FAULKNER, LA TARDE DE UNA VACA

 


Cuento


Faulkner era un individuo que escribía novelas y cuentos.

El señor Faulkner es homónimo del autor de esta obra o William  Faulkner se metió en el cuento de la vaca como personaje. Es cosa que nunca se sabrá. Lo que es cierto es que la gente de su cercanía le llama (a sus espaldas): Ernest be Toogood que, según la nota del traductor, quiere decir algo así como “Sé demasiado bueno”.

El narrador del cuento está tomando notas de lo que le dice el señor Faulkner  para escribir un artículo que se publicaría al día siguiente. Con mucha atención pues el señor Faulkner es, como algunos intelectuales, de una personalidad prácticamente indescifrable, velada, inexplicable para la gente del común.

 “Violencia estática” es la impresión que la gente tenía de su carácter cotidiano.  Vivía en los niveles numinosos de las letras con casi nada de contacto con lo fenoménico de esta tierra.

El asunto es que una vaca cae en un barranco, parece que se ha perdido y los hombres de la granja, incluido el señor Faulkner,  se avocan a su búsqueda.

Sucede en el trascurso de un pastizal, seco, que de pronto se enciende y el humo impide ver  el horizonte.

Alguien da la alarma:  Stonewall (un caballo), Beulah (otro caballo) y la vaca,  no se ven por ningún lado. El humo espeso dificulta la búsqueda.






W. Faulkner

El señor Faulkner a su vez, por ir a tientas entre el humo, cae en el barranco y, con tan mala suerte que queda debajo de la vaca. 

La vaca, como suele suceder a algunos humanos, cuando están bajo una gran emoción, o un agudo   estrés… Bueno, pues se le aflojó el esfínter y…

Cualquiera se alarmaría al verse cubierto de…El señor Faulkner sólo indicó a uno que estaba arriba.” Echa la cuerda”.

No hay que ir tan lejos para conocer el “indescifrable” carácter o personalidad del individuo. Aunque sea por un instante, un destello. El círculo de personas, cosas o situaciones de nuestro entorno inmediato puede ser suficiente para ello, incluida una vaca.

¿Continuamos donde nos quedamos? preguntó el narrador

-¿Continuamos qué?-dijo el señor Faulkner ya una vez han salido del barranco y rescatado a la vaca.

-Sus ideas para mañana.

El señor Faulkner guardó silencio.  Se limitó a beber con aquella violencia estática que correspondía a su carácter cotidiano. Y entonces supe que volvió a ser el mismo, y que el auténtico señor Faulkner que se había manifestado ante Oliver y ante mi transitoriamente en los pastos había retornado ya a su feudo inaccesible, de donde jamás nadie salvo Beulah, la vaca, le había hecho salir y en donde ya jamás ya nos sería dado verlo.

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