Afrodita Urania, la del amor sensato, es muy celosa si algún mortal no le rinde ofrendas. El celibato, por ejemplo, es imperdonable.
Una subyacente advertencia que con los instintos y con el amor no se juega. No se le puede ignorar y salir impune. Se muere el que no satisface los instintos (comer, beber, etc. ). El instinto sexual es el que perdona la regla, en el corto plazo, pero a la postre nos espera cierta clase de neurosis...
Esto va a pasar con Hipólito, que le rendía homenaje a Artemisa, no a Afrodita. Artemisa, es la diosa de la caza y de la virginidad perpetua. La misma diosa Artemisa le dirá a Hipólito, ya moribundo: “Enojada (Afrodita) porque no la dorabas, s e vengó de tu castidad”.
Los coros, los semicoros, las estrofas y los epodos, van relatando el ambiente emocional en el que se ven envueltos los personajes de esta tragedia.
En cambio Afrodita Polimia, la de los amores múltiples, también llamados populares, puede con facilidad rebasar tal medida que los enamorados acaben perdiendo toda mesura. Al punto de comprometer la seguridad en la que se vive y la vida misma. Esto le va a suceder a Fedra
Teseo es el rey de esa ciudad e Hipólito su hijo. Fedra, la esposa de Teseo, pero no madre de Hipólito, desarrolla un interés sensual hacia Hipólito. Tiene conciencia de ese sentimiento pero ni siquiera s e lo da a conocer de ninguna manera a Hipólito. Lo guarda precavidamente para ella, en secreto. Hasta que en un momento de necesidad, de comunicárselo a alguien, se lo dice a su nodriza. La nodriza, creyendo facilitarle el camino a Fedra, se lo comunica a Hipólito. Éste se horroriza al saber semejante intención de su madrastra. A su padre lo quiere y respeta mucho. Además, como se ha apuntado, Hipólito no es muy inclinado al galanteo.
La obra toca un tema eterno en la humanidad y es el de los hijos de segundos matrimonios. El padrastro o la madrastra tiene que ser de un temple, humano y cultural, para no hacer desdichados a los hijos de esa clase de adopción. Estos hijos sufren al punto de desear no haber nacido. Hipólito exclama: “¿Oh infelicísima madre¡¿Oh funesto día en que nací, Que ninguno de mis amigos sean jamás bastardos”.
Cuando Fedra se entera que su nodriza le ha comunicado sus sentimientos a Hipólito, es presa de una extraña mezcla de vergüenza y de ira, con relación a Hipólito. No existe acercamiento de uno hacia el otro pero Fedra se ofende tanto que decide vengar lo que ella llama la más grande ofensa hacia su persona por parte de Hipólito. El desdén que ha hecho Hipólito ha herido el ego de Fedra a tal punto que de inmediato se incuba en su pensamiento el deseo de venganza. Concibe la idea que Teseo mate a su propio hijo. Para ello Fedra se ahorca y muere. Pero cuando Teseo descuelga el cadáver encuentra en su mano una tablilla. En ella Fedra le dice que Hipólito abusó de ella y que llena de vergüenza prefiere morir: “Hipólito se ha atrevido a manchar por fuerza mi lecho”.
Es cuando Eurípides profiere, contra las mujeres, adjetivos tan despiadados como seguramente antes no se dijeron. Eurípides es, sin lugar a dudas, la fuente de inspiración para los misóginos de los siglos que estaban por llegar: Schopenhauer, Nietzsche, Somerset Maugham, Jardiel Poncela…El sabio sacerdote Angel Ma. Garibay K, traductor de Eurípides (Editorial Porrua, México,2006) tiene una opinión diferente respecto a Eurípides y se pueden citar casos como el de Macaria, en Los heraclidas, Alcestes, etc,
Tal como lo pensó Fedra, al instante Teseo piensa en darle muerte a su hijo. Para tal efecto pide al dios Poseidón, señor de los océanos, su protector, que Hipólito muera. Le reclama a Hipólito y lo expulsa del reino. Hipólito le jura su inocencia pero el padre está ciego de ira y no le cree.
Hipólito se marcha pero en el trayecto ve que el mar arroja un ser extraño. Al acercarse resulta ser un espantable toro y mata a Hipólito. Desde entonces existe la frase “No le pidas nada a los dioses, que tal si te lo cumplen”. Teseo le pidió a Poseidón la muerte de su hijo convencidísimo que pedía una cosa justa. Después exclamará: “Quisiera no haberlo invocado nunca”. El cristianismo mejorará la fórmula diciendo a Dios: “Te pido esto, pero en todo caso que se haga tu voluntad”.
Al final Eurípides da un brochazo que, veinticinco siglos más tarde, la psiquiatría estará buscando la solución. Cuando Teseo descubre la maldita trama de Fedra y pide perdón a su hijo. Éste le dice en sus últimos segundos de vida: “Deploro tu suerte, más que la mía, a causa de tu yerro”. Con esto Eurípides estaba recurriendo a una tesis de Sócrates que dice que, en situación de ofensa, pierde más el agresor que el agredido. Schopenhauer asegura que el mayor castigo que alguien puede sufrir es llevar el recuerdo de la ofensa que hizo. El recuerdo lo acompañará hasta su muerte. Jesús, más sintético, decía no contestar la ofensa, todo lo contrario, poner la otra mejilla. El segundo golpe en la mejilla fue lo que conquistó religiosamente al imperio romano. Los cristianos, perdiendo, ganaban.
Todo esto lo dijo Hipólito en pocas palabras: “Deploro tu suerte, más que la mía”.
Tlamatzinco es el sitio del templo mayor dedicado a Tezcatlipoca; donde está el que aprisiona. Armando Altamira Gallardo escribe sobre alpinismo y literatura.
Aristodemo y Sócrates, en El Banquete
"Es bello amar cuando la causa es la virtud”. Con este pensamiento se abre el tema de El banquete para establecer que en realidad hay dos clases de amor. Eros es dios del amor y Afrodita su compañera. Pero si hay dos clases de amor hay dos Eros y dos Afroditas. Estas reflexiones las hace Pausanías, uno de los asistentes al banquete.
(Otra tradición presenta a Eros como hijo de Afrodita. Según esta versión Ares y Afrodita tuvieron cuatro hijos:Harmonia, Deimos,Fobos y Eros)
Aristodemo, del pueblo de Cidatenes,”un hombre pequeño que siempre anda descalzo “y que asistió al banquete, le cuenta los detalles del mismo a Apolodoro, de Atenas. El banquete tuvo lugar en la casa de Agatón. A él asisten, entre otros, Fedro, Pausanías el médico, Eriximaco y el poeta cómico Aristofanes. La fiesta es en honor de Sócrates. Varios tomaron la palabra. Tiempo después, no se sabe cuántos años, Apolodoro le relata a un amigo lo que en esa ocasión se habló en la casa de Agatón.
Los filósofos esperan a Sócrates para hablar con él del amor. Sócrates se queda parado en la puerta sin decidirse a entrar. Los otros le instan a que se les reúna. Sócrates decide entrar hasta que los otros han terminado de comer. Hay todo un símbolo en esta extraña actitud. El filósofo pone contraste entre la actitud mundana y la espiritual. La filosofía, dice Sócrates, es una cuestión por demás rara. El sabio no filosofa y el ignorante tampoco. Los que filosofan, dice Diotima, una especie de maestra de Sócrates, son los que ocupan un término medio entre los ignorantes y los sabios. Diotima fue la que enseñó a Sócrates todo lo referente al amor “y otras cosas”.
