Viaje hacia el ignoto flanco oeste del Citlaltepetl

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Todo el alpinismo en esta montaña  se limita a subir por las conocidas rutas del norte, en Jamapa, y en el sur, arriba del pueblo de Texmalaquilla. El alpinismo internacional gusta del lado norte por el flanco nevado. El alpinismo nacional por el sur. Tal vez por menos costoso el pago de trasporte a partir de la carretera México- Veracruz.
Valle de Tlamatzinco (flanco oeste del Citlatépetl); fotos tomadas desde la posición F1 (ver adelante la figura con las estaciones de la ruta que seguimos el día lunes 20 de diciembre de 2010).


La montaña más alta de México (5,700m) tiene dos nombres. Pico de Orizaba y Citlaltepetl. No son cosas de gustos o preferencias culturales o caprichosos regionalismos. Corresponde a razones de geografía. Cerca del lado oeste del albergue de Piedra Grande, en la ladera norte, hay una cresta rocosa (falla le llaman los geólogos), que oficialmente es el partreaguas de los estados de Puebla, en el oeste, y Veracruz, en el este. Por tal circunstancia el albergue se encuentra ubicado en el  estado de Veracruz y para ellos su nombre propio es Pico de Orizaba. El lado poblano se encuentra más a gusto con el nombre de Citlaltepetl. Si nos atenemos a juicios subjetivos alpinos toda la montaña se cuenta entre los más bellos del planeta. Pero si nos referimos a problemas alpinos estos se localizan principalmente en el lado oeste.

La pared oeste
Está esperando a los escaladores
(foto tomada por  Armando A.A.)

El nombre original (ancestral) de la montaña  es Poyahutecatl= Señor de Poyautlan.
Poyautlan es el nombre que tenía toda esa región del noreste con respecto a la montaña ( Coscomatepec, Perote, Xalapa, Xamapa.Orizaba, Fortín,Cordoba...
Cuando la cultura teotihuacana  extendio su influencia hacia Mayapan, la montaña pasó a nombrarase como Citlaltépetl= Monte de la Estrella. En devoción a una de sus divinidades tutelares, Quetzalcoatl. Este se identifica, mediante el nombre de Tlahuizcalpantecutli, o como ahora lo llaman los habitantes del campo:  Lucero o Estrella de la Mañana y Estrella de la Tarde.

En el siglo dieciséis la conquista europea le puso Pico de Orizaba.Éste nombre no llegó a borrar el de Citlaltépetl y en la actualidad se le llama indistintamente con los dos. Pero su correcta aplicación,como hemos anotado,depende del lado geográfico al que se esté refriendo, ya sea el este o el oeste.
Poyautecatl sólo quedó reservado para los auténticos chamanes y para los historiadores del período de Mesoamérica. 

Hemos comprobado que basta una jornada, saliendo del albergue de Piedra Grande, para quedar situados en el centro al pie del lado oeste. Es el lugar donde levantamos la tienda en esta ocasión. Estamos en   el flanco  de la absoluta soledad, lejos de la ortodoxia alpina. Anoche era distinto. Armando Altamira Areyán  anotó en su diario de excursión: “Sábado 18 de diciembre de 2010 15:23 hrs.

Flanco oeste del Citlaltépetl, desde Tlalchichuca (foto de AAA)
Terminamos Luis, mi papá y yo de comer unas quesadillas en el mercado de Tlalchichuca, ya pagamos al Sr. Reyes $600.00 por persona para que nos suba y nos baje del refugio de Piedra Grande. Tomamos el camión de la Tapo a las 9:00 hrs., llegamos a Tlalchichuca a las 14:15 hrs. Porque pasamos a Puebla, a Esperanza, a Ciudad Serdán y finalmente a Tlalchichuca, tomamos el autobús AU y cobró $181.00, fuimos los primeros en hacer la ruta de camión. Es preferible ir a Puebla y de allí tomar uno a Tlalchichuca, Compramos aguja y cáñamo porque la mochila de mi papá se ha roto de un tirante.

