SCHOPENHAUER, LO DIFICIL DE LA FILOSOFÍA


 

Leer filosofía es una cosa rara. No porque sean difíciles su lectura y comprensión. Es porque sus postulados, como los de la religión, hay que ponerlos en práctica.

Para qué estudiar chino si no lo voy a hablar.

La cultura del bienestar económico de nuestro siglo no compagina con la teoría filosófica, menos con su práctica.

Ya no hay rincones tranquilos para filosofar, sólo grandes espacios para bailes con música estridentes. Tanto que los grandes vidrios de las ventanas de casas, situadas a cinco kilómetros de distancia del “concierto”, no se salvan de vibrar. Todo por escapar del ocio.

Para muchos el ocio es sinónimo de aburrirse y haraganear. El ocio al que Schopenhauer se refiere es la oportunidad de oro para bregar en la cultura:

“Entre más ocio y cultura intelectual, y de otra parte más lujo y bienestar, es característico el elegir por regla general lo último, prefiriendo el champagne al ocio.”

Irónico lugar ocupan estos pensadores en la sociedad. Tradicionalmente, desde los emperadores romanos, los filósofos han sido perseguidos como a perros del mal por las clases dirigentes. Y las grandes masas de la población, por su parte, simplemente los ignoran.

Sin embargo, del siglo de la estridencia, siempre hay quien frecuente a estos pensadores. No sólo feas verdades señala la filosofía, dice Schopenhauer, cuando se refiere a la ligereza de costumbres en que la mayoría de la gente vive.

La filosofía es una guía para la vida, a través de una detenida reflexión de la misma. Para otros los filósofos Presocráticos, y otros pensadores que le siguieron, hasta nuestros días, son tan familiares como estar viendo a Stallone con su saga de Rambo.

Hay épocas en las que más se frecuenta la filosofía y otras en que menos: “ Si su vida y su actuación caen en una época en la que no puede reconocerle y apreciarle, siempre queda pareciéndose a un viajero que tiene que pernoctar en una mala posada, continuando alegremente su viaje al día siguiente.”

Al antiquísimo Platón se le lee con asiduidad, y es vigente, debido al magro pensamiento de los siglos. Esos largos siglos en los que “el cerebro es sólo un obrero al servicio del estómago.”

¿Por qué volver a consultar las obras de Platón? Por lo mismo que leemos El gran Gatsby, de FitzGerald, varias veces, y es la ligereza que corre en otras novelas.

Regresamos, una y otra vez, a ver Shane o Lo que el viento se llevó. Preferible a las toneladas de plomo que salen de pistolas y metralletas, que vemos disparar en la películas de la actualidad, sin contar apenas con argumento alguno.

Si la naturaleza hizo a Platón, observa Schopenhauer, es que puede hacer otro Platón o muchos platones. Sin embargo todo parece indicar que Ariosto tuvo razón al escribir, refiriéndose a Platón: “La naturaleza lo hizo y después rompió el molde.”

El pensamiento filosófico dice que en el mismo siglo cabemos todos. La estridencia y la práctica de pensar:

 “Tal vez pueda estar contento con su época un pensador  o poeta, si ésta le permite solamente pensar y poetizar sin ser estorbado en su rincón, satisfecho de su suerte, si encuentra ese rincón donde pueda pensar y poetizar sin importarle nada lo demás.”

SCHOPENHAUER
“Arthur Schopenhauer [  'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ (?•i)] (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.”Wikipedia

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