CRONIN, EL MILAGRO DE LA VIRGEN DEL POZO-novela


 

Fue un fiasco la aparición de la Virgen del Pozo.

Empezó de la manera más sencilla, cuando una muchacha, Carlota Neily, vio brotar un manantial en unas rocas que siempre habían estado secas. Y creyó ver una figura femenina, bella, en vuelta en un manto azul.

Lo comunicó a la parroquia y el Deán Fitzgerald y otro sacerdote, de nombre Anselmo, conocieron personalmente el lugar. Bebieron del agua cristalina y la encontraron deliciosa.

De inmediato los dos sacerdotes echaron a volar la imaginación. Pensaron en el milagro de Lourdes y los miles y más miles de creyentes, y no creyentes, que van a visitar cada año el santuario francés.

No dudaron que así pasaría con el Pozo de la Virgen. No se pusieron a rezar, y dar gracias al cielo, sino a echar cuentas alegres.

Para tal efecto empezaron a hacer planes de construir un gran templo. Vendría mucha gente, florecería el comercio en las calles y, el Deán, con toda seguridad, escalaría en la jerarquía católica. De la misma manera Anselmo, el otro sacerdote, sería tomado en cuenta a la hora de los nuevos nombramientos.

Hasta se entró en pláticas y se firmaron contratos con compañías constructoras. Se dio parte a los medios y estos incrementaron sus ventas con la noticia de un nuevo milagro.

Francisco Chisholm, otro sacerdote, y personaje central de la novela Las llaves del Reino, muy entregado a las labores de su parroquia, en favor de la gente de los barrios precaristas del distrito aquel, era, no obstante, anodino, casi ignorado.

 No era bien visto por la jerarquía. Estaba contra los sermones, o desgloses del Evangelio, en la misa, acartonados, en los que menudean lugares comunes. En reciprocidad, a sus explicaciones del Evangelio, que hablan de las necesidades inmediatas de la gente, lo reprobaban de tajo.

Como sacerdote, Francisco creía en que los milagros se pueden dar, pero en este caso era escéptico. Visitó el lugar, recabó datos y supo que el agua venía de una fuente situada un poco a la distancia y en el nivel más alto. Casi sin proponérselo, visitó la casa de Carlota Neily, la muchacha que había vivido la revelación.

Transfigurada, postrada, tenía una semana sin probar alimento y, no obstante, presentaba el aspecto de esa gente que ha sido tocada por el cielo y su alimento ahora era espiritual.

Poco a poco su casa se iba convirtiendo en una especie de santuario. En la calle grupos de católicos se hincaban y rezaban.

 El padre Francisco Chisholm fue a visitar a la familia con la intención de conocer los detalles y, llegado el caso, estar cerca del milagro.

Se disponía a tocar la puerta y algo llamó su atención. Se asomó por la  ventana y vio a la muchacha, supuestamente favorecida por el cielo, dándose un festín de platos de sabrosa comida y un buen vaso de cerveza. Así lo hacía por las noches cuando la gente terminaba de rezar y se retiraba.

El padre Chisholm penetró en la casa y quiso saber detalles de toda la historia. Descubiertas, la muchacha y su madre, en efecto había creído en el milagro del Pozo. A los pocos días ellas mismas se percataron que había sido precipitado su juicio y todo lo imaginado se esfumó.

Pero ya para entonces el asunto  estaba bajo los reflectores y la presión que sentían las dos mujeres era fuerte y no encontraron otra manera más que seguir.

Estaban arrepentidas y el padre Francisco les aconsejó que revelaran la verdad al Deán. Así lo hicieron y ahí acabó todo.

El párroco sufrió una fuerte desilusión y tuvo que despedirse de sus ascensos dentro de la jerarquía de la Iglesia, lo mismo el padre Anselmo.

Entretanto el padre Francisco seguía atareado en su trabajo parroquial cerca de la gente pobre de esas sucias localidades mineras.

En una de las casas miserables había un muchacho, Owen Warren, que padecía una severa enfermedad en una pierna. El  médico, laico, y no obstante, conocía y estimaba al padre Francisco.

Le comunicó que, pese al tratamiento que le aplicaba, el caso no tenía solución y, le dijo, el desafortunado desenlace está próximo.

Esa mañana el padre Francisco recibió una llamada de urgencia para que acudiera a la casa del pobre  Owen.

El fin ha llegado, pensó y salió corriendo con apenas tiempo para agarrar lo necesario para aplicar la extremaunción, como antes se decía, a la asistencia espiritual a los moribundos.

Estaba el medico consternado y la madre de Owen lloraba. Pase, le dijo el médico y la madre lo condujo al cuarto del moribundo.

Transcurrió un rato para que el padre Francisco pudiera reaccionar ante lo que vio.

Owen estaba sentado y completamente sano de la pierna. No lo entiendo, dijo el médico, anoche estaba en tan malas condiciones que no tenía caso ya ni siquiera amputarle la pierna.

La madre, que seguía llorando, pero ahora el padre Francisco entendió que eran lágrimas de felicidad, dijo que Owen, en su desesperación, quería ir al Pozo de la Virgen, y meter en sus aguas la pierna. Estaba plenamente convencido que eso bastaría para sanar.

Owen no sabía que todo aquel alboroto, en torno del Pozo, ya hasta se había olvidado en la mente del pueblo.

Así fue como a la maña siguiente amaneció sano por completo. A tal punto se sentía bien que pidió al padre Francisco no lo descartara para integrarse al equipo de deporte que el religioso dirigía.

Los planes utilitaristas de la jerarquía católica de aquel distrito, se habían venido abajo. En cambio había funcionado ante la realidad de una fe intensa, humilde y sincera de parte de Owen.

Owen ni siquiera fue al Pozo de la Virgen. Sólo creyó.

El medico hablaba ya de intensos procesos psicosomáticos, dada la angustia del muchacho enfermo, etc.

El padre Francisco, entretanto, se decía:

 “la fe en sí mismo es un milagro. Las aguas del Jordán, de Lourdes, el Pozo de la Virgen, ¿qué importan en absoluto? Cualquier charco fangoso basta,                                                      siempre que sea el espejo del rostro de Dios.”

Cronin

"Archibald Joseph Cronin fue un novelista y médico escocés, autor de La ciudadela, y Las llaves del reino, ambas novelas convertidas en películas, y nominadas al premio Oscar. Fecha de nacimiento: 19 de julio de 1896, Cardross, Argyll, Reino Unido Fallecimiento: 6 de enero de 1981, Montreux, Suiza." WIKIPEDIA





 

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