PLATÓN Y EL ESPECTRO SIN DOMICILIO


 

En el centro del Desierto de Altar hay una base de platillos voladores, nos aseguraban con la mano sobre la Biblia, los pobladores de la estación ferroviaria de servicio López Collada, cuando llegamos a ese lugar después de haber cruzado el desierto en el meridiano 114´10. De la carretera a San Luis Colorado hasta las aguas del Golfo de México. No vimos nada, les asegurábamos. Tampoco nosotros hemos visto nada pero sí existe.


No vimos base alguna de platillos voladores

José Flores en el centro de Altar
Foto de Armando Altamira
 
Cuando preguntamos a alguien si cree en la existencia de las almas aseguran que no existen. Nunca hemos visto una, de manera que no existen.

¿Crees en Superman?, le preguntamos a un niño del lugar. ¡Si, lo he visto en la televisión!

Así están las cosas, dijo Huck Finn a su amigo Tom.

Tampoco Simmias le creía a Sócrates cuando éste le decía que las almas existen. ¿Cómo son? Son algo imperecedero por toda la eternidad que ocupan, para animarlos,  cuerpos de duración temporal.

Vemos desde el puente, de Agua de Leones, en el Desierto de los Leones, montañas altas y frondosas que se elevan más de los tres mil, el agua que pasa sin cesar. Vemos que pasa porque estamos en un lugar que no se mueve.

Son las tesis de Heráclito y de Parménides, dos filósofos griegos de varios siglos antes de Cristo. La ciencia con sus verdades cambiantes sin cesar y las ideas morales permanentes.

Guthrie (Los filósofos griegos) habla de Platón que tenía “fe en las posibilidades del conocimiento y la convicción de que son necesarios principios morales absolutos.”

¿Pero una cosa material cómo puede tener relación con algo sin átomos que ocupan tiempo y espacio?

Lo hace por medio de la psyche. Fuerza vital de un individuo que se desliga del cuerpo cuando éste muere, sin perder su valor metafísico, como dirán las escuelas de psicología en los siglos ulteriores.

¿Qué es eso de psyche? “Un mero espectro sin domicilio”, responde Guthrie. No entiendo. Yo tampoco pero Sócrates dice que “La psyche era mucho más importante que el cuerpo, y que había que cuidarla aun a expensas de éste.”

Parece que hay que profundizar algo más. ¿Podemos demostrar que las cosas existen en el tiempo pero, lo otro? Lo “otro” lo tenemos a la vista tan real como un balón de futbol y son lo bello,  el amor…

¿Quieres hacer la prueba de su realidad? Transgrede cualquiera de estas esencias y después no preguntes por qué padeces de insomnio o por que subió el estrés.

Si Jesús no hubiera resucitado, dice Pablo, todo lo que enseñamos no serviría de nada.

Cinco siglos atrás Sócrates lo dijo a Simmias, con el que  dialogaba en ese momento, en la  pieza conocida como el Fedón: “Si estas nociones (eternas de lo bello, lo justo) no existieran, todos nuestros discursos son inútiles.”

Guthrie: “El alma pertenece en esencia al mundo eterno y no al transitorio…La doctrina de las Ideas va pareja con la creencia en la inmortalidad.”

Se coincide que la filosofía es el conocimiento de la vida, que prepara para la vida, que es la vida misma vivida día tras día.

Sócrates, al igual que Nezahualcóyotl, dice que la filosofía es una preparación para la muerte. Pero la muerte no como un fin, sino una especie de curso propedéutico que prepara para, por fin, alcanzar el mundo de las ideas eternas.
Heráclito
Heráclito: todo pasa.
Parménides: pasa porque lo vemos
desde la permanencia
 

Guthrie: “Según la expresión del Sócrates platónico la filosofía es una preparación para la muerte en cuanto que su objeto  es preparar el alma para quedarse permanentemente en el mundo de las ideas, en lugar de verse condenada a volver, una vez más a las limitaciones de una fábrica mortal”.

Y Sócrates en el Fedón de Platón dice. “Un hombre que ha consagrado toda su vida a la filosofía debe morir con mucho valor, y con la firme esperanza de que gozará después de la muerte bienes infinitos…Los verdaderos filósofos  no trabajan durante su vida sino para preparase a la muerte.”

Caso contrario haremos como  Trimalción (El Satiricón de Petronio) Qué se dedicó toda su vida a acumular riquezas y paralelo a eso cultivar su solipsismo. Escribió una importantísima  clausula en su testamento: “Dejaré encargado a uno de mis libertos  para que cuide mi tumba  y que no permita que la gente camine encima de ella y que se vaya a  cagar allí”.

 

 

 

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