¿Cuántas parejas sexuales tienes?, le pregunta el médico. Moral, amor, romance han quedado afuera del consultorio. La pregunta solo va en sentido de la higiene.
Al extenderle la receta, le dijo:
tuviste suerte en que te haya abandonado tu pareja. Por ahora estas a salvo.
Un médico no dice esto pero
ambos son amigos y agrega:-Tómalo con calma. Pero en el sexo subrepticio no se
sabe cuántos eslabones tiene la cadena y, más tarde que temprano, le llega a la
pareja el contagio venéreo.
La cuestión es: ¿Quién gana:
quien se va o el que es abandonado o abandonada?
Constance Steward Reid se une con Clifford Chatterley cuando a éste le dieron, en 1917, un mes de permiso, en los frentes de batalla, para que fuera a descansar a Inglaterra. Se casa con Constance y regresa a las duras batallas de las trincheras.
año más tarde Clifford es regresado a su mansión Wragby, en la población de Tevershall, completamente destrozado por las heridas físicas. En adelante vivirá en una silla de ruedas y no puede tener relaciones sexuales.
Necesita un heredero a fin que continúe con la tradición familiar, el apellido Chtaterley y con los negocios de las minas de carbón de las que es propietario. Llega el momento que le dice a su esposa que debería tener un hijo y él lo recibiría como suyo, con todos los derechos de heredad. ¡El lo formaría para líder industrial y financiero!
Una situación
semejante, respecto esto último, será
también el tema que más tarde escribirá
Ernest Hemingway en la novela “Ahora brilla el Sol”. Un soldado que regresa
invalido del frente de batalla, una mujer joven y hermosa, amores de ésta con
otros hombres...
Un día Constance conoce al guardabosques de la propiedad de Clifford Chatterley. Cuando ni siquiera han entablado amistad, empiezan a hacer el sexo, sin barrera y sin medida y con los días llegan a enamorarse. A Constance le aburre la intelectualidad de su esposo, el cual también es escritor y publica libros.
Antes, para escapar de
esta situación, tan falsamente refinada a sus ojos, había tenido aventuras con
un tipo extraño llamado Michaelis. Luego se sentirá atraída por el
guardabosques, quien a su escasa cultura la llena con una sensualidad tal que
hasta le ha dado cierta fama de “salvaje” en el pueblo cercano Tevershall.
Constance se siente tan enamorada y atraída que abandona toda posición, que tenía en la
alta sociedad, con tal de vivir junto al guardabosques.
Los amantes no tardan en odiar al marido, a quien hacen culpable de
que ellos no puedan vivir su amor con plena libertad. El guardabosques se llama
Oliver Mellors. Este también es casado y vive separado de su mujer desde un
tiempo atrás. También a ella llegan a considerarla culpable de la falta de libertad de los
amantes. Al final estos deciden abandonar todo, con miras a vivir juntos,
cuando ambos hayan logrado sus respectivos divorcios.
Así fue como Constance escapó del mundo aburrido que vivía con su esposo.
Aquí Lawrence recurre al cartabón
del marido aburrido para una especie de
justificación de la mujer que se busca un amante. Igual hicieron Ibsen, Tolstoi y Flaubert. Julia,
personaje de Sade, es de la pocas mujeres que decide importarle poco todo
mundo, empezando por su virginidad, con tal de convertirse en una diosa
increíble del sexo. Hasta la misma Mesalina, ¡increíble!, se refugió en lo blandengue
de su marido, el emperador Claudio, para dedicarse prácticamente a la
prostitución.
El caso es que la emoción, de
la amistad ilegal con Mellors, le dio nuevo sabor a los salvajes días de sexo que siguieron. Después el cielo
empezó a oscurecerse. Muchas complicaciones presentidas para el futuro. Muchas
complicaciones en sus pláticas que rememoraban el pasado de cada uno de ellos:
“No sé lo que soy. Veo venir días muy negros” dijo el guardabosque a
Constance.
Esta novela se va mucho por
los tonos grises. Le falta color. Después de todo la vida tiene sus momentos de
nube color de rosa. En la realidad las risas se alternan con los conflictos.
Este es el desbalance de la obra. Recuerda lo sombrío de la novelística de
Dostoweski. Como si un fotógrafo pusiera en su cámara con película de color un
filtro de color. Dominaría este color y los otros colores se saldrían de
balance.
Desde luego, en la novela encontramos situaciones que nos dan idea del contexto social en el que se desarrolla el trabajo. Los obreros de las minas de carbón son individuos pobres, tristes y sin esperanza de mejorar su presente ni planear su futuro.
Algunos de la clase alta ven con repugnancia lo vulgar que es la vida de la gente del pueblo.
También algunos pensamientos de valor respecto de la actitud del humano como
aquel que “la juventud anda tras la inmortalidad y la ancianidad busca la
sensualidad”.
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