Referencias:
SINOPSIS:
En la realidad la lucha de los españoles por
no dejar el poder, y recuperarlo una vez ya perdido, duró un siglo completo.
Lucha que comenzó Hidalgo y la culminó Francisco I Madero.
El desfile cívico-militar del 16 de setiembre
(1810), así como el del 20 de noviembre (1910), en México se les presenta como
episodios desvinculados unos de otros.
Un “independiente” entre
comillas, como veremos, en el que los españoles supieron conservar, por medio
de la corrupción de mexicanos en el poder, la hegemonía sin tener ya el poder absoluto, como antaño.
Miguel Hidalgo
Se le conoce como el padre de la patria mexicana. Luchaba por ideales, como la libertad. Y junto con Morelos, otro sacerdote católico, por la igualdad en derechos civiles y económicos del pueblo y la reivindicación de los pueblos originarios.
Dos sacerdotes sucesores de Cuauhtémoc, el venerable abuelo de los mexicanos, primera figura que desde el siglo dieciséis inauguró el movimiento de lo que ahora se llama La resistencia indígena.
En 1810 Hidalgo dio lo que se conoce como “El Grito de Dolores” contra el poder de España en México.Es lo que se celebra el 16 de septiemtiembre en todo México y con un desfile militar en el Zocalo,plaza del primer cuadro de la Ciudad de México.
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El Teniente Coronel Bernardo Tello recibe, de parte del gobierno mexicano, su pasaporte de expulsado y en ese momento cae muerto.
Fue el tiempo en el que España aceptara por fin reconoce la independencia de México. Violencia que en momentos cobraba más intensidad por las noticias que llegaban de que España intentaría la reconquista. O bien por los movimientos pro españoles internos que buscaban con las armas volver a retomar la hegemonía, entre ellos, el alto clero de la Iglesia católica, en oposición del bajo clero que, en numerosos casos, encabezaba en el campo de batalla esa independencia: Hidalgo, Morelos, Matamoros…
Se considera un auténtico
genocidio que de quince millones de
habitantes se redujo a medio millón (un estimado al vuelo por no contarse en esa época con un censo, pero que
da idea de la inmensa carnicería lleva da a cabo contra los pueblos originarios).
Andrés Manuel López Obrador presidente de la república, en 2023 pidió a España y al Vaticano se disculparán por
tan vesánica conducta. Sólo el papa Francisco lo hizo.
Claudia Sheinbaum, primera
presidenta de los mexicanos, en doscientos años de México independiente,
sucesora de Obrador, respalda que "debe haber un perdón por parte de
España" a México. Aquí la nota de la Agencia EFE:
mar, 30 de julio de 2024
“Ciudad de México, 30 jul
(EFE).- La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, expresó este martes
estar de acuerdo en que "debe haber un perdón por parte de España"
por la "la conquista española" que dejó "muchas masacres y
violencia", aunque insistió en mantener las relaciones con ese país.
"Estoy de acuerdo que
debe haber un perdón por parte de España. Lo he dicho en varias ocasiones, no
es la primera vez que lo digo. Lo hizo ya el papa Francisco", declaró
Sheinbaum en conferencia de prensa.
No obstante, la mandataria
electa, quien asumirá la presidencia el próximo 1 de octubre, señaló que
"hay que mantener las relaciones con España y seguir insistiendo" en
la disculpa.
"Porque la conquista
española tuvo muchas masacres y mucha violencia, por eso el presidente (Andrés
Manuel López Obrador) le llama 'la invasión de España'. Nada más hay que pensar
en la (masacre) de Cholula o en la del Templo Mayor", expuso Sheibaum.
Asimismo, indicó que en su
mandato como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México (2018-2023) se cambiaron
los nombres de algunas calles "para que se reconociera México-Tenochtitlán
y no a la Conquista".
"Había una calle que era
Puerto de Alvarado. Imagínense, Alvarado fue el perpetrador de la masacre del
Templo Mayor y llevaba un nombre, una calle", apuntó la futura presidenta.
La próxima mandataria
mexicana, que será la primera mujer en ocupar la presidencia del país en 200
años de república, insistió en que "tiene que haber un reconocimiento de
ello", pues "el perdón en las sociedades", afirmó,
"engrandece, no empobrece, engrandece y empieza a sanar heridas, aunque
haya sido hace 500 años".
Sheinbaum, quien en su toma de
protesta como presidenta recibirá a mandatarios de varios países, no precisó si
el rey Felipe VI estará presente en el acto.
"Ya lo vamos a informar,
se han estado enviando prácticamente a todo el mundo, invitaciones. Obviamente,
a Ecuador y Perú no, porque no estamos de acuerdo con la política que se ha
tenido", adelantó.
Desde 2019, el presidente
López Obrador, cuyo gobierno termina el próximo 30 de septiembre, ha insistido
en que España debe pedir disculpas a México por los abusos cometidos en la
Conquista, lo que pidió Felipe VI en una carta, que fue rechazada por la corona
española.024”
Era algo más que “un inmenso territorio”.
Eran amos de dos millones de
kilómetros cuadrados de terreno, en lo que va de Yucatán, en el sur o seis
millones si consideramos Guatemala, Honduras, hasta los actuales estados de
Arizona, Nuevo México, Utah, Colorado y Texas. Para no mencionar el caso de
Florida.
Para dar una idea, la Unión Europea es en la
actualidad de 4 millones de kilómetros cuadrados.
Un solo hacendado español se consideraba dueño
de tal cantidad de terrenos, poseía tales riquezas, y gente esclava, que dos o tres reyes juntos de Europa en esa época.
¿Qué había sucedido? Era tarde
para considerarlo y más para remediarlo. Ahora había que agarrar el camino del
éxodo.
La historia en el planeta para entonces ya era
otra. España había perdido la fuerte presencia que tenía en países de Europa y
los Estados Unidos hacían lo suyo para acabar con los últimos bastiones del
poderío español en América.
El conde de Aranda, preclaro español con
elevado cargo en el gobierno de España, ya había advertido con respecto a
Estados Unidos con toda antelación en el memorial de 1783:"! Vendrá un día
que será gigante, un coloso temible en esas comarcas", pero ni españoles
(en su tiempo) ni mexicanos (estos
llegado su tiempo) le hicieron caso.
España, no obstante, se cerraba al
reconocimiento de esta nueva realidad. Se considera que de haber enviado el reconocimiento de la
independencia de México (como lo haría quince años más tarde, ver Madam
Calderón de la Barca, Editorial Porrúa, México), el asunto de los españoles, no
obstante el resentimiento que con su
vesánica actitud provocaron durante tres siglos, las aguas no se
levantarían más allá de un oleaje.
En esta sangrienta lucha veremos que, por lo general, la nobleza del mexicano supera a su bestialidad.
El humanismo mexicano nada tiene que ver con el tramposo humanismo del moderno liberalismo que corre por el planeta. Los mismos españoles lo comprobaría en 1936, cuando miles salvaron la vida escapando de Franco y el nazismo al arribar a playas mexicanas.
En el camino
del destierro hacia el puerto de Veracruz sufrieron
de sobresaltos no ya por los contarios políticos sino por los ladrones
comunes que los despojaban de sus pocas pertenecías que habían logrado llevar:
“Las desgracias de los españoles que partían
eran muchas. No era raro que alguno de ellos fuera robado o hasta asesinado en
el camino de Veracruz…Algunos españoles que lograron abordar su barco, no
llegaron a su destino. Por ejemplo, los 82 pasajeros y tripulantes que se
encontraban a bordo de la corbeta francesa Paquet N° 3,que zarpó de Veracruz el
3 de abril, fueron sanguinariamente asesinados por el pirata Pájaro Verde mientras navegaban rumbo a
Burdeos.”
Para recorrer los caminos de la ciudad de México, hacia el
este, a lo largo de 500 kilómetros,
hasta el puerto de Veracruz, debían cruzar,
la elevada cadena montañosa nevada por el poblado de Río Frío (2,980
metros, 9,777pies o por Ituhalco,3,710m
La ancestral ruta que los pueblos nahuatlacas
del valle de México caminaban rumbo al sureste, partiendo de Amecameca, en el
noroeste, en los 2,500 m, ascendían (a pie por no contar con animales de carga y monta) a los 3,710,
en Ithualco, el gran puerto (de unos 5 kilómetros de amplitud en su eje norte
sur) entre la montaña Iztaccíhuatl y el Popocatépetl (que los turistas llaman
paso de Cortés) para descender hacia
Cholula, en los 2,170 m. Un total de 60 kilómetros, aproximadamente. Y
seguir descendiendo hasta el todavía lejano puerto de Veracruz.
En este camino, del lado este del volcán,
están los pueblos de Xalitzintla, San Nicolás de los Ranchos, San Buenaventura,
Nealtican, Acuexcomac. El más próximo es Xalitzintla, en los 2,600 m, 2,836
metros de desnivel bajo el cráter del
Popocatépetl (5, 436m).
Iztaccihuatl (5,230m) y Popocatépetl (5,426m), vistos desde la Ciudad de México.
El puerto entre las dos montañas se llama
Ituhalco (3, 710 m.s.n.m.).
Era uno de los caminos hacia el Puerto de Veracruz (Amecameca-Ituhalco-Cholula). El otro va por Río Frío, a la izquierda de la Iztaccihuatl.
Pillaje, resentimientos y sed de venganza por mil atropellos sufridos contra las poblaciones indígenas, violencia racial y política, se desataron a lo grande contra los expulsados. Ya desde los días de Hidalgo en Jalisco jóvenes españoles eran llevados a una barranca y acuchillados como animales en el silencio de la noche.
Se confirmó una vez más la antigua lección de
historia que los excesos de la primera
generación de conquistadores la paga, y con
creces, la última generación de sus connacionales cuando esa conquista
llega a su fin.
Todo lo que oliera a conquista
quedó grabado en el inconsciente del pueblo mexicano, incluidos Cristóbal Colón
e Isabel la Católica.
Carente de toda disposición de dialogo, y a la
sombra de la vesania, la conquista religiosa, como veremos, adolece también de
graves faltas.
En octubre de 2021 América latina (también
parte de la población anglo en Estados Unidos) se decidió a derribar estatuas
de Cristóbal Colón. Incluido México. Una nota de Diego Flores, aparecida en
Internet el 13 de octubre del 2021, resume lo que a la sazón apareció publicado
en los medios
“El 12 de octubre se conmemora la llegada de Colón al continente Americano, ese día su estatua se verá en cenizas por haber masacrado y esclavizado brutalmente a los Indigenas.
Ira desatada contra las estatuas de Cristóbal Colón en América latina han sido derribadas, decapitadas y pintadas de rojo que simboliza la sangre derramada de Indigenas en diferentes ciudades que fueron brutalmente asesinados y apropiados sus recursos naturales”
El mar de los Sargazos, del Océano Atlántico, se le conocerá como la Ruta del Éxodo Español. Un siglo más tarde (111 años) cientos de españoles cruzarán de nuevo estos paralelos oceánicos en otro éxodo tan penoso como este, pero ahora en dirección contraria, del este hacia México, expulsados de España por sus mismos connacionales.
Sin embargo de todas las
barbaridades que se cometieron contra los expulsados, es una perversa
distorsión de algunos historiadores
comparar este suceso del siglo
diecinueve, en México, con la revolución francesa. Es querer meter con calzador el águila azteca dentro del gorro frigio.
¡Esos historiadores!
Ya Norman Mailer había
advertido cuando dice que si quieres
saber de historia leas novelas y si te interesa la novela leas historia. De
tres mil notas sobre su escritorio, dice,
escogen treinta y así arman su historia pintada de un solo color.
Lo hemos dicho con mesura.
Mailer no se anda por las ramas: “Cuando uno
conoce los vacíos y arreglos con los cuales
los historiadores escriben su historia, trabajan sobre diez mil hechos
y seleccionan trescientos que les parece
bastantes para ilustrar las
cosas, por mucho que a eso se le llame
historia todos sabemos que es ficción.
La señal del gran historiador es su
capacidad como gran escritor de ficción…La historia no es historia, sino una
serie de novelas inmensamente
sobrias que han escrito unos hombres
que no suelen disponer de gran
talento literario y tiene mucho menos
que decir del mundo real que los novelistas. Se trata de un
descubrimiento perturbador: los historiadores no tratan con los hechos sino con las hipótesis que desarrollan en relación a una serie de datos aislados”.