16:28 hrs. Estamos en casa del Sr. Reyes esperando la camioneta que nos suba al refugio de Piedra Grande, voy a componer el tirante de la mochila de mi papá, alguien toca el timbre, lo vemos desde nuestra localidad en el patio, el sol del atardecer nos baña agradablemente.

17:15 hrs. Salimos de la casa del Sr. Reyes rumbo al refugio del volcán.

Albergue de Piedra Grande( 4,260m). Guía alpino de la Cd. de México: Vicente Azpeitia (izquierda), AAA (centro) y el guía alpino de Tlalchichuca: Porfirio Aguila Vázquez (derecha).
19:20 hrs. Llegamos al refugio de Piedra Grande en el lado norte del Citlaltepetl, está completamente lleno pero una persona, después nos enteramos que se trata del guía alpino Carlos Sánchez Ratoni (habitante de Miguel Hidalgo, la población más lata y cercana al volcán por este lado), nos hace espacio para dos personas entre sus clientes que duermen en las dos literas de abajo, mi padre acondicionó un espacio en el suelo, frente a la escalera doble. Estrenamos la estufa y funciona maravillosamente, calentamos agua y Luis y papá toman Nestea, yo prefiero café soluble, comimos una torta y mis compañeros se fueron a acostar después de ir al “baño”, yo lo haré más tarde, son apenas las 20:00 hrs y no tengo sueño.


20:18 hrs. Ya todos se acostaron, al menos 5 personas roncan, hice un cálculo y los 6 niveles de literas están llenos, han de haber por lo menos 8 personas por piso, somos ~50 gentes, el ambiente se enfría y yo visto una chamarrita muy ligera, un chaleco y un rompe vientos, esperaré unos minutos para que mi cuerpo procese el líquido del café, orinar y después acostarme, lo ideal sería como a las 21:00 hrs…Escribo a la luz de una veladora en la mesa oeste de albergue”. En el albergue también conocimos a otro guía alpino, este habitante de Tlalchichuca y se llama Porfirio Águila Vázquez. Carlos y Porfirio son personas capaces para la montaña y su trato para con la gente es de mucha humanidad, prontos a servir o a proporcionar alguna orientación de la montaña.

Vertiente norte, con el albergue de Piedra Grande y al fondo El Hombro.La raya como especie de vereda que se ve en el centro de la foto, es por donde suben los grupos que van al glaciar. Originalmente fue una portentosa pero inútil construcción de acueducto para llevar agua a los pueblos del NNE de la montaña. Los movimientos del volcán acabaron destruyendola.
 Hay que resolver la pregunta ¿por qué tengo que apartarme de las vías tradicionales?  Perseguir el sueño de la exploración es caminar por la dimensión del azar.  Lo que vale es moverse. Cuando falta el factor devenir todo ha concluido. Se trata de un ejercicio de voluntad. La primera vez que quisimos dar la vuelta a esta montaña sólo avanzamos noventa grados, de la circunvalación, una cuarta parte. Eso nos obligó a investigar más a fondo, prepararnos de otra manera y reajustar nuestras disposiciones volitivas.

Al cruzar un viejo  lecho de agua, ahora seco, toqué apenas una roca de media tonelada que paso rodando  treinta centímetros por donde bajaba AAA. Treinta centímetros y lo hubiera destrozado por completo. Esas son las inexplicables intervenciones del azar con las que los montañistas se las tiene que ver con más frecuencia de las que nos podemos imaginar.

En el invierno de 2003 llevamos a cabo la primera circunvalación a esta montaña en la cota de los 4,200, como promedio (ver publicación “La conquista del Pico de Orizaba, Cuaderno de comunicación sindical número 75, Secretaría de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la UNAM, septiembre 2004). Es decir algo arriba por encima del límite superior del bosque. El grupo estuvo integrado por Armando Altamira Areyán,  Pedro Arredondo, Pedro Arredondo Guerrero, Laura Rosales Lagarde y Armando Altamira Gallardo.  Debido a ello poseemos un conocimiento completo de la estructura de esta montaña volcánica. Se trata de una travesía que cada vez hay que conquistar.
La ladera con remate rocos sobre el arroyo del Valle de Tlamatzinco (derecha al fondo)

El que marca el paso en la arena volcánica de los 4 mil es A AA. En el invierno de hace 28 años los dos caminábamos por otro tipo de arenas. Las del desierto de Samalayuca, en el norte del estado de Chihuahua. Con apenas 13 años de edad ya cargaba, como ahora lo hace, una mochila extra para llevar agua a través de la infinita llanura de 51 grados centígrados. Ahora, en el oeste del Citlaltepetl, con 5 grados menos cero también hay que cargar otra mochila extra para el agua. En Samalayuca consultaba la brújula y ahora en el Citlaltepetl consulta el GPS.

