EL PENSAMIENTO LIBRE DE BERGSON


Una hilera de naipes que, al caer uno, los demás están bajo el determinismo fenomenológico de también caer. Un yo mecánico parecido al de las criaturas del zoo. Una conciencia que depende del cuerpo.

Bergson va contra todo eso.

El hombre no es lo que come, come lo que es. Unos comen puros vegetales, otros tienen preferencia por los carbohidratos y otros por la proteína animal. Con la información de la ciencia médica procurará frecuentar la dieta balanceada, pero siempre dominará su modo de ser.

De suyo, unos son sobrios en el comer, otros no paramos hasta el hartazgo. Por más que pongan frente a nuestros ojos las fatales estadísticas de la obesidad, la diabetes y la hipertensión, no paramos hasta dejar limpio el último plato. Para luego seguir con el postre, un cigarro  y ocho dedos de  ron o de whisky.

Aquellos saldrán corriendo, metidos ya en sus cortos, tenis y camiseta. Otros, mientras eructamos generosamente, prendemos el televisor para apoltronarnos en el mullido sillón.

El simple hecho de que por las calles los hombres, y sobre todo las mujeres, van vestidos de muy diferente manera, es de hecho un acto nada simple.

Los humanos están buscando siempre la libertad para expresarse y evitar el efecto dominó. Hasta en la manera de orinar unos se quedan quietos y otros tratan de dibujar las letras del   abecedario.

 Y no hay cadenas de acero, ni argumento   ideológico bien urdido y puesto en escena, que los haga permanecer siempre en la esclavitud.

En ocasiones, perdida la conciencia de la libertad, buscarán alucinados la esclavitud. Pero a la postre será como un acto de purificación, para volver á  ser conscientes de la libertad.

Después de todo perder su libertad, en busca de una imaginada libertad, también es su libertad. Todos los pueblos  del planeta han pasado por eso. Y lo seguirán haciendo, por los siglos de los siglos.

Como el que no tiene conciencia, que goza de la salud corporal, hasta que se aplasta un dedo con el martillo. De ahí que Schopenhauer haya dicho las extrañas palabras que hay  males que son bienes. Males que nos hacen pensar en lo bueno que era, tan familiar, que ya ni lo tomábamos en cuenta, hasta que lo perdimos.

Gastar treinta años de nuestra vida, en una celda de dos por tres, bien vale la pena pensar en la libertad. Y hay celdas, peores que esa, que no tienen barrotes.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria, de Fritz Redlich,1968

Bochenski, refiriéndose al pensamiento de Bergson, a su memoria pura, a su yo profundo, más allá de los límites de la psicología asociacionista, que se  aparta de la vocación por la libertad, anota que: “nuestras acciones arrancan de toda nuestra personalidad. La decisión crea algo nuevo, el hecho sale del yo, del yo únicamente, y es, también, completamente libre.”( I.M. Bochenski, La filosofía actual).

En algunos países hay, en sus universidades, la Escuela  o Facultad de Diseño Industrial que siempre busca nuevos modos y formas materiales. De la misma manera hay, del otro lado del campus, la Facultad de Filosofía y Letras que estudia sistemáticamente lo que la humanidad ha pensado, siempre en busca de cómo salir mejor librado del efecto dominó.

Kant coincide con Bergson en el sentido que la razón se libera del fenómeno  dominó para marcar un nuevo principio:

“No se puede concebir  sino dos especies de causalidad en relación a lo que ocurre; la causalidad siguiendo la naturaleza o la causalidad por la libertad

"La primera es en el mundo sensible, el enlace de un estado con el estado precedente, al cual sucede según una regla, y como la causalidad  del fenómeno reposa sobre las condiciones de tiempo y el estado precedente.”

Y sigue: “La libertad en el sentido práctico es la independencia de la voluntad con relación a la sujeción de las pendientes de la sensibilidad.”

Lejos de hacer una antinomia libertad y naturaleza, como con frecuencia  artificialmente se les ha manipulado, hacen una armonía. Sigue diciendo Kant: “libertad y naturaleza, cada una en su sentido perfecto, se encontrarían juntas y sin conflictos de ninguna  especie, en las mismas acciones, según que se las aproximara  a su causa inteligible o a su causa sensible.”

Para sentir la responsabilidad es necesario tener la libertad, anota Bergson: “Un ser no se siente obligado sino cuando es libre y cada obligación, tomada aparte, implica la libertad.” (Las dos fuentes de la moral y  de la religión)
Bergson

Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (París, 18 de octubre de 1859Auteuil, 4 de enero de 1941) fue un filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, Bergson fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France. En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. régimen de Vichy El bagaje británico de Bergson explica la profunda influencia que Spencer, Mill y Darwin ejercieron en él durante su juventud, pero su propia filosofía es en gran medida una reacción en contra de sus sistemas racionalistas.1 También recibió una notable influencia de Ralph Waldo Emerson.










M.G.MORENTE Y EL SENTIDO DE LA HISTORIA


Un mundo sin pies ni cabeza parece al escéptico cuando considera la historia remota y que llega hasta nuestro siglo veintiuno.

Le parece que el mundo, la vida, debería presentar una cara mejor después de tanto misticismo y avance tecnológico a través de los siglos.

Piensa que la historia de los pueblos  la ha escrito el vencedor, por lo que es un argumento suficiente para desconfiar de esas historias, por más bibliografía que aparezca en sus páginas para darle un toque de academia.

Cree que la esperanza está en la arqueología, cuando ya han pasado al menos dos mil años del evento, pero ni aun así  hay que confiarse. Del incendio de la Roma de Nerón queda mucho por investigar y, de la guerra de Troya, de Homero,  no todo está esclarecido por completo.

Más bien la historia le parece como la Hidra de Lerna. La leyenda del monstruo que vivía en las riberas del golfo de Argólida, tenía nueve cabezas de serpientes y con su aliento envenenaba toda señal de vida, sembraba el pánico y la destrucción. Y, por más que el héroe Hércules cortaba sus cabezas, siempre le brotaban otras.

La economía que pauperiza a los pueblos, la inseguridad que hiere profundamente a las sociedades de prácticamente todo el mundo, la pésima calidad del aire que le da la vuelta al planeta y lo mismo envuelve y contamina a países pobres que a ricos, grandes y chicos, la temperatura que aumenta y derrite la nieve de las cuencas de alimentación  de los glaciares, aun de los más altos, o lejanos, de los polos, y deja sin humedad para el cultivo a los valles  y planicies.

Esas son algunas de las cabezas de nuestra Hidra del siglo veintiuno.

Pero no todos han perdido la brújula de la historia. Manuel García Morente, el gran filósofo español, Kant y Jean Wahl, nos dicen que esas cabezas por más terribles y  venenosas, que nos parezcan, pertenecen al mundo finito y por lo tanto son medibles, están en el tiempo y en el espacio, y el humano tiene la necesaria inteligencia para encontrar la solución.

No hay que permitir que la neurosis y el miedo nos enfermen más que la enfermedad misma. Como cuando un mal  médico nos dice que tenemos cáncer, morimos del susto y en la autopsia no encuentran el cáncer por ningún lado.

La “cosa” moral es le dirección que esta vida persigue, dicen estos filósofos. Sin ella las cabezas serán imbatibles. Porque a la inteligencia hay que guiarla por la actitud.

Ahí donde se destierra a la moral se trata de una asamblea donde cada uno lucha, abierta o soterradamente, por llevarse la mayor tajada del pastel.

La historia sí tiene pies y cabeza y su perspectiva está más allá del tiempo y el espacio.
¿HISTORIA SIN  PIES NI CABEZA?
DIBUJO TOMADO DE lA PSIQUIATRÍA EN LA VIDA DIARIA,
DE FRITZ REDLICH, 1968

La espada que blandía Hércules era de acero, por eso era el cuento de nunca acabar. Siempre brotaban otras cabezas ponzoñosas. 

Por eso estos pensadores dicen, que, considerada la “cosa” moral, el valor moral, las  cabezas de las Hidra podrán ser superadas.

Kant dice que la pura práctica del vivir empírico no sólo no lleva a la humanidad a ningún lado  sino que le impide ir a  donde pueda encontrar valores esenciales, de  un sano destino de la  vida empírica misma:

“…ningún interés practico resultante de principios puros de la razón, como el que encierra la moral y la religión…estos son aun principios justos, pero poco observados, que permiten extender la filosofía especulativa y descubrir los principios de la moral.” (Crítica de la razón pura)

 Wahl, filósofo marsellés del siglo veinte (igual que Morente), apunta en el capítulo dedicado a la Dialéctica, de su excelente obra Introducción a la filosofía, la antinomia corrupción-permanencia.