Dos bellezas, la del cuerpo y la del alma. Dos amores, el fácil y el difícil. Amor de paso, amor estable. El cuerpo es el vehículo mediante el cual s e puede manifestar el alma. Como un proceso, como un devenir. Para explicarlo Sócrates se va a referir a dos bellezas. A dos Eros, a dos Afroditas: “Debe considerarse la belleza del alma como más precisa que la del cuerpo. De suerte que un alma bella. Aunque esté en un cuerpo desprovisto de perfecciones, baste para atraer su amor y cuidados, y para ingerir en ella los discursos más propios para hacer mejor la juventud”. Así, esta belleza del alma no es una entelequia intelectual sino que tiene el propósito de impactar positivamente a la sociedad.
El otro tema con el que empieza El banquete es con el pensamiento de que se desea lo que no se tiene: “El que desea le falta la cosa que desea… No se puede carecer de lo que se posee”. En realidad es como un boomerang. En la potencialidad que el hombre posee la mujer nada aportó. Lo que hace es revelar lo que ya existe en él. De ahí que las mujeres se afanen en despertar esas potencialidades. Cuando un hombre vaga solo en la vida, sin éxito con las mujeres, sufre porque tiene esas potencialidades pero no encuentra la contraparte dispuesta a revelarlo, a excitarlo. En condiciones normales esto es lo que sucede. Puede acontecer que por una avería, biológica o mental, el modelo no corresponda a la excitación, pero esta ya es otra historia.
El humano persigue la inmortalidad y ésta es posible mediante la generación y la generación es asunto del cuerpo. Pero nadie quiere unirse con lo feo, sólo con lo bello. La belleza de las actitudes s e libra, no obstante, en el horizonte somático. Amor múltiple y amor monógamo. El primero está representado por Afrodita Pandemia o Popular o Vulgar y el segundo como Afrodita Urania.
Afrodita Urania derrama en los mortales el amor hacia la belleza. Afrodita Pandemia provoca el amor corporal. Ahora diríamos un “amor fácil”, caracterizado por las pulsiones, que no acaban de realizarse en la relación efímera, para empezar otra relación igual de efímera. Para distinguirlo del “amor que busca ser estable”, basado en el modo de ser del otro y en su presencia física.
(Otra tradición presenta a Eros como hijo de Afrodita. Según esta versión Ares y Afrodita tuvieron cuatro hijos:Harmonia, Deimos,Fobos y Eros)
Aristodemo, del pueblo de Cidatenes,”un hombre pequeño que siempre anda descalzo “y que asistió al banquete, le cuenta los detalles del mismo a Apolodoro, de Atenas. El banquete tuvo lugar en la casa de Agatón. A él asisten, entre otros, Fedro, Pausanías el médico, Eriximaco y el poeta cómico Aristofanes. La fiesta es en honor de Sócrates. Varios tomaron la palabra. Tiempo después, no se sabe cuántos años, Apolodoro le relata a un amigo lo que en esa ocasión se habló en la casa de Agatón.
Los filósofos esperan a Sócrates para hablar con él del amor. Sócrates se queda parado en la puerta sin decidirse a entrar. Los otros le instan a que se les reúna. Sócrates decide entrar hasta que los otros han terminado de comer. Hay todo un símbolo en esta extraña actitud. El filósofo pone contraste entre la actitud mundana y la espiritual. La filosofía, dice Sócrates, es una cuestión por demás rara. El sabio no filosofa y el ignorante tampoco. Los que filosofan, dice Diotima, una especie de maestra de Sócrates, son los que ocupan un término medio entre los ignorantes y los sabios. Diotima fue la que enseñó a Sócrates todo lo referente al amor “y otras cosas”.
Dos bellezas, la del cuerpo y la del alma. Dos amores, el fácil y el difícil. Amor de paso, amor estable. El cuerpo es el vehículo mediante el cual s e puede manifestar el alma. Como un proceso, como un devenir. Para explicarlo Sócrates se va a referir a dos bellezas. A dos Eros, a dos Afroditas: “Debe considerarse la belleza del alma como más precisa que la del cuerpo. De suerte que un alma bella. Aunque esté en un cuerpo desprovisto de perfecciones, baste para atraer su amor y cuidados, y para ingerir en ella los discursos más propios para hacer mejor la juventud”. Así, esta belleza del alma no es una entelequia intelectual sino que tiene el propósito de impactar positivamente a la sociedad.
El otro tema con el que empieza El banquete es con el pensamiento de que se desea lo que no se tiene: “El que desea le falta la cosa que desea… No se puede carecer de lo que se posee”. En realidad es como un boomerang. En la potencialidad que el hombre posee la mujer nada aportó. Lo que hace es revelar lo que ya existe en él. De ahí que las mujeres se afanen en despertar esas potencialidades. Cuando un hombre vaga solo en la vida, sin éxito con las mujeres, sufre porque tiene esas potencialidades pero no encuentra la contraparte dispuesta a revelarlo, a excitarlo. En condiciones normales esto es lo que sucede. Puede acontecer que por una avería, biológica o mental, el modelo no corresponda a la excitación, pero esta ya es otra historia.
El humano persigue la inmortalidad y ésta es posible mediante la generación y la generación es asunto del cuerpo. Pero nadie quiere unirse con lo feo, sólo con lo bello. La belleza de las actitudes s e libra, no obstante, en el horizonte somático. Amor múltiple y amor monógamo. El primero está representado por Afrodita Pandemia o Popular o Vulgar y el segundo como Afrodita Urania.
Afrodita Urania derrama en los mortales el amor hacia la belleza. Afrodita Pandemia provoca el amor corporal. Ahora diríamos un “amor fácil”, caracterizado por las pulsiones, que no acaban de realizarse en la relación efímera, para empezar otra relación igual de efímera. Para distinguirlo del “amor que busca ser estable”, basado en el modo de ser del otro y en su presencia física.
Valera y Pepita Jiménez
Amar al cielo o amar a la mujer es la disyuntiva que vive todo seminarista. Con frecuencia, en cierto punto de su vocación, el seminarista pide con humildad al cielo que le envíe una señal por qué camino seguir. Por el ancho o por el angosto. Y el cielo envía a una mujer, que en esta novela se llama Pepita Jiménez. Así Pepita Jiménez no es el instrumento del diablo, como se cree, que perturba y desvía a los que se encaminan a servir desde los altares, sino la mujer que salva a la Iglesia de malos ministros. Algunos de estos logran escabullirse a la mirada de Dios, y andan en hábitos, pero son los menos.
Un joven, de nombre Luis de Vargas, escribe una serie de cartas a su tío, el señor Deán de la catedral de…alguna parte de Andalucía. Este alto prelado fue guardando las cartas y al morir las dejó entre sus cosas en mucho orden, por fechas, como las iba recibiendo, amarradas en un paquete. Años después alguien, que puede ser el propio autor del libro, o bien un innominado alter ego suyo, se ve con este hato de cartas en sus manos y les fue dando lectura.
La novela corresponde al género epistolar. Luis sale de vacaciones del seminario en el que se prepara para sacerdote, va a la casa de su padre, en alguna parte de España y que goza de buena posición económica y tierras de su propiedad. Desde ahí es de donde Luis escribe con frecuencia al Deán, hermano de su padre, de lo que le va aconteciendo. Sobre todo de su prisa por regresar al seminario y ordenarse de sacerdote y ser, guía, ministro de la fe entre los necesitados.
