Coatlicue (Museo Nacional de Antroplogía e Historia, ciudad de México) |
Plubio Ovidio Nasón
Editorial Juventud, S.A.
Barcelona
2002
Mucho pueblos tiene la leyenda que consiste en escuchar un grito de mujer, prolongado, como lamento, que vaga entre la noche. Tan real y lastimoso que espanta a los más templados.
Hasta donde conocemos, este primer grito lo lanzó Hécuba, la reina de Troya, cuando los griegos destruyeron la ciudad y ella era arrastrada por los cabellos y llevada como esclava. El relato se encuentra en el Libro XIII de Las Metamorfosis, de Ovidio.
Hécuba tuvo de Príamo una abundante descendencia que según las fuentes va desde los 14 hijos que le da Apolodoro a los 50 que propone Eurípides, pasando por los 19 de la tradición más extendida. De sus hijos los más famosos son Héctor, Paris, Casandra, Héleno, Políxena y Troilo.
Sigue diciendo Ovidio: “La infeliz esposa de Príamo, después de haberlo perdido todo, pierde la forma humana y, con un nuevo ladrido, llena de espanto los aires extranjeros. Ahí donde el Helesponto queda encerrado en un largo trecho.” Se le asociará en adelante sobre todo en lugares con agua como ríos, lagunas, mar, pozos…
En México el primer grito lo lanzó una mujer, a la que desde entonces s e le conoce como “La Llorona”. Se le atribuye a Coatlicue, la de la falda de serpientes, diosa madre de los dioses y de los mexicanos, síntesis de sabiduría, de la vida y de la muerte. Situado su monumento en la esquina sureste del “Zócalo”, de la ciudad capital, fue derribada por españoles y tlaxcaltecas cuando la toma del coatepantli azteca (baja muralla que rodeaba el centro ceremonial de la ciudad lacustre), en 1521.
El nombre de “mexicanos” es un gentilicio aplicable a los habitantes nacidos en la nación mexicana, desde la independencia del poder español, en el siglo diecinueve. Pero en realidad es el nombre propio de una etnia, los mexica, que es lo mismo que aztecas. Se dice que en el país hay más de cincuenta etnias con sus nombres propios como huicholes, coras, tarahumaras, etcétera que en lo general se llaman “mexicanos”. Esto en reconocimiento de la sobre humana defensa que en el siglo dieciséis hicieron los mexica frente al invasor extranjero.
La aclaración anterior corresponde a que Coatlicue es escuchada sólo por los auténticos descendientes de aztecas, no por cualquier “mexicano”. Y menos, se comprende, por mexicanos de ascendencia europea o extranjera. Ellos tienen, como es natural, otros mitos y otras leyendas. O bien otras creencias, del pensamiento lógico, lejos de la magia.
En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos. El grande y espléndido monolito de Coatlicue fue descubierto y desenterrado varis siglos más tarde (siglo dieciocho) de su derrumbamiento, cerca de los restos de los monumentos del coatepantli y rodeada de huesos de los que cayeron defendiendo a México-Tenochtitlán.
Ya consumada la conquista española, Coatlicue experimentó una sublimación que la convirtió en una diosa-madre, protectora de todos los mexicanos. La mencionada sublimación siguió la ruta de Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. El clero católico suprimió los dos primeros nombres, los de origen mexica, y le puso uno traído de España: Guadalupe.
Esta leyenda, de La llorona, , original de Troya, se ha utilizado o adaptado en las crónicas, el teatro, el cine y la literatura y en la conseja popular, de todos los tiempos. Ya como madre terrible, al estilo de Medea (que por celos con su esposo es capaz de matar a sus hijos y enseguida gritar llena de dolor).
Pero también, cerrando el círculo, como en el caso de Coatlicue, esos pueblos tienen, de manera central, para todo el país, como Tonantzin-Guadalupe en México, y a la vez regional, o estatal, una diosa, o santa o virgen celestial, con otro nombre y otra representación, que, de manera amorosa, vela por sus hijos.
Los españoles y sus indios aliados, en el siglo dieciséis, destruyeron el coatepantli de México-Tenochtitlán. Se da por hecho que el último día de lucha, el 12 de octubre de 1521, murieron cuarenta mil individuos de ambos lados. En un tiempo que el combate era cuerpo a cuerpo. Excepto lo que se comprende a la distancia de los arcabuces y cañones de los europeos y los que luchaban montados en sus caballos.
Es probable que esta cifra corresponda al estilo biblico donde se da a entender "mucha gente" pero no exactamente el número que se dice.
Coatlicue, cuya monumental escultura se erguía en la esquina sureste del coatepantli de México-Tenochtitlán (hay una placa metálica en el suelo asfaltado que indica el lugar exacto), es derribada por españoles y tlaxcaltecas. En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos (los aztecas).
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