Schopenhauer coincide en todo con Mailer en
esto de la historia y los historiadores, escribió dos siglos antes: “Los
modernos, con pocas excepciones convierten casi siempre la historia en un
montón de basura o en una guardilla trastera, donde se amontonan objetos
inútiles.” Libro Tercero, Cap.LI, El mundo como voluntad y
representación)
George Santayana, el filósofo
español-estadounidense, luego de hacer una serie de consideraciones sobre la
dudosa labor de los historiadores, anota: “ Todo esto es descarada ficción; y
su valor, si alguno tiene, está exclusivamente en la elocuencia, la sabiduría o
la información incidental que encontramos en el historiador. Tal historia puede
escribirse con ventaja en verso, o llevarse a escena, su virtud no es de ningún modo ser verídica, sino estar bien
inventada”. (Diálogos en el Limbo)
¿Guillotina en México? Aquí el “corte de
cabezas” lo sufrieron no los de hasta arriba sino los españoles pobres que no tenían recursos
para moverse hacia otros estados donde el sentimiento antiespañol era menos
fuerte.
Un “corte de cabezas” entre comillas porque
las familias de los desplazados no fueron abandonadas por completo por los
mexicanos. Sims relata el caso del gobierno de Oaxaca:
“El gobierno de Oaxaca, y su
legislatura dominada por los escoces (logia pro española) sentían compasión por
las esposas e hijos de los españoles
forzados a salir por las leyes locales y
federales de expulsión. El 31 de enero
de 1828 la legislatura ordenó al gobernador que elaborara una lista de las familias que vivían en la pobreza
como resultado de las expulsiones, y que pagara una pensión diaria de
dos reales(a las esposa sin hijos o con uno solo) cuatro reales (a las que
tuvieran tres o más descendientes).
¡Imaginemos a los jacobinos de la revolución
francesa pensionando a las familias, en Francia, de los aristócratas en el exilio! ¡O a los
dirigentes del Frente Popular español, de 1937, ayudando con despensas y
pensiones a las familias de los
fascistas caídos en combate!
Eso de Oaxaca ni Edipo, gran descifrador de
enigmas, podría explicarlo.
Los españoles ricos (sucede con los ricos en
todos los tiempos y en todos los paralelos y lo vimos en las dos guerras
mundiales del siglo veinte) con toda anticipación agarraron sus fortunas y
“volaron” para Europa o para Nueva Orleans (todavía no de Estados
Unidos).Dejaron tras de sí un caos que se le vino encima a sus connacionales
pobres. Luego esos mismos ricos, ya a salvo en el exterior, hablaran de las
barbaridades que los mexicanos cometieron con los españoles pobres.
Sims pone como ejemplo de lo anterior de los
ricos que se ponen a salvo:
“el conspirador Aviraneta y el comerciante
Rivas pagaron cada uno cien pesos por pasaje de primera clase de Veracruz a Nueva Orleans en el barco
ingles Hibernia, a principios de 1828.”
“Muchos barcos estadounidenses, británicos y
franceses se dirigían a Veracruz para llenar sus cabinas con españoles que
partían al exilio en Nueva Orleans, La Habana o Europa. Los barcos extranjeros
preferían llevar pasajeros que carga: podían tener mayores utilidades llevando
españoles a los Estados Unidos o a La Habana que trasportando mercancía a
Europa.”
Nueva Orleans, por quedar tan lejos de la
ciudad de México, se había convertido en el punto de reunión de los
conspiradores que preparaban con las armas en la mano la reconquista:
“Los funcionarios españoles
emprendieron entonces una campaña efectiva cuyo centro fue Nueva Orleans para
reclutar y trasportar a La Habana (todavía de España) a los emigrados
españoles, como preparación para un futuro
intento de reconquista de México.”
Y más adelante:
“Los españoles refugiados en Nueva Orleans se convirtieron en una nueva fuente de conjuras y por ello, en un
nuevo problema para el gobierno de México. En 1828 existan proyectos entre los exiliados en el extranjero para realizar expediciones
filibusteras contra la costa texana (todavía de México), y se hicieron intentos
de establecer una cabeza de puente
española sobre la costa del Golfo de
México y de apoderase de la fortaleza de
San Juan de Ulúa una vez más.
Santa Anna, “el innombrable” de la historia mexicana, había logrado desalojar a los españoles de su hasta entonces conquistada “banderita de Flandes”. Ahora querían recuperarla.
Este intento de reconquista, en efecto, se llevaría a cabo. Pero, el contexto ya era
otro. En comparación con el encuentro de los conquistadores del siglo
dieciséis, con armas modernas para ese tiempo, cañones, pólvora, arcabuces,
caballos, virus letales, miles de indígenas incondicionales, peleando contra
lanza y macanas de los aztecas.
Ya para la guerra de reconquista los mexicanos tenían las
mismas armas que los españoles, el soldado español montado sobre un caballo
había dejado de ser un dios centauro ,
poseían resistencias virales contra lo traído por los españoles, ya no
contaban con tribus incondicionales.
Ya el romance con los españoles se había
acabado cuando los aliados indígenas,
destructores de su misma cultura ancestral, de su religión y de sus pirámides,
fueron convertidos en esclavos de las tiendas de raya de los hacen
Santa Anna
El intento fracaso muy
desafortunadamente a manos de Antonio López de Santa Anna. Tan vergonzosamente
que el general español, que dirigía el ataque, se fue a vivir a Estados Unidos
y jamás regresó a España.
Varios días duraron los
encuentros de los españoles y los mexicanos, en las cercanías del río Pánuco y
en la ciudad de Tampico, a partir del 21 de agosto de 1829 (Santa Anna, por
Rafael E. Muñoz, editado por el Fondo de Cultura Económica México, 1993).
El gobierno de México, del que
a la sazón era presidente de la republica Vicente Guerrero, pasaba por una gran
penuria económica y cansancio de casi dos décadas de lucha contra España, a
partir del Grito de Dolores por Miguel Hidalgo. Esa pobreza y ese agotamiento
pudo haber sido aprovechado más inteligentemente por España. La reconquista,
como hemos visto, fue largamente pensada por el gobierno español pero
pesimamente preparada.
De todas maneras nunca
hubieran logrado llegar triunfantes a la
capital del país, en la ciudad de México, pero sí contar con logros señalados
más al interior del territorio, en consonancia con el reconocido valor del
español en la guerra.
Tanto el gobierno, español
como el propio brigadier Isidoro Barradas, el encargado de la expedición de
reconquista, pensaron que bastaba la imaginada superioridad racial que se esgrimiera durante tres siglos de
la colonia, respecto de los mexicanos. Y
volvió a resonar el síndrome del “ madrismo” de España con respecto a los países de América.
Este modo de pensar costó la vida a 1,300
soldados españoles y, a resultas de la capitulación, el 11 de septiembre del
mismo año, 656 españoles salvaron la vida, y pudieron regresar a la Habana,
luego de estar prisioneros en México
casi cuatro meses.
El triunfo se lo llevó Santa
Anna, con distinguidas condecoraciones y festejos, y poco mérito se concede al
general Mier y Terán que, más estratega, hizo mucho para obtener la victoria.
La expedición de Barradas, al
salir de la Habana venía acompañada de varios sacerdotes para bendecir las
armas españolas.
Cuando llegó a la capital la noticia del triunfo de los mexicanos,
empezaron los festejos: “Las fiestas continuarían varios días ( a partir del 27
de agosto)… Guerrero asiste a una gran misa solemne en la Basílica de
Guadalupe, escoltado hasta las puertas por un largo tren de carros triunfales,
cubiertos de flores, tripulados por bellas muchachas vestidas de alegoría. Más
repiques y más salvas”.
En la santa misa solemne de la
Basílica los sacerdotes bendijeron las armas mexicanas…
No obstante este descalabro, españoles del estatus medio encontraron
muchos de ellos el medio de defenderse no sólo de permanecer en México sino
buscando la manera de recuperar la hegemonía militar, política y económica.
En tanto el congreso de la capital se ponía de acuerdo con los términos de
expulsión en una ley general, cada estado elaboraba su propia ley, unas muy
virulentas contra los españoles y otras protectoras.
Los que pudieron se
desplazaron hacia otras provincias del país. Recurriendo a políticos contrarios
a la idea de expulsión. Y teniendo a algunos periódicos de la logia escocesa que protestaban contra los
yorkinos, que era la logia que buscaba a toda costa sacarlos de México:
“El gobierno estaba seguro que
los españoles apoyaban a los
revolucionarios con su dinero y consecuentemente, en la ciudad de México se
hicieron entonces esfuerzos extraordinarios para expulsar a los peninsulares.”
Durante tres lustros, a partir de 1821, España no hizo nada, deliberadamente no hizo
nada, por buscar paliar el golpe de los
españoles en México sino, como anotamos, todo lo contrario. Que reinara el
caos para encontrar tierra fértil de
apoyo a la reconquista. Entretanto, quedaron
estos españoles, como se dice, siendo la carne del sándwich: triturados
entre el gobierno español y los yorkinos. Por lo mismo, gran parte de la sangre
española que corrió entonces en México
se le debe imputar a España.
“los expulsados españoles que
llegaban a Filadelfia tenían grave urgencia de obtener ayuda de alguna fuente.
El cónsul general de Francia informó en marzo que numerosos exiliados
españoles, después de haber sido abandonados por su propio cónsul se dirigían
al consulado francés en busca de ayuda”.
Los yorkinos sin duda que cometieron excesos
por ese deseo (aquí si a semejanza de la revolución francesa: quitarles el
mando político, el militar y quedarse con los mejores contratos y puestos
burocráticos manejados hasta entonces
por el gobierno español) de desquite que bullía en el inconsciente colectivo
del pueblo en revancha por todas las carnicerías y persecuciones de que fueron
objeto los grupos étnicos a partir de la conquista en el siglo dieciséis.
Sin embargo los españoles
del estatus medio que ocupaban los
mejores puestos en la política y en el ejército ( y que no había tomado parte
en algunas de las conspiraciones contra el gobierno), fueron removidos pero en
tanto España no reconociera la independencia de México sus sueldos se les
seguirían pagando. Si era expulsado pero dejaban familia en el país con
mexicanas, podían cobrar en el extranjero medio sueldo.
Además los españoles casados con mexicanas en
general no fueron objeto de persecución ni de expulsión.
¿No está por demás insistir:
¿podemos imaginar a los jacobinos de la revolución francesa enviando sus
sueldos a los aristócratas en el exilio? ¿O a los bolcheviques procurando
paliar la pobreza de los familiares de los zares ya depuestos?
Son universales normas de convivencia del
espíritu del mexicano, ajenas al
entendimiento del historiador que se va
por los lugares comunes como cualquier diletante.
El movimiento de independencia consignado en
Los Tratados de Córdova, de tono católico, pronto se volvió secular y en
momentos jacobino. Y los sacerdotes españoles peninsulares fueron reemplazados,
a señalamiento del obispo, por sacerdotes americanos:
“Entre las ordenes que eran menos “españolas”
se encontraban los agustinos, que eran mexicanos en un 92.5 por ciento, y los
mercedarios, en cuyas filas sólo había un español.”
En realidad fue el momento, con el argumento
de expulsar a los sacerdotes peninsulares, en que el proceso de secularización
empezaría en la vida de México. Medida sana como recurso dialectico con lo
religioso. Pero que en ocasiones perdería la tolerancia.
El movimiento levantaba una polvareda que
envolvía a los activistas escoceses y yorkinos, a los representantes de los gobiernos extranjeros en México y al alto
clero.
Sims hace notar “la hostilidad que existía
entre los diplomáticos europeos y el plenipotenciario (Poinsett) de los Estados
Unidos.”
Empero, todo esto fue casi
inútil.
Con el tiempo, los que lograron escapar al
éxodo y se quedaron a vivir en México, no aprendieron la lección de historia.
Mejor dicho, hicieron una mala lectura de esa lección.
A la nobleza de espíritu la consideraron
miopía o cobardía. Y es lugar para considerar el esfuerzo que el mexicano tuvo
que desarrollar entonces para no liberar sus instintos bestiales que,
insistimos, también forman parte de su
ser.
Así es como termina el libro de Sims: Se
reagruparon de la mejor manera para no volver a ser sorprendidos y en cambio
defender la tradición.
¿Pero cuál tradición? ¡La de
su estatus! La tradición del darwinismo social. La que había empezado con los
conquistadores del siglo dieciséis: la tradición de la destrucción y la
esclavitud por medio de las tiendas de raya de las haciendas. En las que se
practicaba, como un credo, todo lo contrario de lo que se conoce desde la
antigüedad griega con Sólon, su autor, como la ley sisactia (sisactia significa
condonación de las deudas).
“Los que quedaban pronto, muy pronto aceptaron
el desafío y buscaron el modo de defenderse. Los que en el decenio de 1830-40
surgieron como defensores de los fueros tradicionales y de las propiedades de la Iglesia, eran gente decidida a impedir
en el futuro cualquier ataque sobre los derechos y privilegios heredados de la
tradición.”
No la tradición del pueblo mexicano con su
cultura milenaria y sus necesidades enormes de comida, vestido, educación y
cultura.
Rescatar una tradición que legitimaba la
conquista haciendo aparecer las
practicas, reales o inventadas, del pueblo conquistado como asesinos y
caníbales. Adjetivos que aparecen en las Cartas de Relación que Cortés escribía
y enviaba a su rey refriéndose al modo de vivir de los aztecas.
Oswald Spengler se refiere a
México- Tenochtitlán como parte del grupo de las grandes culturas antiguas: “china, egipcia,
babilónica, mejicana”.(La Decadencia de Occidente Vol.II,Cap.I-B ,Pág. 58).
Los frailes, no obstante, buscando desterrar
la “idolatría" para imponer el cristianismo, respaldaban lo que Cortés
decía y agregaban que las tales imágenes de los dioses mexicas eran
representaciones del demonio. Sahagún y Durán lo repiten. Así pues, los
mexicanos eran asesinos, caníbales y satánicos.
Distintivo de nuestros tiempos
modernos es crear una necesidad y, enseguida, vender el remedio de esa
necesidad. Gran cultura original, dice Spengler, de México indio, espiritual,
arquitectura, astronomía, sociedad, tradición, etc. No necesitaba más que
seguir desarrollándose. Pero asesinos, caníbales y satánicos, el cuadro
perfecto para ser salvados de tal barbarie. Se necesitaba un Salvador…
Cortés golpeaba con su cinturón a los que no
querían ir a misa.
Otros, por lo mismo, hicieron
famoso el "aperreamiento", muerte en las fauces de los perros . O los
marcaban con hierro candente en la cara.
Así empezó lo que se conoce como: La Evangelización de América.
Tiempo después, en el siglo dieciocho, nacería en el seno del mismo pueblo europeo, el que sería uno de los más grandes pensadores de la cultura occidental. Él diría lo siguiente, hablando de los valores morales y de la virtud, tan caros al cristianismo:
“El mismo grado de perversidad
puede demostrarse en una nación groseramente entregada al asesinato y al
canibalismo que en otra que cultive la fina intriga cortesana, las
persecuciones e infamias de todas clases disfrazadas elegantemente; el fondo es
el mismo en ambos casos.” Schopenhauer, Libro Cuarto, Cap. LXVI El mundo como
voluntad y representación
El sacerdote azteca levantaba
el cuchillo de obsidiana para abrir el pecho y sacar el corazón del prisionero de guerra. Los españoles y
frailes quemaban en la hoguera a gente
pacífica bajo el cargo de idolatría. ”Por esta cruz te salvaras” le decían al
moribundo ya entre las llamas.
Kant al principio del prólogo de la Crítica de
la razón pura, la de 1781, refiriéndose a la metafísica:
“Su dominio empezó siendo despótico bajo la
administración de los dogmáticos”.
Y tanto que al tiempo que el poder civil hacia
morir en las fauces de los perros al que se resistía a creer en la cruz, los
frailes los hacían perecer en la hoguera.
Para los escépticos: En el lado sur de la
Alameda Central, de la Ciudad de México (oficialmente se escribe con mayúscula
para indicar que se trata de la capital del país para distinguirla de las otras ciudades), hay una placa que indica el lugar
exacto donde tenían lugar estas cremaciones. Se le conoce como El Quemadero.
Primeramente quemaban mexicanos que
persistían en adorar, según el nombre y
el avatar icnográfico, de Tezcatlipoca, como venían haciendo desde tiempos
antiguos.
Posteriormente también se quemarían ahí a
judíos que se aferraban a su creencia en la Torá.
No aceptar el cristianismo el precio era que
tlaxcaltecas y españoles marcaban al
azteca en la cara con hierro candente, lo quemaban o moría en las fauces de los
perros.
La perversidad, de la fina intriga cortesana,
como escribe Schopenhauer, que a la
sazón llenaba los corredores de la Corte de España, y parte de ello los
príncipes de Roma, la pone de patente la misma persona de Cortés que vivió un
calvario para que se le reconociera sus méritos de la conquista de
México-Tenochtitlan (a esa altura de los tiempos, de los tlaxcaltecas ni
mención),aunque se seguían sirviendo de ellos, como “carne de cañón”, para
someter a los pueblos originales que se oponían a la conquista.
Al final obtendría el título de consolación de
Márquez del Valle de Oaxaca, valle que nunca conocería siquiera. Y un escudo de
armas. Lo que no salvó de morir de
hambre a la misma madre de Cortés aherrojada en el pueblo de Texcoco como
prisión.
Un estatus social, solipsista, es solo una
pequeña parte del todo. Es jugar su
peligroso juego al margen de los demás estatus o, como ahora se dice,
clases. Viene al caso porque muy pronto
se vería en México cuan peligroso es ese juego.
Ahora recién tenían los mexicanos dos grandes
y bellas culturas, la suya de los soles
teotihuacanos y la de la Paideia griega. ¿Pero de qué servía si ni siquiera
sabían leer por carecer de escuelas públicas para el pueblo?
Sería hasta el
25 de julio de 1921, que el presidente Álvaro Obregón decretó la
creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), “medida que fue aprobada
por unanimidad en la Cámara de Diputados. Posteriormente, el 3 de octubre del
mismo año, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).”
Exactamente a 400 años de la conquista y a 100
años de la independencia. ¡Tiempo en
que, por extraños y por propios, a la
educación del pueblo no se le dio ninguna atención o se le combatió con la
indiferencia! ¡Un pecado de omisión muy grave de los políticos de entonces, y
de la Iglesia, que pronto pagarían caro!
Eurípides, Cicerón, Epicteto, Shakespeare,
Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno,
Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, Cervantes y otros, eran absolutamente desconocidos para
esta gente.
Ni qué decir de las corrientes
de filosofía que seguían en su apogeo en ese siglo diecinueve en
Europa: Kant, Kierkegaard, Montaigne, Schopenhauer, Goethe, Séneca, Averroes,
Suarez, Gracián…¿Cómo se puede alimentar al espíritu así? ¿Cómo se nutre el
espíritu alejado por la fuerza de sus representaciones propias de la Divinidad
Nanahuatzin-Tezcatlipoca y Chicomecoatl? ¡La espada y la cruz lo habían
mutilado todo en el siglo dieciséis!
Ahora tenían una gran religión pero por haber
sido impuesta a la fuerza por los conquistadores y por los frailes, siempre fue
mal comprendida y peor practicada. Para los católicos mexicanos, que creen que
estamos exagerando, tenemos la siguiente nota que se refiere a conceptos expresados en estos días por el papa:
Una nota del otoño de 2021:
“El papa admite errores en evangelización por
imponer solo un modelo cultural
Agencia EFE
mié, 13 de octubre de 2021
3:54 a. m.
Ciudad del Vaticano, 13 oct
(EFE).- El papa Francisco admitió que se cometieron "errores en la
historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural"
que llevaron incluso a guerras, durante su catequesis de la audiencia general
celebrada hoy en el aula Pablo VI del Vaticano.
Reconoció que "son muchas
las tentaciones de querer imponer el propio modelo de vida como si fuera el más
evolucionado y el más atractivo" y admitió: "¡Cuántos errores se han
realizado en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo
cultural!".
"A veces, no se ha renunciado ni siquiera
a la violencia para que prevalezca el propio punto de vista, incluso guerras.
De esta manera, se ha privado a la Iglesia de la riqueza de muchas expresiones
locales que llevan consigo la tradición cultural de enteras poblaciones",
reconoció Francisco asegurando que esto es "lo contrario de la libertad
cristiana".
En breve, solo noventa años más adelante, la Iglesia pagaría el precio de
no haber enseñado, en esos tres siglos de la colonia, filosofía y teología al
pueblo (a ese pueblo, 90 por ciento de la población, compuesto, como dice Fray
Bernardino de Sahagún, de “maceguales y gente baja”).
Las masas de esclavos de las
tiendas de raya de las haciendas, sólo
conocían, mal conocían, el catecismo de Ripalda. Eso es lo que la
Iglesia, y los centros de investigación
académica, incluso universitarios, llaman “la evangelización de América”. Se
refieren al diez por ciento de la población, no al noventa por ciento.
Ya a pocos años de caído
México –Tenochtitlán los frailes festejaban el triunfo de la cruz por
haber convertido al cristianismo a
millones de indígenas. Una reflexión: Esos millones de indígenas ni entendían
el idioma español ni los españoles, salvo excepciones, habían aprendido a
hablar como los naturales (más de cincuenta etnias con sus diferentes
dialectos).Se publicaron algunos
catecismos en lenguas nativas para los hijos de los caciques indígenas
burócratas al servicio de los hacendados.
Bernal Martínez Gutiérrez en su obra Apuntes
de filosofía, menciona esta doble labor de destrucción y reconstrucción de la
Iglesia. Se refiere al papel dominante
de la Iglesia en el periodo europeo de la Edad Media, en el contexto social del
feudalismo:
“La Iglesia católica, en franca alianza con el
Imperio, dominarán las vidas de los pueblos, sometiéndolos algunas veces al
avasallamiento y a la tortura.” Para en seguida anotar:
“Pese a todo, aquella centralización divina
favorecerá instituciones como el monacato, la vida contemplativa, las ordenes
mendicantes y el nacimiento de no pocas órdenes religiosas que intentan una
reforma espiritual de la institución desde dentro.”
En otras palabras el pueblo del 90 por ciento
carecía de vitaminas culturales para saber convivir, con el sano laicismo, y prevenir el jacobinismo que después se vino encima.
Ya desde entonces el cierre de
las iglesias, en el país, y la prohibición de la religión, tocaban a sus
puertas.
Como resultado de ese analfabetismo muchos serían lanzados a la guerra a favor
del jacobinismo sin saber de qué se trataba éste y otros muchos a defender lo religioso sin
tener conciencia de lo que estaba defendiendo sino movidos, ambos bandos, por
el ciego fanatismo.
Para filosofar se necesita la duda a través de
la cual se busca la certeza. Para creer en la Divinidad se requiere una fe que
es dotada desde el cielo mismo, no porque se tiene enfrente una presencia
punitiva. Pero nada de esto, Filosofía y Teología, caben donde se hace todo para que no haya libertad para
pensar.
En rigor, laicismo no es una
meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este fin es el
Humanismo. Humanismo es donde el individuo puede vivir con toda libertad de
pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como la filosofía, el
teatro, la literatura... Cómo se anotó, aquí solo se mal conocía el catecismo
de Ripalda.
Ya en pleno siglo veinte, cuando las naciones
habían agarrado el pulso de los nuevos
tiempos, los mexicanos seguían de
esclavos de la tienda de raya de las haciendas, analfabetas y descalzos.
Era la evidencia que el discurso
prerrevolucionario, que insiste en la igualdad de los hombres, ya en la praxis posrevolucionaria, ésta “igualdad” queda como antes de la
revolución...
En realidad, insistimos, a la postre todo quedó colgando de un hilo.
La expulsión de los españoles fue muy a
la mexicana. Los odiaban, pero en algunas provincias adyacente al Valle de
México, no tanto.
La gran cultura occidental que
trajeron los españoles y los grandes centros de enseñanza que fundaron recién
la conquista (Tlatelolco, San Ildefonso en la ciudad de México, Colegio San
Nicolás Obispo de Valladolid, Michoacán y cuya literatura llena las bibliotecas
universitarias) fueron pensando en los
hijos de los conquistadores y en las familias de los grandes caciques indígenas
al servicio de los españoles. Pagando así los servicios que habían prestado en
la guerra de conquista y destrucción de
México-Tenochtitlán.
“Quinientos años de Resistencia indígena” es
el slogan oficial y popular que se oye en septiembre desde 2021 en México.
Si todas las etnias (excepto las etnias del
norte que combatieron durante un siglo todo intento de conquista dirigida por
españoles y ejecutada por sus incondicionales aliados del principio) se unieron
al español contra México-Tenochtitlan, en el siglo dieciséis, la lectura del
slogan es un reconocimiento a que los
mexicas fueron los únicos en el centro-sur que resistieron contra la invasión
europea.
La esclavitud sufrida durante trescientos años
hicieron que se reconociera el error y ahora los otrora enemigos del
azteca se arropan bajo el gentilicio de los mexicas, mexicanos.
Arropamiento que viene siendo un
reconocimiento al heroísmo azteca que
cayó en defensa de la original y
milenaria cultura náhuatl.
Todas estas etnias adversas a los aztecas
fueron utilizadas de inmediato por el español para que destruyeran las
pirámides del centro ceremonial azteca
que estaba rodeado por el gran
coatepantli o muro de las serpientes, muro de Quetzalcóatl.
¡Y también las propias
pirámides de los aliados de Cortés con cuyas piedras y losas construyeron las iglesias católicas
conservando la fachada la orientación solar hacia el poniente! Acto seguido
vendría la explotación de las minas para
cargar los barcos de oro y plata rumbo a España, fenómeno que, sabido es, dio pie a la aparición de piratas, bucaneros
y corsarios.
Aquí empezó la resistencia indígena, hace quinientos años.
