K. JASPER CONTRA LAS FILOSOFIAS DECADENTES


 

Una buena taza de café,  a la que se le agrega  un litro de agua, ya  no sirve para lo que fue elaborada.

Las filosofías, al igual que  las religiones, son susceptibles de relativizarse y terminan perdiéndose en la boruca que levanta el liberalismo moderno.

Mil programas de televisión en el mundo están diseñados para perderse en la boruca, no para llevar a la reflexión terapéutica.

El párrafo introductorio de su nota,  que conoce todo periodista, es prometedor: ¿cómo, cuándo, dónde,  por qué, quién, para qué? Es un loable esfuerzo para aferrase a la tierra firme y no perderse en la paja. Algunas veces se consigue. La filosofía no está exenta de la paja.

El planeta está lleno de religiones y de filosofías que se hacen sobre las rodillas. Prometiendo, como algunos políticos en campaña, para llegar a la presidencia, lo que jamás podrán cumplir.

“¡Al diablo todas las mentiras inútiles!”, dijo Peer Gynt.


“La vida filosófica  amenaza constantemente con perderse en falseamientos en justificación de los cuales pueden usarse las tesis filosóficas  mismas. Las ambiciones de la voluntad de vivir se disfrazan bajo fórmulas de iluminación de la “existencia”.

Karl Jasper, La filosofía

Tienen  en común la filosofía  y el alpinismo en que en ambos hay claridad de la meta que se sigue. El alpinista quiere llegar a la cumbre de su montaña o de su roca.

El filósofo, mientras vive la vida del día al día, está siempre empujando la última frontera del raciocinio para ver qué hay de aquel lado. De ahí que parezca que la filosofía se ocupe más de Dios que la teología.

En lo que se parecen filosofía y alpinismo es que ambos  buscan con avidez el problema, que tiene enfrente, para estudiar la manera de resolverlo. ¡Y seguir adelante! Los alpinistas buscamos la cumbre, no la posesión de ella.

La filosofía  cree poseer la última palabra, pero a diferencia de otras maneras de pensar, no levanta la espada para imponer su dicho. Al contrario, pide que le objeten, que le ponga en entredicho, como hacen los sinodales en el examen profesional, para buscar la autorizada respuesta. Para desechar hipótesis y ver con más detenimiento las tesis. Tesis que con el tiempo también serán desechadas por otras tesis.

Dibujo tomado de
El País
11 de junio de 2016
 
La filosofía  “anda por lo mismo constantemente buscando con los ojos una crítica, pidiendo el adversario y anhelando que le pongan en cuestión, queriendo oír cómo lo hagan, no para someterse, sino para encontrarse empujada hacia adelante gracias a la propia utoiluminación.”

La religión ya tiene todo dicho, y a eso no se le puede quitar ni agregar una sola letra, sólo falta cumplirlo. Ya puso su campamento en el cielo. Llegó al cielo en helicóptero.

La filosofía anda, por decirlo de alguna manera, buscando cómo llegar al cielo subiendo su propia escalera. Peldaño por peldaño. Sudando la gota gorda para expulsar toxinas subjetivas. Quiere recorre a pie la distancia y llegar a ese campamento.

Sube su propia escalera. Pero es una escalera sin fin. En el movimiento está su realización. Sabe que, agua que no corre, se pudre. Como la religión que no pondera la caridad, hace boruca punitiva y mil rayos salen de sus versículos, pero tampoco sirve para el bien del semejante.

“Nuestra esencia es ir de camino, dice Jasper. Quisiéramos atravesar el tiempo. Sólo existiendo íntegramente en este tiempo de nuestra historicidad tenemos alguna experiencia de un eterno presente “

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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