LA REALIDAD DE LA MONTAÑA Y EL SUBJETIVISMO DEL ESCALADOR


 

 
La realidad absoluta de esa montaña, para efectos de escalarla, nadie la puede tener. Lo que está a nuestro alcance es la interpretación personal de cada escalador.

 El mismo   paso,  o  tramo,  puede ser de 5 grados, 11 o 36, para diferentes escaladores.
Al fondo la Colorada. En primer lugar Los Panales, vistos desde el oeste. Sus vías de ascensión son por el lado sur(derecha) y el oeste  La Grieta. Por ésta se efectúa el rappel.
Al fondo se ve el pueblo de Chico.
Foto de Omar Altamira A. 17/03/2019
En los 3 mil metros s.n..m..
Sierra de Pachuca. Hidalgo, México.
Al fondo la pared sur de  La Colorada.
Foto de Armando Altamira G.








 

 Lo anterior además debe tener en cuenta la altitud en el que se considere el asunto. Para alguien que considere el 5 a los 2 mil, para es mismo escalador, será diferente a 3 mil,  diferente a los 4 mil, diferente a los 5, mil, diferente a los 6 mil diferente a los 7 mil, diferente a los 8 mil.
 
Paredes norte de Las Monjas,
arriba de Chico, Pachuca Hidalgo
Ya no son las rocas calientes del Valle de México
ni de los gimnasios de escalada de la ciudad.
Ahora el subjetivismo del escalador debe enfrentarse a otra realidad.
Foto de Armando Altamira G.
 
 

 Se debe  que a cada mil metros, de desnivel, las condiciones de la montaña, en temperatura y estado en que se encuentra la roca o el hielo, son diferentes.
En la pared norte de El Abanico.
Flanco norte del Popocatépetl
Estado de México.
En la cota 5 mil.
Otra roca, otro equipo, otra temperatura
otros alimentos.
El mismo subjetivismo, otra realidad.
Foto de Armado Altamira G, tomada
desde la gran repisa oeste de El Abanico.

 También la condición psicofísica del escalador es diferente, el equipo para escalar, el equipo para cubrirse, el tipo de alimentos.

"Allí donde nosotros vemos molinos de viento, Don Quijote verá gigantes":Bergson.

E. CECILIA FROST BUSCA LO MEXICANO


 

Dos grandes culturas espirituales, y muchas civilizaciones materiales, hacen el agar-agar, o gelatina, en el que nos movemos los mexicanos del siglo veintiuno.

La indoamericana y la occidental, en ese orden.

De la nuestra original ya casi ni oímos ni practicamos. De la occidental escuchamos todos los días, con intensidad ensordecedora, pero de la que apenas conocemos más que la nuestra.

Lo que flota por la superficie, cubriéndolo casi todo, son las comedias de las abuelitas y los niños embelesados viendo la Guerra de los mundos.

Pocos mexicanos, en realidad, muy pocos, hacen alto para escuchar, y algunos profundizar, en el hecho que a partir del siglo dieciséis se nos señala según la potencia en turno que ha ocupado nuestro suelo.

Vale en tanto influye la potencia que le da sustento, pero los descendientes perpetúan esas categorías hasta el presente. De ahí que el nombre de las distintas categorías parezcan que todas ellas son vigentes.

Así, somos hispanoamericanos, latinoamericanos o indoamericanos. Las dos primeras llegaron con las naves de Colón hace seis siglos. La primera caminando desde Mongolia hace más de veinte mil años, según apunta Paul Rivet en El hombre americano. Otros más por la Antártida, caminando también sobre hielos.

La hispanoamericana se refiere a la época colonial, la latinoamericana es el nombre que se adopta  en la época republicana, la indoamericana es el nuevo concepto revolucionario creado por el aprismo, de APRA (movimiento político peruano),el panamericanismo, dice la autora, oculta la ambición imperialista de los yanquis.