 El primer obstáculo que es necesario resolver aquí es que no hay agua. Hasta ahora no hemos encontrado algún lugar en el bosque superior que nos permita resolver esa necesidad en esta vertiente.


Armando Altamira Areyán.Lugar en la verteinte norte, cerca del albergue  Piedra Grande, donde todavía se puede abastecer de agua del deshielo.
 Las huellas del relieve de la montaña nos dice que en otras  épocas por aquí descendían las aguas del deshielo pero ahora todo eso son cauces secos. Y las nieves y los hielos que se pueden fundir en la estufa se encuentran muy por arriba y ya no se derriten con el calor del sol.  Entonces se empiezan a hacer  cuentas. Un litro de agua para situarse en el centro de este flanco y llegar al lugar en el que se decida acampar. Otro litro para el regreso al albergue de Piedra Grande y cuatro para preparar las comidas del campamento. Total seis litros para una jornada de campamento.

 Seis litros más a una mochila ya muy pesada  es una absurdidad. A la mitad del trayecto de ida empiezo a sentir malestar en la rodilla izquierda. Para protegerla debo apoyar los pasos en la pierna derecha.  La única manera es dejar de caminar de manera inconsciente, mecánica, y procurar avanzar conscientemente, dirigiendo cada movimiento.  A mis setenta y cinco años de edad los huesos deben presentar una condición de porosidad que obliga a informarse, con la medicina del deporte, respecto de la relación peso- mochila, edad, peso corporal, estatura, hábitos, alimentación, etc. A AA tiene 41 años de edad y también resiente el sobrepeso. Desde luego sus huesos están resistentes.




 Pero ya sea viejo o joven el alpinista debería de conocer cuál es el peso que la ciencia recomienda para llevar sobre sus hombros.  Hace algún tiempo, cuando la preselección al Glaciar NE del Aconcagua, República Argentina, en una salida hicimos  llevar veinte kilos en la mochila de cada alpinista. Los fortachones estaban felices y los pesos ligeros sufrieron mucho. A la salida siguiente hicimos llevar una tercera parte de su peso corporal  de  cada uno, los fortachones protestaron y los ligeros se sintieron que el cielo les había hecho justicia.  Se trasformó   este asunto en una cuestión de egos pero lo que buscábamos era la relación lógica peso –corporal,- peso mochila. Tener el dato exacto de esta relación protegería huesos y corazón del montañista. Sin dejar fuera el factor edad.

Vista aérea que muestra completo al Citaltépetl y nuestra ruta del invierno de 2010

Como decimos, nuestro primer intento por el lado oeste data del invierno de 1994 en que empezamos las exploraciones de este volcán con la idea de llevar a cabo la vuelta por arriba del límite del bosque. Este límite está en los 4 mil. Fue cuando este inmenso paraje pasó a formar parte de nuestra vida. Su belleza nos impresiona pero no sólo es una evocación estética sino que es una exigencia que nos hace echarnos al hombro las pesadas mochilas y apartarnos del rumor de los grupos que van y vienen por las rutas del norte y sur.

La ladera noroeste se caracteriza por montículos que se suceden sin interrupción. Es agotador descubrir  que llegando a la cima de la arista que tenemos enfrente es sólo una de las tantas que habrá que superar para llegar alguna vez a la última cresta del depósito de lahar sigue una agotadora bajada que nos sitúa en esa posición  y que para salir del fondo de dos colinas es necesario emprender de nuevo otra subida de la que no se tiene idea de cuándo terminará la nueva serie de derrubios.


Flanco oeste del Citlaltepetl. Acabamos de superar la cresta rocosa arriba de la cañada Alpinahua (a nuestras espaldas), ahora vemos hacia el hermoso Valle de Tlamatzinco.

En la foto Armando Altamira G. y Armando Altamira A.

El invierno anterior habíamos llevado a cabo la circunvalación a esta montaña en la cota de los 4,200 m. promedio.
El obligado avance  de sube y baja  nos recuerdan que llevamos veinte kilos y vamos en los 4 mil. Veinte  kilos son veinte kilos. Pero veinte  kilos en la cota de los 4 mil son cuarenta.Es casi asunto de algún dios griego para castigar nuestra intención de revelar los secretos del flanco oeste y comunicarlo a los humanos. Casi estamos por aceptar que a Prometeo le fue bien. Sólo tenía que dejar que el día llegara para que se le recompusiera el hígado que el ave le había devorado. Nosotros en cambio sentimos que los huesos s e nos descontrolan y el corazón agarra un ritmo de franca protesta. “¡Las cosas son como son!” oigo decir resignado a A AA y seguimos bajando el montículo de enfrente que nos obligará a subir el de más allá.

Caminamos hasta un poco más allá del centro del flanco oeste. Llegamos a un lugar de árboles que  van terminando los de más arriba en una especie de la punta de un triangulo, como falange macedónica. Después de ese árbol, sólo unos metros más de grandes gramillas o zacatones de raíces aferradas muy fuertemente al suelo. Instalamos la tienda de dos plazas en un claro entre los altos pastos que nos protegerán del viento. En el principio éramos tres. Luis Arceo resintió la altitud desde el principio y debió regresar al albergue de Piedra Grande.

Absolutamente imposible que alguien pueda vivir entre esa nata de humo y polvo, comento al observar, desde los 4 mil,  el cielo negro que antaño era azul,  cubriendo las poblaciones y ciudades del valle. No cabe duda que ya somos mutantes.

Flor fotografiada (por Armando Altamira Areyán) en los lomeríos de la cañada de Alpinahua, entre la estación 33 y 34 (ver adelante la figura con las estaciones de la ruta que seguimos el día lunes 20 de diciembre de 2010).

La insistencia de anotar que nos encontramos en la cota  de los 4 mil es porque en esta altitud cada movimiento deja ya  una sensación de agotamiento. El arrancar una pequeña  mancha de zacate para despejar el terreno  e instalar la tienda nos llevó media hora. Armando descubrió un mejor sitio pero ya eran la cinco de la tarde y sólo nos quedaba tiempo para preparar la comida. Esta vez no sufrimos por falta de agua. Aunque nuestras clavículas resintieron el peso  de las mochilas ahora podíamos preparar la comida sin la preocupación de lo escaso  del agua.



Armando Altamira Areyán  recorre el fondo del corte de un lahar (la mayoría de las colinas en el lado  W del Citlaltépetl están formadas por depósitos de lahares.). Hace 16 años por aquí bajaba una abundante corriente de agua de deshielo, ahora está seco. Al fondo el lado  W del Citlaltépetl.
Apenas tuvimos tiempo de recoger  los enseres de cocina y ordenar las latas de víveres. La temperatura empezó descender rápidamente. Nos pareció que  de súbito. Nos apresuramos a meternos en las bolsas de dormir. Eran las seis de la tarde. Debemos pasar catorce horas acostados. Dormitando. En esas alturas, con cinco bajo cero y con las salidas para las impostergable necesidades fisiológicas. La luna ilumina en su esplendor y no necesitamos recurrir a las linternas.

Nuestro equipo es de primera para campar en estas condiciones. Aun bajo una fuerte tempestad de nieve  nuestra tienda era a doc. Con dos aros presentando  resistencia hacia arriba, como iglú, podía resistir  el peso de la nieve.  Y con cubierta o techo doble nos protege contra los vientos helados. Las bolsas de dormir, a base de finas plumas de pecho de ganso, nos restablecen pronto el calor de nuestro cuerpo  al regreso de la imaginaria letrina.
El sector del NNW      

Este magnifico equipo para campar en las peores condicion e climatológicas, incluidas las botas y los pequeños colchones  inflables, los conseguimos hace algunos años en Houston, Texas.

Le digo a A AA que el alpinismo de los años cincuenta del siglo pasado no conoció este equipo. Ni tiendas, ni bolsas de dormir ni chamarras de pluma. Eran, en lo general, salvo extrañísimos casos de individuos que iban a Europa o Estados Unidos, ropa común. Lo más eran sacos de trajes vestir con un suéter abajo. Y para dormir una cobija.  El trasporte hacia las altas montañas no era en vehículos sino sobre mulas. 
En 1994 nos encontrábamos  en esta ladera cuando el Popocatépetl, a lo lejos hacia el oeste, empezó su obvia actividad  volcánica. Y esta mañana, dieciséis años más tarde, sigue lanzando al aire enormes volutas. A AA hace varias tomas fotográficas. Entonces eran con la fotografía tradicional de película y papel  y ahora con la cámara digital.

Todavía el tema del calentamiento global parecía un tema de los científicos para hacerse pagar un viaje a lejanos países de los congresos. Nadie hizo caso, la industria de los países chicos y grandes siguieron su ritmo de siempre. Las carreteras aumentaron su número de automóviles particulares y los mismos académicos, los más enterados de todos, siguieron viajando en sus vehículos rechazando el trasporte colectivo, los fumadores siguieron fumando, los arbolitos de Navidad siguieron encendiéndose en las calles y en las casas y los bosques  continuaron sufriendo la tala clandestina. Una super tecnología que es como una manifestación del yo del hombre que habita las ciudades. Su manifestación volitiva va muy a la zaga de su maravillosa ciencia. No sabe cómo manejar el enigma.

El tema se verbaliza pero no se interioriza.Se habla en tercera persona con el tema de la industrialización con paíse grandes y paises chicos, etc. pero ni siquiera los grupos ambientalistas se bajan de su automovil particular...

Emplazamiento del campamento,4006m., en el SW del Citlatepetl.
 Entre tanto el glaciar  empezó a retroceder y en Tlalchichuca, Orizaba y  demás pueblos a la redonda del Citlaltepetl empezaron a sufrir por el  agua para el cultivo de sus tierras y de sus hogares. El gran río Jamapa, que nace en la vertiente norte, cada vez tiene menos agua de deshielo. La guerra por el agua, como antes era la guerra por el petróleo, ha empezado desde casi un siglo en el mundo y, a otra escala, también ha empezado entre los pueblos de la región de Poyahutlán.

El incremento de la temperatura local y global amenaza con extinguir  el oficio de guías de montaña, al igual que todo el contexto de apoyo para la práctica alpina, trasportes, hoteles, comercios que venden equipo para acampar. Y esto va para México, los Alpes europeos, Estados Unidos, el Himalaya…

La letrina, con su aditamento conocido como “taza”, es uno de esos controvertidos diseños de la civilización industrial. Excelente para los viejos que ya no pueden doblar las rodillas más allá de cierto ángulo. Pero casi catastrófico para la gente joven por no tener que sentarse de manera natural, como lo hacían medio millón de años nuestros abuelos facilitando de esa manera el buen funcionamiento de los intestinos. Con el resultado que ahora abundan en las farmacias medicamentos contra el estreñimiento.
Otra vista del sector del NNW

Este tema del estreñimiento es omnipresente en el alpinismo. La deshidratación que sufre el organismo en la montaña es severa aun cuando se crea que se ingirió suficiente agua. De regreso en la ciudad de todos modos los síntomas de estreñimiento se harán presentes.

Anoche la ortodoxia alpina  iba y venía por el albergue de Piedra Grande  preparando sus cosas para la ascensión. Los mexicanos somos extrovertidos y nos cuesta trabajo guardar silencio. No permitimos con nuestra charla ruidosa  el descanso  de los que están metidos en su sleeping tratando de dormir en su tiempo antes de la ascensión. Seis alpinistas extranjeros agarraron sus cosas y cargando todo improvisadamente entre sus brazos, de manera casi atropellada, se mudaron para el pequeño refugio cien metros más arriba en la pendiente norte. Con fina ironía  uno de ellos exclamó: “Aquí la gente tiene cosas muy importantes que decirse”. 

