CRATILO, POR LOS NOMBRES NATURALES

Los filósofos griegos
W.K.C. Guthrie
Fondo de Cultura Económica, México, 1980

“Un nombre es tan parte de una persona como una pierna”.

Un nombre da el conocimiento de la cosa.

En el flanco occidental de la montaña Iztaccihuatl, en México, hay un glaciar que empieza en los 5 mil metros de altitud y se llama Ayoloco. Ayoloco, en nahuatl, quiere decir “en el corazón del agua.
Iztaccihuatl, flanco occidental. En el centro se ve el glaciar Ayoloco

 En nahuatl la letra a se pone al principio de los nombres que tiene que ver con “Atl”=agua.

No se necesita ser experto en glaciares para saber que un glaciar es un río de hielo. Un cauce en la roca de la ladera  por donde desciende la nieve. Al llegar a la cota donde la temperatura es menos fría el hielo  se funde y el agua  baja humedeciendo bosques, llanuras y tierras de cultivo.

Los mexicanos han conservado para sus hijas el bello nombre de Yolotzin. Corazoncito. Yolo=corazón, tzin= desinencia afectuosa.

La idea de Cratilo es que de la cosa se desprende el nombre natural. Ejemplo. Uno de los mejores calendarios astronómicos, que ha elaborado la humanidad, es representando al Sol. Se le conoce como Piedra del Sol (y popularmente Calendario Azteca).
Piedra del Sol.

Un ejemplo más. Mi compañero de escalar montañas se llama Yuma, y es hijo del jefe de uno de los grupos étnicos del desierto de Yuma, Estados Unidos. Yuma quiere decir. “Hijo de jefe”.

De tal manera que poner un nombre distinto, de su característica particular, a la cosa o a la persona, siembra confusión o persigue una intención. Una confusión que apenas notamos ya de tan frecuente que incurrimos en ella. Debido al fenómeno de la globalización, en este caso cultural, casi todos llevamos nombres propios de países, o continentes, que ni idea dónde  queden o a qué contexto histórico corresponden esos nombres.

Ya desde la antigüedad se acostumbraba cambiar de nombre, sobre todo entre los miembros de  grupos religiosos, o esotéricos, para desarraigarlos de su vida anterior, o bien por falta de vitaminas culturales.

Por eso Guthrie comenta que Platón trata, en su obra Cratilo, el origen del lenguaje y discute ampliamente “la cuestión de si los nombres de las cosas les pertenecen “por naturaleza” o por convencimiento, si están unidos a ellas como una de sus partes naturales, o si le son arbitrariamente  impuestos por los hombres.”

En otra parte Cratilo le dice a Sócrates, que es con el que tiene el dialogo: “Para mí es muy sencillo. Quien conoce los nombres conoce las cosas. Sócrates le pregunta si lo que quiere decir es que  quien ha descubierto el nombre  ha descubierto la cosa a que aquel corresponde.” Cratilo dice que sí.

Sólo que al poner el nombre natural, que emana de la cosa, Cratilo no se queda en el sólo ejercicio mecánico. Las cosas mismas, y no se diga los humanos, son algo más que  cosas: Cratilo le dice a Sócrates: “Creo que la mejor solución de estos asuntos es ésta, Sócrates: que algún poder más grande que el humano puso los primeros nombres a las cosas y, por lo tanto, tienen que ser inevitablemente los únicos adecuados.”

Estamos aquí otra vez ante la  viejísima situación que los griegos llamaban como la materia y la forma. Dura  ya veinticinco siglos ese binomio. Eso quiere decir que durará por siempre,en tanto el humano tenga libertad para decidir por sí mismo. Son felices  opciones para ejercer la libertad de pensamiento.

Una olla está hecha de arcilla.El planeta esta lleno de arcilla ¿y qué con ese dato geológico?Es hasta que la olla tiene la intervención del humano que deja de ser simple arcilla.

En el  planeta hay muchas montañas.Los Alpes,los Himalayas, los Andes, los Pirineos,las Rocallosas.Es geología. En 1893 Jean Habel, alemán habitante de Santiago de Chile, se asomó al hasta entonces "millonario" páramo desolado del sector central de los Andes. Ahí empezó otro tipo de historia.Iba por la razón practica de estudiar las rocas y los glaciares.Pero cuando tuvo la "inútil" idea de alcanzar la cumbre del Aconcagua se tornó todo en  razón vital...

Benedictus Spinoza, en su obra Ética, es de la misma opinión: " La mayor parte de los errores consisten solamente en que no aplicamos correctamente los nombres a las cosas."

Y Guthrie concluye: “En realidad (los nombres) están dotados de propiedades mágicas y de afinidades que les son propias.”



 “William Keith Chambers Guthrie (1 de agosto de 1906 - 17 de mayo de 1981) fue un filólogo clásico escocés, conocido sobre todo por su Historia de la filosofía griega (History of Greek Philosophy), publicada en seis volúmenes entre 1962 y 1981.”








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