LA SOLEDAD DE FILOCTETES


 

Un hombre abandonado en  isla desierta.

Parece el tema  bosquejado para Robinson Crusoe, pero hace veinticinco siglos.  Después muchos relatos y películas han retomado el modelo. El hombre en la involuntaria soledad.

Para los que gustan de metáforas es la soledad del hombre moderno que parece haber sido vislumbrado por Sófocles, en su pieza de teatro Filoctetes. Dueño de valores perennes, también es rodeado por necesidades prácticas apremiantes, y la mediocridad del contexto que le ha tocado vivir, en estos tiempos del teléfono de mano como actor principal de películas y series.

Filoctetes, guerrero contra Troya, herido de gravedad en una pierna, ha sido arrojado, abandonado en una isla desierta.

La soledad del hombre moderno
 peor que la de
Filoctetes
 
Dibujo tomado de
El País
 
El desarrollo de la obra es sencillo y acaba de manera feliz, como deberían acabar muchas novelas y películas. Lo importante es lo que contiene el verbo, la acción didáctica del desarrollo de las mismas.

A diferencia de muchos trabajos de literatura, vacíos, premiados, y que acaban de mala manera,  por esa inclinación a lo patológico que anida en alguna parte del alma del humano. ¡Lo patológico es lo que vende!

Es lo que hace que busquemos,  cada día, solamente, la nota roja del periódico o en la televisión. No la revista del desarrollo científico o del contenido  espiritual de las religiones o de  la filosofía a través del razonamiento lógico que nos lleva a la frontera de lo ilógico.

El aventurero Ulises, también guerrero contra Troya, en ocasiones héroe magnánimo, como en la tragedia de Ayax, y en otras ocasiones artero y habilidoso, fue el que  dejó abandonado a Filoctetes. Pero descuidó quitarle las armas, flecha y dardos, que en otro tiempo pertenecieron al héroe Aquiles, ahora ya fallecido.

La guerra contra Troya se ha estancado, lleva ya mucho tiempo y los ejércitos invasores, pelean entre sí y hay el peligro que aquello cabe en desastre para los griegos, comandados por Menelao y Agamenon.

La idea entonces es regresar a la isla y rescatar el arco y los dardos. También a Filoctetes. No es por humanidad sino debido a que el oráculo vaticinó que Troya caería con la presencia de Filoctetes.

Pero Filoctetes no quiere saber nada de sus antiguos compañeros de campaña por la manera como se portaron con él.

Es cuando Ulises trata que Neoptlomeo, hijo de Aquiles, vaya de incognito y trate de convencer a Filoctetes que ceda el arco y regrese a Troya. Al final lo conseguirán porque la pierna de Filoctetes está en  pésimas condiciones y necesita ser atendida. Además que Filoctetes está harto de su soledad forzada.

Ingeniosas argucias que desarrolla Neoptlomeo no logran convencer a Filoctetes. Es hasta que aparece la sombra de Aquiles y lo urge a que regrese a Troya. Promete además enviar a Escolapio para que le cure la pierna.

Es todo el argumento. Sólo que en el desarrollo de los diálogos entre Filoctetes y Neoptlomeo tienen lugar reflexiones de calidad, y la manera en que Sófocles se las hace decir, que a eso se debe que esta obra haya llegado hasta nosotros después de tantos siglos.

 La prosa de Sófocles es de las que se leen y se releen N cantidad de veces. Como esas novelas, películas y series, a las que se vuelve siempre por su unidad y los valores que contienen.

 

 

 

 

 

 

 

 

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