Tres verdades Schopenhauerianas

                                                                          Schopenhauer

Schopenhauer  publicó una serie de ensayos entre 1890 y 1902. Los apuntes aquí anotados se refieren a la Moral.  Dice que solamente hay 3 resortes que mueven al humano y son egoísmo, perversidad y conmiseración.

Egoísmo:                                                                       

La ciudad está llena de maravillosas cosas que nadie necesita pero que casi todos compran. Sócrates se nos adelantó veinticinco siglos al decir: “Cuántas cosas hay que no necesito!”

El egoísmo es colosal, no cabe en el universo. Si se diera a elegir entre el anonadamiento del universo y la propia perdición, no necesito decir cuál sería la respuesta.


¡Es necesario leer las causas célebres de la historia de los tiempos pasados, para saber lo que existe en el fondo del hombre, lo que vale su moralidad! Esos millares de seres que están a nuestra vista, obligados a respetar la paz, en el fondo son tigres y lobos, a quienes sólo un fuerte bozal les impide morder

Nada supera para el hombre la satisfacción de su vanidad  y ninguna herida duele más que las que se infligen a ésta

Perversidad

Se manifiesta el mismo grado de perversidad en un pueblo por actos groseros, por el homicidio o por canibalismo. Mientras que en otro, por las intrigas de corte, opresión y sutiles astucias. El fondo de las cosas siempre es el mismo.

A los murmuradores que están inconformes con el lugar donde viven se les puede decir: " ¿Por qué no te vas inmediatamente con la primera diligencia?

Son pocos los que piensan pero todos quieren tener opiniones.

Conmiseración

La conmiseración es un hecho asombroso y lleno de misterios en el cual vemos borrarse
 la línea que separa un ser del otro, para convertirse al “no yo” en cierto modo en el
“yo”.

Quien no conoce la conmiseración está fuera de la humanidad, y la misma palabra “humanidad” se toma como sinónimo de “conmiseración.




Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Danzig. El padre de Arthur, Heinrich Floris Schopenhauer, fue un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven Arthur la oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo cultural de su tiempo como Goethe y Wieland.
Antes de cumplir los veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar definitivamente sus estudios de   comercio, a los que lo había presionado su padre a seguir. En adelante se dedicó alo que él prefería que eran los  estudios universitarios. De este modo, en 1809, se matriculó como estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga, donde asistió a varios cursos. Allí conoció a Gottlob Schulze, un profesor de filosofía que le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant, para que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Spinoza.
La lectura de estos autores despertó en Schopenhauer su vocación filosófica y en 1811 se trasladó a Berlín, donde estudió durante dos años, para seguir los cursos de Fichte y Schleiermacher. Sin embargo, ambos filósofos —muy en boga por aquel entonces— sólo consiguieron decepcionarlo. Algo parecido puede decirse de Schelling, a quien Schopenhauer leyó intensamente, como también a Fichte, en sus años de estudiante en Berlín. A pesar de haberse pasado a la facultad de filosofía, Schopenhauer también se matriculó en cursos de filología clásica y de Historia y asistió también a un buen número de cursos de ciencias naturales, pues consideraba que estos conocimientos ampliaban y reforzaban su formación filosófica.
Las obras más buscadas de este pensador son Parerga y Paralipómena y El mundo como voluntad y representación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario