MONTAIGNE APRENDE DEL CAOS


 

“Mi naturaleza es tal  que mejor me instruye por  oposición que por  semejanza”

M. de M.  Ensayos escogidos

7,2 mil millones de personas habitamos este planeta en el primer tercio del siglo veintiuno.

Las iglesias no tienen suficientes templos para orar y meditar ni la Secretaria de Educación Pública aulas para enseñar.

¿Escuelas e iglesias? Estos lugares de educación, ya sea la académica,  como la  religiosa, están vacías. Se ven frecuentadas pero en relación a la población mundial  la mayoría, cabe decir, la gran mayoría, se encuentra lejos.

Por varios factores no se asiste a la escuela. La economía del país que obliga a trabajar en lugar de estudiar.

 La insuficiencia de planteles educativos en estos países es endémica. El presupuesto para educación,  en América latina, que puede ser considerable, pero ante la demanda es magro.

Dibujo tomado del diario El País.
En algunos países de América latina nadie vive de, solamente, enseñar en las aulas.

Usted puede comprobar que la persona que lava los automóviles, en el estacionamiento, gana diez veces más, al día, que el académico que imparte la clase en el salón de la facultad universitaria.

Impartir clases en estas condiciones se parece más un apostolado que una relación de trabajo regulado por un contrato colectivo.

El otro asunto es que acudir a la Iglesia es como acudir a un gimnasio o a la pista de correr. Dicho de otro modo, tengo que luchar contra lo que puede ser lo peor de mí mismo, mi pereza, mi gula, mi revoltura de  pulsión con instinto.

Tengo que ocupar, mi lugar en la “cola” de las tortillas y no buscar un conocido hasta adelante, burlando así el derecho de los otros que llegaron antes. ¿Para todo esto, tan molesto que va contra mis intereses e inclinaciones,  debo de ir a la Iglesia?

Los grandes valores morales, o las grandes miserias de conducta, se demuestran agarrando, o no, mi turno en la “cola” de las tortillas.

No respetar este hecho tan sencillo mañana puede ser uno de los grandes depredadores del erario público. Para ello sólo le falta la oportunidad de poder colarse hasta las arcas del tesoro.

Montaigne: “El horror de la crueldad me hace avanzar más en la clemencia…”

Si en el mal hubiera algo de positivo, ya no sería mal. (San Agustín analiza con detalle el aspecto pedagógico del mal). Lo positivo depende si el humano puede aprender, y es lo que hace Montaigne, por contraste, o yuxtaposición, algo del espectáculo del mal.

¿Entonces, pues, si el noventa por ciento no va a las aulas ni a la Iglesia?

Montaigne señala la solución empírica, casi instintiva: ¿Sabes por qué en tiempo de guerra los templos de la religión se abarrotan? Porque se tiene muy cerca, y en vivo, como se dice, la realidad del caos que puede acabar no sólo con la organización civilizada de la sociedad sino con la vida misma.

Y eso es lo que Montaigne sugiere: aprender del caos, pero no para reproducirlo sino para evitarlo. Es raro decirlo pero la barbarie que vemos en nuestro mundo debía servir como capacitación propedéutica de lo que no se debe hacer:

Montaigne: “Un lenguaje torcido corrige mejor el mío que no el derecho.”

Quién sabe cómo será en su ordenado continente, en su ordenado país y en su ordenada ciudad. Pero en las calles de algunos países americanos, al sur de la frontera, que no están en guerra, los tanques del ejército federal andan patrullando las calles tratando de someter a la delincuencia organizada. De las policías convencionales nadie está seguro. Unas cumplen hasta el heroísmo, en bien de la sociedad, más allá del reglamento, y otras juegan en el equipo contario.¡De ese tamaño es el caos!

Así pues, en nuestra realidad Michel de Montaigne está vigente con eso que escribió en el siglo dieciséis:

“Este tiempo que vivimos es propicio para enmendarnos por inconveniencia mejor que por conveniencia, por diferencia mejor que por acuerdo.”

Montaigne
“Michel Eyquem de Montaigne (Castillo de Montaigne, Saint-Michel-de-Montaigne, cerca de Burdeos, 28 de febrero de 1533 - ibíd., 13 de septiembre de 1592) fue un filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento, autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo.” Wikipedia

 

 

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