F. COPLESTON, CONCIENCIA Y MONTAÑA

Vemos la montaña según es nuestra conciencia.

La conciencia es, según Copleston, lo que nos hace ver de manera personal las cosas.

Conciencia: “Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.”

El Popocatépetl (5,452m) es una de las  cumbres que forman la cadena de sistemas montañosos del lado este de la Cuenca o Valle de México.

Este volcán es el avatar, uno de los avatares, de Tezcatlipoca, el dios supremo de la cultura náhuatl. Su culto permanece incólume en algunas comunidades del este, sur y sureste, cuyos teciuhtlazove (ahora llamados “graniceros”) tienen el poder de pedir lluvia o que ésta se suspenda. Suben hasta media altura del volcán desde el pueblo de Amecameca, en el noroeste, o de Tetela del Volcán, en el sur.

José G. Aguilera y otros geólogos recorrieron en el siglo diecinueve sus laderas recogiendo muestras de roca y formando hipótesis de la orogenia de la Sierra Nevada.

Valle de México
Los alpinistas, partiendo desde Amecameca, emprendían expediciones llevando sus pesados equipajes sobre la recua de mulas saliendo de los pueblos del lado oeste.

Cada uno de estos grupos tenía una conciencia muy particular del volcán al que se dirigían, según sus intereses.

Algunos ven la montaña con cierto aire de animismo, como si el volcán pudiera decidir sobre el resultado de los hombres. Es nuestra conciencia que se imagina que la montaña tiene conciencia. Aquí es donde Copleston anota:

“Nada nos hace suponer que lo material goce de conciencia; pero la mente sin duda la tiene.”

Frederick Copleston, Historia de la filosofía, Vol. 4, parte I, cap. III

La práctica del alpinismo enseña que hay también diversas maneras de conciencia, o cómo se concientizan, las dificultades de la escalada, según la cota en que tenga lugar la acción.

Escalar en la cota de los 5 mil presenta dificultades diferentes que en los 4 mil. En los 3 mil que en los 2 mil, etc.

Cada uno de estas alturas requiere de modos diversos de abordar la escalada, otra ropa, otro equipo.

Las temperaturas serán benignas cerca de los valles, o congelarán el agua de lluvia y deshielo en las alturas. El agua de lluvia o de deshielo  llevará acabo lo que se conoce como denudación: se introduce en las fisuras de la roca y al congelarse empieza a erosionar la roca. 

 En los valles vientos suaves y cálidos y en las alturas  fuertes y helados.

Arriba menos oxigeno que impactará la fisiología y la voluntad del escalador.

En todo esto la conciencia trabaja según es el escalador, en lo personal. Coplestón anota:

“es la conciencia la que hace que las cosas aparezcan de determinados modos o bajo cierto aspectos. Para el montañero o para el que quiera serlo la montaña aparece como poseedora de ciertas características, mientras que para cualquiera otro individuo que no tenga la intención o no esté tratando ya de escalada sino que la esté  contemplando estéticamente desde lejos esa misma montaña presentará, sin duda, otras características.”

En todo caso es útil recordar lo que Copleston dice más arriba:

“Nada nos hace suponer que lo material goce de conciencia; pero la mente sin duda la tiene:”

Copleston

“Frederick Charles Copleston S.J., (10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra3 de febrero, 1994, Londres, Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de filosofía. Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía, publicada en once volúmenes. Es conocido además por el debate que sostuvo con el famoso pensador inglés Bertrand Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la existencia de Dios. El año siguiente debatió con A. J. Ayer sobre el positivismo lógico y la significación del lenguaje religioso.”








 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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