CHESTERTON, APOLOGÍA DE LA OCIOSIDAD

 


Las Mil y una Noches, de mil páginas, es una novela demasiado corta, dice Chesterton.

Si tiene contenido, el texto largo es una delicia y el que  lee quisiera que no terminara. Dice:

“Seguramente que la mayor alabanza que podemos dirigir a esa obra, o a otra cualquiera, es encontrarla demasiado corta.

Como en el alpinismo, la esencia está en el desarrollo de la ascensión, poco en cuanto a la cumbre se refiere.”

Uno quisiera que Gone With the Wind no terminara. A buen resguardo que Margarita Mitchell dejó de tal manera la última página de su obra para su continuación en otra novela…

El desarrollo de la trama, de la novela oriental de Scherezada (o recopilación medieval de cuentos de hadas) es un cofre lleno de enseñanzas. Desde  las volitivas del autor, la trama, y seguidas por el modo de redactar, la ortografía…

Así, la ociosidad tiene contenido si contempla alguna cualidad inefable.

El sultán, que estaba con la espada en alto para cortar el cuello de Scherezada, ahora parece estar en la ociosidad,  está sentado muy atento en el desarrollo del relato que salen de los labios de la extraordinaria mujer.

Un maestro de escuela, de la enseñanza primaria, parece estar en la ociosidad sentado en su desvencijada silla (porque el presupuesto de la escuela no da para más). Les cuenta a sus alumnos de letras, números y cosa del universo.

Equivocadamente  al ocio se le asocia con el apoltronamiento, el sedentarismo y la vagancia.

Urgido por la cultura industrial, el mundo tiene prisa por el tener y no por el ser. No hay tiempo para leer. Los escritores se inclinan por el relato corto, con el resultado que hay lectores del relato corto.

Una novela de 500 páginas  resulta abrumadora. Los Miserables, de Víctor Hugo, ya no se oye mucho por ahí. “Son tabiques”, es la expresión peyorativa que justifica el espíritu del nuevo liberalismo.

A esto Chesterton escribe: “Si la calidad ha sido definitivamente contrastada, el tamaño, aunque sea aumentado indefinidamente, debe ser un mérito más de la obra.”

¡En la economía de mercado se necesitan brazos para la fábrica, no gente que esté sentada en la ociosidad leyendo o escribiendo o contando cuentos!


¡En la economía de mercado se necesitan brazos para la fábrica, no gente que esté sentada en la ociosidad.

                          Dibujo tomado de El País,23 de diciembre de 2017

El ejercicio de ir metiendo cuentos dentro de otros cuentos, como sucede en Las Mil y una Noches, tiene otro fondo más allá de lo inmediato. Esta mujer, Scherezada, “Identificó el anhelo de una historia eterna  con el anhelo de una eterna existencia terrestre.”

En tanto siga contando cuentos, ella vivirá. Cuando se detenga, empezará la pesadilla:

“Porque la pesadilla más horrible que pueda existir en el mundo es tener momentos de asueto que se encuentren vacíos… la ociosidad no es algo que se encuentra vacío de sentido. La ociosidad puede  y debe ser una cosa  particular llena de contenido, rica como sucede en Las Mil y una Noches en joyas y en relatos de un valor incalculable.”

 Ese vacío de ascesis pronto lo llenará el orden mecanicista. La carrera por el tener, no por el ser. En esa carrera la corrosión social no está lejos.

 Esa carrera empieza  en el trasporte público, asaltando, robando, su magro salario de la semana a la gente del pueblo y seguirá hasta  lo más alto posible.

Scherezada camina en dirección contraria.

“Esta es la verdadera idea que se oculta tras la fachada de Las Mil y una Noches…la moral, profundamente práctica, enterrada en Las Mil y una Noches.”

En otras palabras, insiste Chesterton:

“No es entretenerse con cosas baladíes, sino tener una visión de las innumerables cosas importantes que existen en el Universo y que son en sí mismas más importantes que el pan y el queso.”

 

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