REUNIÓN VIRTUAL DE FILÓSOFOS


Lugar: una taberna en cualquier lugar del planeta. Muy concurrida en la que se oyen al menos mil individuos hablar al mismo tiempo.

Hora: la última media hora de la reunión, cuando lo que se dice  son incoherencias

Tiempo: estos cuatro filósofos, reunidos en derredor  una mesa, ya están fuera de la causalidad.

En vida Heráclito de Éfeso estuvo en este planeta del 535 a C- 484 a C. Parménides del 530 a C.-515 a C. Empédocles de Agrigento del 484 aC-424 a C. Spinoza del 1632-1677

La mesa de junto está ocupada por cuatro mortales, dos mujeres y dos hombres, pero no se comunican entre sí. Están reunidos pero cada uno habla por teléfono celular.

Había una apuesta entre los filósofos: el que perdiera, argumentando, o que ya no tuviera más argumentos, pagaba la última ronda de cervezas Sink the Bismarck  y salchichas Frankfurt. Las enormes papas cocidas, generosamente cubiertas con mantequilla, eran cortesía de la casa.

Heráclito:-Insisto en que la fuente de la vida es la lucha, el movimiento. Lo contrario es lo conveniente. O sea que vamos por la vida moviéndonos en la contradicción, la desigualdad, entre los opuestos.  Para mejor explicarme  se trata de un cambio constante.  Dicho de otra manera, es la duración eterna de las cosas pero a través de un imparable cambio que lleva al movimiento. Y al movimiento que lleva al cambio. La causa que tiene su efecto y, a la vez, un efecto que se convierte en causa de otro efecto. Así, por siempre.

Una de las mujeres hablaba a su casa, con su hija, dándole instrucciones cómo preparar la sopa: Le pones ajos, aceite de oliva y sal, no mucha porque a tu abuela le sube la presión…

Diógenes Laercio piensa: estos perros parecen muy amigos entre sí. ¿Qué pasará si arrojo un hueso entre ellos?

Parménides:-Es mentira lo que dices, Heráclito. Si algo es, es así.  No pude ser de otra manera.  El mundo es de armonía. Lo mecánico y lo aleatorio hacen esa armonía. Parece que tu confusión es en el empleo de lucha en lugar de armonía. Con tu idea del eterno movimiento estás cayendo en la contradicción. Yo digo que lo que es no puede no ser. Todo existe de una vez y para siempre. Y no tiene por qué estarse haciendo y deshaciendo. Con el movimiento estás afirmando la inmutabilidad. Y lo inmutable no puede cambiar hacia el movimiento, porque entonces ya no sería inmutable. Se es o no se es. No podemos decir se es y se es porque ya es. Y como el no-ser no existe, entonces afirmamos que el ser es permanente.

-¿Pero qué entiendes por ese ser que no cambia?

-Eso ya lo veremos en otra ocasión. Lo que ahora está sobre la mesa es si hay móvil o inmovilidad. Si hay movimiento hay lo múltiple, la diversidad. O bien, como yo digo, lo quieto, lo uno, la unidad, la eterna armonía.

El otro mortal, al parecer arquitecto, se comunicaba por celular  en voz alta con su maestro de obra: Las varillas tiene que ser de cinco metros y media pulgada de grueso. Van entrelazadas, como malla, me entiende, sujetas con alambres en la intersección para que a la hora de echarle la revoltura de cemento de la losa no se vaya a mover de su lugar…

Empédocles:-Cuenta con mi voto, Parménides. Opino igual. Aire, fuego, agua y tierra son eternos y eso da quietud. Cada uno de estos elementos está en constante movimiento pero, como entre seres de una misma especie no hay cambio, el aire es el aire y el agua es el agua. Por eso digo que son eternos.
Antes nos reuníamos a comentar entre nosotros...


Heráclito:-¿Qué me dices de la tierra?

Empédocles:-Casi. Empezó y terminará pero va para largo.

El mortal número tres, al parecer abogada, le daba instrucciones por el celular y también en voz alta, casi gritando, a su secretario que redactara en el Ministerio Público el acta de demanda por difamación que un artista cantante le estaba levantando a alguien por haber dicho en público que ella tenía voz de “chorro”…

Al mismo tiempo el mortal número cuatro hablaba a una tienda de artículos para alpinismo: La cuerda tiene que ser de perlón, de once milímetros y de ciento cincuenta metros, porque el rappel que efectuaremos es un extraplomo de  las montañas de  Pachuca, del estado de Hidalgo, en una roca llamada La Pezuña, que tiene descenso de unos sesenta metros de profundidad…

Spinoza creyó tener la fórmula filosófica ecuménica y para eso introdujo el asunto de la virtud:-El principio de la virtud es el comienzo mismo para conservar el ser propio, y que la felicidad  consiste en que el hombre pueda conservar su ser…Es tan imposible  que el hombre se esfuerce por la necesidad de su naturaleza en no existir, o en cambiar de forma, como lo es que algo sea hecho de la nada.

Heráclito no aceptó los argumentos pero tuvo que pagar la ronda. Al final, en tanto  pagaba en la caja de la taberna, le dijo a
Empédocles: En nuestros tiempos, recordarás, nos reuníamos para platicar, y el lugar era un espacio de convivencia, de reflexión. Ahora, por lo que veo, la calle es una “oficina global”, llamémosle así. Desde la calle, caminando, en vehículo particular o público, esté en el partido político en el sindicato o en iglesia o copulando, todo trata de arreglarse desde el celular.

Parménides se quejó:-Ya no hay filósofos en el mundo. Los que hacíamos filosofía, la vivíamos, la comentábamos y la escribíamos, hace mucho que nos salimos de este planeta…

Spinoza dijo:- Sí hay, sólo que ahora los tiene reunidos en sitios específicos. Son como  lugares de concentración.

Empédocles-¿Lugares de concentración? Curioso nombre.

Spinoza:-Bueno no exactamente así. Según el estatus social…Si los filósofos son  de clase media, hacia arriba, les llaman “institutos”.

Parménides:- ¿Si es de media para abajo?

Spinoza:- Manicomios...




















D.MORRIS, DEL SUPERSEXO A LA DEPRESIÓN


EL ZOO HUMANO
Desmond Morris

Supersexo y doping intelectual, recursos de la mercadotecnia con base en el narcisismo.

Unos hacen fortuna con los excesos y, los que se los creen, acaban deprimidos.

Eros y esperanza son los ejes que mantienen la estabilidad del planeta humano, en criterio de Alexis Carrel.

La depresión, patología de la modernidad, es el resultado de una sociedad narcisista que se afana por el bienestar material y se olvida del progreso cultural.

 Buscar   el trabajador la manera   de hacer honradamente su primer millón de euros, o bien  buscar la manera de quitarle al empresario, o al erario público, un  millón de euros, no deja tiempo para leer la Ilíada, el Quijote, a Tom Swayer o el Popol Vuh.

El Supersexo lleva a la negación del eros,  la comunicación virtual pierde de vista el trato personal con el otro y, drogarse, para mejor escribir, o para mejor pintar, o para mejor tocar, es un mito. Por mejor decir,  puro periodismo acrobático.
Ch.Bukowski:"Nunca mezcles pastillas con whisky

 Supersexo, comunicación virtual y drogarse, dan la ilusión que se está con el otro, la realidad es lo contrario. El otro desaparece cuando vuelve a salir el sol. Entonces llega la depresión.

De las diez categorías sexuales que Desmond Morris apunta en su obra El zoo humano, dos son sobre las que se ha desarrollado la sociedad humana, el sexo procreador y el sexo formador de pareja.

La categoría de Supersexo es esa actividad sexual que vemos en las series de televisión. Cuando una de esas parejas hace vida común y, luego de algún tiempo, ve que  la intensidad sexual que observaba en la pantalla no se ajusta a la realidad, llega la depresión o aparece  lo que  Morris  llama: “El club de los corazones rotos”.

Por eso el autor apunta que “Este peligro no es provocado por una propaganda antisexual, sino más bien por un exceso de propaganda prosexual, que puede conducirlos a suponer que la elevada intensidad de la fase de formación de pareja debe persistir aun después de que la pareja  haya quedado plenamente formada. Cuando, inevitablemente resulta  no ser así, imaginan que algo ha marchado mal.”

Si todo fuera cuestión de fluidos más, o fluidos menos, cada quien dispone de su capital para depositar en su cuenta corriente del banco comercial. Sólo que  el Supersexo impacta negativamente zonas del comportamiento humano,  tanto de  la razón práctica como de la  razón vital.

Byung – Chu - Han, moderno filosofo alemán, de origen coreano, anota que “Hay una relación directa entre eros y logo que pasa por descubrir  al otro. Sin eso no hay posibilidad de verdad. El eros tiene una relación vital con el pensar…el eros es la condición previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay posibilidad de filosofía.”

Y mucho antes, en el primer tercio del siglo pasado, Alexis Carrel, en su libro La incógnita del hombre, le da mucho peso a la esperanza y a la acción, como buena brújula para abrirse paso  entre la selva más intrincada que, llevada a los planos de la vida moderna, se le ha llamado depresión. Contra la depresión la acción, pero no la adicción:

“La esperanza engendra la acción. Con razón la considera la moral cristiana una gran virtud. Contribuye poderosamente  al ajuste del individuo a circunstancias desfavorables.”

Respecto de los intelectuales que recurren al doping, como se dice en el deporte, buscando profundizar en zonas de la creatividad, por otra parte, lejanas del escritor sobrio, es un garlito sabiamente manejado desde las técnicas del mercadeo.

Se les vende la imagen de underground.

Javier Aparicio Maiydeu ha escrito un interesante trabajo respecto de este tema (diario El País, de España, 22-03-14,Pág.10).Dice que “Muchos se drogan y crean, pero muy pocos crean mientras se drogan, y menos aun aceptan sobrios lo que la droga les ha hecho concebir.”

Para escribir se necesita lucidez, disciplina y sobriedad. Pero el underground no compra si huele ortodoxia.

 Entonces algunos escritores, duchos, anticipan una jugada. Es el juego de inteligencia contra pulsiones. Maiydeu se refiere a frases introducidas, o distorsionadas deliberadamente, por Joyce en el Ulises, y agrega:

 “pero estos perversos castigos  infligidos al lenguaje  resultan ser, en cambio, el fruto de calculadas estrategias  de experimentos urdidos en el laboratorio racional. La heterodoxia gramatical  no es fruto del delirio de psicopatías inducidas, sino de ejemplos extremos de técnica o de virtuosismo, hijos todos de la lucidez, jamás de desatados locos de atar.”

Como sea, Charles Bukowski advertía seriamente al escritor: “nunca  mezcles pastillas con whisky.”




ZARATUSTRA Y EL VENDEDOR DE PÓCIMAS CONTRA EL INSOMNIO


ASI HABLABA ZARATUSTRA

F.NIETZSCHE
(Las cátedras de la virtud)

“El sueño es el señor de la virtud.”

Así le llamó el viejo predicador, a su plática,  que un día llegó al pueblo en el que se encontraba Zaratustra. En el auditorio lleno de jóvenes, ávidos de escucharlo, el viejo dijo que es necesario saber dormir sin soñar.

Soñar nada más es lo que quita el sueño. Pero que todo aquel que se afana, en el día, por las noches va a dormir bien. Porque su cuerpo está cansado y ya no hay idea por realizar. La idea está ya realizada o en proceso.  La frustración, la depresión, ya no tienen lugar en la almohada. En la almohada sólo hay lugar para el eros y para el descanso.