Corrupción de las cosas finitas sujetas a la ley de la fenomenología que se hacen y se rehacen sin fin. Pero ese devenir tiene su antinomia, referido a un permanente, fuera de la fenomenología.

A semejanza de las emisiones de un volcán cuya cámara magnética no se agotara nunca:

 Wahl:

“Se ha dicho que sólo podemos pensar el Devenir a condición de conseguir  una permanencia a la que oponerle y sobre todo el fondo de la cual pudiera destacarse.”

Y Manuel García Morente explica (Lecciones preliminares de Filosofía) las ideas de Kant, respecto del contenido moral en la evolución humana, de esta manera:

“Todo el conocimiento es un conocimiento puesto al servicio de la ley moral; todo el saber que el hombre ha logrado necesita recibir un sentido. ¿Por qué es por lo que el hombre quiere saber? Pues, para mejorarse, para educarse, para procurar la realización, aunque sea imperfectamente en este mismo mundo, de algo que se parezca a la pureza moral del otro mundo.”
MORENTE



Manuel García Morente (Arjonilla, Jaén, 22 de abril de 1886Madrid, 7 de diciembre de 1942) fue un filósofo español y, converso católico, en sus últimos años de vida fue sacerdote. Fue un gran divulgador, traductor de obras del pensamiento europeo, filósofo de cuño original, y gracias a su magisterio oral y escrito se iniciaron en la filosofía, y aún hoy día lo siguen haciendo, multitud de promociones universitarias….En 1912 obtiene la cátedra de Ética de la Universidad de Madrid. Su pensamiento oscila en este momento entre el kantismo —tesis doctoral sobre La estética de Kant (1912); monografía sobre La filosofía de Kant, Una introducción a la filosofía (1917); traducciones de la Crítica del juicio (1914), de la Crítica de la razón práctica (1918) y de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1921) kantianas— y el bergsonismoLa filosofía de Bergson (1917)—. Durante los años veinte inciden sobre su mente el biologismo histórico de Spengler (tradujo la famosa Decadencia de Occidente del citado filósofo de la historia alemán), Rickert, Simmel, y la axiología, merced a la incorporación que se hizo de la obra de Scheler y Hartmann a través de la Revista de Occidente. En las postrimerías de este decenio termina las traducciones de las Investigaciones lógicas de Husserl (1929), junto con José Gaos, y del Origen del conocimiento moral de Brentano: el método fenomenológico será utilizado en adelante con singular destreza en su indagación filosófica.











KANT, ANTES DEL CELULAR


Antes del teléfono celular, mucho antes de 1994,que fue el año  que en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, se empezó a ver el inusitado espectáculo de gente  que hablaba  por teléfono minúsculo, propio, individual, trasportable, en el metro, en la calle, manejando, con esa  maravilla de la tecnología que después llamaríamos familiarmente “celular”.

Antes de 1994, la vida era muy problemática. Una muestra de eso la encontramos en Kant, filósofo del siglo dieciocho.

Entonces la gente se preguntaba cosas como el principio del mundo. Y saltaba la pregunta ¿qué es el mundo? Algunos contestaban “fenómenos de la necesidad natural”, otros que “lo condicionado en la existencia”, que la gente, que las maripositas, que lo que los geógrafos llaman planeta, cosas que están ahí, etc.

Pero también la gente se preguntaba sobre el yo, de lo perecedero y eterno, de la libertad o el destino fatal, si el mundo es la última frontera o hay una causa suprema, se buscaban a las matemáticas, para no perder piso entre tanto lirismo, si la vida trascurría entre la razón o el azar, sobre lo material y lo espiritual o, como algunos decían, lo finito y lo infinito.

Antes de 1994, si empezabas temprano a leer de filosofía (los músicos empiezan con su violín a los cinco años de edad) de seguro a los veinte años de edad podías leer esa literatura como si estuvieras leyendo, sin sufrir, una amena y bien estructurada novela, al estilo de Malcom Lowry, Schiller, Carlos Dávalos, Tolstoi, Hemingway, A. J. Cronin, Margaret Mitchell, Juan Valera…

Leyendo feliz en el conocimiento que la especie a la que perteneces es sensible, práctica, inteligente, soñadora. Y estar en posición de dudar de tantas paparruchadas que se dicen en no pocos libros, y que son los mismos temas que ocupan los encabezados de los diarios.

