Cien años atrás no vivíamos y dentro
de cien años no viviremos.
Es lo que dice Montaigne para que le
demos calidad a nuestra vida, en el rango de tiempo tan corto del que
disponemos.
¿De dónde sacó Montaigne que cien años de vida
para el humano son pocos, casi nada? Un día, observando a los animalitos del
río Hispanis.
Enseguida hace la reflexión que los
treinta tiranos que condenaron a muerte
a Sócrates a su vez estaban condenados por la Naturaleza.
Discordias, chismes, enredos amorosos,
soledades patológicas dentro de la multitud, envidias laborales, pasiones políticas,
cambalaches interminables a lo Santo
Discépolo, hipocondrías psicosomáticas, competencias de estatus y otros contratiempos
del modelo económico basado en las ganancias.
Todo esto consume mucho tiempo de nuestra vida, sino es que todo, y deja poco tiempo para los valores éticos.
Todo esto consume mucho tiempo de nuestra vida, sino es que todo, y deja poco tiempo para los valores éticos.
Hasta las rocas tienen sus edades
Pueblito pirenaico
Foto tomada del libro de Patrice de
Bellefon
¡Exacto, contra-tiempo! Epicteto dice que el tiempo es la única moneda que no tiene reposición. Séneca es más explícito:
“Algunos carísimos varones reciben
gajes de otros, y por ellos alquilan su trabajo, su cuidado y su diligencia,
pero del tiempo no hay quien haga aprecio; usan de él pródigamente, como de
cosa dada gratuitamente.”
Séneca, Tratados filosóficos
Uno de los más peligrosos mafiosos de
la película El Padrino II exclama, en
un momento, reunido con otros mafiosos,: “¡Daría la mitad de mi fortuna por
poder orinar sin estos dolores!”
Parados en el principio de La calzada de los muertos, en
Teotihuacán, es imposible no admitir que
todo ahí es superlativo, en estética, arte, arquitectura. Sin dejar de pensar
en todo el periodo formativo, cultural y espiritual, de cientos o miles de
años, que llevó a esa realización material que ahora vemos.
Pero no queda un solo nombre de sus
tlatoanis o dirigentes, ni de sus constructores. Contrastan con los tiempos
actuales en donde abundan las estatuas de los dirigentes pero nadie recuerda
alguna obra suya.
“La construyeron los extraterrestres”,
dicen algunos. De pronto parece una idea loca sacada de uno de esos libros
también locos.
Pero no. Tal vez quieran decir con
eso que es una obra que rebasa los límites humanos. Después de todo a la zona
se le conoce como La Ciudad de los Dioses
o Donde los hombres se hacen dioses.
En otras palabras, como dice Emerson, ese gran
norteamericano: vivimos en una especulación sin altura. Por eso, entre más
especulación sin altura, más increíble
nos parece Teotihuacán.
Entre más especulación sin altura, más increíble nos parece Teotihuacán
Foto de Armando Altamira
Pirámide del Sol
Vista desde el noroeste
Entre más especulación sin altura, más increíble nos parece Teotihuacán
Foto de Armando Altamira
En todo caso se trata de estar consciente de la brevedad de la vida, que es el tema de Montaigne.
El humano tiene la solución para llevar a cabo empresas
que le sobrevivan dando así testimonio
de que supieron emplear su corta vida, como hicieron los teotihuacanos.
Proyectos que sean continuados por la
generación que le sucederá en el tiempo. Es lo que viven las naciones que
llamamos de primer nivel.
Las naciones que hacen nuevos proyectos, cada lustro, sólo vegetan
en el cambalache de la historia.
¿El tiempo? Hay rangos de años para
cada especie animal y vegetal. Hasta las rocas tiene su escala propia de
tiempo.
Montaigne recuerda a Aristóteles: “Aristóteles
dice que en el río Hipanis existen animalillos
que no viven más que un día. Los que de ellos mueren por la mañana
termina jóvenes su vida y los que mueren a las cinco de la tarde perecen de
vejez.”
No hay que ir tan lejos. En el desierto
de Altar observamos que, junto a los
cactus, los humanos somos tan breves como los animalillos del río Hipanis.
Los saguaros estarán ahí dos siglos después
de nosotros haber pasado...
Desierto de Altar, Sonora, meridiano 113´ 50° N.
Foto de Armando Altamira
Montaigne no es de pensamiento
decadente ni se pierde en la boruca de
la vida moderna, y quiere ser objetivo. Dice:
“Si has aprovechado bien la vida, ya
tienes bastante; retírate satisfecho:”
M. Montaigne, Ensayos
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