CARTAS DESDE MÉXICO, DE ROSALIE EVANS








Ficha bibliográfica

Cartas desde México
Autora: Rosalie Evans
Editorial Offset S.A: de C.V, México.
1986
584 páginas
Estudio introductorio de Eugenia Meyer
Traducción de Thelma E. de Santamaría

Esta obra se editó 62 años más tarde que su autora fuera asesinada.
De carácter epistolar, el material fue ordenado por su hermana Daisy Caden

Casi desconocida en México la  obra de  Rosalie Evans, norteamericana, nos ofrece un inapreciable testimonio del primer tercio de   la época posrevolucionaria en México. Absolutamente distinto de la versión histórica oficialista del país. Es, con Madame Calderón de la Barca, inglesa del siglo diecinueve, otra testigo, in situ, del carácter nihilista de una parte de  nuestra historia. Ideales, intereses y ambiciones que se sucede, se descomponen y se recomponen en los pasillos del poder a los que pocos tienen acceso.


Son cartas escritas  de prisa al calor del trabajo, del cabildeo y de la presión peligrosa que atenta contra su seguridad. Pero resultarán  unas páginas escritas con una claridad, emoción y valentía poco frecuente. “Durante esos seis años, en constantes y conflictivo trato con comerciantes, funcionarios, revolucionarios, campesinos, agraristas, y ayudada con frecuencia por extranjeros y mexicanos,

Rosalie Evans mantuvo una correspondencia regular con su hermana Daisy Caden Pettus, a quien, en tono vigoroso y ágil, le narró sus peripecias en México, dignas de una novela de aventuras y aderezadas con relatos y detalles circunstanciales de gran interés.”  La animadversión de los círculos oficiales de la época,  y la escasa costumbre de leer de los mexicanos, hacen que esta obra valiosa  pase desconocida, al menos en México.

Enamorada de su hacienda en el distrito de Huejotzinco, del estado de Puebla, adquirida por su marido, al que se sospecha también  fue asesinado, Rosalie decide venir a México y tomar posesión de propiedad adquirida legalmente cuando el presidente es Porfirio Díaz. Pero cuando ella llega  ya   la historia del país ha dado un cambio radical de la clase política. La norteamericana se encuentra que los mexicanos ahora reclaman el derecho a la tierra al modo prehispánico, comunal.

En la realidad, dice en las cartas que escribe a su hermana, políticos de primer nivel se interesan por su propiedad pero ponen enfrente la bandera del agrarismo. Con valentía inusitada toca todas las puertas que hay que tocar, desde la presidencia hasta los consulados. Todo es inútil. Pero no es por  el celo nacionalista mexicano que pudiera pensarse  frente a esta “gringa”. Es el tiempo en que a extranjeros y españoles, dueños de haciendas, los están metiendo en ese proceso de expropiación.

 En la carta del 6 de julio de 1924 escribe a su hermana: “Estoy en una situación muy difícil; si me quedo callada…como vine haciendo durante años, ellos me hubieran tratado como a tantos otros miles".

 Luchó denodadamente hasta donde pudo, como una Scarlett Ó Hara por su Tara.

El viaje desde su hacienda en San Pedro Coxtocan hasta la ciudad de México es una odisea. Malos caminos, pocas maneras de viajar y los campos y las montañas  infestados de gente mal viviente.

 Por la inseguridad eran los tiempos que las familias del campo y de la ciudad cerraban las puertas de sus casas antes que el sol se pusiera. No obstante, durante años ella va y viene  de Puebla a la capital del país. Consigue audiencias con los altos mandatarios. Audiencias que algunas veces son canceladas y otras sin esperanzas o bien con meras salidas diplomáticas que nada adelantan para ella.


Sufre atentados y un ambiente  de persecución. Sus cosechas de trigo  son invadidas o destrozadas. Insiste porque es una tierra bella en la que quiere pasar su vida trabajandola, al pie de los altos volcanes nevados y porque es su patrimonio y un recuerdo de su esposo Harry Evans.

Cuando se da cuenta que no va a poder conservarla, emprende la batalla para que se le indemnice por su propiedad. Tiene claridad del momento que pasa. En la carta citada le dice a su hermana:

“Compramos estas tierras bajo derechos del tratado y bajo este nuevo acuerdo el gobierno mexicano las confisca y las paga en alguna  fecha futura, en títulos sin valor, por la tercera parte de su valor, sabiendo perfectamente bien que sus propietarios se morirán en la miseria mucho antes  de esa fecha”.

En esa lucha está por que se le pague su hacienda. El 2 de agosto de 1922 fue asesinada.

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