El lirismo corre por las calles, y por los pasillos de las editoriales, hasta hacer un patológico revoltijo. Para no perder la brújula, la razón, es por lo que I.M.Bochenski escribe, en La filosofía actual, de la importancia que tiene en nuestras vidas la filosofía:

 “La necesidad de filosofía es algo obvio porque sin un examen  racional de este tipo los hombres fabricarían inconscientemente sistemas sin la vigilancia de la razón.”
ANTES LA GENTE SE HACÍA  PREGUNTAS COMPLICADAS
Dibujo tomado del libro La psiquiatría  en la vida diaria
De Fritz Redlich, 1968

Ante tanta pregunta la gente sólo podía tener  tres destinos. Uno, leer cómodamente en la silla mecedora, en el porche de tu cabaña, frente a las dunas del 
desierto de Sonora, acerca  de qué es eso de la razón y su antinomia, la sinrazón. Dos, pasar el resto de tu vida dentro de una camisa de fuerza en la celda del psiquiátrico. Tres, sin ser huichol, tomar el camino de Virikuta y emprender el viaje que ya no tiene regreso luego de haber encontrado el cielo de la razón pura.

Reproducimos algunos de esos interrogantes que Kant se hacía en su siglo dieciocho. Un siglo que, por cierto, buscaba descubrir lo que podríamos llamar el “teléfono mental” (que  la gente se comunicara real y mentalmente, no que se aislara) porque fue el tiempo en el que nacieron, y otros estaban por nacer, filósofos de “peso pesado”.

Kant:

“¿El mundo ha tenido un comienzo como límite en su extensión en el espacio? ¿Hay alguna parte, y pueden existir en el yo presente una unidad indisoluble o indivisible, o no hay en él más que lo perecedero y disoluble?¿Soy yo libre en mis acciones, o, como los restantes seres, soy conducido por fuerzas naturales y fatales del destino?’Hay en último término una causa suprema del mundo o las cosas en la naturaleza y su orden, que forman el último objeto, en el que deben quedar todas nuestras consideraciones?”(Crítica de la razón pura)

Más adelante Kant nos ofrece otra serie de consideraciones. No es que tenga inclinación tatutológica sino que eran cosas que,de un modo o de otro, se hacían no sólo los filósofos sino todo "mundo":

" si el mundo existe sin principio ni fin y, por consiguiente,ha existido eternamente, o si ha tenido un principio; si el espacio del mundo está lleno de seres infinitos o si se halla encerrado dentro de ciertos límites; si en el mundo hay alguna cosa simple o si todo puede ser dividido en el infinito; si hay alguna creación o alguna producción por la libertad, o si  todo depende de la cadena del orden natural,y, en fin, si existe un ser completamente  incondicionado  y necesario en sí o, por el contrario,es condicionado en su existencia, y por consiguiente exteriormente dependiente y contingente en sí mismo."
KANT

Antes de 1994 la vida era, como acabamos de ver, muy complicada. Se hacían muchas preguntas. Preguntas que algunas veces quedaban en meras aporías, es decir, sin solución.


“Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de1724  Königsberg, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante delcriticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.”WIKIPEDIA




W.JAEGER Y LA INFINIDAD DE LA CULTURA


El humanismo es un fenómeno cultural tan antiguo que se pierde en el tiempo. 

Hay una línea de continuidad desde la caverna hasta el siglo veintiuno. 

Tiene valores de idealidad, y de realidad, que ha sobrevivido a cuantas hecatombes naturales y guerras  ha conocido la humanidad. Y para el futuro no tendría por qué ser de otra manera. 

Por más guerras que invente el humano siempre habrá humanismo. No sólo antropomorfismo inteligente, sobre todo humanismo.

Nuestra inclinación a señalar, por etapas, es lo que nos da la idea de que  las manifestaciones culturales, e históricas, pasan por generaciones espontáneas y muertes súbitas. Es un criterio lejos de la fenomenología.

Podemos rastrear la presencia del humanismo en el Renacimiento, al filo de la Edad Media europea, en la presencia romana y en la cultura helénica.

Con Platón, que reunía en su persona, o en su obra, al Thymos, el alma como fuerza vital, y la eudemia, esa serie de actos mediante la cual se vive bien guiados por la razón como punto intermedio entre el exceso y el defecto.

Parménides con su materialismo, Isócrtes, el sofista, con su gran aporte de arte de la oratoria y Aristóteles obsesionado por la virtud y tenido como el iniciador del método científico.

Werner Jaeger (en su monumental Paideia) anota:

 “ Lo que denominamos actualmente cultura humanística en el sentido estricto de la palabra, imposible sin el conocimiento de las literaturas clásicas en su lengua original, sólo podía desarrollarse en un terreno no griego, pero influido en lo más profundo por el espíritu helénico, como fue el pueblo romano. La educación fundada en las dos lenguas  griega y latina es, en su concepción plenaria, una creación del humanismo del Renacimiento.”

Retroceder, hasta llegar a la célula primordial, cargada de potencial humanístico, y detenernos en seco antes de adentrarnos  en la dimensión metafísica.
INTERCAMBIO DE IDEAS

Porque de nada no sale algo. Kant en su Crítica de la razón pura, hablando del tiempo dice  que “en un tiempo vació no es posible que nazca ninguna cosa, sino que comienza el mundo en condición necesaria de su existencia.”

Ir en sentido contrario en el mundo fenomenológico, es decir, del efecto a la causa, hasta un pretérito ignoto, nos da idea Diógenes Laercio, en Vidas de los filósofos más ilustres, cuando habla del gran arte de la retórica desarrollado por Isócrates, de la antigüedad griega:

 “No fue el inventor de las clausulas de medida exacta, de las antitéticas de las asonantes, puesto que  estaban ya inventadas, no obstante creó estos recursos con gran habilidad.”

“Este protorrenacimiento no sólo fue  importante porque introdujo mejoras cualitativas en la enseñanza y en el uso escrito y hablado del latín-dice Paul Johnson en su obra El Renacimiento-que se convirtió en la lengua franca  o sagrada de una clase instruida compuesta principalmente, aunque no en su totalidad, por clérigos, sino porque también supuso una explosión cuantitativa.”

La prosperidad material y el progreso cultural han estado siempre presentes en el mundo, con un nombre o con otro. Pero el predominio temporal, de uno o de otro, no pasaba de  una mera abstracción. Propio del pensamiento sectario.

El Humanismo se alejó de la secta cultural y trabajó por la universalidad, por el conjunto. "Por la línea de continuidad".

Eso llevó a Jaeger a escribir: 

“La construcción histórica usual del humanismo, con sus rígidas divisiones de Edad Media y renacimiento, escolasticismo y humanismo, resulta insostenible cuando se acostumbra uno a mirar el renacimiento de la filosofía griega en la alta Edad Media como uno de los grandes episodios de la influencia póstuma de la Paideia griega, a lo largo de la historia de la Edad Media  y de los tiempos modernos, acusa una línea de continuidad.”
JAEGER

“Werner-Wilhelm Jaeger, (Lobberich, Renania, 30 de julio de 1888 - † Boston, 19 de octubre de 1961), filólogo clásico alemán, exiliado en los Estados Unidos, especialista en Aristóteles autor de Paideia. Estudió en su ciudad natal y en el Gymnasium Thomaeum de Kempen; luego pasó a la Universidad de Marburgo. Se doctoró en la Universidad Humboldt de Berlín en 1911 con una tesis sobre la Metafísica de Aristóteles, Studien zur Entstehungsgeschichte der Metaphysik des Aristoteles; privatdozent en Berlín en 1913, fue discípulo allí del profesor Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff (1914).”WIKIPEDIA



KANT EN LA BUSQUEDA DEL NOÚMENO


El noúmeno es una especie de límite o frontera, a nuestro conocimiento, tanto real como especulativo.

Puede pensarse, para simplificar la cuestión, en el alma. O en algo que  es  intelectual, una entelequia. Fuera del espacio y del tiempo, y por lo tanto no fenoménico, no sensible, no tangible.

El noúmeno tal vez no exista, y si existe parece que no nos es dado acercarnos a él. Pero, cosa extraña, los hombres se han ocupado del noúmeno desde la antigüedad y siguen haciéndolo en la modernidad. Aristóteles, Plotino, Leibniz y Kant, entre otros.

 Tan inútil como alcanzar la cumbre de una montaña es este asunto del noúmeno. Porque su contenido existencial está en la acción de subir la montaña, no en alcanzar la cumbre. Por eso los alpinistas, ya en esa cumbre, en seguida piensan en abordar otra montaña y…todo vuelve a empezar.

Como la mujer que tiene en sus brazos al niño que acaba de nacer. Parece que ahí está la culminación de su amor o su pasión. En realidad ahí vuelve a empezar  otra vez todo…

Tal vez a eso se deba que el noúmeno jamás será encontrado…Cuando los piratas encontraban el cofre del tesoro se perdían a sí mismos, o entre ellos. En la búsqueda se movían, se unían…

Las mónadas de Leibniz son semejantes a los noúmenos de Kant. Sustancias simples (sin materia), ilimitadas, eternas. Pero con la diferencia que Leibniz también las piensa como sustancias compuestas. Lo que las sitúa, también, en el terreno de la fenomenología. Finitas, perecederas. En otras palabras, son de esencia espiritual y humana:

“Los animales, en los cuales no se advierten esas consecuencias, llámanse bestias; pero los que conocen esas verdades necesarias son propiamente los llamados animales racionales, y sus almas llevan el nombre de espíritus. Estas almas con capaces de actos reflexivos, y pueden considerar eso que llamamos  el yo, sustancia, mónada, alma, espíritu; en una palabra, las cosas y las verdades inmateriales. Y por eso somos susceptibles de ciencia y de conocimientos demostrativos.”( Leibniz, Principios de la naturaleza y de la gracia).

 Son las mónadas, según seamos capaces de verlas, dice Leibniz. Como en un examen de matemáticas,resuelvo hasta donde conozco.

 Hasta puedo no negar a las mónadas, pero sí estar consciente de  la imposibilidad de conocerlas,  o bien negar tajantemente su existencia. Piénsese en las posiciones, antitéticas, de  Lucrecio y de San Francisco de Asís, por ejemplo,  en lo que se refiere a la existencia del alma.

 El noúmeno es una idea pura, lejos de la sensibilidad. Pero las ideas necesitan de la sensibilidad para ser representadas. Este es  el problema: “No puede ser pensado ni como magnitud, ni como realidad, ni como sustancia (pues estos conceptos exigen siempre formas sensibles en las cuales determinan un objeto” (Kant, Critica de la razón pura)

Un modo de explicar el conocimiento del noúmeno lo encontramos ya en el Capítulo V de la Gran ética de Aristóteles. Se refiere a las partes del alma que son la racional y la irracional. En el capítulo VII habla de las manifestaciones fenoménicas del alma: percepciones,facultades y hábitos.

De una u otra manera las volveremos a encontrar en Plotino, en Leibniz y en Kant.

Leibniz dice que hay semejanza en la mónada y el alma. En el amplio rango de categorías en que sitúa el alma comprenden unas  sustancias y otras esencias. Reales y no reales.

 Leibniz se refriere también a animales bestias y animales racionales. Dice que el animal tiene el alma y ésta es su mónada: “el viviente  llamase entonces animal y su mónada, el alma.”

En todo caso para Leibniz existe  una jerarquía de mónadas desde la perfecta, que es Dios, hasta mónadas de cuerpos naturales.
¿MÓNADA?

No  se trata del culto a los ángeles. Estos sólo ocupan un lugar intermedio en las categorías de las mónadas, según Leibniz. La mónada perfecta es Dios.

Aquí es cuando Leibniz pone el ejemplo que cada mónada considera el universo desde su particular punto de vista y según sea la capacidad del observador.

Según sea la resolución del objetivo del microscopio del biólogo.

Kant lo dice refiriéndose al noúmeno negativo y al noúmeno positivo. De naturaleza sensible el primero y de naturaleza  no sensible el segundo:

“Si por noúmeno entendemos una cosa, en cuanto esa cosa no es objeto de nuestra intuición no sensible, y hacemos abstracción de nuestro modo de intuir, tenemos un noúmeno en sentido negativo. Pero si entendemos por noúmeno un objeto de una intuición no sensible, entonces admitimos una especie particular de intuición, a saber, la intelectual, que no es, empero, la nuestra, y cuya posibilidad no podemos conocer; y éste sería el noúmeno en sentido positivo.”

Por su parte Kant confiesa que no puede ir más allá en la crítica del punto donde acaba el fenómeno. Como si hubiera ya probado con el objetivo de máxima resolución del microscopio y no pudiera ver más allá.

Buscar el noúmeno es como el cazador que sigue a la presa entre la selva y al final no sólo ha perdido de vista a la presa sino que se da cuenta que él mismo se ha extraviado en la jungla. Y, sin embargo, sabe que no ha perseguido a una ilusión, ha percibido su realidad pero no podría hacer un retrato hablado del noúmeno.

Se necesita entonces una nueva herramienta, un nuevo y más adelantado microscopio. Y, para atrapar al noúmeno, se necesita otra percepción diferente y mejor que la que tenemos.

Plotino no se mete en tantos vericuetos y dice llanamente, casi deliciosamente, como lo diría un novelista. Porque en la antigüedad los filósofos escribían como novelistas, no tan enredado como ahora:

“En efecto, el alma está formada de muchas cosas más bien, de todas las cosas: es a la vez las inferiores y las superiores, contiene todos los grados de la vida. En cierto modo cada uno de nosotros es el mundo inteligible. Estamos unidos por nuestra vida inferior al mundo sensible, y por nuestra parte superior al mundo inteligible; permanecemos en lo alto  por lo que constituye nuestra esencia inteligible; estamos atados a lo bajo por las potencias del último orden en el alma. Hacemos así pasar de lo inteligible a lo sensible, una emanación o más bien un acto que nada hace perder a lo inteligible.” (Plotino, Selección de las Éneadas, SEP. Universidad Nacional de México, 1925)

Kant reitera que el noúmeno es más bien un enigma para el pensamiento racional:

“Es problemático el concepto de  noúmeno, es decir, la representación de una cosa de la que no podemos decir  ni que sea ni que no sea posible, ya que no conocemos más especie de intuición que la nuestra sensible, ni más especie de conceptos que las categorías, y ninguna de las dos es adecuada a un objeto suprasensible.”

Pero pone el pie para que la puerta no cierre del todo. Confiesa, reitera, que con nuestra percepción no tenemos posibilidades de ir más allá de la representación sensible, fenoménica. ¿Cómo desde la filosofía resolver una cuestión que sólo pertenece a la teología, a la metafísica?

 Con nuestra percepción, pero es probable que exista otra percepción que sí lo logre. Como hacen los biólogos con la torreta de su microscopio, que cambian de objetivo de mayor acercamiento, y pueden observar lo que con el anterior no veían:

“nuestra razón se encumbra naturalmente hasta conocimientos que van tan lejos, que cualquier objeto que la experiencia pueda ofrecer, nunca puede coincidir  con ellos; pero que no por eso  dejan de tener sus realidad y no son meras ficciones.”

Kant hace énfasis de la acción tras lo inalcanzable:

 “…la tarea de la razón es elevarse desde la síntesis condicionada, a la cual el entendimiento siempre está atado, a la incondicionada que éste nunca puede alcanzar.”
KANT

“Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de1724  Königsberg, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante delcriticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.”WIKIPEDIA













ARISTÓTELES EN LA CULTURA


Aristóteles vivió buscando la manera de llegar a la virtud y, a la vez, sentar las bases del método científico.

“Su influencia se ha desarrollado desde la metodología por él creada a partir de la idea de la clasificación y de la distinción de que ella se deriva entre conocimiento empírico y conocimiento especulativo.”

Luego considera que la meta que se sigue es la felicidad. Conocedor de antiguas escuelas de pensadores griegos, paisanos suyos, sabe que eso de la felicidad está  manoseada por los sofistas, antiguos y modernos.

Por eso se apresura a decir (en su Gran ética) que la felicidad consiste en vivir bien pero, como esto de “vivir bien” también está muy tergiversado, dice que el fin de todo es la virtud.

Agrega que saber qué es la virtud no quiere decir que se es virtuoso. Entre el saber una cosa, y el hacer esa cosa que se sabe, hay un kilómetro de distancia:

“Decimos de vivir bien y obrar bien no es otra cosa que la felicidad, luego, ser feliz y la felicidad está en vivir bien. Y vivir bien consiste en vivir de acuerdo con la virtud. La virtud es, por lo tanto, el fin, la felicidad y lo mejor.”

Aquí Aristóteles difiere abiertamente de Sócrates respecto de la naturaleza de la virtud. Sócrates situaba, en sus diálogos, con Parménides y Menon, en que la virtud es una ciencia y por lo tanto tiene un principio racional.

Aristóteles va directamente al asunto y dice que “la consideramos como algo divino, que está más allá de la medida humana.”

Su idea fija de la virtud, la felicidad y el movimiento, y su afanosa búsqueda para encontrar el famoso, su famoso, término medio de los extremos, no le hace apartar los pies de la tierra. De hito en hito, filosófico, voltea la cara para no perder de vista la educación de los niños.

Hace distinción entre el puro falismo  y la Paideia: “Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran; pues estos les dan la vida, pero aquellos la vida feliz.” (Diógenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres)

NO ES LO MISMO TENER QUE EDUCAR
Dibujo tomado de La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968

Al final del capítulo primero, de su Gran ética, Aristóteles dice que las virtudes existen en vano. Con vano quiere decir que no son del campo de la fenomenología. “Se llega  así a la consecuencia de que las virtudes existen en vano y de que no son ciencia.”

Aristóteles nació el año 384 antes de Cristo, en Estagira, Macedonia, y a eso se debe que se le conozca como el “Estagirita”.

En contraste con Platón, que buscaba a Dios por medio de las Ideas, a Aristóteles (que también creía en Dios, la virtud y las almas) se le considera por la Iglesia de la Edad Media un tanto materialista. Hereje.


Las aparentes contradicciones de ambas filosofías es que el universalismo de Platón encierra que si bien busca afanosamente a Dios, también se le considera el primer comunista. No obstante, Platón para la Iglesia es muy familiar.  Es así, esta aparente contradicción, porque la Iglesia busca la comunidad, no la abstracción social. Si al comunismo cristiano, de los primeros siglos de la Iglesia,se le revuelve con el comunismo de otras épocas, esa ya es otra historia.

En cambio a Aristóteles, que siempre está en busca de la virtud, que vimos, considerada de naturaleza divina, se le toma, sino como un materialista, sí como naturalista.

 Más se le tenía prevención porque Aristóteles era familiar entre los pensadores árabes. Esa región que para la época que estamos considerando presionó fuertemente a Europa por medio de las armas. Y que estuvo en un tris de arabizar,  musulmanizar, coranizar,  a Europa.

 Mucho antes que el caótico mundo feudal europeo, depredador y peleonero entre sí, se diera cuenta de la amenaza musulmana, la Iglesia, con su rechazo de Aristóteles, estaba levantando simbólicamente la mano hacia el oriente musulmán.

Aristóteles fue descubierto y traducido por pensadores árabes llegando de esa manera a manos de Santo Tomás de Aquino que, a su vez, profundizó en el modo de pensar del Estagirita.

 Sin la Revelación, entendía Santo Tomás, no se va muy lejos en el propósito de la vida humana, que es la felicidad a través del bien. De todas maneras, dice Copleston:

“Sto. Tomás tenía plena conciencia  de que un filósofo griego como Aristóteles era capaz  de distinguir entre las acciones moralmente buenas y las malas, y, por ello, adoptó gran parte del análisis ético aristotélico.” ( F.C. Copleston, El pensamiento de Santo Tomás)

“Debido a su transmisión a través del Islam, la Iglesia siguió considerando a Aristóteles una posible fuente de herejía pero ello no impidió que los grandes filósofos del siglo XIII Alberto Magno y Tomás de Aquino elaboraran sus summae basándose en los principios aristotélicos.” (Paul Johnson, El Renacimiento).

Así, con Sócrates y Platón, Aristóteles es de los grandes pilares del pensamiento occidental. Los tres, por otra parte, “contemporáneos en el tiempo”, con sello propio cada uno de ellos en sus sistemas filosóficos, pero de los que también se puede aventurar la expresión “contemporáneos en el pensar.”

 El universalismo de estos tres (cuatro con Santo Tomás)  es que tenían una mano metida en el cielo y la otra en la tierra. No eran sólo de la tierra ni solamente del cielo. Igual hurgaban en la idealidad como en la realidad. Eran universales, no abstracciones.

En la recuperación de la filosofía, de la Antigüedad, Johnson dice que  Aristóteles fue incluido entre los primeros pensadores:

“La incorporación de ideas y métodos aristotélicos debe ser considerada el primer gran capítulo más o menos complejo en el largo relato de la recuperación de la cultura de la Antigüedad, y esto sucedió en el siglo XIII, antes de que empezara el Renacimiento propiamente dicho.”
 
ARISTÓTELES
“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.-322 a. C.)1 2 fue un polímata: filósofo, lógico y científico de laAntigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.” Wikipedia












Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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