Las Avispas es una composición literaria de sentido alegórico. Una serie de metáforas que dicen una cosa para expresar otra. Se trata de una crítica en contra los tribunales de Atenas. Fue representada en el año 422 antes de la era cristiana. Los tribunales eran sostenidos por el Estado. Sus jurados estaban constituidos hasta por 500 miembros.
Sus dos personajes centrales son Filocleón, juez que goza de fama y dinero que le reporta su cargo. El otro es Bdelicleón, hijo del anterior. Es opuesto a las costumbres de su padre. Entre los dos van haciendo un contraste dialéctico que describe la manera de comportarse de la gente de los tribunales. Un entretejido de voluntades humanas muy propensas a relajarse.El coro de jueces es a lo que Aristófanes llama “las avispas”. Toda la obra es una batalla cómica que se desarrolla frente a los atenienses que llenan el teatro.
El tema hace referencia a los jueces de lo civil y, los avisperos, a los tribunales. Hay ahí mucho ruido provocado por los acusadores y los acusados que, al igual que las avispas, pican…El corifeo de la obra dice: “Se dejan corromper por cincuenta talentos”.
Aristófanes ejemplifica el contexto cuando Laques, un general, es llevado al banquillo de los acusados.
Al igual que hacía Dante en La Divina Comedia, Juan en el Apocalipsis y, cerca de nosotros los mexicanos, Bruno Tráven, Aristófanes escribe el guión de su obra en una serie de alegorías. Toma el asunto y hace una parodia, muy a su estilo. Utiliza a uno de sus personajes para referirse a él mismo: “Y cuando empezó a presentar comedias, afirma que nunca atacó a simples mortales, sino que, con tanto ardor como Heracles, puso mano a la más alta empresa”.
El público de esos días entendía bien a quién se estaba refiriendo. O situaciones que le eran familiares. Leído a la distancia de este tiempo resultaría mucha dificultad de entender la trama y es necesario recurrir a las notas explicativas. Por ejemplo, cuando el juicio da comienzo se juzga a alguien disfrazado de perro, pero todos entendían que se estaba tratando de Laques. Este perro se llama “Ladrón de Axioma”. El general Laques había invadido Sicilia y cometió excesos con las riquezas que encontró.
Sin embargo, después de tantos siglos la gente de la misma Grecia no sabría a quién o quienes se refieren la obra. O los nombres de algunas cosas, como cargos públicos. Mucho menos entenderían gentes de otras latitudes tan lejanas en el tiempo y espacio como los habitantes de América, por ejemplo. De ahí que la obra Las Avispas necesite de frecuentes notas aclaratorias a semejanza de la citada Divina Comedia o el Apocalipsis.
Los tribunales son frecuentados naturalmente por gente muy ingeniosa tanto para salvarse de los cargos que se le imputan como de otros que los quieren encerrar. ¿Quién puede asegurar que éste o aquel dice la verdad? Alguien no dudaría en jurar sobre los huesos de su querida abuela que esta diciendo la verdad. Mentir ya es un cargo que merece castigo de las leyes civiles. Pero en ese ambiente una mentira sobre otras treinta mentiras no importa, con tal de salvarse. Es necesario un testigo o censor más allá de los humanos. Dios. En los tiempos de la laicidad eso parece exotico. Los paises sumergentes no lo acostumbran. Pero la primera potencia sí.
Los norteamericanos en la actualidad, al iniciar un juicio civil, juran sobre la Biblia. Es lo más que se puede confiar en que un mentiroso diga la verdad. Si miente no está mintiendo a los mortales sino blasfemando contra Dios. Es una costumbre que viene desde la antigüedad griega y la encontramos en Las Avispas. Bdicleron dice, cuando van a iniciar un juicio ante juez y tribunal: “Que alguien nos traiga rápido fuego, mirto e incienso de la casa, para que oremos lo primero a los dioses”. De esta manera no solamente el acusado estaba obligado a proceder con honradez sino también el jurado y el juez. Toda una cadena de voluntades humanamente endebles que pueden muy bien cerrar los ojos ante la letra de la ley de los hombres. Aunque, como muchos que pululan por los pasillos de los tribunales ya le han entregado su alma al diablo, les importa un pepinillo mentir también a Dios.
Por razones obvias, Aristófanes evita la mención directa de personas y situaciones que son de su tiempo y de su tierra y recurre a la metáfora. Por ejemplo, cuando el juicio contra Laques comienza, alguien, como mencionamos, sale disfrazado de un perro. Un perro que se llama: “Ladrón de Exioma”, pero todos en el teatro entienden que se está tratando del general. En adelante se seguirán las referencias evitando el señalamiento directo.
Al perro “Ladrón de Exioma” - Laques se le culpa por haberse comido “él solo el queso de Sicilia”. El otro perro, que es el acusador, no lo está señalando por falta de probidad sino porque no le había dado a él su parte del botín: “y no me dio mi parte aunque se la pedí”. Y de inmediato Filoclón, el juez, exclama: “Tampoco dio nada al Estado, a mí”.
El defensor del “Perro- Laques”, general Laques, hace referencia al acusado que peleó, junto con su ejercito, donde todos expusieron su vida, y mucho la perdieron y nada ganaron, en beneficio de los que muy seguros se quedaron en Grecia, y que ahora lo acusan: “ Sí, pero es el mejor de los perros de ahora y es capaz de guardar muchos rebaños… Lucha por ti y guarda tu puerta”.
Al final el juez Filocleón es “convertido” por su hijo a que se aleje del avispero de los tribunales. De puro gusto asisten a un banquete. Lugar apropiado para sacar algunas normas de conducta. Filocleón, como juez, sabe lo que dice: “Beber es malo. Del vino salen las puertas derribadas, los palos y las pedradas”. Y su hijo le contesta: “No, si vas con gente de provecho”.
El juez acepta ir al banquete pero, como sea, se hace acompañar de una joven flautista. Y desnuda…Es lo que algunos filósofos griegos contemporáneos de Aristófanes dicen: “Piensan de una manera y hacen de otra”. O "Sus actos no corresponden a sus ideas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario