Tlamatzinco es el sitio del templo mayor dedicado a Tezcatlipoca; donde está el que aprisiona. Armando Altamira Gallardo escribe sobre alpinismo y literatura.
Shakespeare en el Sueño de una noche de verano
Shakespeare escribió dramas, históricas, tragedias y comedias. A este último género corresponde Sueño de una noche de verano.
Comedia cuyos personajes son tres parejas de enamorados que pronto contraerán nupcias. Ellas son Teseo e Hipólita, Demetrio y Elena, Lisandro y Hermia. Pero intervienen los duendes que, mediante el efecto de un ungüento mágico, que les untan en los párpados de los ojos, les hacen actuar de manera disparatada, respecto a como ellos son, pretendiendo el amor de la pareja del otro y rechazar a la propia.
Se trata de un supremo enredo que parece divertido pero cuya metáfora viene a advertir que ese “ungüento” puede ser en realidad cualquier droga o estupefaciente que nos hará cometer los actos más disparatados. Cuando todo se aclara, Puck, el duende, exclama aliviado: “hemos tenido la suerte de escaparnos ahora del silbido de la serpiente”.
En esta obra hay personajes de la aristocracia, obreros, duendes y hadas. Mezclados todos en un divertido enredo bailando a la luz de una hoguera, en el interior de un viejo bosque de Atenas.
“Que brille la casa con luz indecisa junto
A la lumbre medio apagada.
Cada duende y espíritu encantado
Salte tan ligero como ave sobre zarzal.
Y siguiéndome después
Canten y dancen alegremente”.
Uno se enamora de otra y la otra quiere a un tercero. A la vez un duende se interesa por un humano y el hado por una mujer. Se requiere el ánimo necesario de leer disfrutando los parlamentos de cada personaje pero resignado apenas a entender algo. Tal parece que en esta comedia Shakespeare se propusiera, a semejanza de cómo luego lo haría Faulkner, seguir la técnica del relato policiaco. Deshacer el nudo de la trama pero no antes del final.
Un personaje, que es tejedor y se llama Lanzadera, nos advierte: “He tenido un sueño…todas las facultades del hombre no bastarían a decir lo que es este sueño…Me ha parecido que era…Nadie en el mundo podría decir qué”.
Shakespeare nos lleva al ejercicio de armar el rompecabezas. Proporciona todas las piezas y nosotros tenemos que armar el juego. Teseo, otro personaje, dice: “Su discurso parecía una cadena deslabonada, pero todo en desorden” Y nos encontramos con expresiones tan obvias como enigmáticas como la que dice Píramo: “¡Dulce luna, gracias por tus rayos solares!”.
Teseo, rey de Atenas, e Hipólita se casarán en cuatro días más. Este tiempo será de fiesta: “En medio de la pompa, el triunfo y los festines En el mismo lugar, pero en la dimensión metafísica, Oberón rey de las hadas, y Titania, reina de las hadas, también tienen sus situaciones de celos. Oberón extrae el jugo de un “tomillo silvestre” el cual luego de su aplicación, el que lo reciba estando dormido, al despertar lo primero que vea de “eso” quedará prendada. Por si algo faltara hay una compañía de cómicos que va por las poblaciones actuando y acabando de enredar todo con los personajes principales del relato.
Por el ungüento mágico Lisandro que antes amaba a Hermia ahora está loco por Elena. Y cuando Demetrio despierta a la primera que ve es a Elena y de ella se enamora locamente. Ahora Elena, a la que nadie buscaba ni quería, tiene a Lisandro y a Demetrio y ambos le juran amor. Ella les reprocha: “Llenarme de juramentos y ensalzarme más de lo que alcanza mi mérito, cuando estoy cierta que me aborrecen de todo corazón”.
Luego Puck, duende, frota con ese mismo líquido los parpados de Lisandro. Elena, que va siguiendo y “acosando” a Demetrio, llega hasta el lugar en donde duerme Lisandro. Este despierta y queda prendado de Elena. Y de tal modo que quiere dar muerte a Demetrio que imagina que quiere a Elena. Por Hermia ya no siente nada. Elena cree que Lisandro se burla de ella. Antes no la buscaba pero ahora si.
Finalmente Oberón, el rey de las hadas, pone orden y al ver tanto desbarajuste ordena a Puck, el duendecillo, que vuelva verter, ya dormidos, el ungüento en los párpados de todos ellos. De esta manera todo regresa a la situación que la vida guardaba en el principio Titania vuelve a amara a Oberón, no al asno. Demetrio queda con Elena y Lisandro con Hermia. Extrañado, Demetrio, al recordarlas locuras del sueño, se hace la misma pregunta que los poetas aztecas y Calderón de la Barca: “¿Están bien seguros de que nos hallamos despiertos? Algo me dice que dormimos, que soñamos todavía”.
Como corolario Teseo, el rey de Atenas, platica con Hipólita, la reina, de lo extraño de todo lo que han vivido las parejas de enamorados: “Jamás podré dar crédito a esas antiguas fábulas ni a esas frivolidades feérricas. Dejemos a los amantes, a esas extravagantes fantasías que van más allá de lo que la razón puede percibir”. Hipólita sólo alcanza a responder: “Hay en ello más que imágenes de la fantasía”.
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