ORTEGA Y GASSET, ADELGAZAMIENTO PARA ALPINISTAS


 

La estética de José Ortega y Gasset

Por qué se pintan las mujeres puede arrojarnos a las profundidades de la estética de Ortega.

En el realismo las mujeres no se pintan, llevan la misma ropa y se amarran el cabello con un cabestro. Reproducen lo real.

Sin embargo con su cosmetología facial, sus cautivadores peinados y sus vestidos siempre diferentes, otras mujeres  fueron seguramente las primeras en recurrir a la imagen para alejarse del carácter material y dar esa impresión etérea que tanto ha motivado a los poetas:

“Mediante las imágenes descosificamos las cosas. Las hacemos perder su carácter material, grávido, pesado. Mediante las imágenes, en suma, desrealizamos la realidad, desmaterializándola, dotándola de levedad.” (Cursivas de Ortega).

Incursionan estas mujeres en las regiones de la estética y consiguen  así  inclinar la balanza a favor de la levedad. Sin soltar amarras pero cada vez más lejos de la mera copia natural.

Los países que se han democratizado sus mujeres son las primeras que se precipitan sobre los almacenes y visten los modernos jeans que levantan el trasero, blusas multicolores y abren el “salón estética” para pintarse el pelo y las uñas.

“El estilo-dice Ortega-reside en las formas artísticas y no en las formas naturales.”

Donde el autor destaca más en su obra, ejemplo (nuestro) las portadas de los libros, de 78 puntos el nombre del escritor y con 14 puntos el título de la novela:

 “Lo que   quería ser  una operación de “embellecimiento” de la realidad fracasa y lo que obtenemos es un esquema sin materia.”

Necesario evitar el malentendido. Todo lo anterior sin pasarse de la raya, después de lo cual está ese tipo de burguesía con la mujer fatal y el narcisismo patológico (valga la tautología).Con sus personajes paradigmáticos, que se quedan congelados en lo cósico, y nada tienen que ver con ese adelgazamiento al que se refiere Ortega. No desembocan en el universo de la levedad tan cara para el artista como para el montañista.

Hasta donde sabemos Ortega no fue alpinista, pero escribió cómo conquistar la levedad del humano por medio del arte (no se refería al  arte industrial o decorativo). Ese adelgazamiento de la realidad es fundamental en la práctica del alpinismo.

Fugarse de lo desagradable parecería ser la motivación del alpinismo como deporte: "La auténtica realidad, la vida cotidiana en la que cada sujeto debe hacer frente al mundo exteriores siempre enigmática y terrible. Los problemas que se dan en ella no son nunca meramente intelectuales. Ante tal situación el hombre reacciona segregando en la intimidad de sí mismo un mundo imaginario." 
Nevado  de Toluca, México, 4,700 m. s. n. m.
 Mario Campos Borges en la búsqueda de la inalcanzable Fata Morgna. Foto de Armando A.G.

Es evasión  contraria a una huida. Es un redescubrimiento de lo común. Es, como dice Graham Greene, el descubrimiento de Inglaterra por un inglés. Todos vivían en Inglaterra pero nadie, excepto uno, la descubrió. También Ortega redescubrió lo común, para adelgazarlo.

En su estudio por el arte, y para las actividades deportivas, Ortega escribe palabras para referirse al aumento de la idea sobre la realidad común, tales como metamorfosis, mundo ingrávido, desmaterialización. Se refiere al telón del teatro, a la oscuridad en el cine, o al marco de los cuadros, como mecanismos desrealizadores que facilitan la desgravitación de lo real y nos permiten acomodarnos en ese mundo ingrávido.

 Acuña el  término levedad. De la contraparte de la palabra, pesadez, desde 1912, Ortega bordaba ya a profundidad sobre la insoportable pesadez del ser.

Desde la dicotomía pesadez-ligereza que experimentó en el interior de una catedral gótica.

El obrero de 8 horas  en el trabajo pesado de la fábrica, o el de  la construcción de albañilería, tiene encima su catedral gótica pero no la levedad que da la cultura. Y el archimillonario debe gemir también bajo el peso de su costal lleno de diamantes porque tampoco tuvo tiempo para la levedad que da el arte.

La metáfora, que también, y tan bien, analiza Ortega, nos permite ver al alpinista remontar esa inmensa pesadez gótica conocida como “gravedad atmosférica”. Sólo tiene un arma para enfrentar tan ingente empresa: la idea. La intrínseca idea de la ascensión.

Dice: “Salto de la habitual y vulgar vida ordinaria en lo real a la fantástica  vida extraordinaria en lo irreal. Pues el artista busca siempre “escamotear” la realidad que de sobra fatiga, oprime y aburre al hombre fuera del arte.”

 Los borrachos. Velázquez, en el arte pictórico de la desrealización, tan estudiado por Ortega.

Santo Tomás de Aquino coincide con Ortega al considerar que hay más elevación en la medida que la forma haya superado más a la materia. Aquel en el universo espiritual y éste en las inmensurables regiones del arte. El escalador persiguiendo, al precio de su vida, a  Fata Morgana.

El alpinista  no sólo regresa a lo cotidiano. Ahora ha descubierto un montón de cosas valiosísimas que estaban  ocultas bajo la pátina de la rutina.

Parado sobre el último resalte de la ladera ve, allá abajo, las luces multicolores de la ciudad y no puede menos que exclamar: “¡Una maravilla de calidez humana”! Y, al alcanzar la primera calle, voltea hacia la montaña que acaba de dejar y dice: “¡Qué belleza!”

Ahora lo gótico ha perdido mucho de  su pesadez material y le revela la misteriosa y benéfica levedad buscada con cien nombres, desde la antigüedad, por místicos, filósofos, orfebres, pintores y escultores. Y por la gente de montaña.

Normalmente: “El paso de lo real a lo irreal artístico supone el paso del mundo de acción al mundo de la contemplación.”

En el caso del alpinista se obtendrá la levedad mediante el paso de la acción física, a la superacción física, guiados por la idea.

Los países del planeta, de las más diversas creencias idealistas y materialistas, van a escalar montañas. Si bien no es el alpinismo la actividad idónea para el pensamiento lógico. El alpinismo no tiene nada de motivación lógica ni práctica.

¿Qué va a hacer un individuo allá donde no gana dinero (salvo cuando se trata del alpinismo profesional) sino, al contrario,  pone todo de su bolsillo? A cambio puede salir lastimado, traumado físicamente, de su estructura ósea multifuncional? O no regresar.

El noventa y dos por ciento no acertaría a contestar esa pregunta. El restante dos por ciento sí lo sabe. Persiguiendo a la inalcanzable Fata Morgana, y en términos de ganancia práctica, el alpinista se dio cuenta que ganó lo más valioso: salud psicofísica. En lo que eso signifique hablando de criaturas finitas, perecederas. “Daría la mitad de mi fortuna por poder orinar bien”, dijo el mafioso en la película El Padrino.

En el alpinismo se da la dicotomía de lo pesado físico (pesado cósico), con lo liviano espiritual.

 Éste, Ortega lo rastrea por el camino del arte. Ese liviano espiritual, mediante el arte, es un proceso ascendente e irreversible,cree Ortega:

"Cada nueva generación irá haciendo que predomine cada vez  más las puras formas estilísticas, se exasperará en el esfuerzo de que los objetos naturales sea más lo que no son, se lances más fuera de sus límites, en suma, que las cosas queden cada vez más estilizadas. Hasta que llegue una hora en que el arte apenas conserva nada de materia y representación, es casi pura forma."

Ortega nos señala  el camino del arte o, mejor, creemos nosotros, agarrar la mochila y largarse a las montañas…la idea es la misma: desrealizar( con inteligencia,  técnica y sudar la camiseta), la realidad.

“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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