La segunda parte, Paralipómenos, se cree que la relata el Deán. Aquí aparecer otras cartas del padre de Luis enviadas a su hermano el Deán. Y finalmente cartas del Deán a su hermano. El alter ego le da cierto orden a las cartas y va relatando la vocación, primero mística de Luis, y después la pasión terrenal del seminarista.
Pepita Jiménez es la mujer con la que don Pedro, padre de Luis, se va casar. Ambos, padre e hijo, frecuentan la casa de Pepita Jiménez, mujer joven que acaba de enviudar y poseedora de una buena fortuna que le dejó su muy anciano marido. Con el trato Luis y Pepita empiezan unas relaciones amorosas, inocentes, que los llevará a trastocar todos los planes tanto del seminarista como el mencionado compromiso de casamiento de Pepita con don Pedro.
Al final, Luis y Pepita se brincarán todas las trancas, las del cielo y las de la tierra, y unirán sus vidas, en matrimonio religioso. El Deán comprende que Luis abandone su idea de ser sacerdote y y don Pedro también comprende que su hijo es el compañero idóneo por edad, y todo lo demás, para Pepita.
Pero la grandeza de la obra está en el tratamiento que Valera supo darle. Tratar el tema de la vocación religiosa, en la Iglesia católica, le revienta en las manos a más de uno. Por intereses de etnia o de secta o por ignorancia, el asunto deriva con facilidad hacia otros derroteros. Aquí trascurre el relato en un equilibrio magistral. Sus observaciones sobre la santidad o la “terrenalidad” de los sacerdotes son tratadas con toda responsabilidad.
Tarde o temprano todo seminarista o sacerdote se encontrará a su Pepita Jiménez. Una mujer por la que se abandonará todo en este mundo, incluido el cielo. Empero, la historia de la Iglesia dice que muchos pasaron la prueba. Esta batalla ya había sido librada hace siglos, en el Foro, donde los creyentes, humillándose hasta la muerte, como bocado de leones o teas humanas, conquistaron el poderoso imperio romano. Pero atrae tanto la idea de una vida de santidad que el cielo tuvo que disponer de su filtro de vocaciones. Este filtro aquí se llama Pepita Jiménez.
Esta obra de Valera algo nos recuerda a Miguel de Unamuno en lo que toca a su crisis con la Iglesia Catolica. No disponemos de información suficiente para aproximar más ambos relatos. Sólo nos parece que pudo haber sido la vida real de Unamuno el modelo a seguir por Valera para trazar su Pepita Jimenez. Ya casado ( con Concepción Lizarraga, "su primer y único amor de este gran misógino") y profesor en Salamanca,Unamuno recordará sus tremendas crisis de cuando vivía dentro de la Iglesia Católica y abrigaba para él la idea religiosa. "Mi soñada santidad flaqueaba", escribiría más tarde.
Valera fue parte del Tribunal Examinador cuando Unamuno presentó, en 1892,su oposición para la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca.
Luis persiste en su idea de ser sacerdote. Va a despedirse de Pepita que está perdidamente enamorada del seminarista y quien al día siguiente se apresurará a volver con su tío, el Deán, que lo espera para ordenarlo sacerdote. Luis no tiene ni la menor idea de la temeridad que está cometiendo. No conoce en ese terreno del amor la superioridad de la mujer sobre el hombre. Pepita se humilla y le dice que lo ama con toda su alma. En un momento hasta se pone de rodillas para pedirle que no la abandone porque para ella será la muerte. La fortaleza de Luis empieza a ceder, porque también la ama. En seguida Pepita llora desconsoladamente, s e levanta y huye hacia el interior de su recamara. Preocupado porque vaya a sufrir algún percance o cometa alguna locura que atente contra su salud, Luis la sigue. Todavía con lagrimas en los ojos, pero ya algo sonriente, y deliciosamente despeinada, Pepita le echa los brazos en el cuello y lo hace perder la vertical. El cielo ha hablado. Otro será ministro de la fe, pero Luis ya no.
Entre los personajes que cotidianamente frecuentan las inocentes tertulias en la casa de Pepita, se cuenta con un viejo sacerdote al que sólo se le conoce como el padre Vicario. Es amigo y una especie de guía espiritual de Pepita. Es el paradigma de un auténtico sacerdote, santo, sin lugar a dudas, anodino, discreto, batallador en silencio junto a sus feligreses pobres, que al morir, “no ha dejado más que cinco o seis duros y unos muebles, porque todo lo repartía de limosnas”. Le interesaban más sus semejantes que ser de la cepa intelectual de los teólogos. Es de esos sacerdotes del anonimato que, sin lugar a dudas, son los que reciben las llaves del reino de los cielos.
Es una novela que nos relata cómo se forjan las buenas relaciones e n una pareja de enamorados. Pero que no se quedan en el yoismo egoísta de una familia. Y afuera que se derrumbe el mundo. Por el contrario, su modo de vivir, ya casados Pepita y Luis, muestran que, con el afecto que se tienen y la ternura de su cordialidad con que se tratan y tratan a todo el mundo “ejercen aquí benéfica influencia y servirán de mucho para que la cultura exterior cunda y se extienda.”
Y ya cuando han pasado los años, llegado los niños traviesos y la vida hogareña ha entrado en una rutina apacible,” comprende y afirma Luis que el hombre puede servir a Dios en todos los estados y condiciones”.
En Torno a Galileo Ortega escribe: "Servimos a Dios precisamente cuando servimos a este mundo, en el oficio y vocación en que Dios nos ha puesto."
El Unamuno de carne y hueso escribiría más tarde: "Y hoy me encuentro en gran parte desorientado,pero cristiano y pidiendo a Dios fuerza y luz para sentir que el consuelo es verdad." ( El pensamiento de Unamuno,Fondo de Cultura Económica, México,Breviarios,1953)
Dueño de una gran cultura y una calidad superior en el trato de los temas que van surgiendo, Juan Valera s e nos va revelando, a través de una prosa deliciosa, uno de eso escritores de los más altos vuelos que España ha dado al mundo.
Y como (salvo excepciones,que son pocas,por eso son excepciones) los medios,en especial la televisión, y los suplementos culturales de no pocos diarios, tienen la tendencia de llevar hacia la mediocridad el mundo de las letras,lo vuelven llorón y en general hacia lo que podríamos llamar "cultura rápida",Valera irá subiendo más en el gran horizonte cultural. Resplandece por méritos propios, pero la balanza de la "cultura rápida" está muy pesada y eleva y eleva y eleva el otro platillo de la balanza.
No hay la intención de hacer copartícipe a Javier Gomá Lanzón de nuestras apreciaciones. Este escritor publicó en el diario El País, de España, del 16 de marzo de 2013, páginas 4,5 y 6,un trabajo titulado: "¿Dónde está la gran filosofía?" En él se refiere a literatura de mayor aliento filosófico de lo mediático que acabamos de mencionar.Citamos unas líneas de su valioso trabajo: " La vitalidad de la filosofía académica francesa o italiana se ha apagado y ha sido sustituida por ensayos de entretenimiento,cultivados por esos mismos académicos doblados de divulgadores o por periodistas y profesionales que escriben sobre temas de actualidad económica, política,social, moral o sentimental,oportunamente confeccionados para complacer la curiosidad de un público mayoritario."
