en literatura sagrada, pero no un santo, agrega. La idea operante es la que somete en este caso a prueba la validez de los verbos leer y amar. Leer teología para amar o sólo para conocer. Traducido: ¿hacer o sólo conocer? Por ejemplo, esto último es lo que hacen los eruditos en cuestiones sagradas que vemos en la televisión.

Otro, desde el fondo de su sleeping, cubierto de escarcha, dice, casi se queja, que no es lo mismo ser un conocedor de películas de alpinismo, que el acto de escalar montañas.  Igual sucede en filosofía. Aquí también la idea operante es la que va a depurar los verbos leer y filosofar: conocer y practicar.

Y es a esto a lo que se refiere Montaigne cuando habla de la sabiduría:”Los pedantes la han mostrado con semblante hosco, pendenciero, despechado, amenazador y avinagrado, y la han instalado en una cima de escarpada roca, rodeada de abrojos, cual si se tratara de un fantasma para aterrorizar a las gentes.”

Para enseguida pasar al verbo filosofar, hacer: “El alma que contiene debe, para su cabal salud, hacer sana la materia. La filosofía ha de mostrar, incluso externamente, el reposo y el bienestar…El testimonio más seguro de la sabiduría es un gozo constante interior. Su estado, como el de las cosas sublunares, jamás deja de ser la serenidad y la calma.”
 
Montaigne










“Michel Eyquem de Montaigne (Castillo de Montaigne, Saint-Michel-de-Montaigne, cerca de Burdeos, 28 de febrero de 1533 - ibíd., 13 de septiembre de 1592) fue 

un filósofo, escritor, humanista, moralista y políticofrancés del Renacimiento, autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo.”Wikipedia



















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