El Día de la Filosofía.
Existe un montón de filosofías, o modos de ver la vida, como modos de vivir hay. Las bibliotecas se encuentran llenas de libros de esta disciplina. La filosofía de allá, la de acá, la de acullá (desde luego la mía es la mejor). Lo que faltan son lectores de filosofía.
Está relacionada con el pensamiento lógico. Cada individuo tiene su filosofía porque ésta se hace en la vida diaria, en la calle, en el trabajo, en el deporte, en los banquetes, en el taller, en la fábrica, en la obra de albañilería, en el reventón. Lo que se hace en los centros de estudio filosófico es sintetizar, comentar, preservar, ampliar, comparar, etc.
La filosofía es la vida vivida. Desde luego sin perder de vista que, en números redondos, la definición clásica de filosofía es “amor a la sabiduría”.Hay el viejo sueño que los libros de filosofía se vendieran hasta en las carnicerías pero, para que eso sea realidad, todavía falta.
Los filósofos tienen su día. Bueno, la filosofía. La UNESCO estableció en 2002 que éste se realizara, o conmemorara, el tercer jueves de noviembre de cada año. Juliana González Valenzuela, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo en diciembre del año pasado que es así porque se cree que fue más o menos en esos días cuando nació Sócrates: “uno de los más extraordinarios y eternos filósofos que ha dado el mundo” (Gaceta UNAM, 3 diciembre de 2009, página 9) .Para él, señaló, la filosofía no fue una teoría que se construía al margen de la existencia concreta del ser humano, sino el carácter con el que nos constituimos los seres humanos. Para Sócrates la filosofía es una búsqueda de la verdad, la antítesis más radical que hay con el dogma”.
Como un pueblo que piensa es peligroso para algunos intereses económicos muy fuertes, decimos nosotros, es que la vida se ha llenado de distractores banales. No de creaciones tecnológicas sino el uso que hacemos de ellas. Hace poco, concretamente el 26 de febrero de este año, en una entrevista radiofónica con René Avilés Fabila, Sergio Sarmiento le preguntaba porqué se había hecho escritor. “Bueno, dijo, en mi casa, cuando era niño, había muchos libros y no existía la televisión”. En contrasentido, creemos nosotros, si en la actualidad no ves televisión, corres el peligro que alguien llegué a tu casa, te ponga una camisa de fuerza y te lleve al manicomio bajo el cargo de desadaptado.
En una ocasión se reunieron, en la antigua Grecia, hace veinticinco siglos, un grupo de filósofos en torno de una mesa de banquete para comer, beber y platicar. Estaban Apolodoro, Sócrates, Agatón, Fedro, Pausanías, Eriximaco. También el comediógrafo burlón Aristófanes y Alcibíades. Cada uno a su turno fue hablando. Cuando le tocó a Alcibíades se refirió a Sócrates en estos términos: “Las expresiones con que viste su pensamiento son groseras, como la piel de un imprudente sátiro. No habla más que de burros de carga, de herreros, zapateros y curtidores. Pero que se abran sus discursos y se encontrará desde luego sólo ellos tan llenos de sentido.”
No creo en la metempsicosis, como decían los griegos de aquel teimpo, pero si me hubiera gustado nacer en un tiempo en el que las revistas de filosofía se vendieran hasta en las carnicerías.
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