Pero, qué es afanarse. ¿Acaso estamos hablando de cargar ladrillos?

Tiene diez tareas en el día el que quiera dormir bien, dijo. El albañil es experto en construir la casa de otros pero por lo general vive en una pocilga. Y esto hace que viva amargado y por las noches no consigue el sueño.

 ¿Entienden lo que digo?

 Como el viejo no encontró respuestas fue más literal: “Deberás reconciliarte contigo mismo diez veces al día, porque es amargo vencerse y el que no está reconciliado duerme mal.” Está pensando en él, no en el eros, que es cuestión de dos.
Zoroastro.Suprema Corte,Nueva York

Es amarga la reconciliación con uno mismo. Es más bien una epopeya. Es una herida  que hay que dejarle al cirujano coser.

 Por eso en el mundo hay sacerdotes y psiquiatras. 

Ellos saben. Como sea  saben más que yo.  No te auto mediques porque por torpeza, o por conveniencia, puedes estar engañándote a ti mismo y el señor del sueño descubrirá el truco y tampoco dormirás.

Para dormir bien lo mejor no es la curación sino la prevención. Un cartel a la entrada de un kínder en Coyoacán, Ciudad de México, dice: "No te pido que recojas la basura, sino que no la tires"

 La curación, responsable, ya está en manos de otro. La prevención en tus manos. Como hace el Sector Salud con la aplicación de las vacunas. Come mucha azúcar y se te picarán los dientes y subirás de peso, come mucha sal y la alta presión te hará bailar como trompo. Eso sólo el médico lo sabe curar, pero tú lo antes lo puedes prevenir.

 El viejo se levantó y fue hacia la pizarra. Escribió:

 VIRTUDES PARA DORMIR BIEN

1-¿Levantaré falsos testimonios?

2-¿Cometeré adulterio?

3-¿Arrojaré la basura en la puerta de mi vecino?

El último renglón decía:”todo esto se avendrá mal con un sueño reparador.”

Luego preguntó: ahora entienden cuando les digo que hay que “velar para dormir”. No pasarse la noche en vela sino velar los trabajos durante el día.

La clásica báscula de la justicia también juega en la almohada pero ahora lo que pesa es sueño=insomnio.

 Zaratustra escuchaba perdido entre el auditorio. Tuvo que aceptar la sabiduría del predicador. Se hizo la reflexión que ya quedaban pocos predicadores como ese. Es decir, hay muchos predicadores  pero que “no duran mucho de pie cuando ya se tienden.”

Se preguntaba si aquel viejo era de los grandes predicadores de los que a la postre se tienden. ¿O debería decir grandilocuente? Eso se vería al final porque en el arranque todos dicen cosas bellas para el pueblo.

 ¿Era un predicador viejo que había sorteado con éxito  las grandes tentaciones  o se había hecho viejo esperando que le llegara la oportunidad para tenderse?

Zaratustra cerró sus pensamientos para poder mejor escuchar al viejo que, entretanto,  había escrito en la pizarra otra serie de cuestiones para dormir bien.

A-   Estar bien con el prójimo, con Dios y con el diablo del prójimo, pues de otro modo te asediará por la noche.

B-    Obedecer a la autoridad, aun a la autoridad claudicante porque, de otra manera es un cuento de nunca acabar. Se dijo: “¿Tengo yo la culpa de que al poder le guste andar con piernas cojas?”

C-    Es cierto que se duerme mal sin una buena reputación y un pequeño tesoro. Pero “los grandes tesoros y los grandes honores aumentan mucho la bilis” y eso se paga con insomnio.

D-   Poca compañía y “es preciso que ésta se marche en el momento oportuno: así lo exige el buen sueño.”

Y lo último que el viejo predicador  escribió en el pizarrón  fue como un corolario: “¡Bienaventurados los adormecidos, porque no tardarán en dormirse!.”
 
Nietzsche
“Friedrich Wilhelm Nietzsche (AFI ˌfʁiːdʁɪç ˌvɪlɦɛlm ˈniːt͡ʃə) (Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844-Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX.”



















LA PIEDRA INFERNAL DE MALCOM LOWRY


Era un hombre que se creía barco y otras veces una banda de jazz. Se llamaba Bill Plantagenet pero también se llamaba Lawhill o Lowry. Temporalmente estaba encerrado en un manicomio, al que le tenía miedo, pero más miedo tenía de salir al otro manicomio. Por las noches dormía en una sala oscura, en posición fetal.

En su novela Piedra Infernal Malcom Lowry, o su alter ego, Plantagenet, está recluido en un manicomio donde algunos enfermos han logrado escapar a la tortura de la conciencia por medio del recurso de la locura: “Cuando la locura le llegara a un hombre, la mente  no supiera que se trataba de un alivio.”

En sus deshilvanados diálogos con otros internados aparecen las imágenes del mar. Son los dos escenarios reales desde los que Lowry escribe sus obras: alcoholismo y su larga experiencia de marinero.
Malcom Lowry

En su prólogo Conrad Knickerbocker anota que el autor presentó su examen, de grado en Letras Inglesas, en Cambridge, pero para entonces: “Ya a la edad de veintisiete años era un navegante veterano que había surcado los mares alrededor del mundo en calidad de ayudante del contramaestre de un barco carguero.”

 En esta novela Lowry nos describe el lugar sin esperanza, sin pasado ni futuro, ni siquiera sin amanecer ni tarde, que se vive en un manicomio. Apenas  un presente fugaz de ese día. Como el disparo de un flash de la cámara fotográfica. Y luego otra vez la oscuridad.

Injusticias materiales  y privaciones afectivas  hay en ese manicomio. Pero también un tesonero empeño por parte de los médicos tratando de curarlos a fin de que se reintegren al mundo de los normales. Unos normales que a ellos los habían vuelto locos.

¿Para qué curarlos- le pregunta Plantagenet al médico-y regresarlos a un mundo malvado en el que volverán a ser destrozados?

¿Por qué mejor no curar al solipsismo de los de  “allá” afuera para que no sigan haciendo daño? En la carrera narcisista por ganar la prosperidad material se han olvidado  del progreso cultural.

A diferencia de los otros, Plantagenet está internado sólo temporalmente. Cuando sale se reintegra a lo que es su vida, los bares. Mejor dicho, busca lo que fue su tiempo nonato. El fondo oscuro de un bar, donde se duerme en posición fetal.

Tal vez esperando que el cordón umbilical se le enredara en derredor del cuello y morir asfixiado, como dicen que Lowry murió “de asfixia accidental”, en Ripe, una pequeña aldea de Sussex, Inglaterra, el 27 de junio de 1957, a los 48 años de edad.

Lowry amó a México como difícilmente podemos siquiera imaginar los mexicanos. Conoció de cerca su alegría, sus colores, su sol, su Popocatepetl, su valentía para defender su vocación de gente libre. Sus grandes valores religiosos y filosóficos, su deslumbrante cultura y tecnología indígena mesoamericana. Conoció su simbólico sarape jalisciense  que cobija a los perseguidos del mundo. Y también conoció la infinita corrupción del México de su tiempo.

Pero al final, como buen inglés, regresó a su Inglaterra nutricia, a morir en ella, encogido, en posición fetal. Una de sus frases dice: “Suaves como palomas, los pensamientos vuelan de vuelta a casa.”

En el manicomio el médico que lo atiende gusta de platicar con Plantagenet porque encuentra que no es como los otros internados. Si la vida hubiera sido más larga para Lowry esta novela corta, la Piedra Infernal, habría conocido otras proporciones de muchas cuartillas llenas de material filosófico vivido en las calles de Cuernavaca o tal vez de Oaxaca.

Hasta donde la vida le dio tiempo para escribirla, él  conservaba este manuscrito como “obra en proceso”.

Pero Plantagenet-Lowry-Lawhill lo que encontraba  cada mañana, al asomarse por la ventana de su casa de Cuernavaca, era el Popocatepetl. Lo  observaba con éxtasis en tanto apuraba, con mano temblorosa, un vaso de mezcal, diciendo: “¿Qué belleza se puede comparar al de una cantina en las primera horas de la mañana?”

Y  por la tarde, ya envuelto el volcán  con el sol poniente, volvía a contemplarlo  y escribía: “Su tiempo para prepararse a pensar, la única esperanza es el próximo trago.”

“Malcom Lowry Fue educado en la Leys School y en St. Catharine's College, Cambridge. Al tiempo de su graduación en 1931, las obsesiones gemelas del alcohol y la literatura que dominarían su vida ya tenían un puesto firme. Lowry ya había viajado bastante, había navegado al lejano oriente y a los Estados Unidos y Alemania. Después de Cambridge, Lowry vivió brevemente en Londres, donde conoció a Dylan Thomas, entre otros. Después de esto se mudó a Francia, donde se casó con su primera esposa, la ex estrella de Hollywood Jan Gabrial en 1934. Esta fue una unión turbulenta y, después de una ruptura, Lowry la siguió a Nueva York (donde él ingresó al Hospital Bellevue en 1936 debido al alcohol) y luego a Hollywood, donde comenzó a escribir guiones para la pantalla.”













DOS O TRES LÍNEAS DE CHESTERTON SOBRE SAN FRANCISCO


SAN FRANCISCO DE ASIS
G.K.CHESTERTON
EDITORIAL JUVENTUD S.A.
BARCELONA-1944

Verdades,  mentiras y puerilidades encontramos asociadas a la vida de San Francisco de Asís, dice Chesterton.

Lo que es, lo que imaginaron sus entusiastas seguidores, y lo que deliberadamente exageraron sus enemigos, para desacreditar su obra, son las aguas revueltas en las que bucea Chesterton para escribir tal vez la mejor semblanza del santo.

Convertido al catolicismo, Chesterton, inglés,  conoce  las balas de grueso calibre del escepticismo que se le dirigen al santo  desde la banqueta del otro lado de la calle. Incluido el ridículo, sincero, pero nada real, entusiasmo con el que el católico ha rodeado la vida de Francisco.

Francisco no es la figura que rasga los cielos, armado con la espada flamígera, para venir a la Tierra a relanzar a la Iglesia. Por el contrario, es una persona inocente e ignorante. Su inocencia no puede ver el mundo valioso, pero también depredador y poderoso, en el que se está metiendo.

A semejanza de los veinte “simples” obreros soñadores, pero ignorantes, que se reúnen para formar un sindicato dentro del poderosos consorcio industrial.

“En nuestro santo no es sólo necesaria la inocencia, sino la ignorancia. La esencia de su historia está en que pudo arrancar la verde hierba sin saber  que crecía sobre un  hombre asesinado, o subirse a un manzano ignorando que había sido la horca de un suicida.”

No se crea que Chesterton quiera explicar cómo es San Francisco. Lo que busca es motivar al lector para que, por cuenta propia, investigue y conozca al santo pero, llevando ya el conocimiento que se va a encontrar en campo muy revuelto en el que brota la flor, lo inocuo y la cizaña.
SAN FRANCISCO

“Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi, nacido Giovanni di Pietro Bernardone ) (Asís, 1181/1182[4]ibídem, 3 de octubre de 1226),[1] santo italiano, que fue diácono, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas, ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media.”

“Me consideraré muy satisfecho si este esquema incompleto y superficial encierra una o dos líneas que mueven a los lectores a estudiar por su cuenta a San Francisco.”

Y agrega: “El sentido común era cosa más común en la Edad Media que en nuestra edad de periodismo acrobático; pero hombres como San Francisco no son comunes en ninguna edad, ni pueden ser comprendidos  totalmente por el simple ejercicio del sentido común.”

Los azuzadores de su grupo, con sed de poder, esperaban que Francisco irrumpiera en el Vaticano, armado con sendos documentos de, por otra parte, reales desviaciones, en lo que a la sazón había incurrido la Iglesia. Suficientes errores como para que Francisco le disputara el trono no sólo al Papa sino al mismo Jesucristo.

En efecto, la historia de la Orden franciscana registra que, andando el tiempo, a estos inconformes a los que se les conoció como los Fraticelli, cayeron en una  abstracción más del cristianismo y acabaron desapareciendo de la vida religiosa.

Empero, lo primero que Francisco hizo, cuando llegaron a Roma, fue tirarse de bruces y besar el suelo del Vaticano. De alguna manera intuyó que ellos no podían conocer todo lo que de bueno posee la Iglesia. Una institución abierta, a los cuatro vientos, que ha permanecido de pie, sin interrupción, durante milenios, algo vital debe tener más fuerte  que sus errores. La manifestación del error es testimonio que existe su contraparte…

Todavía quedaba otra esperanza para los azuzadores de dentro de su grupo  y de los de fuera. Que el Vaticano, con su vida intrínseca, de santidad, poder político y lujo, le cerrara las puertas a aquellos frailes surgidos de la nada y que con sus vestidos burdos y desgarrados, por el viaje que habían realizado desde Asís hasta Roma, llegaran a cuestionar la ropa púrpura y los anillos de oro de los obispos.

Lo inusitado fue que el papa decidió vivir la metáfora de dejar su lujoso trono, descender los escalones e ir a besar con humildad los vastos vestidos de los descalzos frailes. En su tiempo, un arzobispo en España hizo lo mismo con Santa Teresa de Jesús y otro Papa con la Madre Teresa de Calcuta.

Fue más que un acto inmediato, dice Chesterton. Con eso “La Iglesia podía admitir todo lo que tenían de bueno los Franciscanos, y estos no podía abarcar todo lo que tenía de bueno la Iglesia.”

 
CHESTERTON
“Gilbert Keith Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.”









J.WAHL Y UNA VERDAD LLAMADA BICICLETA


Ir en bicicleta es la perfecta verdad contra la contaminación del aire atmosférico.

¡La verdad! ¿Y cuál es la verdad? le preguntó el general romano a Jesús. Este guardó silencio mostrándole en las heridas de su cuerpo la manifestación del error. Si el romano no era capaz de ver el error tampoco podía ver la verdad.

Si decimos que la contaminación causa cáncer, tampoco  alguien nos creería.

La verdad es un asunto de la subjetividad, algo que sólo pertenece al intelecto, dijeron algunos escépticos durante siglos. Era la manera de poner en duda su existencia. Y la cuestión se volvía algo sumamente escurridiza.
Con las llaves de su automóvil en la bolsa ahora van en bicicleta

 La verdad es como los IMECAS. No se ven, pero ahí están. Se revelan hasta que, como en el caso de Jesús, se hacen evidentes los daños. Pero, como en el lugar del romano, ni viendo el daño se puede ver la verdad.

Jean Wahl, en cambio, nos recuerda que la verdad, por contraste, no es tan complicada de encontrar. Consiste en percatarnos que el error es real. Tan real que mucha carga en la adquisición de nuestra formación personal, de nuestra experiencia, es a base prueba y  error.

Cualquier fotógrafo (profesional) nos dirá que para llegar a la imagen nítida primero hay que alejarse del “foco”, es decir, primero se va a la zona borrosa y de ahí se parte hacia la nitidez.

Si el error no se puede negar, es más sencillo aceptar su contraparte, la verdad:”La experiencia de la verdad-dice Wahl-es primero una experiencia negativa, que la verdad se manifiesta primero en su contrario, esto es, en el error.”(Introducción a la filosofía, Cap. IX).

Pero no todos aprendemos del error y sí  seguimos cometiendo el error. Otros, en cambio, obtuvieron la suficiente experiencia, o estuvieron abiertos a la experiencia, que les dejó el error, y buscaron la solución.

O bien hay países, democráticos, en los que cada gobierno, cuando llega al poder, echa al cesto de la basura los excelentes planes que estaban en desarrollo contra la contaminación, en la administración pasada, y empieza de cero. Esos nuevos planes, puede que también excelentes, van a durar lo que dure esa administración, después serán de nuevo arrojados al cesto de la basura…¡Y otra vez a empezar de cero!

¡Y entre tanto los IMECAS siguen subiendo! Los días en que se declara la contingencia ambiental son cada vez más frecuentes. Si fuera cuestión de sólo  tener humo más o humo menos en nuestras calles, nada pasaría. Pero sí pasa, da cáncer. O canceres.


 Con la contaminación del aire que respiramos parece, una vez más, que los filósofos griegos de la antigüedad pensaron en todo. El axioma de Tucídides dice de la utilidad de la repetición, para aprender y, en su caso, para remediar.

Se pensará que en nuestra deificación, del uso de la bicicleta, fuimos demasiado lejos (desde México hasta Grecia).

El caso es que unos países van tratando de resolver  sobre la marcha, en lo inmediato, poniendo parches por aquí y por allá. Otros de manera trascendente, lo que  se llama de manera estructural.