“Juan Valera, nacido en Cabra (Córdoba) en 1824 y fallecido en Madrid en 1905, fue uno de los grandes escritores españoles del siglo XIX, además de brillante diplomático, político y orador. Perteneciente a una familia noble, estudió Derecho y consiguió su primer destino en su carrera diplomática en Nápoles, para continuar por toda Europa y América con varios puestos de embajador. Una vez jubilado se estableció en Madrid, donde fue diputado, secretario del Congreso e incluso ministro con Amadeo de Saboya. Hombre de vasta cultura y políglota, colaboró en diversas revistas y periódicos, que dirigió y fundó, y ejerció como crítico literario además de cultivar la novela, el cuento, la historia, la poesía, el teatro, el periodismo y el ensayo, labores en las que apostó por una idealización de la realidad, pero alejada del romanticismo imperante, manteniendo unos principios realistas dentro de un cuidado estilo literario. Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1862. Sus obras más conocidas son las novelas Juanita la Larga y Pepita Jiménez.”
Un joven, de nombre Luis de Vargas, escribe una serie de cartas a su tío, el señor Deán de la catedral de…alguna parte de Andalucía. Este alto prelado fue guardando las cartas y al morir las dejó entre sus cosas en mucho orden, por fechas, como las iba recibiendo, amarradas en un paquete. Años después alguien, que puede ser el propio autor del libro, o bien un innominado alter ego suyo, se ve con este hato de cartas en sus manos y les fue dando lectura.
La novela corresponde al género epistolar. Luis sale de vacaciones del seminario en el que se prepara para sacerdote, va a la casa de su padre, en alguna parte de España y que goza de buena posición económica y tierras de su propiedad. Desde ahí es de donde Luis escribe con frecuencia al Deán, hermano de su padre, de lo que le va aconteciendo. Sobre todo de su prisa por regresar al seminario y ordenarse de sacerdote y ser, guía, ministro de la fe entre los necesitados.
La segunda parte, Paralipómenos, se cree que la relata el Deán. Aquí aparecer otras cartas del padre de Luis enviadas a su hermano el Deán. Y finalmente cartas del Deán a su hermano. El alter ego le da cierto orden a las cartas y va relatando la vocación, primero mística de Luis, y después la pasión terrenal del seminarista.
Pepita Jiménez es la mujer con la que don Pedro, padre de Luis, se va casar. Ambos, padre e hijo, frecuentan la casa de Pepita Jiménez, mujer joven que acaba de enviudar y poseedora de una buena fortuna que le dejó su muy anciano marido. Con el trato Luis y Pepita empiezan unas relaciones amorosas, inocentes, que los llevará a trastocar todos los planes tanto del seminarista como el mencionado compromiso de casamiento de Pepita con don Pedro.
Al final, Luis y Pepita se brincarán todas las trancas, las del cielo y las de la tierra, y unirán sus vidas, en matrimonio religioso. El Deán comprende que Luis abandone su idea de ser sacerdote y y don Pedro también comprende que su hijo es el compañero idóneo por edad, y todo lo demás, para Pepita.
Pero la grandeza de la obra está en el tratamiento que Valera supo darle. Tratar el tema de la vocación religiosa, en la Iglesia católica, le revienta en las manos a más de uno. Por intereses de etnia o de secta o por ignorancia, el asunto deriva con facilidad hacia otros derroteros. Aquí trascurre el relato en un equilibrio magistral. Sus observaciones sobre la santidad o la “terrenalidad” de los sacerdotes son tratadas con toda responsabilidad.
Monumento a Juan Valera ( 1824-1905), en el Paseo de Recoletos, Madrid, España.Escultor Lorenzo Coullaut. Erigido en 1928. En el primer plano, sobre los escalones, Pepita Jiménez. |
Esta obra de Valera algo nos recuerda a Miguel de Unamuno en lo que toca a su crisis con la Iglesia Catolica. No disponemos de información suficiente para aproximar más ambos relatos. Sólo nos parece que pudo haber sido la vida real de Unamuno el modelo a seguir por Valera para trazar su Pepita Jimenez. Ya casado ( con Concepción Lizarraga, "su primer y único amor de este gran misógino") y profesor en Salamanca,Unamuno recordará sus tremendas crisis de cuando vivía dentro de la Iglesia Católica y abrigaba para él la idea religiosa. "Mi soñada santidad flaqueaba", escribiría más tarde.
Valera fue parte del Tribunal Examinador cuando Unamuno presentó, en 1892,su oposición para la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca.
Luis persiste en su idea de ser sacerdote. Va a despedirse de Pepita que está perdidamente enamorada del seminarista y quien al día siguiente se apresurará a volver con su tío, el Deán, que lo espera para ordenarlo sacerdote. Luis no tiene ni la menor idea de la temeridad que está cometiendo. No conoce en ese terreno del amor la superioridad de la mujer sobre el hombre. Pepita se humilla y le dice que lo ama con toda su alma. En un momento hasta se pone de rodillas para pedirle que no la abandone porque para ella será la muerte. La fortaleza de Luis empieza a ceder, porque también la ama. En seguida Pepita llora desconsoladamente, s e levanta y huye hacia el interior de su recamara. Preocupado porque vaya a sufrir algún percance o cometa alguna locura que atente contra su salud, Luis la sigue. Todavía con lagrimas en los ojos, pero ya algo sonriente, y deliciosamente despeinada, Pepita le echa los brazos en el cuello y lo hace perder la vertical. El cielo ha hablado. Otro será ministro de la fe, pero Luis ya no.
Entre los personajes que cotidianamente frecuentan las inocentes tertulias en la casa de Pepita, se cuenta con un viejo sacerdote al que sólo se le conoce como el padre Vicario. Es amigo y una especie de guía espiritual de Pepita. Es el paradigma de un auténtico sacerdote, santo, sin lugar a dudas, anodino, discreto, batallador en silencio junto a sus feligreses pobres, que al morir, “no ha dejado más que cinco o seis duros y unos muebles, porque todo lo repartía de limosnas”. Le interesaban más sus semejantes que ser de la cepa intelectual de los teólogos. Es de esos sacerdotes del anonimato que, sin lugar a dudas, son los que reciben las llaves del reino de los cielos.
Es una novela que nos relata cómo se forjan las buenas relaciones e n una pareja de enamorados. Pero que no se quedan en el yoismo egoísta de una familia. Y afuera que se derrumbe el mundo. Por el contrario, su modo de vivir, ya casados Pepita y Luis, muestran que, con el afecto que se tienen y la ternura de su cordialidad con que se tratan y tratan a todo el mundo “ejercen aquí benéfica influencia y servirán de mucho para que la cultura exterior cunda y se extienda.”
Y ya cuando han pasado los años, llegado los niños traviesos y la vida hogareña ha entrado en una rutina apacible,” comprende y afirma Luis que el hombre puede servir a Dios en todos los estados y condiciones”.
En Torno a Galileo Ortega escribe: "Servimos a Dios precisamente cuando servimos a este mundo, en el oficio y vocación en que Dios nos ha puesto."
El Unamuno de carne y hueso escribiría más tarde: "Y hoy me encuentro en gran parte desorientado,pero cristiano y pidiendo a Dios fuerza y luz para sentir que el consuelo es verdad." ( El pensamiento de Unamuno,Fondo de Cultura Económica, México,Breviarios,1953)
Dueño de una gran cultura y una calidad superior en el trato de los temas que van surgiendo, Juan Valera s e nos va revelando, a través de una prosa deliciosa, uno de eso escritores de los más altos vuelos que España ha dado al mundo.
