EMERSON Y LOS FAROS DEL FIN DEL MUNDO

Referencia:

R.W.Emerson, Ensayos.


 -Julio Verne orientaba, hacia tierra firme, las naves que en alta mar y bajo tormentas, se encontraban en peligro de zozobrar, en su novela El faro del fin del mundo-dice Juan

Las bajas temperaturas de la alta montaña no nos son ajenas pero el frente frio número 22, que ha entrado al país, nos cala en los 3 mil de la Sierra de Pachuca, Hidalgo, México.

Días despejados y al regresar a nuestra cabaña, luego de escalar, sin grandes pretensiones, en Llano Grande, arriba de El Batán, nos apresuramos a encender el fuego en la chimenea. Queso, trozos de pan negro, remojados con tragos de vino tino, es nuestra magra cena.

Sin el ejercicio físico de caminar por los bosques bajos y los altos, el efecto terapéutico de la lectura no funcionará a plenitud. Emerson y Thoreau estarían de acuerdo con esto.

Ladera norte del  Monte Chichimeco (en los 4, mil), sobre la cañada Jamapa, camino del Pico de Orizaba, procedentes  del pueblo Jacal, en el NE. Foto de Armando Altamira G.

Kiva:

-La metáfora con una tormenta llamada pandemia Emerson nos recuerda a los faros del fin del mundo que, a través de los siglos, han iluminado a la humanidad cuando ésta parece estar a punto de sucumbir bajo la noche de la horrible tormenta. Cuando  el timón se ha descompuesto y, pese a los esfuerzos del capitán, la nave boga en la noche tempestuosa sin rumbo cierto, Emerson enciende los faros del fin del mundo.

Yo:

 -Es su manera de decirnos: “¡Viviremos!”

Yuma:

-Para los requerimientos apremiantes del diario vivir esperamos que los políticos y los economistas resuelvan, a la brevedad, lo conducente. Para eso lucharon en llegar a ocupar una curul, ahora que lo hagan realidad.

Juan:

-Pero el encierro obligado, que ya va para nueve meses, por la enfermedad mundial, eso que llamamos pandemia, enloquece al más sereno. El cerebro y el cuerpo se atrofian.

Kiva:

-El experimento por excelencia para probar al  aspirante a formar parte de una expedición alpina es que permanezca en una habitación exenta de toda distracción. Nada de televisión ni hojas ni lápiz donde escribir. Porque así puede requerirlo estar en un campamento ya sobre la montaña. Permanecer inactivo en su tienda de campaña en tanto dure la tormenta. Pocos pasan la prueba. Los demás encuentran absurda la idea. Abandona el experimento.

Yuma:

-Pero en la pandemia no se puede abandonar el encierro. Un micro demonio flota en el aire inficionando,  todo.

Juan:

-El pánico puede matar aun  a individuos perfectamente sanos que se creyeron infestados. La mente suele hacer esa clase de construcciones.

Kiva:

-La contratesis de esta horrible realidad es la imaginación, dice Emerson.

-¿Cómo está eso?-pregunta Juan

-Una imaginación que tienda hacia lo positivo. Y la mejor manera de ir al encuentro de ella, de la imaginación, tanto para el autor como para el lector, es la novela. Dice:

“La novela es el alimento y la alegría  que encuentra la imaginación. Todo lo demás lo sujeta  al suelo. De ahí que los hombres vuelen a resarcirse a Byron, Scott, Disraeli, Dumás, Sand, Balzac, Dickens, Thackeray, y Reade.”

Yuma:

-Coincido. La novela se nutre de la vida vivida, en otras palabras, del diario vivir. Pero en especial ( aunque no se mencionen sus fuentes de inspiración, pues no es el caso que en la novela se citen autores como en el ensayo),  es del pensamiento filosófico. Estos son algunos  faros del fin del mundo que Emerson nos señala:

“Cito una clase de libros que son los mejores: me refiero a las Biblias del mundo, a los sagrados libros de cada nación, que compendian los sublimes resultados de cada una de ellas. Después de las Escrituras hebreas y griegas, que constituyen los libros sagrados de la cristiandad, tenemos los libros de los persas y los oráculos  de Zoroastro, los Vedas y las leyes del Manú, los Puranas de los indios, los libros de los budistas, los cuatro libros  Clásicos chinos que encierran la sabiduría  de Confucio y de Mencio. Existen además otros libros que han adquirido en el mundo una autoridad casi canónica y que expresan  los más altos  sentimientos  y las más elevadas esperanzas de las naciones; como son el Hermes Trimegisto, que se cree encierra los recuerdos egipcios,  las Sentencias de Epicteto y las de Marco Antonio; el Vishnú Sarma de los indios, el Gulistán, de Saadi, la Imitación de Cristo, de Tomás Kempis, y los Pensamientos de Pascal.”

Yuma:

-Los sagrados libros de cada nación, como lo menciona  Emerson, para los “nativos americanos” son, al menos para Mesoamérica, La Leyenda de los Soles teotihuacanos y el Popol Vuh.

Juan:

Pero, agregamos nosotros, sin el ejercicio físico de caminar por los bosques bajos y los altos, el efecto terapéutico de la lectura no funcionará a plenitud. Como el medico que, al extendernos la receta con las medicinas anotadas, nos recomienda: “Beba agua y haga ejercicio.”

-Mi médico, dice Kiva- es más específico, recomienda: coma bien, duerma lo suficiente, tome agua y haga ejercicio.”

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario