Había una vez un niño que era
príncipe y por eso le decían Principito. Quería viajar a las estrellas pero la báscula
le decía que estaba pesado y así, pensó, no se puede ir a las estrellas.
Siglos antes, muchos siglos antes,
vivió un esclavo del Imperio Romano que se llama Epicteto, se hizo filósofo a través de encontrar la clave para poder viajar libremente a donde
uno quisiera ir. Sobre todo a las estrellas. El descubrimiento fue sencillo:
llevar en la vida una mochila metafórica con muy pocas cosas. Sólo las esenciales, no cachivaches.
La mochila metafórica.
Sólo se puede llevar en ella lo esencial.
Cualquier cachivache de nada sirve, estorba
y pesa dificultando el ascenso.
Dibujo tomado del libro
Técnica Alpina
de Manuel Sánchez y Armando Altamira
Editado por la Universidad Nacional
Autónoma de México, 1978
Dice, en otras palabras, que la
libertad no es una entelequia sino una cosa muy lógica. ¿Quién podría nadar
libremente con una tonelada de cemento colgada del cuello?:
Epicteto:
“La libertad no es tan solo muy
bella, sino que además es razonable, y nada hay más absurdo ni más insensato
que desear temerariamente y querer que las cosas sucedan a medida de nuestros
deseos.”
Y sin embargo muchos vamos por la vida arrastrando una tonelada amarrada al cuello...
Y sin embargo muchos vamos por la vida arrastrando una tonelada amarrada al cuello...
Su tema central era la manera de ser
libre. En el mundo nadie es libre, le decían sus amigos filósofos. La sociedad,
el dinero, la comida, el trabajo jerarquizado, el partido político, el
sindicato…Todo eso es necesario conquistarlo.
Epicteto les nombraba a los
conquistadores que registra la historia, a las grandes religiones y a los grandes avances de la tecnología, la Luna ¡y vamos rumbo al sol montados en nuestros cohetes! ¡Y,
sin embargo, el mundo, la gente, sigue igual o peor!
Antaño las puertas se aseguraban por las noches con una tranca. Ahora tres chapas de alta seguridad, alarma y cámara sobre la banqueta y una caseta con vigilante en cada esquina de la calle.
Antaño las puertas se aseguraban por las noches con una tranca. Ahora tres chapas de alta seguridad, alarma y cámara sobre la banqueta y una caseta con vigilante en cada esquina de la calle.
Y así fue como Epicteto llegó a su gran
descubrimiento: nadie puede ser libre sino se conquista a sí mismo.
Conquisto el mundo y
mi mundo. Le argüían los otros. ¡No eres dueño de nada, les decía
Epicteto, cuando mueres no te llevas ni la camiseta que llevas puesta y los que
te aplaudían ya aplauden a otro! ¡La estatua
con tu nombre en medio de la glorieta ya no existe y en su lugar
pusieron un puesto de tamales!
Y nadie va a hacer caso de lo que
dejes asentado en tu testamento. Y les ponía el ejemplo que lo hizo famoso y
que después los filósofos de los siglos han retomado. ¿Ves esos perros como
juegan amigables, hermanos que darían la vida por el otro?, ¡pues échales un hueso, en medio y verás que es lo que
pasa!
¡El caos porque lo que dejas son
cosas materiales, no esenciales. Las cosas esenciales son ingrávidas, no pesan en la mochila metafórica!
Vagar por los lahares y levantar la tienda cuando caiga la tarde |
En la foto Armando A.A. Flanco oeste del
Pico de Orizaba,México
Foto de Armando A. G.
¿Qué es eso de ingrávidas? preguntaban los otros de la STOA.
¿Cuántos y qué libros leíste este año? ¿Y eso que se conoce como caridad al auténticamente necesitado? ¡Compusiste al mundo pero se te descompuso tu familia?
¡Corrías al buen fin pero no a la
librería ni con el psicólogo ni a la Iglesia!
“Nunca se consulta al sabio, al
experto, al virtuoso, sino al hombre de moda.”, escribe La Bruyére en su obra Los Caracteres.
Epicteto hace preguntas:
“Partes para Roma y emprendes tan largo
viaje para alcanzar en tu patria un empleo más lucrativo que el que desempeñas.
Pero, dime, ¿Qué viajes has emprendido jamás para mejorar tus opiniones y sentimientos?
¿Se te ocurrió consultar a alguien siquiera una vez para ver de corregir tus defectos? ¿En qué tiempo ni a qué edad te
has tomado el trabajo de examinar tus opiniones? Recorre los años de tu vida y
verás que siempre has hecho lo mismo que haces hoy.”
El psiquiatra me dejó la tarea para un sólo día: "De la mañana a la noche cargue 5 kilos en la mano, agua embotellada, por ejemplo". Fue una experiencia terrible! ¡El peso llegó a ser insoportable hacia el atardecer! " Trate de imaginar, me dijo el psiquiatra, a usted le sobran 10 kilos de masa corporal que anda cargando todo el tiempo, castigando rodillas, sobre cargando el trabajo del corazón, las varices, las almorranas, etc.... Sino entiende eso es inútil que le lea las obras completas de Stekel, Freud y de Jung."
El psiquiatra me dejó la tarea para un sólo día: "De la mañana a la noche cargue 5 kilos en la mano, agua embotellada, por ejemplo". Fue una experiencia terrible! ¡El peso llegó a ser insoportable hacia el atardecer! " Trate de imaginar, me dijo el psiquiatra, a usted le sobran 10 kilos de masa corporal que anda cargando todo el tiempo, castigando rodillas, sobre cargando el trabajo del corazón, las varices, las almorranas, etc.... Sino entiende eso es inútil que le lea las obras completas de Stekel, Freud y de Jung."
Sé que puedo emprender grandes
caminatas por valles, montañas y desiertos. Sé que puedo colarme entre la
maraña para ir subiendo con astucia
posiciones en el partido político. ¡Y de ahí ni quién me baje!Sé que tal vez podría ganar las grandes
batallas en el mundo.
Lo que quizá no pueda hacer es ganar
ni la más modesta victoria de la báscula, de mi masa muscular, en aras de la libertad.
Tabla tomada de Internet el 20/12/2019
¡Soy libre? ¿Cómo puedo serlo si soy un
acumulador de cosas que están de moda y los medios dirigen mis pensamientos y
mis gustos? ¿O soy acumulador de locas aspiraciones
como ser senador de la república o presidente o algo así.
Epicteto:
“Guárdate mucho viendo a alguno colmado de honores o alcanzar las más
elevadas dignidades, de considerarle, arrastrado por tu imaginación, como un
hombre feliz. Porque si la esencia del verdadero bien está en las cosas que
dependen de nosotros, ni la envidia, ni la emulación, ni los celos podrán anidar
en ti y no desearás ser general, ni senador ni cónsul, sino libre. Y piensa que
para alcanzar esta libertad sólo hay un camino: el desprecio de las cosas que
no dependen de nosotros.”
Puedo ganar esta o aquella batalla
pero, insisto, a la báscula metafórica no
le puedo ganar ni un gramo. Y es cuando me acuerdo del primer libro que leí de
chico. El del niño Principito que decía
que estar pesado impide viajar a las
estrellas.
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