Desde el NW

En tanto avanzamos vemos en las alturas del NNW del Citlaltepetl una amplia zona de hielo rizado. Son las grietas donde muchos han desaparecido por años. Tobella y Samaniego, dos alpinistas mexicanos, duraron ahí treinta años. Las tormentas de nieve del otoño aportaban cada vez más nieve que dificultaba su localización. Luego siguieron dos japoneses, con seis años, tres noruegos, dos rusos…Ayer un alpinistas de los grupos que subían por el norte se precipitó y rodo hasta la entrada del glaciar. Lo bajaron entre dos echándose los brazos del accidentado sobre los hombros. De manera inexplicable las cordadas van por el centro de la cúpula nevada del norte. Varias veces hemos subido por la hilera de salientes rocosos del NNO. La ruta se llama “Arista de las Golondrinas”. Tal vez un poco de rodeo  pero ahí está a salvo de sorpresas de avalanchas o de las invisibles grietas. A AA ha tomado una magnífica serie de fotografías de esta zona de grietas desde el fondo de la cañada Alpinahua.


NNW del Citlaltepetl. Se destaca la zona de grietas ( foto de AAA).
Comprende el desnivel entre los 5,000 y los 5700m.
Normalmente esta zona debe ser evitada.
Sus grietas ocultan cadáveres de alpinistas accidentados
(de las más variadas nacionalidades)que no han sido
localizados en 20. 30 o hasta 50 años.
Preferible ascender más a la izquierda, es decir, por el norte.



 
En tiempos remotos a toda esta región se le conocía como Poyahutlán. A la montaña más alta Poyahutecatl, Señor de Poyahutlán. Llegó la conquista tolteca y se le impuso el nombre del dios tutelar de Tula o Tollan, Quetzalcóatl, en su advocación de Citlaltepetl, Montaña de la Estrella o Tlahuizcalpantecutli, Señor de la Estrella de la Mañana y del Atardecer. Llegó la conquista española y se le impuso el nombre de “Pico de Orizaba”. Sin embargo no se logró borrar el anterior nombre y muchos la conocen como Citlaltepetl. El que casi desapareció del trato popular fue el de Poyahutecatl.
En el interior del Albergue de Piedra Grande: Armando Altamira Gallardo,Carlos Sánchez Ratoni (guía profesional de montaña y habitante de Miguel Hidalgo),  Luis Arceo y Armando Altamira Areyán.

A AA confeccionó la despensa a base de latas que tuvieran líquido para ayudarnos con lo escaso de agua de esta ladera. Por ejemplo, en lugar de leche en polvo compró leche Carnation y evitó las verduras deshidratadas y trajo  chicharos en su jugo, etc. Es un acierto y sin embargo ahora nuestras mochilas pesan una enormidad. Pruebe alguien en su casa levantar el tanque de gas de veinte kilos y tendrá una idea de lo que estamos diciendo. Y es que el alpinismo de exploración, lejos de los albergues y refugios de montaña, requiere otro tipo de planeación. El alpinismo siguiendo una ruta jalonada por refugios presenta condiciones ya muy establecidas. Pero un avance por lugares apartados exige una evolución a base de ir instalando campamentos y aprovisionándolos de víveres, agua y equipo.


Ladera NNW que conduce al albergue de Piedra Grande a través de una pendiente de bloque instables.La raya horizontal del centro de la foto corresponde a un intento (fallido)de acueducto para llevar agua hacia los pueblos del oeste: Miguel Hidalgo, Zoapan, Tlalchichuca, etc

A la mañana siguiente, luego del almuerzo levantamos el campo y desandamos nuestros pasos de regreso al refugio de Piedra Grande. Este trayecto  de Piedra Grande al lugar de nuestro campamento, casi en el SSW de la montaña, presenta los referidos obstáculos de lomos de lahar. Los lahares son deslizamientos de barro resultantes de la mezcla de ceniza volcánica y escombros con agua. Pueden ocurrir cuando el calor de un volcán derrite la nieve y el hielo de la cima de un volcán o cuando una erupción afecta al lago de un cráter.

Ruta que seguimos el día lunes 20 de diciembre de 2010, saliendo de nuestro campamento y llegando al refugio de Piedra Grande, en el norte del Citlaltépetl. Un día antes habíamos hecho el mismo trayecto de manera inversa.


Fuimos por cañadas y lechos cortados de unos 20-30 metros de profundidad. Por las rutas de agua de deshielo de otras épocas geológicas hasta fechas recientes que apareció el fenómeno de la civilización industrial que empezó a incrementar el calentamiento global. De manera especial hay dos obstáculos rocosos que es necesario resolver. El primero, de regreso hacia el albergue, de una ladera de unos doscientos metros de elevación rematada con una franja rocosa.  La otra cresta rocosa se encuentra ya para llegar al albergue. Es otra pendiente de unos cien metros rematada por una franja rocosa de menos altura ésta última que la anterior. Es necesario aguzar el ingenio para encontrar el paso, en ambos casos y evitar las verticalidades que las pesadas mochilas nos harían dificultoso superar. A AA  ha encontrado un poco a la izquierda un mejor sitio de escape  que el que yo desde lejos había propuesto.

Esta es la ladera más elevada de este sector que es necesario remontar (o descender). La depresión del fondo es el lugar conocido como Alpinahua. En otro tiempo no lejano bajaba agua de deshielo por su cauce pero ahora,por el incremento de la temperatura local y global, está seco.


Por la tarde volvemos a la ortodoxia del albergue. Los guías profesionales  instan a sus clientes a que beban mucho te. Dicen que eso les ayudará contra el mal de montaña. Nos parece que tanta cafeína los mantendrá sin cerrar los ojos durante toda la noche que dure el ascenso.  Porque extrañamente empiezan a subir a  partir de la doce de la noche y regresan al albergue a las once de la mañana y se pasan durmiendo en sus sleeping todo el día… Los guías tienen sus razones para tal comportamiento. Les pregunto por qué salen tan inusualmente pronto. Dicen que algunos clientes son muy lentos para caminar.


La ruta marcael recorrido desde la ladera norte(izquierda) hasta el lugar de nuestro campamento SW de diciembre de 2010.

Antes de que caiga la noche A AA va a la ladera norte del volcán y recoge una serie de fragmentos de roca. Al regreso dice: “Tengo casi  completa la historia geológica del volcán”. Por la tarde, cuando nos aproximábamos al refugio, procedentes del flanco oeste, encontramos la mitad de una bomba volcánica, perfecta. Pumicita en su interior y por fuera vidrio, diferentes velocidades de enfriamiento, dice A AA. La dejamos de lado  en la creencia que la ladera estaba llena de bombas volcánicas. Pero parece que no es así y cuando regresamos a buscarla no pudimos encontrarla. Lo único que A AA dijo: “Es una bomba volcánica de portada de libro…Volveremos a buscarla”
Estas son las rutas tradicionales de la cara norte del Pico de Orizaba, a partir del albergue de Piedra Grande
Nuestro recorrido completo de 2003 en la cota promedio de los 4,200m. Sirve como plano de ubicación de los diferentes lugares que se mencionan en el relato de diciembre de 2010.

Estaciones GPS tomadas el día lunes 20 de diciembre de 2010 en el flanco oeste del Citlaltépetl (Armando Altamira Gallardo y Armando Altamira Areyán).





Hay más peligro en cruzar la calle de una ciudad que en escalar montañas( hacer click en video)





2 comentarios:

  1. Hola Armando , soy Ricardo Rodriguez Demeneghi, de Cruz Roja,restaurar nuestros contactos será muy importante para mi,sigo en el Pico y a tus ordenes, Ricardo

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  2. Hola Ricardo
    Mucho gusto saludarte. Un día regresaremos a la bella Orizaba y tendremos,mi hijo Armando y yo,mucha alegría de darte un abrazo.
    Saludos
    De todas maneras los recuerdos permenecen como en aquella ocasión que subimos al Pico de Orizaba desde Publiosilla por la hermosa región de Poyahutlán.

    ResponderEliminar

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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