Y como (salvo excepciones,que son pocas,por eso son excepciones) los medios,en especial la televisión, y los suplementos culturales de no pocos diarios, tienen la tendencia de llevar hacia la mediocridad el mundo de las letras,lo vuelven llorón y en general hacia lo que podríamos llamar "cultura rápida",Valera irá subiendo más en el gran horizonte cultural. Resplandece por méritos propios, pero la balanza de la "cultura rápida" está muy pesada y eleva y eleva y eleva el otro platillo de la balanza.
No hay la intención de hacer copartícipe a Javier Gomá Lanzón de nuestras apreciaciones. Este escritor publicó en el diario El País, de España, del 16 de marzo de 2013, páginas 4,5 y 6,un trabajo titulado: "¿Dónde está la gran filosofía?" En él se refiere a literatura de mayor aliento filosófico de lo mediático que acabamos de mencionar.Citamos unas líneas de su valioso trabajo: " La vitalidad de la filosofía académica francesa o italiana se ha apagado y ha sido sustituida por ensayos de entretenimiento,cultivados por esos mismos académicos doblados de divulgadores o por periodistas y profesionales que escriben sobre temas de actualidad económica, política,social, moral o sentimental,oportunamente confeccionados para complacer la curiosidad de un público mayoritario."
“Juan Valera, nacido en Cabra (Córdoba) en 1824 y fallecido en Madrid en 1905, fue uno de los grandes escritores españoles del siglo XIX, además de brillante diplomático, político y orador. Perteneciente a una familia noble, estudió Derecho y consiguió su primer destino en su carrera diplomática en Nápoles, para continuar por toda Europa y América con varios puestos de embajador. Una vez jubilado se estableció en Madrid, donde fue diputado, secretario del Congreso e incluso ministro con Amadeo de Saboya. Hombre de vasta cultura y políglota, colaboró en diversas revistas y periódicos, que dirigió y fundó, y ejerció como crítico literario además de cultivar la novela, el cuento, la historia, la poesía, el teatro, el periodismo y el ensayo, labores en las que apostó por una idealización de la realidad, pero alejada del romanticismo imperante, manteniendo unos principios realistas dentro de un cuidado estilo literario. Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1862. Sus obras más conocidas son las novelas Juanita la Larga y Pepita Jiménez.”
Fedón, Sócrates y la inmortalidad del alma
Este libro, el Fedón, escrito por Platón y protagonizado por Sócrates, es como una adelantada y apretada síntesis de lo que ahora conocemos de siglos de “cultura occidental”. Teología, filosofía, geocentrismo, antropocentrismo, mitología, fantasía... Si alguien de nuestro tiempo estudiara ochenta años en las universidades del mundo, las más diversas disciplinas de la cultura, incluidas las grandes religiones, y al final leyera el Fedón, diría: “Esto ya lo había mencionado Sócrates”.
El tema central y concreto del libro es en derredor del alma, pero hay tantas hipótesis y tesis que el lector se queda anonadado. El mismo Sócrates dice casi al final: “Sostener todas estas cosas como yo las he descrito, ningún hombre de buen sentido puede hacerlo”.
Y respecto de la inmortalidad del alma, que Sócrates tanto defiende, algunos filósofos de calibre pesado de esos días sostenían que el alma es tan duradera que bien alcanzaba para varias vidas humanas, pero que acabaría desgastándose hasta finalmente perecer. Sócrates argumenta que no perece. ¿Cómo puedes estar tan seguro que no perece? Le cuestionaban.
En la actualidad podemos deducir, a priori, si tenemos conocimientos de la composición del aceite y del agua, que estos no se mezclarán. Lo diríamos aun sin haberlo comprobado prácticamente.
Un a priori semejante hace Sócrates con la inmortalidad del alma: Porque el alma se identifica con el bien y el bien es inmortal. Para hacer el bien se necesita desprenderse del yo. Y cuando los ya convencidos filósofos, no obstante sigue dudando que el alma sea inmortal, Sócrates dice: “La cosa bien merece correr el riesgo de creer en ella”. Hay una expresión de Sócrates que explica mucho de la materia de este libro, en la línea de demostrar la inmortalidad del alma: “Nosotros sabemos antes de nacer.” ¿Cómo es posible eso?, pregunta Fedón. Por el alma, que es inmortal.
Ya para esta época los filosofos perseguían el pensamiemto lógico pero todavía podían hablar libremente de teología antes que llegara el laicismo cultural.
La lectura del Fedón lleva a preguntarse si el socratismo es un pre cristianismo o el cristianismo es un pos socratismo, en el sentido de las ideas y los principios morales. Siglos más tarde será la misma pregunta con Plotino, el último de los filósofos paganos. Suele creerse que Plotino alimentó sus ideas del cristianismo cuando lo que hizo fue sólo prolongar, en el tiempo, los principios del socratismo.
Es sumamente posible pensar que Sócrates y Jesús son vidas paralelas. En sus ideas y en lo factico de sus últimos días. En el libro el Critón quedó bien establecido que sus amigos, filósofos, le urgen a Sócrates para que huya y no apure la cicuta. Como Pedro hará con Jesús para que no vaya a Getsemaní. Jesús muere el viernes, mediante la herida en el costado, porque al día siguiente será sábado, día de guardar de los judíos. El día destinado para que Sócrates muriera se alteró por la costumbre, ritual, de los griegos, de un barco que debía salir de Atenas, hacia Delfos, y regresar a Atenas. Entre tanto nadie era ejecutado.
Socrates les reprocha a sus amigos filósofos que lo acompañan las últimas horas en su celda por querer que huya. Se resuelve así lo inmediato pero,¿y los valores, los principios, que será de ellos, quién los hará valederos? Juseús le dice a Pedro: Pedro, estas pensando como hombre, no como Dios.
En el terreno de la fantasía Sócrates habla con tanta convicción de “la otra tierra” gemela a esta donde habitamos, que Ernest Hemingway debió inspirarse en eso para decir que el que escribe una novela debe contar las cosas no como si las imaginara sino como si las estuviera reportando, presenciando, con realismo y convicción. Como si fuera un periodista, no un novelista.Julio Verne, Wells, Salgari, y demás novelistas "fantasticos", debieron haber fortalecido su fantasia al leer en Sócrates cuando éste se refiere a "la otra tierra".
A Sócrates se le acusó de varias cuestiones, hasta de sofista, aun cuando había disputado fuertemente con los sofistas. Por lo tanto bien puede cargar con otra etiqueta, la de estoico (aunque también rechazaba a los estoicos). Dice: “ si alguien ha vivido conforme a la templanza, la justicia, la fortaleza, la libertad, la verdad, semejante hombre debe esperar tranquilamente la hora de su partida para el Hades”.
Sócrates lo hizo así. En las últimas horas de su vida la pasó discurriendo tranquilamente con un grupo de filósofos en su celda esperando que le llevaran la cicuta. Se despidió de sus amigos con estas palabras: “La suerte me llama hoy y es tiempo de que me vaya al baño, porque me parece que es mejor no beber el veneno hasta después de haberme bañado, y ahorraré así a las mujeres el trabajo de lavar mi cadáver”.
Sus últimas palabras fueron para recordarle a Critón: “debemos un gallo a Asclepio, no olvides de pagar esta deuda”. Se trataba de un sacrificio, en acción de gracias, al dios de la medicina que le libraba, por la muerte, de todos los males de esta vida.
Sócrates estaba en contra del suicidio pero, por otra parte, anhelaba morir porque estaba seguro que a donde iba encontraría otros filósofos con quienes conversar libremente, ya sin las molestias de atender a los requerimientos de este cuerpo mortal. Y con esto estaba reafirmando su idea de la inmortalidad del alma.
Jesús sólo dice: voy con mi padre.
Hubo un tiempo, ya muy cercano a nuestro tiempo, en que los filósofos andaban como descuidados de su apariencia personal, hasta comían frugalmente y rehuían el trato farragozo de la gente. Era un intento de librarse de "los requerimientos de este cuerpo mortal", al que se refería Sócrates, como condición para dedicarse completamente a la tarea de filosofar.No hay que olvidar que en los primeros tiempos, de nuestra era, los ascetas cristianos se retiraba al desierto dedicados por completo a meditar en los principios de la religión. Y para mejor lograrlo comían de la manera más frugal posible, estaban flacos y vestían con harapos...
Era una manera de pensar menos en lo inmediato y más en lo imperecedero.
Sócrates |
Y respecto de la inmortalidad del alma, que Sócrates tanto defiende, algunos filósofos de calibre pesado de esos días sostenían que el alma es tan duradera que bien alcanzaba para varias vidas humanas, pero que acabaría desgastándose hasta finalmente perecer. Sócrates argumenta que no perece. ¿Cómo puedes estar tan seguro que no perece? Le cuestionaban.
En la actualidad podemos deducir, a priori, si tenemos conocimientos de la composición del aceite y del agua, que estos no se mezclarán. Lo diríamos aun sin haberlo comprobado prácticamente.
Un a priori semejante hace Sócrates con la inmortalidad del alma: Porque el alma se identifica con el bien y el bien es inmortal. Para hacer el bien se necesita desprenderse del yo. Y cuando los ya convencidos filósofos, no obstante sigue dudando que el alma sea inmortal, Sócrates dice: “La cosa bien merece correr el riesgo de creer en ella”. Hay una expresión de Sócrates que explica mucho de la materia de este libro, en la línea de demostrar la inmortalidad del alma: “Nosotros sabemos antes de nacer.” ¿Cómo es posible eso?, pregunta Fedón. Por el alma, que es inmortal.
Ya para esta época los filosofos perseguían el pensamiemto lógico pero todavía podían hablar libremente de teología antes que llegara el laicismo cultural.
La lectura del Fedón lleva a preguntarse si el socratismo es un pre cristianismo o el cristianismo es un pos socratismo, en el sentido de las ideas y los principios morales. Siglos más tarde será la misma pregunta con Plotino, el último de los filósofos paganos. Suele creerse que Plotino alimentó sus ideas del cristianismo cuando lo que hizo fue sólo prolongar, en el tiempo, los principios del socratismo.
Es sumamente posible pensar que Sócrates y Jesús son vidas paralelas. En sus ideas y en lo factico de sus últimos días. En el libro el Critón quedó bien establecido que sus amigos, filósofos, le urgen a Sócrates para que huya y no apure la cicuta. Como Pedro hará con Jesús para que no vaya a Getsemaní. Jesús muere el viernes, mediante la herida en el costado, porque al día siguiente será sábado, día de guardar de los judíos. El día destinado para que Sócrates muriera se alteró por la costumbre, ritual, de los griegos, de un barco que debía salir de Atenas, hacia Delfos, y regresar a Atenas. Entre tanto nadie era ejecutado.
Socrates les reprocha a sus amigos filósofos que lo acompañan las últimas horas en su celda por querer que huya. Se resuelve así lo inmediato pero,¿y los valores, los principios, que será de ellos, quién los hará valederos? Juseús le dice a Pedro: Pedro, estas pensando como hombre, no como Dios.
En el terreno de la fantasía Sócrates habla con tanta convicción de “la otra tierra” gemela a esta donde habitamos, que Ernest Hemingway debió inspirarse en eso para decir que el que escribe una novela debe contar las cosas no como si las imaginara sino como si las estuviera reportando, presenciando, con realismo y convicción. Como si fuera un periodista, no un novelista.Julio Verne, Wells, Salgari, y demás novelistas "fantasticos", debieron haber fortalecido su fantasia al leer en Sócrates cuando éste se refiere a "la otra tierra".
A Sócrates se le acusó de varias cuestiones, hasta de sofista, aun cuando había disputado fuertemente con los sofistas. Por lo tanto bien puede cargar con otra etiqueta, la de estoico (aunque también rechazaba a los estoicos). Dice: “ si alguien ha vivido conforme a la templanza, la justicia, la fortaleza, la libertad, la verdad, semejante hombre debe esperar tranquilamente la hora de su partida para el Hades”.
Sócrates lo hizo así. En las últimas horas de su vida la pasó discurriendo tranquilamente con un grupo de filósofos en su celda esperando que le llevaran la cicuta. Se despidió de sus amigos con estas palabras: “La suerte me llama hoy y es tiempo de que me vaya al baño, porque me parece que es mejor no beber el veneno hasta después de haberme bañado, y ahorraré así a las mujeres el trabajo de lavar mi cadáver”.
Sus últimas palabras fueron para recordarle a Critón: “debemos un gallo a Asclepio, no olvides de pagar esta deuda”. Se trataba de un sacrificio, en acción de gracias, al dios de la medicina que le libraba, por la muerte, de todos los males de esta vida.
Sócrates estaba en contra del suicidio pero, por otra parte, anhelaba morir porque estaba seguro que a donde iba encontraría otros filósofos con quienes conversar libremente, ya sin las molestias de atender a los requerimientos de este cuerpo mortal. Y con esto estaba reafirmando su idea de la inmortalidad del alma.
Jesús sólo dice: voy con mi padre.
Hubo un tiempo, ya muy cercano a nuestro tiempo, en que los filósofos andaban como descuidados de su apariencia personal, hasta comían frugalmente y rehuían el trato farragozo de la gente. Era un intento de librarse de "los requerimientos de este cuerpo mortal", al que se refería Sócrates, como condición para dedicarse completamente a la tarea de filosofar.No hay que olvidar que en los primeros tiempos, de nuestra era, los ascetas cristianos se retiraba al desierto dedicados por completo a meditar en los principios de la religión. Y para mejor lograrlo comían de la manera más frugal posible, estaban flacos y vestían con harapos...
Era una manera de pensar menos en lo inmediato y más en lo imperecedero.
Glifo del movimiento espiritual mesoamericano
Huehueteotl. Un hombre sólo tiene que esperar otros cuarenta años para ver que todo se repite. |
Lo volitivo s e da en la dimensión no sujete a la causalidad. El movimiento Ollin es un modo de decir el devenir. La repetición tiene aquí, como en la Grecia clásica, la misión de servirse de la experiencia y acumular saber. Un devenir que se va enriqueciendo. Aquí no hay reencarnación. La concepción grupal, en donde todo se repite, cada individuo tiene que vivir su vida. Lo que va quedando e s una enseñanza étnica, como el inconsciente colectivo de Carl Jung. Como el gran desierto de Sonora que se compone de cada grano de cuarzo.
El pensamiento mesoamericano extiende la metáfora y dice que el agua regresa. Sólo hay que permanecer algún tiempo sobre el puente y verá que esa agua vuelve a aparecer en lo alto del río. El agua se estabiliza en el río, asciende en la evaporación, se estabiliza en las nubes y se precipita en la lluvia. Así, eternamente. El pecado y la resurrección es, en el pensamiento de San Agustín, con lo que está familiarizado el pensamiento occidental. De la misma manera un hombre que ha vivido cuarenta años sólo tiene que esperar otros cuarenta años para ver que todo s e repite, en lo general.
Bochenski, hablando de la doctrina moral de B. Croce (1866-1952), dice que "Tropezamos de nuevo con la trayectoria circular del espirtu: la intuición desemboca en un juicio, éste provoca la actividad practica, la cual, a su vez, nos coloca ante una materia nueva , es decir, que condiciona una nueva intuición,y así sucesivamente." (La Filosofía Actual", Fondo de Cuiltura Económica, México, 2002).
Libro de Oliver La FargeEdiciones GAISA,S.L.Valencia (España). 1968 |
Pensadores como el emperador Marco Aurelio ( 121-180) coinciden con el pensamiento nahuatl: "Quien ha visto lo presente ya lo vio todo, lo que fue desde la eternidad y lo que será por siempre, ya que todo tiene el mismo linaje y la misma forma...De arriba a abajo, en efecto,las cosas son siempre las mismas y por las mismas causas"
En primer lugar la piramide del Tecolote. En segundo plano el cerro donde se encuentra el glifo del Ollin. |
Toci, la madre de los dioses, habla de la niñez y Huehueteotl, dios del tiempo, nos muestra las arrugas de su cara y el encorvamiento de la ancianidad. Para los pueblos agrícolas después del invierno regresa la primavera. Eurípides dice en La locura de Hércules: " Todo en el mundo es un girar contínuo y retorna lo que un día había sido".
El glifo Ollin. 1,800 años de antiguedad. Zona arqueológica de Xihuingo. El quincuence (cuatro brazos y el centro) |
Dos mil kilómetros al norte de Xihuingo, una cruz semejante, con sus extremos rematados por semicírculos, apuntando en la misma dirección, se encuentra dibujada en una de las cuevas de la región de Paquimé, de la Cultura de Casas Grandes, en el norte del Estado de Chihuahua, con una antigüedad ( la zona arqueológica de Paquimé) de 1,200 d C. En el mismo sitio una cruz semejante también a la Cruz de Quetzalcoatl, de la cultura teotihuacana. Hay en el lugar varias cuevas de importancia arqueológica: La Golondrina, La Olla, etc
Este es el pueblo Tepeapulco donde Fray Bernardino de Sahagún escribio parte de su valiosísima obra sobre el México prehispánico.
En la concepción general del eterno retorno de las cosas, en el pensamiento indio americano, las etnias tenían su interpretación regional del símbolo Ollin. Algunos grupos de Norteamérica lo conservan y desarrollan en festividades propias, según muestra el bello libro de Oliver La Farge Indios Americanos, Ediciones Gaisa, S.L. Valencia, España, 1968.
Acercamiento.Otra manera de representar el movimiento Ollin |
Tomado de la revista Arqueología Mexicana Vol.IV-Núm.20 |
Glifo de procedencia teotihuacana- azteca.Museo Nacional de Antropología, México, D.F. Los trazos da la cruz dan idea del desplazamiento que ejecutan los "voladores". |
Dibujo de la etnia hohokam sur de Estados Unidos-norte de México. Reproduce el quincunce y la cruz de Quetzalcóatl |
Glifo de amor y muerte en el Acueducto Tembleque, México
El símbolo de la nariguera se encontraba con frecuencia en la piedra de los sacrificios. |
Nariguera es un símbolo que llevan las deidades femeninas y masculinas del México prehispánico relacionadas con el pulque (bebida embriagante en México extraída del maguey). Sería más preciso decir que la nariguera es otro símbolo del Atlachinolli, Aguaquemada, el amor, la vida y la muerte, la paz y la guerra.
Se encuentra el Acueducto del Padre Tembleque, ubicado en los Llanos de Apam, Estado de Hidalgo, México, al noreste de la capital de la república, dentro del mismo Valle de México. Entre la población Otumba y el lugar conocido como Tecajete. Conocí el lugar por Carlos Anaya, muy entendido de la región, y que en estos días estaba preparando un trabajo en la perspectiva de ser publicado. Al pie del Acueducto nos leyó unas diez cuartillas referentes al Acueducto, muy documentadas y con una redacción ágil y bien estructurada.
Lo particular en este caso de la nariguera es que es un glifo que se plasmó (junto con otros muchos otros glifos prehispánicos), en una construcción española apenas unos pocos años después de consumada la conquista en el Valle de México. Cuando de hecho se estaba llevando a cabo la destrucción total de todo vestigio de la religión mexica, o mesoamericana, por parte de los españoles y de los indios sus aliados.
Factores ambientales durante su construcción permitieron una empatía del padre Tembleque con los numerosos indios que construyeron el Acueducto, bajo la iniciativa del padre y la dirección de un maestro experto en la talla de bloque de piedra que servirían para las esquinas de las impresionantes columnas.
El pulque, bebida embriagante de propiedades eróticas, era muy apreciada en las etnias prehispánicas guerreras predominantes porque la guerra necesita que haya nacimientos para la guerra. Era frecuente que se labrará este glifo en la piedra de los sacrificios humanos en lo alto de las pirámides. Tan apreciado era el pulque que se le elevó a la categoría de bebida sagrada y por lo tanto sujeta a ritual riguroso.
Xilonona, diosa de los xilotes, maíz tierno.Está relacionada con los procesos generatrices.Lleva la nariguera. |
La a nariguera está asociada con el pulque, la luna, Tezcatlipoca, el amor y la muerte en la guerra. Noemí Quezada publico un libro titulado: “Sexualidad, amor y erotismo en el México prehispánico”, Editado por Plaza y Valdés y la Universidad Nacional autónoma de México, 1966.
¿Quién era el padre Tembleque y cuál fue el contexto sociopolítico y religioso en el cual se construyó el Acueducto?
Acueducto, sector norte. |
Otra vista del sector norte. El automóvil nos da idea de la escala de los arcos. |
Algunos segmentos de los arcos son tan grandes que un buque militar podría fácilmente pasar debajo de ellos, de hecho pasa la vía del ferrocarril debajo de uno de ellos.
El glifo de la nariguera en lo alto del arco |
El acueducto tiene 3 arquerías. La primera, en la hacienda de Tecajete, de cuarenta y seis arcos. La segunda, de trece, en la hacienda de Arcos, y la más importante, de sesenta y ocho arcos, cerca de Tepeyahualco, que atraviesa una barranca de 1,020 metros de longitud y en donde el arco mayor alcanza una altura de 38.75 m, y 17 m de claro. Esta obra le asombrará por su magnitud y belleza al comparar los conocimientos de ingeniería del siglo XVI con los del siglo XXI. Algunos historiadores de México la consideran como una de las maravillas del mundo”.