Decir bicicleta queremos decir uso racional del automóvil. Nadie puede ir contra la maravilla tecnológica que es el automóvil. Pero decir automóvil es como decir un buen  filete de carne. Ahora bien, comete cuatro filetes en cada sentada y verás lo que te pasa. Tenemos amigos poseedores de automóvil que, siempre que les es posible, lo más seguido posible, andan en bicicleta. O bien en trasporte público como el “metro”, o caminando para distancias cortas o buscan los vehículos eléctricos, etc.
No contamina y ellos hacen ejercicio

Tampoco va  contra la industria automotriz, que nosotros traducimos como  fuentes de trabajo, contratos colectivos, prestaciones…

De este tema, de la contaminación ambiental, hay tanta literatura como para llenar el Golfo de California. Casi toda salida de voces calificadas académicamente. Nos llamaron los datos de un reportaje publicado en el diario El País, de España, del sábado 15 de marzo de 2014, Pág.22.

“Paris, Milán o Bolonia-dice el reportaje citado- han luchado mucho a base  de actuar cuando ya tiene un episodio de contaminación.”

Y en seguida: “Berlín, Londres, Estocolmo y Copenhague, son más partidarias  de cambios estructurales.”

Pero como sea-lo dice la misma nota-  la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya certificó, desde junio de 2012, que esto de la contaminación del aire que respiramos causa cáncer de pulmón y posiblemente también de vejiga…
 
J.Wahl
“Jean Wahl nació en Marsella, en  1888. Falleció en París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos, Filosofías   pluralistas de Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).”


SPINOZA Y MI YO DE LOS OTROS


ÉTICA
BENEDICTUS SPINOZA

No actúo  como soy. Intento comportarme como quiero que los otros piensen de mí. De esa manera tan retorcida los otros están influyendo en mi conducta.

Preocupa la idea que los otros puedan tener de nosotros. A tal punto que de cien maneras subyacentes los otros dirigen nuestros actos en el vestir, caminar, expresarnos de temas de actualidad, creencias religiosas o filosóficas.

"Llamamos orgulloso al que se envanece demasiado,sólo habla de sus virtudes y de los vicios de los demás, quiere ser preferido a todos y se presenta con la misma gravedad e igual aparato que usan habitualmente las personas colocadas muy por encima de él", dice Spinoza.

 En especial cuando queremos proyectar  cierta imagen en la mujer que queremos conquistar. Es la causa que, pasado un tiempo, ella se da cuenta que “ya no es como  antes”. Es decir, ahora soy como soy, no como aparentaba ser en la etapa de envolver con los hilos de la araña.

 Y es que la mujer va buscando ciertos estereotipos en el hombre que le dé seguridad y satisfacción como fuerte, solvente, educado, etc. y hay que apresurarse, en el caso del hombre, a tratar de llenar ese estereotipo: “nos esforzamos, en cuanto podamos en conseguir que la cosa amada sea afectada de un gozo a que acompañe la idea de nosotros mismos, es decir, que nos ame a su vez.”

Pronto se ve que esto, que parece un juego frívolo, puede tener repercusiones sociales. Si la impostura fue grande, y el desencanto sigue, todo acabará aumentando la ya voluminosa columna de legajos en la mesa del juzgado civil demandando el divorcio.

Benedictus Spinoza se refiere ampliamente al tema de la impostura en la tercera parte de su obra Ética, que él tituló Del origen de la naturaleza de las afecciones. Spinoza llama ( hace  tres siglos) afecciones a las patologías.

Cuando se descubre la impostura procurarnos retirarnos lo más lejos posible del amigo que resultó ser nada amigo. O del patrón que resultó ser explotador con métodos del outsourcing y no un honrado empleador.

Pero donde se recrudece el sentimiento de separación, hasta alcanzar niveles patológicos, es en la separación de la pareja de los otrora amantes. Spinoza dice que el odio está en relación a como se dio la intensidad de la ilusión: “Si alguno comienza a  sentir odio hacia alguna cosa amada, de tal modo que el amor desaparezca enteramente, experimentará hacia ella en motivo igual, más odio que si no la hubiera  amado nunca, y tanto más cuanto su amor haya sido anteriormente más grande.”

No es una cuestión académica sino algo que corre por nuestras calles todos los días. En México basta con que alguien, que va manejando, le gane el paso al otro conductor en el semáforo, para que saque la pistola y lo mate. Y si nadie suspende su velocidad, de ambas direcciones se escuchan sentidos recordatorios a sus respectivas madrecitas. Esto, de recordarle a su madre, en el país es la peor ofensa imaginable. Igual, o peor aún, que  si se hubiera recibido el balazo. 

Se sabe lo  que esto significa, en todo su peso, con echarle un vistazo a las hospitales,cárceles, panteones y juzgados de lo contencioso. Una ofensa en México cobra más vidas que el mosquito anofeles ha hecho en la humanidad.

De la misma manera en México un hombre no puede ver a la cara a algún desconocido. Digamos a alguien con el que se cruza en la calle. Puede tratarse  de alguien que se sienta agredido con  sólo la mirada. Es como una grave agresión a su ego. Es una falta de respeto, un tratar de reducir su orgullo de caballero de honor que se lo imagina muy alto.

 Traducido quiere decir que por las calles van individuos tan inestables, anímicamente, que de hecho está buscando a alguien que les dé el menor motivo para sacar la pistola o el arma blanca. Casi están implorando que alguien les dé motivo para explotar por fin. En  Estados Unidos y otros países  frecuentar el doping ha hecho estragos en la sociedad. En México es el “honor” lastimado.

Es la versión populachera de cuando los caballeros limpiaban las ofensas, el honor, en duelo de espada. “El orgullo nunca ayuda”, dijo el mafioso Wallas, al boxeador Bruce Willis, en la película norteamericana Tiempos Violentos, de Quentin Tarantino.