Frost hace una aclaración respecto de cómo se aplica el nombre de “América Latina”, que se confunde con “Angloamericana”. Por un lado son los pueblos conquistados por los ingleses, de otro los pueblos americanos que hablan una lengua romance, como el español, francés portugués.

La nacionalidad del que escribe, o del que habla, le va a dar el origen al que pertenecen sus padres, sin detenerse mucho a considerar con objetividad el todo histórico.

Con lo que el agar-agar se vuelve un verdadero caldo de cultivo de bacterias culturales no siempre benéficas para aclarar lo necesario. Más bien en la práctica es un caos que tiende al relativismo  con la perspectiva de acabar siendo nadie sabe qué. Algo así como un eclecticismo disolvente, no incluyente, como en el discurso se pretende.

Derivado de las dos principales culturas están las subcategorías como la criolla, la llamada sucursal, la heredada, la heterónoma y la colonial. A estas se añaden  las categorías señaladas como  de la complejidad, la fusionada, la síntesis y la mestiza.

Cada categoría y subcategoría con sus rasgos distintivos, son las etiquetas que le han sido impuestas al mexicano  desde el exterior.

Ora son hijos de Ion, ora de Eva.

Ion es hijo de la mortal Creusa y del dios todopoderoso que, con el nombre(uno de sus varios nombres) de Febo, dice Eurípides:

“el dios Febo le tiene reservado a Ion el destino de ser padre de descendencia que gobernará  las cercanas y las lejanas naciones de la Tierra. Y esos hijos pasarán más tarde a las llanuras de ambos continentes, Asía y Europa, una frente a otra. Y se han de llamar jonios, por el nombre de éste. Y su renombre ha de invadir el mundo”.

 Pero el mexicano no deja de intuir que, sobre todo, son hijos de Chicomecoatl, de la Leyenda de los Soles teotihuacanos y del Popol Vuh. Todos los pueblos tienen su madre primordial, o su padre, así también los mexicanos.

Chicomecoatl
Con toda propiedad Elsa Cecilia Frost lo dice en su valioso libro Las categorías de la cultura mexicana, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1972 y reeditado en 1990.

“Hubo, En consecuencia, una aparente desaparición del idioma, la religión y las costumbres indígenas a favor de las modalidades europeas. Pero esta desaparición fue siempre más aparente que real; el indio, tomando como ejemplo de los mismos españoles, decidió obedecer pero no cumplir”. En ello  lo ayudó su indiscutible superioridad numérica frente al conquistador, y como no estuvo dispuesto nunca a abandonar su cultura, adoptó frente al amo la cultura que éste le impuso, pero una vez lejos de su mirada volvía a ser él mismo “Cap. XI.

Como se apuntó, hay mexicanos hijos de mexicanos y mexicanos hijos de extranjeros. Cada quien va a vivir su mexicanidad según el origen de sus padres. Cada etnia extranjera tiene sus mitos y  modos de practicarlos.

Chicomecoatl
Es la tierra nutricia.
Su falda de mazorcas con los que alimenta
 a sus hijos mexicanos.
Un  otomí nada tiene de común con las creencias de alguien del extremo este del Mediterráneo.  Tampoco un suizo se sentirá identificado con el Xibalba del Popol Vuh. Como adquisición cultural o académica muy posible pero jamás  espiritualmente. El Mefistófeles de Fausto en nada se parece al Mictlantecuhtli náhuatl.

Cabe citar a Thoreau para los que creen que la vida nació  con el sol de esta mañana, y sólo en un pueblo, no en otros.

“Los que no conocen ninguna fuente más pura de la verdad, que no han rastreado su corriente, se paran y se dejan reposar suavemente en la Biblia y en la Constitución, bebiendo de ellas con reverencia y humildad. Pero aquellos que van más allá y buscan el origen del agua que gotea sobre el lago o el charco, se ciñen los lomos una vez más y siguen su peregrinación en busca del manantial”. H, D, Thoreau, Desobediencia civil.