Acercamiento |
El Sol ocultandose por el mítico oeste.Hacia allá están orientados los glifos del Acueducto. |
Juguete que repersenta el puma universitario.El inconsciente colectivo conserva el glifo de la nariguera. |
El Acueducto del Padre Tembleque está orientado norte-sur. En el lado este no se encuentra glifo alguno. Todos están ubicados en el lado poniente que es hacia donde el sol se oculta. El oeste es la orientación mítica-religiosa por excelencia en la religión mesoamericana de México, incluida Guatemala y otras partes del centro de América. Otros glifos de la nariguera se aprecian en la parte inferior en los elevados arcos del Acueducto.
Arco en el sector sur. El glifo del centro es el de la nariguera. Los grafiteros han empezado a ensuciar los glifos. |
La presencia de la nariguera, entonces, en el Acueducto del padre Tembleque, está, como si dijéramos, in situ.
Acercamiento de la olla del pulque que contiene el glifo de la nariguera |
La nariguera es en realidad el símbolo,uno de los símbolos, de la más alta deidad mesoamericana que representa al jaguar.Animal mítico estrechamente realcionado con Tezcatlipoca, el dios más grande todos los dioses, con Quetzalcoatl y con Tlaloc (el vino divinizado -pulque). Su presencia actual la encontramos en el "Puma" escudo de la UNAM.
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Observación. El sitio se encuentra falto de toda vigilancia como protección para los que van a visitar el lugar. No se cobra por entrar al lugar y en consecuencia nadie vigila. En comienzos de febrero del 2011 lo visitamos un grupo de cuatro. Debido a cierta prevención de nuestra parte nos libramos de ser asaltados por dos malvivientes que esperaban emboscados en el fondo de la barranca.
Critón y las Leyes, según Sócrates
Sócrates |
La voluntad de Sócrates es que, en un panorama de democracia, se hacen las leyes para respetarlas, no para burlarlas. Pero esto está en función si el individuo en cuestión se respeta a sí mismo o no. Si no se respetar a sí mismo no va respetar ni a Dios ni a las más progresistas leyes laicas. Sócrates las respetó al precio de su vida.
Las leyes son el testimonio vivo de la democracia. Hombres y mujeres con experiencia en ese terreno las han escrito para que ese país funciones en general. La democracia es el instrumento, o el contexto, para que esas leyes se mejoren cada vez en caso de involuntarias omisiones o lagunas o exigencias de los nuevos tiempos, las nuevas poblaciones, los nuevos contextos. Siempre en la dinámica de procurar el bienestar de todos, no de grupos o de individuos.
Burlar de una y mil maneras esas leyes, es el camino de la corrupción: “¿qué Estado puede subsistir si los fallos dados no tiene ninguna fuerza y son eludidos por los particulares?” Las leyes que miran hacia el conjunto son, sin embargo, responsabilidad de cada individuo. Observarlas es una tarea recíproca del gobierno y el ciudadano. Ni uno ni el otro pueden extralimitarse. Para justificar el abuso el gobierno no puede hacer demostración de su fuerza. Y para justificar el abuso el individuo no puede justificarse diciendo que el gobierno abusa más. La mejor manera de emprender el camino de la corrupción es decir “Yo robo pero el gobierno roba más”. El ilícito no justifica el ilícito.
Con sus luces, Sócrates pudo demostrar que el gobierno estaba abusando al sentenciarlo a muerte y así lo dijo en la defensa que él hace de sí mismo. Los jueces no estaban a la altura de discernimiento que el filósofo. Estaban limitados en la interpretación a las leyes en ese momento y Sócrates aprovechó para dar un ejemplo de obediencia a las leyes. Dijo que había crecido y vivido bajo esas leyes y ahora no iba a burlarlas: “no puedo abandonar las máximas de que siempre he hecho profesión”. Después de eso correspondía al gobierno gobernar mejor. Al igual que se hace con los investigadores de la medicina que recomiendan la aplicación de las vacunas. El gobierno obedece porque no es investigador científico de la medicina. Tampoco es filósofo y debe oír a los que filosofan…
Veinticinco siglos más tarde Schopenhauer dirá: “el que no esté a gusto en esta ciudad puede agarrar la primera diligencia y marcharse”. Si se queda hay que obedecer las leyes. O luchar para mejorarlas. Pero no prostituirlas. En esa ocasión, frente a Critón, Sócrates dice: “Sin embargo, no me canso de decir públicamente que es permitido a cada uno en particular, después de haber examinado las leyes y las costumbres de la república, sino está satisfecho, retirarse a donde guste con todos sus bienes”.
Con esto Sócrates estaba diciendo otra cosa. Que los políticos son de acción y los filósofos de meditación. Que es una utopía que los gobernantes sean filósofos. Así como Sócrates obedeció al gobierno, aceptando su muerte, así el gobierno estaría obligado a escuchar a los filósofos.
La disyuntiva del Critón es: ¿se obedecen o no las leyes? Con palabras y con hechos. No solamente con palabras y hechos que desmienten esas palabras. Los amigos del filósofo, principalmente Critón, son los que hacen todo lo posible, burlando las leyes, empezando por comprar al juez y a los guardias para facilitar la fuga del maestro que ya ha sido sentenciado a muerte.
Los filósofos amigos de Sócrates le ponen otro argumento, y este también duro de rechazar: ¿qué van a hacer los hijos de Sócrates ya sin su guía: “Faltas también a tus hijos, porque los abandonas, cuando hay un medio de que puedas alimentarlos y educarlos. ¡Qué horrible suerte espera a esos infelices huérfanos”. Sócrates responde que no solamente hay que desear vivir, sino vivir bien. ¿Y qué es vivir bien? “Como lo reclaman la probidad y la justicia.”
Esto va para los gobernantes, para las leyes mismas y para los individuos. Porque puede tratarse de leyes amañadas,truculentas, aprobadas por congresos legislativos espurios o faltos de inteligencia. Más la definición de ¿qué es vivir bien? no deja lugar para la duda o la maña: "probidad y justicia".
"Puedo salvar mi vida burlando a los guardias de la prisión, dice Sócrates. Pero, ¿cómo voy a vivir conmigo mismo sabiendo que burle a las leyes?"
“S Ó C R A T E S ( A t e n a s, 4 7 0 a. C.-id., 3 9 9 a. C) Filósofo griego. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de su vida, aparte de que participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida. La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El primero lo retrató como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristofanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso. Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa. Se tiene por cierto que se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado. Sócrates se habría dedicado a deambular por las plazas y los mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del común (mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para someterlas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica, que él comparaba al arte que ejerció su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento. La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de sus enseñanzas, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. El primer paso para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el bien y practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa), consistía en la aceptación de la propia ignorancia. Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte que corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía de su discípulo. No dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos filósofos de la época, y en especial de los sofistas, pese a lo cual fue considerado en su tiempo como uno de ellos. Con su conducta se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Según relata Platón en la apología que dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta. Peor habría sido la ausencia de ley.”
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“Critón de Atenas (griego antiguo Κρίτων, Criton, Kríton) fue un filósofo griego del siglo V a. C., amigo y discípulo de Sócrates, más conocido por su amistad con éste que por su condición de filósofo.
Fue uno del círculo de amigos de Sócrates que intentó convencerlo para huir de la prisión.
Sus hijos -cuatro según Diógenes Laercio, y dos según Platón; de los cuales únicamente consta el nombre del mayor, Critóbulo)- también fueron discípulos de Sócrates.
Escribió diecisiete diálogos sobre temas filosóficos, de los cuales, Diógenes Laercio proporciona los títulos: el principal es "Sobre los poemas" (Περὶ Ποιητικῆς)”. Wikipedia