ESTE DIA CON MARCO AURELIO


 

Marco Aurelio tiene un modo peculiar de darnos a entender que la vida es bella, que este día tiene un valor inmensurable y que los seres y las cosas hacen un conjunto de mucho valor tanto espiritual como material, en tanto conserven cierto balance.

Su manera es decir que todo sucumbe y todo pasa.

No es pesimista y está lejos del morboso catastrofismo del que tanta alharaca hace algunas religiones y no pocos sistemas  filosóficos.

Al decirnos que todo perece se refiere de modo tácito a que esa fugacidad tiene su contraparte que es lo perenne, lo que  siempre está aquí. Son los valores que, andando el tiempo, hacia el pretérito, se tomaron  como atributos de la divinidad.

Esa divinidad que cada etnia, cada pueblo, cree poseer en exclusiva. Igual que cada uno de nosotros tiene su propia parcela de cielo sobre la cabeza.

 Mi luna de México tiene que ver directamente con Teotihuacán. Para los pueblos del Islam simboliza el Paraíso. Para los poetas una encantadora musa.

Marco Aurelio se afana en hacernos comprender que corremos en la vida para comprar cosas, como en el buen fin, que pronto estarán arrumbadas en el desván, en el asilo o en el divorcio fast track porque este año ya llegó otra vez el buen fin, emocional, y es necesario corre de nuevo para  llegar antes que otros nos arrebaten la mercancía.

Marco Aurelio: 

“Todo tiempo presente es un punto de la eternidad; todas las cosas son de poco momento, caducas, perecederas, vanas… ¡Cuantos de aquellos con quienes entré en el mundo ya salieron de él.”


Todo cambia en el desierto, las sombras, las dunas, los vientos. El desierto permanece.

Desierto de Samalayuca,Chihuahua, México, en el camino a la estación
ferroviaria Sapello.
Armando Altamira Areyán y Luis Burgos Peraita.
Foto de Armando Altamira Gallardo.
 
Marco Aurelio es el emperador romano que vivió del año 121 al 180 de nuestra era. Quinientos años antes, que Marco Aurelio,  Platón tuvo un sueño y era que los políticos fueran  filósofos para que supieran servir positivamente  a sus pueblos, servirlos, no  gobernarlos punitivamente.

Con Marco Aurelio se dio plenamente la realización de ese sueño platónico. En el terreno intelectual este emperador es de la cepa de  Séneca, Epicteto, Cicerón, Montaigne…

Pero como la política de Estado es maceta donde no se da con frecuencia el trébol de tres hojas, el sueño de Platón se regresó a ocupar otra vez su lugar en la dimensión de la utopía.

En su estudio preliminar sobre  los Soliloquios de Marco Aurelio, Francisco Montes de Oca dice que “En algunos momentos pareció insertarse esta  filosofía en la vida del Estado, como si hubiese sonado la hora de convertir en realidad el sueño platónico de un reino de filósofos en la tierra.”               

De la escuela estoica, Marco Aurelio pertenecía a la lista de emperadores  que hicieron grande a Roma, lejos de los vesánicos y blandengues emperadores que también marcaron el imperio, aunque de modo negativo.

Y este es el estilo de Marco Aurelio. Nos invita  a buscar los valores trascendentes pero al modo de poner enfrente de nuestras narices lo contrario, lo fugaz que es lo material:

“Piensa en qué estado de cuerpo y alma conviene que te coja  la muerte: reflexiona sobre la brevedad de la vida, la inmensidad del tiempo pasado  y lo interminable del venturo, como también en la poca consistencia de todo lo que es material.”

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