 “Ladrillo” es un tango argentino que habla de alguien que veía de manera libidinosa a su novia, con la que se iba a casar, y sin más le atravesó  el corazón. El tango ya no lo dice pero la prometida después  se casó feliz y contenta, con otro, en tanto que   Ladrillo se  pasó veinte años en la cárcel. Una de las frases que más repite Don Corleone, en la película El Padrino, es “No me tratas con respeto”.

En realidad eso de “lavar” las ofensas ya viene desde el tiempo de los Presocráticos. Después Sócrates y Platón habían dejado caer el, incomprensible, pensamiento que en un pleito el ofensor lleva la peor parte con relación al ofendido. El ofensor instala en su cerebro, y en su alma, un pensamiento que de vez en cuando, cuando menos lo espera, se hará presente, a lo largo de toda su vida. Sólo el Alzheimer lo salvará de ese recuerdo patológico.

Los mexicanos tenemos el dicho: “Ofender, o matar a alguien, es cargar en las espaldas con el muerto en  toda la vida.”Siglos más tarde Jesús se refería a esta cuestión con las también incompresibles palabras de “poner la otra mejilla”.

 Se pensó que se trataba de una actitud cobarde de parte del que no respondía el insulto. Lo que Jesús  estaba buscando que  su vida no se viera perturbada teniendo que cargar sobre sus espaldas al   muerto. Como en el aikido,  donde su busca neutralizar al atacante pero también protegerlo por medio de no lastimarlo.

Dos siglos más tarde, de lo de Spinoza, Schopenhauer se refiere a esta patología de la impostura con la palabra “honor”. Muy ligado a lo que conocemos como “orgullo”. Que es cuando se le propina un coscorrón a nuestro ego, en su obra El arte de tener siempre la razón: 

“el honor caballeresco  se subordina a lo que dice  o hace otro…El tribunal supremo de justicia al que puede apelar todo individuo en cualquier diferencia concerniente al honor, es el de violencia física, el de la bestialidad, en tanto que declara incompetente la lucha de las fuerzas espirituales o del derecho moral…Con el advenimiento del cristianismo se suprimieron las luchas de gladiadores, más, en su lugar, surge el duelo…Cierta vez alguien propino una patada a Sócrates y, urgido por otros para que lo demandara, les contestó  “ ¿debo denunciar a un asno que me dio una patada…?”

Spinoza se refiere a cuando  éste afán, de simular para ser aceptado por los otros, agarra dimensiones sociales patológicas: ““vemos de este modo que cada uno tiene, por naturaleza, el apetito de ver vivir a los demás según la propia complexión, y como todos tiene apetito igual, se estorban los unos a los otros, y queriendo todos ser alabados o amados por todos, llegan a un odio mutuo.”

No actúo como soy, sólo finjo,dice Schopenhauer. Finjo para poder mimetizarme con ellos, para que me crean uno de ellos.Pero en este  fingimiento,anota Spinoza,: " somos movidos de muchas maneras por las causas exteriores,y que,semejantes a las olas del mar,movidas por vientos contrarios,nos balanceamos ignorando lo que sobrevendrá y cuál será nuestro destino."

 
Spinoza
 “Baruch Spinoza (conocido como Baruch de Spinoza o Benedict/Benito/Benedicto (de) Spinoza, según las distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su origen) (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.”





CARL JUNG EN LA HISTORIA DEL ALCOHOLISMO



Libro AA llega a la mayoría de edad

Jung ni siquiera se dio cuenta que fue pieza clave en la historia del  movimiento que ha salvado a muchos de la patología del alcoholismo.

Es en realidad una antiquísima labor filosófica  de los griegos pero trasladada al terreno de la psicología del siglo veinte. Cirenaicos= hedonistas, estoicos= disciplinados y, al final, Anaxágoras, impotente de encontrar la solución, recurriendo por vez primera, documentada, al deus ex machina. Es la ruta de la cultura occidental.

Hubo una vez, como en los relatos fantásticos, allá por el primer tercio del siglo veinte (no se conserva  la fecha exacta), que un hombre rico, pero muy borracho, fue a ver al Dr. Jung, en la ciudad de Zúrich, Suiza, para que le ayudara contra el habito de embriagarse. Ya los días de poder, vino, rosas y mujeres, habían sido  seguidos por amaneceres propios de la Casa de Usher.

Había visitado a otros psiquiatras pero él seguía bebiendo. Ya tenía la suficiente información que arrastraba  una carga muy pesada de narcisismo. Le dijeron que Jung era de los mejores médicos y se puso en tratamiento.

Pero después de algún tiempo seguía bebiendo. Con toda honradez Jung dio por terminado el asunto, diciéndole que  ya había puesto todos los recursos de su saber  y que no volverían a verse más. Desesperado el borracho exclamó, preguntó, ¿cómo era posible que eso le sucediera si él era un hombre de fe. 
Las últimas palabras de Jung fueron”Si es un hombre de fe, aférrese a ello.”

De haberse tratado de un psiquiatra  epistémico, laico y ortodoxo, como era la situación que corría en la psiquiatría en esa época en Europa, no sólo lo hubiera corrido a patadas de su consultorio sino que le habría puesto una camisa de fuerza y enviado al manicomio, por creer en esas cosas ilógicas.

 Enfrentado a su aporía, a su alcoholismo sin solución, no obstante, el borracho no olvidó las palabras de Jung: “Aférrese a su fe”.

Jung no volvió a saber nada de este borracho. Fue como un grito desgarrador que se pierde en la noche, como una borla que se lleva el viento.

Muchos años después, cuando el movimiento de Alcohólicos Anónimos se había consolidado y se extendía por toda la Unión Americana y más allá de sus fronteras, Bill W, uno de sus fundadores, le escribió a Jung. Refiriéndose a aquel borracho le dio las gracias por lo que ello significó en el arranque del movimiento para alejarse de la enfermedad del alcoholismo. Por la respuesta Bill W. se dio cuenta que muy vagamente Jung recordaba al borracho motivo de la carta.

De alguna manera aquel borracho, del que ni siquiera se ha conservado el nombre, se dio cuenta que la Iglesia no era un museo sino una especie de hospital al que acude la gente para buscar  llevar una vida de mejor calidad, según el caso personal de cada quien.

Puede llevar ese camino de calidad por el camino de la ciencia médica, y de la ética filosófica, laica, que son asuntos muy de la fenomenología, pero si la botella es más fuerte que la ética…¡kaput!

Se infiere que las escuetas palabras de Jung lo llevaron hacia las regiones donde la conducta  tiene que rendir la plaza. Y  empieza a restablecer puentes que antes su solipsismo había destruido. Como haya sido, dejó de beber.

Este borracho le platicó su experiencia a otro alcohólico, al cual se le conoce como “Ebby, que  también dejó de beber. Pero no por otra cuestión sino porque habían hecho el  trascendental descubrimiento, propio, empírico, que al  hablar dos alcohólicos, sin que medie bebida de por medio, dejan de beber.

“Ebby” tenía un amigo, de los tiempos de la escuela, con el que se emborrachaba. Se llamaba Bill W. Supo que Bill estaba metido hasta el cuello en problemas de alcoholismo y, dice la historia, un día le habló por teléfono (se conserva la foto de la cabina de dicho teléfono). Le preguntó si podían platicar.

“En este sitio del salón del Hotel Mayflower en Akron, se tomó la decisión histórica para el futuro de A.A. Aquí uno de los cofundadores rechazó la idea de tomarse una copa y prefirió hacer una llamada telefónica que lo condujo al otro cofundador, y de ahí a la gran cadena de recuperación que se ha extendido por todo el mundo”

Unos meses antes Bill había caído hasta lo más hondo imaginable del alcoholismo. Después de relatar como amanecía tirado en la calle, cerca de su casa, recordaría más tarde.”Volvía a beber, una, dos, tres botellas diarias de ginebra casera. Yo no podía parar y lo sabía.” Los que lo veían tomar de esa manera  le preguntaban: está usted loco, y él contestaba, desafiante: “Sí, lo estoy.”

 Bill aceptó gustoso de volver a platicar con su amigo que hacía años que no veía. Con la desconfianza que su amigo ahora fuera uno de esos afanosos lectores de la Biblia que van por el mundo anunciando que mañana se acabará todo.

Recuerda:”yo había sido educado en una maravillosa facultad de ingeniería donde había obtenido la impresión de que el hombre era Dios”. Para su alivio “Ebby” no hizo nada de eso. Sólo platico un rato, habló de su antigua vida de alcohólico y regreso a Nueva York. El resultado fue que  Bill también dejó de beber, con sólo platicar sin la botella.

La primera reflexión que Bill se hizo del asunto fue esta: “Ebby” se tomó la molestia de hablar por teléfono y luego viajar desde Nueva York hasta mi casa en Brooklyn. Todo eso requirió de su parte gastar tiempo y  dinero. Fue la primera vez que Bill, que había sido corredor de bolsa, tuvo la conciencia que el dinero y la espiritualidad pueden convivir “en el sombrero”.

Luego la historia de AA arranca de manera decisiva cuando el propio Bill decide buscar a otro alcohólico, un médico al que se conoce como “Dr. Bob”. A regañadientes éste aceptó platicar con Bill. Porque platicar significaba dejar de beber aunque fuera por media hora. Pensó “sólo estaré unos minutos y buscaré dar por terminada la plática”.

 Cuando Bill s e marchó de la casa del Dr. Bob se había hecho de noche y las horas habían trascurrido sin apenas darse cuenta. También  dejó de beber. Así empezó esta historia, que se empeña por no ser historia, y sí permanecer  por siempre anónima.

En la realidad este movimiento no arrancó de cero. El pueblo norteamericano tiene a  William James, gran pensador, al que se le ubica tanto en la filosofía como en la psiquiatría, y que de alguna manera su obra rebota por todos los rincones de Estados Unidos y del mundo y, de lejos o de cerca, fue permeando el panorama cultural de Norteamérica. Cuando salta el nombre  de Carl  Jung, y su labor psiquiátrica, no resulta de todo ajeno.

 Y lo que interesa para nuestro relato es que James, como Jung, no era un psiquiatra epistémico ortodoxo. Su obra, muy conocida, lleva por título Variedades de la experiencia religiosa.

Sin embargo, tratándose de la salvación de la patología del alcoholismo, no toda cura  es en automático, como en la fenomenología, a la que una causa sigue un efecto y luego éste en  otra causa que va a provocar otro efecto. Lo lógico es  que en el alcoholismo se muere de alcoholismo. Lo ilógico es que se  evada ese desastroso final.

Aquí también hay una especie de determinismo con el que  los griegos de la antigüedad socrática ya se habían enfrentado. ¿Por qué unos son virtuosos y otros nacen provistos de colmillos con su bolsa de veneno? ¿Quién reparte esas inclinaciones? En el caso del alcoholismo sólo uno, de mil, se queda en AA.

Por eso se piensa que aquí también  la causalidad se rompe para dar paso a lo aleatorio. Dicho con una metáfora, AA es como una panadería. Se necesita que la masa esté en su punto para hacer el pastel. En la medida que el individuo se aleje de su solipsismo tendrá lugar el milagro…
 
Carl Jung

“Carl Gustav Jung (AFI: ˈkarl ˈgʊstaf ˈjʊŋ) (26 de julio de 1875, Kesswil, cantón de Turgovia, Suiza - 6 de junio de 1961, Küsnacht, cantón de Zúrich, id.) fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda.”










Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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