Nosotros, como alpinistas, decimos otra metáfora que dice lo mismo que Thoreau: Muchos viven en la morrena del glaciar, y sólo pocos remontan hasta encontrar la zona  de acumulación de nieve en donde tiene origen ese río de  hielo.

LA UTOPIA SIGUE, DESDE PLATÓN


 

Que los gobernantes sea filósofos…

El pueblo se acerca al árbol que le brinda más sombra. Esta metáfora no gustaba  a  H. D. Thoreau. El pueblo no necesita de ninguna sombra, más que la propia.

 A condición que lo gobernantes de ese pueblo sean filósofos...Para que gobiernen con sabiduría y permitan el libre y sano desarrollo de los individuos. Sino lo alientan para alcanzar tales metas, al menos que tengan la necesaria sabiduría que no lo estorben:

Ni lugar en las aulas universitarias, ni seguras fuentes de empleo, ni seguridad en las calles, son tres de las cien maneras de estorbar.

Entre la ley y la justicia Thoreau se decide por la segunda. La ley la hacen pocos, y no siempre en beneficio de todos.

“Yo creo que deberíamos ser hombres primero y ciudadanos después. Lo deseable no es cultivar el respeto  por la ley, sino más bien por la justicia.”

 H. D. Thoreau Desobediencia civil. El capítulo tiene, en nuestra edición, el mismo título de la obra.

Thoreau no es un nihilista ni tampoco un anarquista. No está contra el gobierno. Lo que busca, para todos,  es el mejor gobierno.

 Tampoco cortejaba a las mayorías para buscar su voto: "Un hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar, ni deseará que prevalezca frente  al poder de la mayoría. Hay muy poca virtud en la acción de las masas:"

De la misma manera no abogaba por la santidad sino por la humana normalidad. No quería entrar en el lugar común de  erradicar a los malos  de este planeta, sólo decía del corrupto:" al menos lavarse las manos de él." En otras palabras, empezar por el principio, poner el ejemplo. No perorar, sino actuar.

En el siglo veinte tuvieron lugar, al sur de la frontera, movimientos revolucionarios para quitar a dictadores que habían infectado la vida de la región. Lo lograron pero no se fueron llegado el tiempo de irse. En el siglo veintiuno, ya convertidos a su vez en dictadores , el  pueblo ha entendido que es cuento de nunca acabar.

Lo que ahora hacen esos pueblos es reunirse al amanecer en la plaza publica, pero no para emprender otra revolución y cambiar a los gobiernos.
Se reúnen para agruparse en caravanas de emigrados irregulares y empezara desplazarse hacia el norte, donde les han dicho que vive Fata Morgana

Muchos no llegarán, sucumbirán a manos de los corruptos regionales a lo largo del trayecto. Pero otros sí llegarán. 

 

 
Dibujo tomado de
El País
15 diciembre 2018

 

Platón tampoco abogaba por la desaparición del Estado, del gobierno. Al pedir que los gobernantes fueras filósofos quedaba implícita su aceptación.

 

A Platón se le encuentra  donde menos lo esperamos, como un reborde en el piso que nos hace tropezar cuando creemos que caminamos bien.

La justicia tiene el fundamento de la conciencia. Para el mejor gobierno se necesita actuar con conciencia. Pero esta requiere sabiduría, como la entendían los griegos, que es virtud, valores de calidad: Thoreau: “Un sociedad formada por hombres conscientes es una sociedad con conciencia.”

Los griegos resumían todo esto en una sola palabra: paideia. Educación. Educación  no tanto de aula sino de cultivar esos valores de calidad. Ser filósofos, ser sabios, es decir, virtuosos.

En este punto de la virtud  Aristóteles coincide con su maestro Platón. En su Gran Ética, capítulo V, anota que “Cuando la virtud se hace mayor en grado, ella hará al hombre cada vez mejor, en lugar de hacerlo  cada vez  peor.”

