SCHOPENHAUER, FANTASMAS EN LAS MONTAÑAS


 

¿Miedo a los fantasmas? Buscar la compañía de otros.  ¡Sobre todo no mirarse en el espejo!

Dorian Grey no resistió verse a sí mismo, como en realidad era, según le decía su retrato. Buscaba la fiesta y la compañía de otros, quienes fueran, con tal de no estar solo. Su soledad, si la había, era en la proximidad de los otros.

Ser sociable hace la buena  convivencia entre la gente. Pero ser muy “amiguero”, o escuchar en la calle cincuenta   conversaciones ajenas, al día,  por el móvil, puede ser un síntoma patológico de la sociedad.

Los solitarios, entre la muchedumbre,  son tópicos de la “literatura de carácter”. Es sólo un  recurso literario esa soledad bajo los rayos del sol.

De alguna manera bajo las luces del sol, las sombras y las cosas nos hablan generosamente. El viento que se manifiesta en las ramas de los árboles cuando se mueven, las aves que cruzan sobre nuestras cabezas y aun las lejanas y perezosas nubes, también nos hablan. Todo es bello.

 Ascendiendo el suave sendero del tupido bosque de los 3 mil, en la mañana llena de luz y de colores presenta un aspecto tan bello y reconfortante como pocos sitos en la vida y en el planeta.

 En la noche todo eso parece diferente.

El general Lucio V. Mansilla, hombre valiente y culto, filósofo y escritor, que visitó en el siglo diecinueve la región de los ranqueles, entre los ríos Cuarto y Quinto,  de la actual República Argentina, dejó un testimonio de lo que el humano experimenta en la soledad  de la noche.

No hizo la elaborada descripción como la imaginan los intelectuales desde su mesa de trabajo. Relató, apenas en dos líneas, lo que le llegaba desde su interioridad psicofísica metido en la noche del cielo ranquel. Cielo bárbaro, nada civilizado, todo tan natural.

Primero, dijo, nadie es valiente estando sólo porque "…el valor es cuestión de público."

“Segundo, que: “Por bien templado que tengamos el corazón, es indudable que el silencio, la  soledad, el aislamiento y el abandono, hacen crecer el peligro en la medrosa imaginación…Es por eso que el valor a medianoche es el valor por excelencia…Las tinieblas tienen un no sé qué de solemne, que suele helar en las venas hasta congelarlas.”

Subiendo  esa misma cuesta, en la noche, las ramas de los árboles tienen otro aspecto, como los cuentos de brujas que leíamos en la niñez, o los de Quiroga en la adultez, los ruidos, como pasos de alguien, ya no es el suave y vivificante viento y allá, como a diez metros, tratando de ocultarse entre los árboles, dos ojos intensamente rojos me siguen el rastro desde hace rato.


Dibujo tomado del libro
Técnica alpina
de Manuel Sánchez y AAG
editado por la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas
 de la UNAM, 1978
Y la leyenda de la región se hace presente. Todas las regiones del planeta tienen su leyenda. Y las hay que se han globalizado y vienen desde muy lejos en el horizonte y en el tiempo.

Hécuba, la madre de Héctor, perdiendo el juicio y aullando como bestia al ver que los suyos son llevados como esclavos.

Esa es la mujer de cabellos blancos que vaga entre estos bosques y habita sobre todo en el arroyo que acabo de dejar  atrás. En México se le conoce como “La llorona”. Hasta los más templados, al oírla, se orinan en los pantalones.

O el pagador de los ejércitos villistas que, por robarlo, le cortaron la cabeza sin siquiera darle tiempo de bajar del caballo, y ahora se le ve cruzar los valles,  en la noche de luna, a todo galope brincándole solamente  los hombros…

La cueva en la que dormiré esta noche, por estar en la ruta que recorren los montañistas, y en la que espero a mis amigos que llegarán mañana para realizar alguna escalada,se le conoce como “Cueva del Muerto”. Alguna vez aquí encontraron un cadáver.

Y el largo valle que está al oeste, al otro lado de la colina inmediata, es famoso desde los tiempos de auge de la minería de los pueblos subyacentes, siglo diecinueve. Por aquí subían los mineros desde el pueblo de Chico, 700 metros de desnivel, y descendían, por las aldeas de Cerezo o por Estanzuela, a Pachuca, Hidalgo, México, cargados de dinero y oro de contrabando. Se le conoce como el “Valle del Muerto  sin Cuerpo”. Sólo encontraron la cabeza.

 Es una abrumadora subjetividad, que se acrecienta cuando las montañas nocturnas se llenan de brumas, relámpago y los árboles parecen doblarse a la fuerza del ventarrón.

¿De dónde viene todo eso?

De una confusión teológica- filosófica de mi parte. Los dioses mexicanos, como diría Nietzsche, están más allá del Bien y del Mal. Los Tezcatlipoca es un solo Tezcatlipoca, Señor del cielo y de la Tierra, rojo, blanco azul o blanco si es de noche o es de día. No es astrología sino planetas- metáforas que representan valores esenciales de la filosofía náhuatl. Durante miles de años los mexicanos precristianos han vivido a su sombra y amparo.

Por lo que me toca de la cultura occidental, a partir del siglo dieciséis, las tinieblas de la noche ahora son de temer. Plotino identifica la luz con el Bien y las Tinieblas con el Mal. Y más allá: “Zoroastro enseña a todos los hombres que todo objeto brillante y luminoso es el resplandor de mi propia luz…en tanto que el Infierno es producto de las Tinieblas.” (Plotino, Enéadas).

Estar en el mundo de dos grandes culturas, la de Netzahualcóyotl y la de Homero, exige conocerlas a ambas, ¿ y conocerlas a fondo! De lo contrario se acabará perdido en un enorme galimatías y asustándose con su propia   sombra y “oyendo pasos en la azotea”.

De ninguna parte viene todo eso, me dice Schopenhauer, sino de tu interioridad:

“...en la oscuridad de la noche, que es el tiempo de los espíritus solamente porque la oscuridad, el silencio y la soledad, al suspender las impresiones externas, dejan margen a la actividad cerebral procedente  de dentro; de modo que en ese respecto se la puede comparar con el fenómeno de la  fosforescencia, que tiene también como condición la oscuridad. En ruidosa compañía  y a la luz de muchas velas, la medianoche no es ninguna hora de espíritus. Pero sí lo es la medianoche oscura callada y sola, porque ya instintivamente  tememos en ella la aparición de fenómenos que se presentan como totalmente exteriores, si bien su causa próxima se encuentra en nosotros mismos: así que nos tememos en realidad a nosotros mismos. De ahí que quien teme la aparición de tales fenómenos busque compañía.” (Schopenhauer, Parerga y Paralipómena).

 
Schopenhauer

“Arthur Schopenhauer (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta. En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos, y especialmente contra Hegel, lo que contribuyó en no escasa medida a la consideración de su pensamiento como una filosofía «antihegeliana».” WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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