La sabiduría de la vida
Schopenhauer
Como arañas que espera que la mosca caiga en su telaraña…
Como un péndulo de reloj, va el pensamiento de los humanos, de un extremo a otro, pasando por una infinidad de puntos intermedios. El que intente detener el péndulo en cualquier lugar de su recorrido, enfermará de escorbuto.
“Puede comprenderse, en general, la filosofía de todos los tiempos como un péndulo que se mueve entre racionalismo e iluminismo, o sea, entre el uso de las fuentes del conocimiento objetivo y subjetivo”.
El escorbuto degenerará a tal grado que el transgresor puede llegar a adquirir la naturaleza de una araña, piensa éste filósofo.
En el terreno de la laicidad los filósofos son los que nos dan luces para vivir. En el terreno religioso los sacerdotes. Aquellos son los que tienen la vocación o profesión de pensar. La definición clásica es que son los amigos de la sabiduría. Y como esa es la actividad de su vida, son los que llegan a profundizar en la observación de la manera de existir de la gente, en contraste del individuo que se dedica a otras actividades profesionales.
Son una guía para la manera de vivir de los demás. Marco Aurelio, emperador romano, dice que la filosofía es no sólo una manera intelectual de explicar la vida sino también una guía para la vida.
La filosofía es el arrecife del que se sirven los novelistas, ensayistas, periodistas, sociólogos, psiquiatras y pedagogos. Después cada quien procesa esa información según sus posibilidades cognitivas o los intereses de secta intelectual a la que pertenezca.
Al estilo de un mercado de comestibles del que se surten las amas de casa y después cada una de ellas sigue la receta de su preferencia con los jitomates, las cebollas, los chiles y los perejiles adquiridos en el mercado.
Hay una cantidad inmensurable de manera empíricas de pensar en el hombre de la calle. El filosofo lo que trata es de poner orden en el nihilismo y propone una manera, un sistema, de pensar.
Pero luego llegamos al punto que de tantos sistemas de pensar los filósofos han hecho otro caos. Y casi todos se olvidan de ofrecer luz al pueblo y se dedican a hablar entre ellos. Los filósofos escriben para los filósofos.
Y lo que era una manera sana, amplia y diversa, explicación de la vida, se volvió otra cosa. El eclecticismo se hizo factor más erosionante que la roca de la alta montaña entre la nieve y el hielo.
La sana diversidad se volvió controversia. La dialéctica no alcanzó la síntesis. Cada sistema filosófico anda como pollo descabezado, dando tumbos. Los maratonistas se convirtieron en boxeadores. Es conocido el pleito que el mismo Schopenhauer se traía con Hegel. No obstante es uno de los pocos pensadores que todavía hablan al hombre sin rostro.
Dice que los poetas son los que llevan la batuta en señalar líneas centrípetas de conducta para la sociedad, por más individualistas que parezcan:
“Otra de las grande ventajas de las obras poéticas sobre las filosóficas es que pueden convivir, y hasta las más heterogéneas pueden ser apreciadas por el mismo lector. Mientras que todo sistema filosófico piensa ya, apenas nacido, en la desaparición de todos sus hermanos, como un sultán asiático al subir al trono. Así como en el panal sólo puede haber runa reina, así sólo puede haber una filosofía de actualidad. Los sistemas son tan insociables como las arañas que están sentadas en su red, mirando cómo las moscas se dejan coger pero se pelean cuando otras arañas se aproximan. Las obras poéticas pacen tranquilamente como corderos, mientras que las filosóficas son animales dañinos y hasta en su deseo de destrucción se dirigen, en primer lugar, contra la propia especie, como los escorpiones y las arañas. Se presentan como hombres con coraza, como la semilla de los dientes de dragón de Jasón destruyéndose mutuamente. Ya dura esta lucha más de dos mil años".
Billete de Danzig con la efigie de Schopenhauer (1923). Nótese el valor nominal, consecuencia de la hiperinflación: 500 millones de marcos.
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