NOSTALGIA FOTOGRAFICA


 

¿Cuánto acerca la tecnología a la gente?

No que la comunique, sino que la acerque? También el telégrafo la comunicaba…

La tribu se reunía para comer en el interior de su redonda tienda. Los pioneros en la enorme sala rústica en torno a la fogata. Los campesinos en derredor del fogón con las cazuelas.

Tales preguntas empezaron a hacerse cuando la televisión se instaló en la sala del hogar. La familia está junta pero no cerca. Tan lejos como esos matrimonios que ya duermen espalda con espalda.

La pareja de novios ya no se trenza en abrazo abrasador, jadeante, sudorizante y, en el mejor de los casos, hasta eyaculizante…Ahora tiene cada quien en la mano un teléfono celular-cámara  y se comunican con escenarios distantes. Están juntos pero no cerca. Entre ellos hay un tercero virtual.

Parece que la pregunta correcta sería ¿cuánta  capacidad de acercamiento tiene la gente en presencia de la tecnología?

Todos tomamos fotografías pero ahora ya casi no hay fotógrafos ni tampoco hay fotografías “reales”, sólo virtuales. Están pero no están, son pero no son.

Cámara de modelo "todos toman fotos"
(Las 3 fotos que ilustran esta nota fueron tomadas
de Internet)
Es el estilo de nuestro tiempo. Todos manejamos pero ¿cuántos sabemos de mecánica automotriz? Todos tenemos un ejemplar de La Ilíada pero ¿cuantos la leemos? Lo mismo con el Popol Vuh, el Nuevo Testamento, Don Quijote de la Mancha, Lo que el viento se llevó, etc.

La política de la industria fue que todos tomaran fotografías aunque no supieran nada de la técnica fotográfica. La idea era la venta de las cámaras, películas…

Se simplificó a tal grado que bastaba con abrir la tapa de la cámara de formato cuadrado, meter el rollo, cerrar y “disparar”. Era lo que se llamaba “cámaras de lente (objetivo) fijo”. No había necesidad de manipular los lentes ni las velocidades de “disparo”.

No era necesario  considerar cosas como la profundidad de foco o el poder de resolución del grano de la película, etc. ¡Sólo disparar!

Llevar el rollo al laboratorio fotográfico (había un laboratorio  en cada rumbo de la colonia y en el centro de la ciudad  uno o dos por  cada calle.

La gente tenía álbumes y más álbumes de fotografía. Parte del programa de las fiestas familiares era sacar el álbum y mostrar a todos las fotografías.

Los rollos de película eran de 20 0 36 exposiciones (cuadritos o negativos).Se terminaba y, si eran necesario, como sucedía a los fotógrafos profesionales, se metía otro rollo y luego otro.

Algo parecido sucedía con la fotografía que llenaba las necesidades de la industria, del arte y la ciencia.

Todo eso desapareció. O casi. Kodak, Agfa, Ilford y todos los emporios de la industria fotográfica mundial. Ya no hay cámaras fotográficas “mecánicas”, ni laboratorios ni álbumes familiares para pasar de mano en mano.

Hay una versión moderna de todo eso.

Otro modelo universal
La profesión de fotógrafo desapareció como desaparecen tantas profesiones.

Hay pocos "boleros" en las calles que lustren zapatos pues muchos usamos tenis.

Los dibujantes de mapas topográficos desaparecieron.  Lo mismo los especialistas en la fotografía científica ya que ahora todo académico toma sus fotos,  las mete a la computadora y, mediante "programas", hace con ellas lo que necesite...

El que escribe tampoco necesita ya la hoja de papel (con “papel copia” entre hoja y hoja para hacer varias copias).Tampoco hay ya máquinas mecánicas para escribir, ni los que las fabricaban ni los que las reparaban…

Y la industria esta diseñando robots que sustituirán a los escritores, y hasta a los filósofos, con sólo dotarlos de "programas" con conceptos del bien y el mal, lo permanente y lo contingente, la eternidad y la creación, etc.

(No se asusten, filósofos, ustedes, como nadie, saben que la tecnología ya nos llevó a las estrellas pero el ser humano sigue como en el tiempo de las cavernas, y es más, que ni siquiera ha empezado por ser humano. Tiene todas las potencialidades para serlo pero...)

Se les pasó la mano con la política de “que todos tomen fotografías aunque no sepan ni pizca de técnica fotográfica”.

Ahora basta girar el mando de la nueva cámara y, según la resolución (el tamaño que se quiera ampliar la foto) ya se pueden “tomar” 200 ó 600 ó 1500 o más fotografías sin necesidad de rollos de película como antes.

Conectas tu cámara (o la pequeñísima memoria) a la computadora, abres una carpeta en la computadora y la guardas. Puedes abrir infinidad de carpetas y guardar en ellas miles de fotografías. Y no ocupan espacio físico.

¡Impensable medio siglo atrás! Tanto, o más, como ir en bicicleta de aquí a la luna.

Pocas fotos, muy pocas, se imprimen en la impresora casera (una cajita tamaño oficio) a plena luz del día,en sustitución de aquellos chicos, o enormes, cuartos oscuros que eran los laboratorios con luz ámbar-roja y que siempre olían a ácido acético, con doble cortina negra en lugar de puerta.

Lo social, lo humano, relacionado con al fotografía, también se fue en gran medida. Mostrabas la foto, que cualquier llevaba en el libro como separador de hojas, ¿te acuerdas cuando te tomé esta foto escalando? Casi te orinas en los pantalones porque aflojé la cuerda con la que te aseguraba para poder "disparar" la cámara.

La misma fotografía digital moderna fue rebasada, en cierto sentido, por los teléfonos celulares en los que se toman fotografías con un gado de resolución igual que las modernas cámaras digitales formales.

Película fotografica
Como sea, se puede decir que la fotografía “real”, física, material, casi no existe. Lo que todos tenemos es la fotografía virtual. Está por todos lados y a la vez por ninguno.

 Como el que pensara llevar los bolsillos llenos de monedas y billetes y sólo encontrara la tarjeta del cajero automático…

Las fotos virtuales en la computadora están en potencia y hay que recordar que muchas potencialidades nunca llegan al acto, a la realización verdadera, en este caso, al papel.


Ahora esa fotografía, que se sigue “tomando” mientras se  escala, está por ahí, “metida” en algún archivo de la computadora.

Y desaparecerá esa fotografía, para siempre, cuando un rayo caiga sobre el “disco duro”. Igual que desaparecerán las mil cuartillas que el escritor lleva de su novela…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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