A veinticinco siglos de Platón, la distancia no se acortó, parece que la utopía se hizo más utópica.

Las grandes e interminable caravanas de migrantes ilegales se desplazan de un país a otro país y de un  continente a otro continente.


Dibujo tomado de
El País
28 de julio 2018
Tienen conciencia de la sabiduría y  de la virtud, pero no la encuentran en su lugar de origen. Van huyendo de la “ley” que no beneficia a todos.

Platón (su túnica) quedó muy atrás en el tiempo pero sigue siendo inalcanzable en sus ideas. Es decir, nadie ha logrado ponerlas en práctica: que los políticos sean filósofos. ¿A quién se le ocurre? ¡A Platón!

Pero no es ningún galimatías. Lo que quiso decir es que si la meta en la vida es la felicidad se requiere  actuar en consecuencia: “Cuando los hombres estén preparados, ese será el tipo de gobierno que tendrán”, esto también lo dijo Thoreau.

Para eso se necesita sabiduría. Una de tantas definiciones que corren de los filósofos  es que, son  amantes de la sabiduría,  buscan la sabiduría. Tal vez nunca la encuentren, pero en tanto se busca, se está  ya en la sabiduría.

Como el alpinista con su mochila al hombro, camino de la cumbre. Ya está haciendo alpinismo desde el momento que en casa  empieza  a preparar su mochila.

 

THOREAU Y  LOS ANTROPOCENTRISTAS

Remonto otra vez la pared norte Rosendo de la Peña, subsistema noroeste del macizo de las Monjas, montañas arriba del pueblo de Chico, sierra de Pachuca, estado de Hidalgo. Casi termina el invierno de 2019.

Escalé por primera vez esta ruta con Manuel  García, gran escalador del Club Exploraciones de México. Esta interesante vía había sido abierta apenas el año anterior por Hernando Manzanos, otro excelente escalador del Club Exploraciones de México, de la ciudad de México (se hace la aclaración porque hubo un tiempo en el que el Club  Exploraciones de México tuvo sucursales en varios estados del país). 

 Manuel García tomó parte en la conquista del flanco oriental del Chiquihuite, en la Sierra de Guadalupe, lado  norte de la ciudad de México. Y fue también uno de los escaladores que emprendieron la escalada, que entonces se tenía como inescalable, en el lado norte de La Cabeza de la Iztaccihuatl, en los 5 mil. Manuel igual escalaba en los 2 mil que en los 3 mil que en los 5 mil, en roca erosionada, nieve y hielo.
 
 
 
 
Manuel García. Cuarto desde la izquierda.
 
Al fondo El Colmillo,
en la región de los Frailes,
de Actopan estado de Hidalgo, México.
Foto de José Méndez




Igual escalaba en los 2 mil que en los 3 mil que en los 5 mil, en roca erosionada, nieve y hielo.



Esta ruta en la que nos encontramos vivaqueando era la escalada preferida de Manuel García y  volvía a ella cada invierno. Varias ocasiones subimos en la misma cordada. Hace años que murió. En  recuerdo puse su nombre a una escalada nueva que tracé en el Chiquihuite.

La meta en esta ocasión no es la cumbre de la Rosendo de la Peña, sólo la “repisa”, a unos ochenta  metros sobre  la base. Mañana, o pasado o a ver cuándo, lanzaremos las cuerdas al vacío y descenderemos otra vez al valle.

 Hace tiempo hemos inventado otra práctica del alpinismo que llamamos  vivaquismo. Parecido a acampar, pero en lo vertical.  Vivaquear es permanecer en algún lugar alto de la montaña, pared o aguja.   Exige  tener la paciencia de un lama del Tíbet.

Cada mañana, cuando los primeros rayos del sol apenas rozan las copas de los árboles, escuchamos el canto de un ave. No conocemos de pájaros y nunca los hemos visto, pero ese canto yo lo escucho  cada mañana que acampo en esta parte de la Sierra de Pachuca.

La primera ocasión que lo oí subimos a la  La Pezuña, en este mismo Circo del Crestón. Contra nuestra costumbre de pasar la noche en la Cueva del Muerto,  entre el valle del León Alado (Diego Mateos) y la roca Los Panales, pernoctamos al pie de La Pezuña. Fue idea de Manuel Ramírez. Era el 3 de abril de  1954. Ese amanecer lo escuchamos en dirección oeste, en los árboles,  entre La Pezuña y la aguja, también al oeste, que algunos llaman El Centinela.
Manuel Ramírez
Tercero, de pie,  desde la izquierda

Manuel Ramírez era un diestro escalador  de Pachuca. Hace tiempo que murió. Fue el que realizó, al final de los años cuarenta, la primera a El Obelisco, en la Región de los Frailes, arriba  de Actopan. Su hermano, Benito, murió escalando El Colmillo, en esta misma región de los Frailes. Raúl Revilla al conquistar una de las rutas  más difíciles del Circo del Crestón, le puso a la pared el nombre de Benito Ramírez.
Foto de José Méndez


Manuel Ramírez
en la cumbre de El Obelisco
Foto de Armando Altamira G.




Esta mañana el canto sale de los arboles exactamente allá en el fondo, bajo nuestros pies. Un lado de la cruz que recuerda a Eulalio Rivera, escalador de Pachuca. Murió en esta misma ruta  en la que ahora no encontramos vivaqueando, cuando él y yo trazábamos una nueva variante.
Eulalio Rivera
Primero desde la izquierda

Hay  razones (o sinrazones) por lo que el habitante de la ciudad no va a  la naturaleza de los bosques y las montañas, le oigo decir a mi compañero Yuma.

Dice que estamos en la era de la distracción, la vida cómoda de la civilización, la carrera al presupuesto nacional por medio de la carrera política. El argumento más importante es el que no  quiere concientizar la gente. Lo sabe pero lo elude. Se llama antropocentrismo.
Hay   sinrazones por lo que el habitante de la ciudad no va a  la naturaleza de los bosques y las montañas.Vivimos en la era del sedentarismo y  la distracción digital.
 
Amanecer en la Sierra de Pachuca Hgo. -5° C. Izquierda: Armando Altamira G., Diego Altamira C. y Omar Altamira A.
 
Foto de Omar.17/03/2019

Puede mencionar todos los argumentos que quiera o sepa. El triunfo del homo sapiens sobre el neandertal, la posesión de la conciencia que un día va a morir, la conquista del espacio, la conquista del alfabeto, ser propietario de la intuición (el conocer antes del conocer), creerse descendiente directo de la divinidad o hurgar hasta encontrar bajo el microscopio el principio de todo su linaje en la célula primordial de la evolución…Tiene al menos otros cien buenos argumentos. Eso dice el hopi.

 Yuma nació en el desierto de Yuma, Estados Unidos. Debía ser un yuma pero sus padres eran de la etnia hopi. En atención al lugar donde nació le pusieron Yuma.

Mirando a lo lejos, desde nuestra “repisa”, hacia los valles, en la cañada que va en dirección  norte, al pueblo de Amajac, percibimos que algo se mueve, pero no acertamos a  distinguir, ni siquiera con nuestros binoculares, si se trata de un perro, una cabra o un hombre. No distinguimos por la distancia a la figura antropomorfa, antropocéntrica.

Yuma vuelve con el tema.

Vista a cierta distancia la ego manía del hombre  es imponente pero en la escala de la naturaleza apenas se distingue su presencia. Cita a Thoreau en el trascurso de uno de sus diarios paseos, del poeta estadounidense, por el campo:

“Desde una colina puedo ver desde lejos La civilización y las casas de los hombres; pero lo granjeros y sus obras apenas son más evidentes que las marmotas y sus madrigueras.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

THOREAU, CAMINAR EN EL BOSQUE PENSANDO EN EL BOSQUE


 

Caminar en el bosque, y estar en el bosque, dice Thoreau: “¿Qué hago en los bosques si estoy pensando en otras cosas?”

D. H. Thoreau, Desobediencia civil, Cap. Caminar.

Podemos asomarnos a la amplitud de este pensamiento si imaginamos a alguien que está haciendo el amor con una hermosa dama pero, a la vez, calculando cuantos litros de pintura va a necesitar para pintar la fachada de su casa…

No hay que ir tan lejos para comprobar lo absurdo de esta realidad. En los bosques de la ciudad, muy frecuentados por la gente que va a correr, trotar o caminar, en tanto lo hacen conversan por medio de su celular con alguien que se encuentra lejos, en otra parte de la ciudad, en otra ciudad o hasta en otro continente.

La bipolaridad o el relativismo tienen muchos modos. Recién llegado a la pubertad le pregunté al sacerdote si, en tanto rezaba el santo rosario, podía imaginar desnuda a la primera novia que tuve en la vida. Con el resultado que el sacerdote salió del confesionario y me dio un coscorrón en tanto decía: ¡muchacho atrevido, ¿cómo se te ocurren esas cosas?

Comprendí que yo había planteado mal el asunto y más adelante le pregunte a otro sacerdote si, en tanto  exploraba la anatomía de mi novia, podía estar rezando el rosario. El sacerdote casi saltó de felicidad  pues me dijo: ¡Bien hecho, hijo mío, de Dios no hay que olvidarse nunca!

Ahora, cuando los titulares de la prensa se refieren a alguien que es buscado por la Interpol, y todas las policías del mundo, por haber robado al erario publico miles y más miles de millones dólares, pero que apenas seis años atrás prometía que, si la gente votaba por él ( o por ella), sacaría al pueblo de la miseria y de la ignorancia, pienso que con el relativismo no se juega.

Está de moda llamar bipolaridad, o relativismo, a este juego, en lugar de llamarlo por su  nombre...

Las palabras de Thoreau no dejan lugar a dudas: si estás en el bosque piensa en el bosque.

No es un juego. Podemos apurar todavía más la metafora imaginando a un escalador que sube por una pared de la montaña, de pequeños e inestables salientes, y piensa que mañana será él cumpleaños de su pequeño hijo. Si algo no sale bien durante la ascensión ¿qué será del futuro de ese niño?...




Lo seguro es que si el escalador se centra
en pensar sólo en los problemas de la escalada,
 y en la mejor manera de resolverlos,
 ese escalador estará en el futuro de ese niño.

José Méndez sube la pared de
Los Perros
Pueblo Salazar, estado de México, México.
Foto de Armando Altamira G.
 
Lo seguro es que si el escalador se concentra en pensar sólo en los problemas de la escalada, y en la mejor manera de resolverlos, el escalador estará en el futuro de ese niño.

Las palabras de Thoreau no dejan lugar a dudas: si estas en el bosque piensa en el bosque.

Sin embargo, es necesario reconocer que no es tarea fácil  disciplinar el
pensamiento. Eso podrán hacerlo los lamas del Tíbet, los monjes del monasterio catolico romano o los discípulos estoicos  de Epicteto y Séneca, pero para el habitante de la ciudad,  y su era de la distracción, es empresa bastante difícil. Se requiere disciplina.

En la película El lado bueno de las cosas, con Robert De Niro y dirección de David O. Russelll, de personajes  bipolares, hasta el psiquiatra acaba revelándose como bipolar.

Siempre cobra vigencia  el binomio  de que sin ficción no hay realidad y sin realidad no hay ficción. Lo dijo un famoso filósofo del que no nos acordamos el nombre.
Pocos niños van a caminar al bosque.
Están viendo, desde el sofá, La guerra de los mundos.
O el Quinto anillo del genio malvado.

En la Sierra de Pachuca, Hgo. México.
Foto de Omar Altamira A. 17/3/2019

El mismo Thoreau reconoce esta dificultad cuando escribe: “Yo me lleno de inquietud cuando he caminado físicamente hacia los bosques sin dirigir mi espíritu hacia allá. En el paseo de la tarde me gustaría olvidar todas mis preocupaciones de la mañana y mis obligaciones con la sociedad, pero a veces no puedo sacudirme por completo al pueblo. Sin querer me viene a la cabeza algún asunto pendiente, y entonces ya no estoy en mi cuerpo, sino fuera de mi lo que deseo en mis paseos es recuperar mis sentidos.

Es cuando Thoreau hace esta reflexión: “¿Qué hago en los bosques si estoy pensando en otras cosas?”

 
Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts, 12 de julio de 1817 - 6 de mayo de 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencia trascendentalista y origen puritano, autor de Walden y La desobediencia civil. Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices. Uno de los padres fundadores de la literatura estadounidense, es también el conceptualizador de las prácticas de desobediencia civil.Wikipedia

EN LA MONTAÑA, LEJOS DEL RELATIVISMO


 

 

“Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo”, lo  dijo Nietzsche pero tomamos la cita en un libro de Jordán B. Peterson 12 REGLAS PARA VIVIR (un antídoto al caos).

Una obra lejos del relativismo. En otras palabras, retirado del eclecticismo disolvente, tan practicado en estos tiempos.

Una practica que pronto se pierde

Dibujo tomado del libro

La psiquiatría en la vida diaria

de Fritz Redlich,1968
 
En tiempos pasados la ciudad europea era el baluarte contra la incertidumbre de “allá afuera”. Altas murallas, almenadas, muros de tres metros de espesor,  cuatro puertas  que se cerraban al caer la tarde y un diseño en su arquitectura, de varios espacios interiores , para detener al enemigo en caso de que este ya hubiera podido penetra la primera muralla.

México-Tenochtitlán, en medio del gran lago, con puentes  retirables en cada tramo de las calzadas llegada la noche, para en caso de ser atacada la ciudad por los bandidos.

“cinco siglos después”, como dicen las películas de Hollywood, eso ya no sirve de nada, el relativismo que penetra toda muralla está en la mente misma de las personas. La era de la distracción pasa sobre Los valores de bondad, ética y verdad.

 Emerson lo vio desde su siglo diecinueve y le llamó “la filosofía del mercader” o también: “especulación sin altura”

Caminar por el sólo placer de caminar

En la foto A.A.A. y L.B.P.
 Extremo norte de la sierra de Samalayuca,
norte del estado de  Chihuahua, México.
Enfrente mil kilómetros de llanura desértica para recorrer.
Foto de Armando Altamira G.
Es el precio por habernos alejado de los panoramas naturales. Pasar una noche bajo el pedazo de firmamento, que le toca sobre su tienda de campaña, hace pensar más que un sermón en la Iglesia o la terapia con el psiquiatra.

No hay misterio en esto o bola de cristal. El caso es que muchos virus patógenos, por razón natural, o física, mueren bajo la acción del frío, el sol, la nieve o el viento. Eso ya casi no existe en la ciudad moderna, tan cómoda, tan abrigada, tan surtida, tan corrompida. “La corrupción es la principal causa de la desigualdad social y económica, por la corrupción se desató la violencia y la inseguridad" dijo este día el actual presidente de México.

¿Virus patógenos?

Todos los países del planeta, sin distinción, son ricos en recursos naturales: minerales, petróleo, madera, agua, pero algo sucede que abundan los pueblos pobres.

"No preguntes, dice Thoreau, cómo se elabora la mantequilla para tu pan. Se te revolvería el estómago si lo supieras" 

En otros países,  hasta la categoría de “pobres”, está ya  mejor  en las estadísticas de la precariedad. Es obvio que   el mundo material sensible está ya  por arriba del mundo inteligible de las ideas eternas.

