PASCAL, PREGUNTA EN LAS ESTRELLAS


 

Dichosos son los que el domingo, en el estadio, con un vaso de cerveza en la mano, o tal vez dos, gritan entre la multitud festejando el gol que acaba de anotar su equipo favorito. Su grito se suma a  los otros cincuenta mil que le van al mismo club. Se levantan, atentos, para cuando les llegue el momento de hacer su parte en la “ola”.

Tal vez a Pascal le hubiera gustado mejor esta alegría. En cambio se hace preguntas abismales:

 ¿Por qué mi conocimiento es limitado? ¿Mi talla? ¿Mi duración a cien años  y no a mil? ¿Qué razón ha tenido la naturaleza para dármela tal, y elegir este número más bien que otro, en la infinidad de los cuales no hay mayor razón para elegir el uno que el otro, no habiendo nada que haga desear el uno más que el otro.” (Blaise Pascal, Pensamientos)

El humano es algo excepcional, no porque él lo diga (¡y vaya que le gusta decirlo en todos los foros, tanto que  hasta se inventó el  término “antropocentrismo”, el centro del universo).Es excepcional porque lo tiene todo: carne, huesos, razón  e inteligencia.

Inteligencia como Pascal, Plotino y Santo Tomás de Aquino la conciben: fuera del tiempo. Por si fuera poco hasta ha llegado a descubrir que existe y cómo unir  realidad e idealidad. Sin embargo todo eso  a modo de abstracciones, con gran dificultad  para entenderse a sí mismo de manera integral:

“El hombre es por sí mismo el objeto más prodigioso de la Naturaleza, porque él no puede concebir lo que es cuerpo, y menos todavía lo que es espíritu, y menos que nada cómo un cuerpo puede estar unido a un espíritu. Ese es el colmo de sus dificultades, y, sin embargo, ese es su propio ser.”

Ha escrito cien libros de antropología, y otros cien de filosofía, y parece que cada vez se conoce menos. Sabe ya que somos alma que nos eleva y materia que nos precipita hacia abajo, para hacer  metáfora de la presión atmosférica:

 “¿Cómo conoceremos distintamente la materia, pues nuestro agente  que actúa en este conocimiento, es en parte espiritual, y cómo conoceremos netamente las substancias espirituales, teniendo un cuerpo que nos agrava  y nos abate hacia la tierra.”

Pascal recurre a los que saben de estas cosas pero encuentra un panorama desolador y tiene la impresión que los sabios revuelven las cosas:

“Casi todos los filósofos confunden las ideas de las cosas y hablan de las cosas corporales espiritualmente y de las espirituales corporalmente.”

Es cuando Pascal busca un punto fijo para juzgar. Sin duda Pascal quiere que el humano sea feliz pero, ¿no son felices ya los que están viendo el partido de futbol? ¿Para qué tanto buscar y rebuscar entre las estrellas frías y lejanas si en el estadio está la vida como la entiende el humano?

Sucede como los cinco millones de creyentes que se reúnen en su día (12 de diciembre) a los pies de la Virgen de Guadalupe mexicana, pidiendo un milagro. Ya está ahí el milagro pero no lo ven.  En una sociedad tan individualizada e insegura, que se reúna esa cantidad de gente, con las mejores intenciones, buscando valores esenciales, ya es un milagro. Piden para el tiempo futuro lo que ya es una realidad en el presente.

En el estadio parece que los aficionados están enojados, a juzgar  por los gritos y algunos líquidos que vuelan por los aires de un extremo otro.

Sólo practican la versión moderna del Atl-tlachinolli, la guerra florida de los aztecas. Era una guerra de mentiritas, aunque había centenares y miles de muertos, no era una guerra de conquista. Los ejércitos se retiraban  empatados, como en un encuentro de futbol. Al año siguiente volverían a encontrarse, en la llanuras del pueblo de Tétela del Volcán, al pie de la montaña Teocuicani, ladera sur del volcán Popocatépetl, para otro fiero y mortal combate de mentiritas.

El marcador final del partido de futbol se comentará con pasión los días lunes, martes, miércoles y jueves. El viernes el tema se habrá gastado y para el siguiente domingo otra vez los ánimos estarán a punto y el estadio a reventar para otro partido, que ahora será el clímax porque el vencedor participará en el Mundial de Futbol en Europa.

“Circo” se la ha llamado a  este altamente terapéutico acontecimiento social. ¡Un milagro laico ejecutado por el mismo pueblo! El más carismático de los líderes políticos reunió jamás, en un solo día, a cien mil que: 1) acudieran por voluntad propia,2) pagando, de su bolsillo,  su boleto para asistir al evento y,3) gentes de todos los estratos económicos, políticos, etnias, culturales y religiosos de la sociedad. Sólo el futbol.

Esto lo hace un pueblo que tiene valores esenciales, empezando por la libertad para reunirse y reír. Y valores materiales de civilización para tomarse un vaso de cerveza, o tal vez dos, pintarse la cara con los colores de su equipo y acudir en camiseta y chanclas informales, si así se le pega la gana. Estas dos libertades, la esencial y los valores utilitaristas, no abundan por ahora en algunas partes del planeta. ¡Reunirse libremente y reír, es una moneda muy escasa!

Haciendo caso omiso de los objetos y los líquidos que cruzan el cielo del estadio,  y de uno que otro malandrín que ha logrado colarse, los cien mil, a no dudar, es gente sana, que ríe y grita de entusiasmo. Su familia, esposa e hijos y amigos también han ido al estadio.

¿Por qué Pascal busca que el humano sea feliz con preguntas pesadas si ya es feliz en el estadio de futbol? Pero Pascal no se distrae y pregunta, se pregunta, ¿quién asigna los valores de las cosas. Y no sólo eso, sino quién lo hizo como es y no de otro modo:

“La perspectiva la asigna en el arte la pintura: Pero en la verdad y en la moral, ¿quién la asignará? Es preciso tener un punto fijo para juzgar…Cuando considero la pequeña dirección de mi vida, absorbida en la eternidad precedente y siguiente, el pequeño espacio que yo lleno, y aun que yo veo, abismado en la infinita inmensidad de los espacios que yo ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí, más bien que allí, por qué no hay razón alguna porque aquí más bien allí, porque ahora mejor que entonces. ¿Quién me ha puesto allí? ¿Por orden y voluntad de quién este lugar y este tiempo han sido destinado para mí?”

Pascal es un hombre de fe y sabe distinguir entre la Eternidad atómica de Demócrito, que niega los dioses y la Creación. En la Creación la divinidad conduce al humano a través de la historia alumbrándolo con las luces de la Paideia griega. Lo sabe bien.

 Los cuestionamientos de Pascal, al parecer erráticos, tienen la intención que el individuo no pierda tiempo, ni camino, y aproveche en felicidad el tramo de existencia terrenal que le ha tocado en suerte vivir. Porque eso es, sólo un tramo, un segmento, de la línea.

 El coro, compuesto por quince niñas de Traquina (ciudad de Tesalia), en su obra de Sófocles, recuerda también el carácter transitorio que tiene la vida:

“Perpetuas no son para los hombres ni la noche tachonada, ni los sinos, ni las riquezas; se nos van en un momento, y a otro le toca el gozarlas y el perderlas a su vez.”

¡Nos vamos al mundial!
En el estadio cincuenta mil gritos festejan que por fin ha caído el gol de la victoria. Un inmenso griterío se escucha: “¡Nos vamos al mundial, nos vamos al mundial!”

Pascal, en cambio, sigue mirando hacia las estrellas y dice:

“El silencio eternal de estos espacios infinitos me aterra.”

 
PASCAL

“Blaise Pascal ( 1623-1662) fue un polímata, matemático, físico, filósofo cristiano y escritor francés. Sus contribuciones a la matemática y a la historia natural incluyen el diseño y construcción de calculadoras mecánicas” WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario