SCHOPENHAUER, BUSCANDO A MORGANA


 

-Tiene 185 millones de años-dijo el geólogo-, vivió en el Jurásico.

-¿De veras? ¡No lo imaginaba!

Hasta ahora creí que la amonita, empotrada en la pared de la sala de mi casa,  eran sólo costillas de animal que se hicieron duras. No el testimonio de un mundo pretérito “fantástico” que precedió al nuestro. Veía la curiosa figura, no a aquel mundo ido.

Como el que compra libros para adornar su sala, pero ignora su inmensurable  contenido. O como el que se casa con  una mujer  para embellecer  su casa sin importarle sus sentimientos.

Acudimos al museo de arte, observa Schopenhauer, a ver el marco de madera de la Gioconda, no el mundo en el que vivió la mujer que  le provocó tan singular sonrisa.


Adquirida para pisapapeles sobre el escritorio
¿Para qué otra cosa podría servir?
El invierno pasado leí el libro de Scott Donaldson que habla ampliamente del “pleito intelectual” que se traían Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Abundantes referencias de las novelas Suave es la noche, del primero,  y Fiesta, del segundo. Pero no había leído ninguna de las dos, adquiridas desde hacía años y ahora estaban por ahí llenas de polvo. Lo que me interesaba más era el pleito de los dos escritores, no tanto  sus novelas.

“A lo inmediato nos avocamos- escribe Schopenhauer-, no a la esencia.”

Cuántos nos persignamos ante la cruz pero ignoramos la esencia del catolicismo. O aprendemos de memoria la Biblia, para perorar, pero sin ir más allá de la letra. Cuando escuchamos la  explicación del guía, de la zona arqueológica de   Teotihuacán, exclamamos incrédulos, como yo respecto de la antigüedad de la amonita: ¿De veras?

Lo que sigue es de Schopenhauer, de su libro En torno a la filosofía:

“Los hombres reverencian con gusto algo; pero su adoración se para casi siempre ante puertas falsas, y la posteridad rectifica. Millares de cristianos adoran las reliquias de un santo cuya vida y doctrina ignoran; millares de budistas reverencian el dalada (el diente sagrado),o el dhatu (reliquia), o la santa patra (puchero)o la huella petrificada del pie de Buda, o el santo árbol que éste sembró; así se mira con reverencia la casa de Petrarca en Arqua, la supuesta cárcel de Tasso en Ferrara, la casa de Shakespeare en Stratford, con su silla; la casa de Goethe en Weimar, con el mobiliario, el viejo sombrero de Kant, con sus respectivos autógrafos reverenciosamente mirados por hombres que nunca han leído sus libros…Confirman la verdad que a los hombres no interesa la forma, o sea, la representación, sino la materia: son materialistas. Pero aquellos que no estudian los pensamientos de un filósofo, sino que quieren enterarse de su vida, se asemejan a los que admiran el marco y no el cuadro, admiran el valor del dorado y el gusto de la talla...”

Melanie, la muchacha de la película norteamericana  Matchmaker (o Santa casamentero) lo dice en pocas palabras:

“¿Cuándo perdió el mundo la imaginación?”

Schopenhauer


Arthur Schopenhauer (Danzig, 22 de febrero de 1788Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta. En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos, y especialmente contra Hegel, lo que contribuyó en no escasa medida a la consideración de su pensamiento como una filosofía «antihegeliana».





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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