A.A.A. vagando entre los lahares(4,200 m.s.n.m.)
 de la vertiente oeste del Pico de Orizaba(5,700m),
 México. Sólo vagando. Un arte ya casi olvidado.
Foto de Armando Altamira G.
Lo relativo es haber  perdido la brújula existencial. Unas cuantas palabras del libro de Peterson nos da  la perspectiva de cómo  fue pensada esta valiosa obra:

“Define quién eres. Refina tu personalidad. Elige tu destino y expresa tu Ser. Como el gran filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche observó tan brillantemente: Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo”.

Los que pueden orientar al pueblo, sirviéndose del GPS cultural, son los intelectuales pero, otro gran pensador norteamericano, Henry David Thoreau, no tiene mucha fe en que esto pueda ocurrir. Anota al respecto:

“No conozco ningún intelectual que sea tan abierto y verdaderamente liberal como para que se pueda hablar con libertad en su presencia. La mayoría de ellos se esfuerza por llegar enseguida  a una posición a favor o en contra de alguna institución en la que tiene algún interés; es decir, adoptan un punto de vista particular, no universal. Continuamente observan las cosas del mundo bajo su propio techo, cuando es el cielo lo que deberían contemplar sin obstáculos. Yo digo que es necesario quitar las telarañas y lavar las ventanas.”(H.D.T. Desobediencia civil)

Thoreau, es el clásico prototipo del alpinista. Piensa en los grandes valores que ha conquistado la ciudad, y guarda celosamente, la sociedad. En verdad, grandes valores y abundantes.

 Pero también señala, sin que le tiemble la mano, todos esos virus patógenos que han proliferado como resultado de no frecuentar más el campo en plan de caminar. Sólo por el placer de caminar en el sendero.

En algunos países, al sur de la frontera, se dan casos de raptos de mujeres en plena luz del día, y entre la aglomeración de la gente y la vigilancia  de la policía, para venderlas a los prostíbulos. O bien secuestran a la gente, la despedazan y la preparan  para comerla como si se tratar del más delicioso filete de pescado, etc. (¿increíble, no? No es amarillismo.Busquen en los medios de estos días, está documentado en Internet). Antes esto eran notas de excepción en los medios, ahora ya todo eso es relativo, por la frecuencia con que sucede.

José Flores en la primera travesía
al desierto de Altar, Sonora, México
(en su meridiano 130´50).
Nunca fue seguro que alcanzaría las aguas del Golfo
 de California pero,
¡regresó para contarlo!
Foto de Armando Altamira G.
 
Justamente horrorizados, los pueblos buscan un lugar en el planeta donde todavía se respeten las leyes y la corrupción sea, al menos, incipiente.

De ahí que las caravanas de migrantes, ilegales,  se den en todos los paralelos y meridianos del planeta. Prefieren morir en el intento que ser devorados por  ese relativismo disolvente y caníbal.

Thoreau da la pauta para volver a encontrar los valores universales, como normas de convivencia del ser humano, positiva y validas en sociedad: caminar, sudar la camiseta. Así de sencillo.
“A través de mi vida, yo solamente me he encontrado con una o dos personas capaces de entender el arte de caminar, sautering, de andar a pie, y que tuviera el don, por así decirlo, de saber pasear”

Emerson también dice que caminar por el bosque es un arte
y, si tenemos  suerte, hasta podemos perdernos por media hora.
En la Sierra de Pachuca. Hgo. México.
Foto de Omar Altamira A.17/3/2019
 






Pero el mismo Thoreau lo señala: ya no hay quien camine por ejercicio terapéutico:

“A través de mi vida, yo solamente me he encontrado con una o dos personas capaces de entender el arte de caminar, sautering, de andar a pie, y que tuviera el don, por así decirlo, de saber pasear”

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores