Libro: Maximiliano de Habsburgo,Tras las huellas de un desconocido

Aporte al segundo centenario de la independencia de México.

Libro: Tras las huellas de un desconocido
“Nuevos datos y aspectos de Maximiliano de Habsburgo”. Autor: Konrad Ratz. Prólogo de Patricia Galeana, México,  Siglo XXI Editores, 2008. Coedición con CONACULTA: INHA.


En marzo de 1866 se emprendió en Europa  una campaña de reclutamiento, de voluntarios austriacos, para relanzar la guerra en México por parte del Segundo Imperio Mexicano. En este momento Estados Unidos amenazó con declarar la guerra a Austria si esto se llevaba a cabo y, para  tal efecto, retiraría de inmediato a su embajador de Viena. Francisco José, el emperador de Austria, prohibió el reclutamiento y en breve se terminó la guerra en México.
Necesario tener presente que Austria siempre se mantuvo lejos de esta guerra en México de manera oficial. ¡No era su guerra! La que sí alentó a Maximiliano como emperador de México fue Francia. Pero este país había apoyado la independencia de Estados Unidos frente a Inglaterra… Fue cuando Napoleón III acordó retirar de México a sus soldados  que Estados Unidos endureció su actitud frente a Austria. De ahí era Maximiliano, de Austria.

Napoleón III acababa de sacar el ejército francés del país. No obstante, Maximiliano consideró que, con los 800 austriacos que le quedaban,  los mexicanos que estaban de su lado, más otros austriacos de refuerzo de los mencionados reclutamientos, podría continuar  defendiendo lo mucho que había ganado de territorio mexicano. Dominaba Puebla, la capital de la república y el Bajío. Pero la amenaza de Estados Unidos acabó cerrando todas las posibilidades. Y el Segundo Imperio Mexicano se derrumbó. Fue un legítimo triunfo político de Estados Unidos y por eso las ciudades norteamericanas fueron las primeras en celebrar el 5 de mayo.

Ya sin los franceses, los republicanos empezaron  a recuperar territorio con celeridad  y, apenas un año más tarde, el emperador Maximiliano de Hbsburgo era sitiado, encarcelado y fusilado en Querétaro. Después de un sitio de 72 días, en Querétaro, cayó por la controvertida traición de uno de sus hombres de confianza, Miguel López. Fue una de  de esas traiciones  con las que los mexicanos no saben qué hacer, al estilo de los tlaxcaltecas del siglo dieciséis y la Malinche. La traición de López, por la que recibió 12 mil pesos,   evitó mucha sangre que se iba a derramar ya de manera inútil pues la lucha estaba totalmente  perdida. Traición que consideró dejar, por parte de los republicanos, una oportunidad  de escape al emperador. Oportunidad que Maximiliano no aceptó.

Todos los años festejamos la derrota del ejército francés pero éste fue sacado por  Napoleón, por así convenir a sus intereses, no por haber sufrido alguna derrota. Los derrotados fueron los austriacos y mexicanos.
La victoria del 5 de mayo, por parte de los liberales, fue un formidable y supremo esfuerzo,al estilo de sita que desarrolla el total de sus potencialidades para alcanzar y atrapar a su presa,después de lo cual queda tan agotada, que cualquiera puede llegar y quedarse con su presa que tanto esfuerzo le significó.

El libro Tras las huellas de un desconocido fue presentado el jueves 8 de marzo del 2008 en el foro de la  librería Siglo XXI. Calle Cerro del Agua, entrada este de Ciudad Universitaria, México, D.F. Participaron el Dr. Silvestre Villegas Revueltas, el Dr. Federico Álvarez. Margarita Moreno B, leyó la presentación de la Dra. Patricia Galeana. Al final el Dr.  Katz ofreció una explicación sucinta de la obra y respondió las numerosas preguntas de un público muy interesado y enterado  en el tema.

  Maximiliano era de la casa gobernante de Austria. A tal grado que no estaba lejos de ser el heredero del imperio más grande de entonces en el mundo. Era hijo del emperador Francisco José. Tenía un hermano, Leopoldo, junto con el que consideraba la sucesión al trono. Maximiliano  procedía del continente de  Constantino I y Enrique VIII, Ignacio de Loyola y de  Giuseppe Garibaldi, Isabel I y Juana de Arco,  Richelieu y Crómwell… Personajes de alto calibre que en su tiempo  se tiraron a matar y que a la postre tuvieron que llegar al equilibrio que hoy conoce Europa central.


Los mexicanos conocemos desde niños la historia de la intervención francesa en México. Dos cuartillas de versión oficial… Hay, desde luego, una abundante literatura de este episodio pero le falta sustento histórico y  menudea la creación lírica. Se escribe. A tal punto se escribe que los personajes reales, cada vez se van a parecer más al que escribe, o la época en que se vuelve a escribir,  que a la realidad del siglo diecinueve.

La esperanza de tener un contexto aceptable es que el lector tenga la suficiente cultura para que pueda leer a contrapelo. Que sepa leer los silencios deliberados del historiador.

Aquí cabe citar las palabras de Norman Mailer (el autor de la novela Los desnudos y los muertos) respecto de esta clase de historiadores: "La historia no es historia, sino una serie de novelas inmensamente sobrias que han escrito unos hombres que no suelen disponer  de gran talento literario  y tienen mucho menos que decir del mundo real que los novelistas. Los historiadores no tratan con los hechos sino con las  hipótesis que desarrollan en relación a una serie de datos aislados. Y una vez que advertimos que ningún historiador  lo hace mejor que un novelista toda la historia se convierte en una novela.

Novalis, dos siglos antes que Mailer,al tratar el tema de los historiadores, se refiere como :"Una turbia mezcla de observaciones defectuosas" ( Enrique de Ofterdingen).

Maximiliano y  Carlota

Existe otro nivel, de investigación histórica, que nunca se ha interrumpido tanto en México como en Europa y aun en Estados Unidos. Es el nivel académico. A este terreno pertenece Tras las huellas de un desconocido. Mucho material permanecía en los archivos europeos, lejos de los investigadores. Y escritos en alemán, también de poco alcance para los historiadores y novelistas. De ahí que la figura de Maximiliano, con la que creemos estar familiarizados, nos sea casi desconocida en realidad.


 Educado para gobernar, y poseedor de la mejor cultura de su mundo, Maximiliano, procedente de los países de Europa central, al llegar a México se dio cuenta de inmediato lo que podía hacer en cuanto a reformas sociales y planeación arquitectónica, incluida la remodelación y creación de jardinería. Para tal efecto trajo de Europa personal calificado en cada ramo que trabajaron en colaboración con expertos mexicanos.

De él fue la idea  que la ciudad capital contara con una vía urbana, como columna central,  formidable, que más tarde conoceríamos como “Paseo de la Reforma”. Un hospital para mujeres profesionales del sexo.  Mismo que todavía, para mediados del siglo vente, funcionaba en parte del inmueble de una ex iglesia frente a  la Alameda Central. Precisamente donde ahora  se encuentra  el museo Franz Mayer. Quiso hacer reformas respecto de quitar la dominación eclesiástica en el sistema escolar. Es decir, que la enseñanza fuera laica.

Otra innovación fue que en su necesidad de conocer el país, Maximiliano realizó  viajes en distintas regiones. Platicaba directamente con la gente del pueblo, escuchaba sus necesidades, les prometía. “Maximiliano fue el primer gobernante que hiciera este tipo de giras políticas” (Pág.90). Después de los viajes, Maximiliano  se proponía sustituir funcionarios de gobiernos de provincia, y maestros de escuela, generalmente conservadores, por liberales, sin someter su intención a nadie. Dice  Ratz que esto “se asemeja   a la situación que permitió a Benito Juárez  promulgar, sin consultar  al congreso, las leyes de Reforma” ( Pág. 72).

Católico, de ideas liberales, muy conocedor del intríngulis de la política y la diplomacia europeas, continente donde se guarda un ancestral equilibrio entre poderes laicos y religiosos, no supo qué hacer en el contexto americano. Monarca de ideas liberales, llegó a hacer la guerra al gobierno republicano de Benito Juárez.

Católico romano,  pero más cercano al cristianismo liberal, dispuesto a confirmar las leyes de Reforma, y a la vez necesitaba mucho y urgente apoyo de Roma. Estudioso del sistema político democrático norteamericano pero cuyo Destino Manifiesto, y Doctrina Monroe ("América para los americanos", es decir, para los estadounidenses) se habían visto gravemente amenazados desde el día en que Maximiliano  desembarcó sus tropas en el Puerto de Veracruz.

Los monarcas de Austria, familia de los Habsburgos, no fueron masones para evitar la excomunión de Roma, y Maximiliano no se apartó de la regla, pero protegía a la masonería. Maximiliano era, ideológicamente,  un laberinto con una sola salida: Querétaro.

La Guerra de los Pasteles, o Intervención Francesa, vivió fatalmente la lógica de la causa y el efecto. Cuando Maximiliano  buscó, reiteradamente, con vehemencia,   un acercamiento con el   presidente Benito Juárez, no tuvo resultado. Cuando  Fischer, el controvertido sacerdote jesuita, fue a Roma, de parte de Maximiliano,  para conseguir un concordato con el Segundo Imperio Mexicano, no lo obtuvo con oportunidad.

Cuando la emperatriz Carlota buscó apoyo del Vaticano, para salvar la vida de su esposo, nadie la escuchó. “Carlota sufrió una crisis de locura al no poder conseguir que el papa Pío Nono intercediera por Maximiliano” ( Pág,36). “Maximiliano, por su liberalismo, chocó con el integralismo de una iglesia resentida, desposeída de sus bienes y despojada de sus derechos por la Reforma, la que en sus puntos esenciales fue confirmada por el emperador. Pero como necesitaba el apoyo de los conservadores, Maximiliano hizo esfuerzos por conseguir del Vaticano un concordato” (Pág. 141).

Carlota, en cambio, tenía mucha claridad de la situación y decía a su esposo: “los principios opuestos no se avienen y Juárez y compañía siempre serán más demócratas que tú y, además, nacieron aquí”. Del panorama internacional tenía una comprensión cabal y se expresaba sin rodeos. Se refería a Lincoln como “el jefe de la demagogia” ( Pág. 49).

De 1864, que tuvo lugar el ofrecimiento, en el castillo de Miramar, de la corona por parte de la diputación mexicana, a junio de 1867, que fue fusilado en Querétaro, sólo habían pasado tres años.  Este corto tiempo duró la aventura guerrera de Maximiliano conocida como Segundo Impero. El Primer Imperio se refiere al de Agustín de Itrubide. Maximiliano pudo ser el emperador de Austria y Carlota, dice el autor, “era una de las princesas más inteligentes y la heredera más rica del continente” europeo. Todo eso se perdió en tan corto tiempo.
 
Tanto Maximiliano como Carlota resintieron gravemente en su salud debido a  la  presión y angustia que debieron vivir. El emperador sufría continuamente de anginas y diarreas. La medicina estaba en tal punto que los mejores médicos no podían hacer otra cosa que  aplicarle sanguijuelas en la garganta. Por su parte Carlota, aunque vivió hasta 1927, se sumió desde su regreso a Europa  en la locura, misma  que los historiadores  refieren como “víctima de una manía de persecución”.

 En su tiempo, en Austria, las mujeres podían aspirar a ser emperatrices  pero no emperadoras. En una ocasión Carlota dijo: “Alguna vez en el futuro, nosotras también ocuparemos una posición mejor”(Pág. 31). Era hija del emperador de Bélgica. “La hija de Leopoldo I de Bélgica, y nieta de Luís Felipe de Francia, era una de las princesas más cultas e inteligentes de Europa “( Pág. 15). En los tiempos recientes se le ha tomado como una figura adelantada del feminismo. En la literatura lírica abundan las ideas en el sentido que  Carlota pudo muy bien haber  conducido la guerra de muy distinta manera que su esposo. En la presentación del libro el Dr. Ratz hizo la observación, previniendo la manipulación de la historia, de que no era necesario rebajar la figura de Maximiliano para elevar la de Carlota.

La leyenda de que Maximiliano no fue fusilado, por complicadas componendas con la masonería, y que su sepulcro permanece vacío, engañando así a la historia desapareciendo para siempre, no era propio de un Habsburgo. Médicos tanto republicanos como ex imperialistas, asistieron a su autopsia, entre estos el eminente doctor Samuel Basch, médico personal de Maximiliano (inventor del esfigmomanómetro para medir la presión arterial).

En México los dos enfrentaron su destino, unidos, tan unidos como lo puede ser un matrimonio. Ni más ni menos. Las versiones  extramaritales  que a él y  a ella les ha colgado la leyenda no tienen sustento histórico. Ambos cayeron luchando. Maximiliano por el Segundo Imperio Mexicano. Carlota, con su dinero y su influencia política, en Europa, para salvar a su esposo.

En todo caso, concluyó Konrad Ratz, la historia de Maximiliano y Carlota es una historia que pertenece a México, no a Europa.

Se cumplió aquí,con Carlota,  lo que Schopenhauer escribió respecto de cómo el humano suele reaccionar, para su protección,ante el dolor que le es insoportable: "un incesante dolor se convierte en un pensamiento que se apodera de nuestro espíritu y de nuestra memoria. Si el recuerdo doloroso se vuelve insoportable y llega hasta dominar al individuo, la naturaleza angustiada se abisma en la locura."

Carlota es una figura que necesita un estudio más detenido respecto del origen de su locura, presentado por los historiadores como "delirio de persecución".Con los trabajos de algunos historiadores hay que andarse con cuidado. Una mujer tan culta como ella debió tener presente, con mucha profundidad, la situación que vivían las monarquías europeas y la acción de los grupos anarquistas que desplegaban mucha actividad en ese tiempo contra ellas...













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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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