ARISTÓTELES Y LOS AMIGOS



Ética Eudemia-Aristóteles-libro VII-  1994

Propio de Aristóteles  son sus apreciaciones respecto de la amistad, siempre  de contraste para ir en busca de su histórica posición conciliadora. Aquí los extremos son la soledad Y la charla con el otro o los otros.

¿Tengo espíritu de convivencia o no soportaría estar solo conmigo mismo?, Marco Aurelio y  Séneca también  se preguntaban esto.

Si  el individuo es feliz en su soledad, para qué necesita amigos. En los tiempos de Aristóteles decir soledad era significar un sentimiento de felicidad, de cultura (Paideia), de recogimiento espiritual. Todavía no se hablaba de   soledad patológica ni de  soledad terapéutica.

 Tú estarás hablando de Cicerón y el otro hablando con un tercero, por celular, de que los coreanos serán la sensación en el mundial de futbol que tendrá lugar en Brasil... No es tan diferente la ocasión en que parloteamos en una cervecería y las platicas encontradas y cruzadas no llegan a nada ni respetan ningún orden. Quedan como hilos sueltos. Igual si se trata de mujeres que de hombres.

La  empatía entre dos es más accesible si ambos tienen las mismas apreciaciones de las cosas y las situaciones, materiales y espirituales: “La amistad fundase en alguna manera  en la igualdad de la virtud…De ahí que entre los semejantes lo más agradables sean para cada uno las voces, las costumbres  y la conveniencia del otro.”

Esto que parece tan teórico de libros de autoayuda se pondrá a prueba con  las cuestiones  pecuniarias. De otro modo resultará, como dice Schopenhauer, después de una larga convivencia, en apariencia fraternal, como cuando  alguien arroja un hueso y acaban peleándose como perros por ese hueso:”

“No hay amistad estable sin confianza, y la confianza viene con el tiempo, ya que hay que someterla a prueba.”

Si en el mundo no hay dos subjetivismos iguales, cómo va a ser posible esa identificación. Son muchos los experimentos que se han llevado acabo por  un grupo de cuarenta alumnos del arte al que se le pide la descripción de una pintura de Frans Hals, por ejemplo, y todas han resultado diferentes. Son diferentes cuando se habla en libertad y, en apariencia, iguales cuando ese criterio es impuesto. 

Nadie es capaz de pararse frente al espejo y hablarse a sí mismo, bajo sospecha que le pongan la camisa de fuerza. Se necesitarían cualidades muy especiales, no para el estándar: “Si puede uno ser o no  amigo de sí mismo, demanda mucha reflexión”.

 Por lo general necesita al otro, aunque el otro esté también en otra frecuencia. Es cuando Aristóteles pregunta ¿qué caso tiene tener un o varios amigos así?: “La amistad  fundase en alguna manera en la igualdad de la virtud.”

Dice este filósofo que:

No puedes conocer la mente de un hombre
Ni la de una mujer
Antes de haberla sometido a prueba, como
 el buey al yugo.

El otro extremo que toca Aristóteles es que mi personalidad, diseñada desde hace un millón de años, se va descubriendo sólo a través del trato con los otros. Principalmente en lo que se llama filosofía negativa. Por comparación con las actitudes de los otros. A  aquel le gusta oír a Beethoven y a mí los narcocorridos. Aquel gusta de las corbatas amarillas con bolitas verdes y yo no me colgaría jamás una corbata de tales características. Así es como voy descubriendo cómo soy. En la escuela, en la cultura, en el trabajo, en la diversión, en las cuestiones del sexo.

Después Nietzsche y José Ingenieros hablaron sobre el hombre mediocre.Diferente a lo que  Aristóteles trata  y se puede referir como alguien que carece de valores éticos o morales.

Y ya que el péndulo del reloj ha  dado bandazos para un extremo y para el otro, Aristóteles llega a   su fórmula preferida, el término medio:

“Por accidente, sin embargo, lo contrario puede desear lo contrario, pero esencialmente lo deseado es el término medio,  porque los contrarios no se desean recíprocamente; lo que desean es el medio. Y cuando hay demasiado  frío sujetase al calor para mantenerse en el medio, y cuando hay demasiado calor somátense al frío, y lo mismo en los demás casos, porque de lo contario estarán  siempre en estado de deseo, por no estar en los medios. Ahora bien, un hombre que está en el medio goza sin concupiscencia de las cosas naturalmente agradables, mientras que los otros gozan de cuanto les trasporta  fuera de su estado normal.”

Aristóteles deja asentado lo anterior para la comunidad: Ni solo ni mal acompañado.

Sin embargo tiene la fórmula para que el solitario pueda  convivir consigo mismo: “En la medida en que éste hombre es semejante a sí mismo, uno y bueno para sí mismo, será amigo y deseable para sí mismo.”
 
Aristóteles
“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.322 a. C.)[1][] fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.[1][] []Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales sólo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.[1] Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto”[4][



















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