SHAKESPEARE VISTO POR EMERSON


 

“Shakespeare  fue un maestro en el arte de hacer pasar agradablemente el tiempo”, escribe Emerson.

En un tiempo remoto en el que los  libros y los periódicos eran escasos, el teatro fue el que llevó la luz al erial.

El teatro no fue, por lo general, el autor (sí lo sería con Shakespeare), sino el vehículo, como ahora hacen los periódicos.

Los grandes pensadores, que construían sus teorías de la manera cómo veían al mundo, monologaban, unos, o dialogaban otros. Pero siempre entre ellos. Como en la actualidad hacen los de la Academia, en auditorios, lejos del arrabal.

Fue la gente del teatro la que trasmitía aquellas ideas de manera formal, como lo hacían Eurípides, Esquilo,  Sófocles y Plauto, o bien haciendo reír, como Aristófanes.

Ejemplo: el elaborado tema filosófico del hacer, es decir, el devenir, sólo tiene lugar en el tiempo y el espacio. Y ahí están los filósofos batallando con los átomos, el vacuo, el pretérito desde la eternidad en una causa y efecto sin fin que luego se convierte también en causa...

 Bueno, Aristófanes se lo decía de esta manera  a la gente que llenaba el teatro: mediante el vuelo de una mosca que, partiendo de determinado lugar emprendía la carrera y se iba a parar a la calva de Sócrates… Así de fácil llenaba Aristófanes  el expediente de la fenomenología.

La gente, después de reír a costa del maestro Sócrates, empezaba a pensar que tras el vuelo de esa mosca se encontraba algo más profundo. Y del fenómeno, o la representación, buscaban la antinomia de lo material e iban a dar a la idea de la cosa.

Pensaban que, después de todo, eso que acababan de ver y oír  no les era desconocido del todo. Como si estuvieran recordando algo que yacía en alguna parte de su ser.

Los sistemas filosóficos nacen de observar la vida del pueblo, porque la filosofía es la vida vivida de la calle (en el instituto se desglosa y sistematiza), no es una invención y en el teatro la gente encontraba algo o mucho que les era familiar.

Emerson: “Fácil es observar que lo mejor que ha escrito o hecho un genio no ha sido debido a la obra de un solo hombre, sino al producto del trabajo social, en el que han tomado parte millares de individualidades  animadas por un mismo impulso.”

Ese fue el papel civilizador llevado a cabo por el teatro antes aun de que hubiera escuelas. Es el contexto cultural al que Emerson coloca a Shakespeare.

Siglos más acá el teatro seguía con su tarea civilizadora:

“No se escribía literatura para la mayoría, pues no se conocían aún la imprenta y las ediciones económicas, ya que en aquella época no se leía tanto como se lee hoy.”

Conmovedor leer cómo un gran hombre, como Emerson, se expresa de Shakespeare no sólo como un gran hombre, sino como “el mejor que ha existido.”

W.SHAKESPEARE
La actitud de Emerson resalta cuando estamos familiarizados con la rebatinga que se traen entre si los grandes filósofos de todos los tiempos, incluidos los Presocráticos.

Emerson no pasa por alto que Shakespeare conoció primero algunas obras de otros autores que él a su vez  desarrolló. Como Cervantes hizo con Tirante Blanco, Goethe con las leyendas de Fausto, Petronio con Ovidio y la leyenda del hombre lobo, etc.

“En aquellos día no era tan severa la demanda de originalidad que requiere hoy nuestra petulancia.”

Ahora, en el siglo veintiuno, poca gente va al teatro (hasta algunas salas de cine se han visto precisados a cerrar). A eso se debe que son pocas las ideas de calidad que circulan por el mundo.

Las noticias de lo que acontece día a día, comunicadas por los medios, y los anuncios de productos para el hogar, llenan el día.

Al estilo de un novelista que tiene mucho qué decir a la gente y lo hace por medio de inventar personajes y situaciones o agarra como andamiaje hechos históricos, o leyendas, así hizo Shakespeare:

Emerson: “Se trataba de un hombre pletórico de ideas que disfrutaba conversando, de un cerebro que exhalaba pensamientos e imágenes y que al buscar una salida para ellos, encontró que el teatro era lo que tenía más a mano.”

Pero lo que Shakespeare hizo fue, también, a través de su escritura, servir de espejo. Es decir, reveló como es, como piensa, cómo actúa, la gente que de manera genérica llamamos “occidental”. Esa gente de Europa y de la región norte de América:

Emerson: “él fue quien esbozó al hombre inglés y europeo, él fue el padre del hombre americano. Esbozó al hombre y describió lo que hace durante el día, leyó en los corazones de los hombre y de las mujeres la probidad, la segunda intención y la vileza,  el engaño de los inocentes y la transiciones  por las cuales las virtudes y los vicios se truecan en sus contrarios; le fue factible dividir  la parte que correspondía a la madre y al padre frente al hijo, o trazar los límites entre la libertad y el destino.”

Schopenhauer despacharía la descripción del mundo occidental en cuatro palabras, según su teoría de la idea y la representación para descifrar la condición de la gente: objetivación de la voluntad. Es decir, con “un vistazo”.

Según su filosofía  el mundo es idea y es representación y vemos cómo el modo de pensar de esas naciones se puede conocer por el modo material en que se encuentra:

“el mundo de la representación refleja la esencia interior de la voluntad.”

La cultura occidental fue desde entonces prodiga en mentalidades que profundizaron  en esa antinomia a la que Schopenhauer se refiere de la Idea y la Representación.

Y  Emerson la reconoce: “Shakespeare, Homero, Dante, Chaucer comprendieron el maravilloso significado del mundo visible.”

Pero en lo de Shakespeare sólo dice:

“En lo que respecta al talento y a la potencia mental, el mundo de los hombres no nos puede presentar otro igual.”

(Lee Masters, Emerson, Buenos Aires, 1945)

VIÑETA DEL LIBRO DE MASTERS
“Ralph Waldo Emerson (1803 – 1882) fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX. Sus enseñanzas contribuyeron al desarrollo del movimiento del Nuevo Pensamiento, a mediados del siglo XIX. “Como conferenciante y orador, Emerson –apodado «el sabio de Concord»- comenzó siendo la voz líder de la cultura intelectual yanqui. Herman Melville, quien conoció a Emerson en 1849, pensó que tenía un “defecto en la región del corazón” y una “autoconciencia tan intelectualmente intensa que en un comienzo uno duda de llamarla por su nombre”, y más tarde admitiría que Emerson era “un gran hombre”. Theodore Parker, un ministro y trascendentalista, notó su habilidad para influenciar e inspirar a los demás: El trabajo de Emerson no solo influenció a sus contemporáneos como Whitman y Thoreau, sino que continuaría influenciando pensadores y escritores en los Estados Unidos y en todo el mundo hasta el momento. Nietzsche y William James reconocieron la influencia del «Sabio de Concord». También en Henri Bergson, cuyo élan vital es una transcripción literal de lo que él llamó “vital force”.

 

 

 

 

 

 

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