La traumática situación vivida ochenta años atrás no fue suficiente como para enmendar la actitud hacia el pueblo de los maceguales. Al contrario, se dio un acercamiento entre los altos mandos mexicanos, ya independientes de España, y el alto clero, con los hacendados que había logrado evadir la expulsión.
Ese “borrón y cuenta nueva”, dicho en otras
palabras, era hacerse cómplice esos mexicanos del genocidio sufrido por las
etnias durante tres siglos por los españoles, decir: “Hicieron bien en casi exterminarlos, esclavizarlos y marcarlos con
hierro candente en la cara y en llevarse todo
el oro y la plata que pudieron, y quemar vivo al que se resistía creer
en Jesucristo” o ser devorado vivo por los perros de los españoles.”
Todo eso, la existencia de las tiendas de raya
en México, para los primeros años del siglo veinte, es una realidad patente que
tanto esa influencia de Rousseau que influyó en el desarrollo de la ideas de
los héroes mexicanos de la Independencia, como por otra parte el cristianismo
que ya llevaba siglos, todo eso yacía a buen resguardo en los anaqueles de los
intelectuales. ¡Brillantes proclamas desde la ilustración y sublimes promesas
espirituales del romanticismo! El campesino seguía de esclavo de las haciendas.
Es posible que las revoluciones de
emancipación de España, en otros países de América, tengan su maternidad en la
revolución francesa. En México se trata de una labor de pastillaje (técnica muy
estudiada en arqueología que consiste en ir adhiriendo elementos a una pieza de
cerámica ya hecha) que los historiadores han ido agregando a la autenticidad de
lo mexicano.
De aquí parte el mito, muy socorrido por
algunos historiadores, que tanto la guerra de Independencia, como la revolución
mexicana, alimenta sus raíces de la ilustración europea. ¡Un colonialismo
cultural más sobre el mexicano!
Cinco a ocho
millones de adoradores de la Virgen de Guadalupe que llegan, cada 12 de
diciembre, a su basílica en el norte de la Ciudad de México, dicen otra
historia. cifra no superada por los devotos que van a Roma, Fátima, y Lourdes,
juntas, nos hablan, hay que repetirlo,
de otra historia. Son halitos de vida y espiritualidad que vienen desde muy
lejos en el tiempo con el códice de
Chicomostoc, Chicomecoatl. Pero esta es otra historia. No apta para católicos
del catecismo de Ripalda.
Un acuerdo, una actitud dialéctica, entre los antagónicos de poder, siempre es
bienvenido en nombre del bienestar del pueblo. ¡Lo que en la actualidad se dice
“negociar”! Esa fue, al menos la intención, del famoso abrazo de Acatempan, en
el que realistas e insurgentes se dieron
la mano para dar por terminada una lucha que ya llevaba dos
décadas. Ese sería la actitud de España cuando tres lustros más tarde al
fin decidió reconocer la independencia de
México.
Y esa es la misión de los
príncipes de la Iglesia católica, estar en el mundo, en otras palabras, cerca
de los poderes, ser parte de los poderes, con la misión de paliar el
sufrimiento de los pueblos y, en la
posibilidad de las circunstancias, hacer por
desterrar su pobreza económica. Si eso no se da…
Más aun, cuando ese
acercamiento es en perjuicio del pueblo, es cuando recibe el feo calificativo
arriba anotado.
Cincuenta etnias en México siguen viviendo, para 2021, sus
costumbres y sus ritos ancestrales a lo largo de todo el país. Lo que se
conquistó en el siglo dieciséis fueron
los grandes centros de poder, cultura y población y el más importante de
todos México-Tenochtitlán.
En otras palabras, el México precristiano no
fue borrado. Sigue vivo. Pero también en el abandono por extraños y propios,
“por los siglos de los siglos”.
Y hubo periodos, en el siglo diecinueve, de los gobernantes mexicanos, que
persiguieron con saña a etnias del norte con la misma vesania que tres siglos
atrás lo hicieron los españoles. Despojar
las tierras y agua a las tribus y
“blanquear” la piel de los étnicos era la idea. Su ejército sirvió para
emprenderla contra los campesinos de Jalisco, Michoacán y Colima o contra los indios mayos, tarahumaras, huicholes,
otomís, mayas, etc. (ver La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, editado
por Siglo XX 1, México, 1977).
Sí, dos genocidios. El primero
ejecutado por los conquistadores y el segundo por algunos gobiernos de
mexicanos ya independientes de España.
Si bien la antropología social profesional e
institucionalizada nació en México en
1917 con Manuel Gamio, sería hasta el 3 de febrero de
1939, por mandato del presidente Lázaro
Cárdenas, que se fundaría el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Una dependencia del gobierno federal de
los Estados Unidos Mexicanos.
A ochenta años de gobiernos ya mexicanos, y de
aquel sangriento 1828, el noventa por ciento de los mexicanos eran analfabetas,
andaban descalzos y vivían en chozas. Los hijos heredaban la deuda que el
español hacendado había anotado en las tristemente tiendas de raya que cada
hacienda tenia, esto, como se ha anotado, con la venia de gobernantes mexicanos y con el silencio de la Iglesia.
El niño mexicano recién nacido en esos tiempos
ya tenía que pagar dos deudas: una deuda en la tienda de raya del
hacendado y otra deuda en la
iglesia con el nombre de “pecado
original”. Dos deudas que, obvio, él no había contraído, pero se las habían
endosado. ¡Y a su vez, las heredarían sus hijos y sus nietos!
¡Brillantes proclamas desde la
ilustración y sublimes promesas espirituales del romanticismo! El campesino
seguía de esclavo de las haciendas. En otras palabras, ni teísmo ni ateísmo
hicieron algo por superar esas maneras de esclavitud trascendente.
De la primera no había modo de
librarse o iría a dar a la prisión del San Juan de Ulúa, de donde ya no se
regresaba y al morir, o si ya estaba muy enfermo, se arrojaba a los tiburones.
El que conoce esas celdas sabe que los presos
no tardaban mucho tiempo en enfermar. Las celdas fuero diseñadas para ser
inundadas a medias cuando sube la marea. Las terribles mazmorras, de las
prisiones europeas durante la Edad Media,
serían un hotel de lujo en comparación con estas celdas de “la muerte
rápida” de San Juan de Ulúa.
Irónico pero el
"corte" de la guillotina de la revolución francesa y la
"descarga" de la silla eléctrica de los norteamericanos, para sus
sentenciados a la pena capital, después de todo no carecen de buena dosis de humanidad.
Aquí los presos de San Juan de Ulúa tenían que
morir pronto pero no tan pronto. Era necesario que conocieran el poder
vesánico español. Y tiempo después, del
poder mexicano porfirista). Horas entre el oleaje de la marea alta y otras
horas en la humedad de la cueva sin sol. Con el sólo decir, o mostrar, que se
encontraban enfermos, eran arrojados a los tiburones (testimonio de un ancestro
del autor de este blog).
De la segunda, si el individuo se alejaba de la Iglesia, al morir iría a
dar al infierno. De modo que era ineludible cumplir con la hacienda y con la
Iglesia.
Labor de pastillaje porque en la cosmovisión
del pensamiento étnico mexicano tal “pecado original” no existe.
Palabras de Rousseau:
“Aun admitiendo que el hombre pudiera enajenar su libertad, no pude
enajenar la de sus hijos, nacidos hombres y libres. Su libertad les pertenece,
sin que nadie tenga derecho a disponer
de ella.”
A siglo y medio de haberse publicado el
Contrato Social (1762) toda esa influencia de Rousseau, que dicen los
historiadores, aquí no se veía por ningún lado. Citar a Rousseau como
historiador da tono pero en la realidad fue en México una pura fantasía.
Las luminosas palabras de: todos los
ciudadanos somos iguales ante la ley, para nada tomaban en cuenta a los
mexicanos del noventa por ciento. Las ardientes proclamas, de ecos rousseaunas
habían sido inclementes para atacar al despotismo de la monarquía española,
pero ahora, ya independientes de España, políticos emanados de las Leyes de
Reforma, y prelados de la Iglesia, tomaban chocolate y comían tamales en la
mesa de los hacendados.
Mañana la ilustración levantará la espada
contra el romanticismo (Cristiada) y éste responderá de igual manera a la
ilustración. Se volverá a leer a Juan Jacobo Rousseau por un lado y, por
otro lado, el ideario de San Ignacio de
Loyola. Por lo pronto, María, sirve más
chocolate a los señores y trae otra fuente de tamales. Mañana, después de la
hecatombe, que los historiadores escriban sus aburridas y descoloridas novelas.
Lo grave de esta indolencia
hacia el pueblo, vendría en los tiempos que estaban por llegar. Unas masas así,
carentes de todo, se precipitan a la primera oportunidad, a la prosperidad, al
tener, que lleva la consumismo. Seguirán ignorando el progreso, que apunta
hacia la evolución universal.
Evolución en la que el romanticismo y la
ilustración caben, para bien, dialécticamente en el alma del individuo. Pues el
alma universal del hombre tiene dudas respecto la existencia del cielo y, a la
vez, sabe que el principio de razón es perecedero a tal grado que vuelve a levantar los ojos al cielo.
"Negociar” es la solución dialéctica que
en el primer tercio del siglo veintiuno emplean los sindicatos, y los partidos
políticos. ¿Por qué el hombre no podría hacer lo mismo con todo lo
controversial que bulle en su cerebro?
Después de todo, la cultura occidental, el pensamiento europeo, desde los
Presocráticos, es bella porque está hecha a base de tesis y contra tesis.
Trabajos de la antropología académica mexicana
de esta época da la impresión que este atraso es responsabilidad del 90 por
ciento de los mexicanos (en especial de los étnicos y de los mestizos) y no de
las condiciones impuestas por los hacendados. Menudean los adjetivos y la solución
es el saber científico, precisamente cuando no se tenían escuelas.
Así, con ese bagaje histórico,
llegamos al siglo veinte.
Uno del pueblo se encontraba en la calle a un
español, o a un catrín (mexicano cerca del poder), debía bajarse de la banqueta
y no levantar la vista bajo riesgo de ser escupido o golpeado en la cara por insolente. O
enviado al presidio de San Juan de Ulúa,
islote en el mar, de donde,
dijimos, jamás regresaba.
Y se daba por hecho, bajo el silencio de la
Iglesia, lo que se llamó el derecho de pernada: en situación de casamiento el
primero que se acostaba con la novia era el hacendado.
El 20 de noviembre de 1910, con la toma de
Ciudad Juárez, por Francisco Villa y Pascual Orozco, a las órdenes de Francisco
I Madero, empezó el movimiento revolucionario que se ha considerado como la
primera gran revolución popular del siglo veinte en el mundo.
Reconocimiento a Francisco Villa por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Caudillo vesánicamente negado por los gobiernos neoporfiristas.
Foto tomada de Internet en el transcurso de una de sus conferencias "mañaneras" en palacio nacional.
La prudencia, y el miedo al caos, habían llegado a su fin. Se desataron las fuerzas bestiales reprimidas durante cuatro siglos en el alma noble del mexicano. En adelante, parafraseando a Goethe: ¡Ningún crimen me es ajeno!
Adelita, la mujer que inspiró el más guerrero
de los corridos de esta revolución.
Francisco Villa, Pascual Orozco y Maclovio Herrera no eran militares. Eran gente del campo de la infinita llanura norteña que conocía las montañas, sabían montar caballos y disparar en plena carrera, y tenían muy desarrollada la intuición del guerrillero.
Fueron la nada que acabó con
siglos de perversa practica de poder de extraños y de propios.
Foto tomada de Internet
En
tanto los once generales de división
del viejo orden huertista, que comandaban la impresionante columna de
trenes del ferrocarril con soldados del gobierno, trazaban un plan de batalla
para controlar el norte del país, la División del Norte de Villa, compuesta de campesinos, ya había
tomado la ciudad de Torreón, hasta entonces en manos de los huertista, penetraba las defensas
de Paredón y preparaba el ataque
decisivo que tendría lugar en Zacatecas.
Entretanto, Rodolfo Fierro, de las huestes
villistas, para “matar el tiempo”, mataba prisioneros, personalmente, uno por
uno, hasta quedar imposibilitado de la mano de tanto disparar la pistola. ”Si
logras brincar esa barda, quedas a salvo” les decía, de cientos, dice la
leyenda, solo uno lo logró.
Propiamente la revolución duró cuatro años, del 20 de noviembre de 1910 al 23 de junio de 1914.
Lo que siguió, por casi dos
décadas, se le conoce como “Lucha de
facciones”, esta es otra historia, y le
siguió la persecución religiosa, conocida como la Cristiada, pero esta también
es otra historia.
La revolución mexicana casi barrió con todo esa perniciosa connivencia que ya
duraba cinco siglos, empezando con los cacique indígenas burócratas al servicio
de los españoles, del siglo dieciséis, hasta
los mexicanos del régimen porfirista. Casi…
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